4. Kant

Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?

" llustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. esta minoría de edad significa la

incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración".

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Examen resuelto

SEMBLANZA DE KANT POR SU DISCÍPULO HERDER

«He tenido la suerte de conocer a un filósofo que fue mi maestro. En la plenitud de su edad conservaba, sin embargo, la gozosa viveza de un joven, que, como creo, le ha acompañado hasta la vejez. Su amplia frente, hecha para pensar, daba cobijo también a una serenidad y alegría inalterables. De sus labios fluía un discurso rico e enjundioso. Poseía gracia, humor y sensatez, y sus clases eran lo mas ameno que uno podía encontrar. Con el mismo talante con que examinaba las obras de Leibniz, Wolff, Baumgarten, Crusius, Hume y penetraba en las leyes de la naturaleza formuladas por Newton, Kepler y los físicos, se ocupaba con los escritos, entonces aparecidos, de Rousseau.... dándoles la importancia que merecía n y volviendo siempre a ese conocimiento libre de la naturaleza y al valor moral del hombre. La historia de los hombres, de la naturaleza, de los pueblos, la ciencia física, la experiencia, eran las fuentes de las que sacaba siempre materia para sus clases y para sus conversaciones. Nada de lo que fuera digno de ser sabido le era indiferente. Ninguna intriga, ninguna secta, ningún prejuicio, ninguna

preocupación por su renombre tuvieron nada que ver con el, porque lo único que le importaba era acrecentar y aclarar verdades. Impulsaba los ánimos y los obligaba suavemente a un pensamiento propio y personal. El despotismo era absolutamente extraño a su espíritu. Este hombre a quien nombro lleno de agradecimiento y respeto es Immanuel Kant. Su imagen está siempre, como algo hermoso, ante mis ojos.»

Herder. Cartas para el fomento de la humanidad.

LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

ÍNDICE

1. Contexto histórico, cultural y filosófico.

2. Justificación desde la posición filosófica. Las preguntas kantianas

3. Guía de lectura

4. Relación con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad

5. Vocabulario

1. CONTEXTO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO.

Kant realizó su obra en la segunda mitad del siglo XVIII, época de bonanza y prosperidad. El ascenso de la burguesía había supuesto una considerable mejora en las condiciones de vida en Europa. Además, el desarrollo económico en este siglo fortaleció la ideología del progreso y en estas condiciones se constituyó una forma de racionalidad y una ideología nuevas que coincidían con los ideales de la Ilustración.

Desde sus primeras décadas, el siglo XVIII comenzó a poner de manifiesto el enfrentamiento entre el sistema establecido y una nueva ideología, cuyos intereses reformistas iban en contra de ese sistema. La disputa, quedó plasmada en el enfrentamiento entre la ideología defensora del Antiguo Régimen y la nueva ideología de la Ilustración. No obstante, el sistema del Antiguo Régimen supo, al menos inicialmente, adaptar para sí el reformismo ilustrado, dando lugar con ello al denominado «Despotismo Ilustrado» o más justamente al «Absolutismo Ilustrado».

El régimen político más extendido fue, por tanto, el despotismo ilustrado, que es una adaptación de las monarquías absolutas a las ideas filosóficas de la Ilustración para mantener su absolutismo. Los monarcas ilustrados introducen reformas importantes: liquidaban los restos del feudalismo, modernizan las ciudades, crean innumerables centros educativos. Su lema es “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Federico II el Grande fue el representante del despotismo ilustrado en Prusia y Kant dedicó elogios a las reformas que realizó, aunque su juicio no fuera acertado de cara al futuro. Este rey insistió en otra idea clave de la Ilustración, la educación, e instauró la enseñanza obligatoria hasta los trece años, potenciando la secundaria para nutrir al Estado de funcionarios. En Berlín fundó la Academia de Ciencias e hizo venir a Maupertius para dirigirla. Más tarde, le propuso el cargo a D`Alembert, quien no aceptó.

La burguesía ilustrada en un principio apoya estas reformas pero cuando se da cuenta de que los monarcas no están dispuestos a conceder lo más importante de la Ilustración, esto es, la libertad política, se rebelan. La crisis de este sistema político en los últimos años provocará la Revolución Francesa (1789) y toda la larga estela de revoluciones burguesas durante el siglo siguiente, que perseguían limitar los poderes de la monarquía y la aristocracia, plasmar los ideales del liberalismo, la democracia, la división de los poderes y consolidar el predominio del sistema capitalista y burgués. El naturalismo, el interés por la ciencia, la secularización de la razón, la confianza en el progreso y la felicidad eran elementos fundamentales del espíritu de la época.

La Ilustración nace en Inglaterra y a lo largo del siglo XVIII llega a Francia desde donde se difunde por todo el continente. Los primeros pasos de la Revolución industrial, unidos al aumento demográfico en Europa a lo largo del siglo, la expansión del mundo conocido, los avances técnicos, la revolución agrícola y las nuevas formas económicas llevarán a Inglaterra a cotas de poder que la harán comenzar a brillar como gran potencia. Newton es la figura central de la ilustración inglesa. Desde el punto de vista político, Inglaterra fue pionera en este movimiento. Ya en el XVII diversas revoluciones terminaron con la monarquía absoluta e iniciaron una época de Parlamentarismo, división de poderes y el rey sometido al parlamento. También en 1689 se firma la Carta de Derechos, (1689) que protege los derechos individuales y las libertades de los ciudadanos.

El desarrollo de esta nueva cultura adquirió características propias en los distintos países. Las «luces» francesas están dominadas por el fenómeno de la Enciclopedia, dirigida por Diderot y D'Alambert, y en la que escribirán, entre otros, Montesquieu, Voltaire, Rousseau y Holbach. La Enciclopedia, de la que se publican 37 volúmenes entre 1751 y 1773, perseguía elevar el nivel cultu­ral del pueblo, desterrar la superstición y conseguir ciudadanos más críticos y, por tanto, más libres. Sin embargo, los Estados alemanes soportaban una economía atrasada, ausencia de capitales privados y muy poca burguesía. Por eso, aquí la Ilustración se convirtió en un proceso elitista, dirigido por la corte y que se apoyaba en miembros del clero y de la universidad.

Durante el siglo XVIII se suceden con diferente ritmo en cada país movimientos artístico-literarios como el Barroco, el neoclasicismo y el prerromanticismo, aunque predominó la tendencia al clasicismo, que reforzaba el ideal de la simplicidad y del orden de la razón. En Inglaterra Daniel Defoe escribe "Robinson Crusoe", y Jonnathan Swift "Los viajes de Gulliver", violenta sátira contra la sociedad de su tiempo y una visión pesimista de la naturaleza humana. En España, después de siglo XVII (Góngora, Lope de Vega, Calderón, Quevedo) se entra en una etapa de decadencia debido a la resistencia política y religiosa a que las ideas y gustos ilustrados penetrasen en el país. Jovellanos y el P. Feijoo son una excepción. En la música hay representantes tan destacados como Bach, Mozart, Händel o Haydn.

Contexto filosófico.

La posición filosófica de Kant se sitúa entre el racionalismo y el empirismo, moviéndose entre la influencia de ambas corrientes filosóficas. Precisamente las críticas de Hume llevaron a Kant a la revisión del racionalismo dogmático de Wolff, discípulo de Leibniz y dominante en aquellas universidades alemanas. El resultado fue lo que se ha llamado “período crítico kantiano”, en el que se ocupó, en primer lugar, de buscar las condiciones que hacen posible los juicios de la ciencia, que es el objetivo de la “Crítica de la razón pura”. En segundo lugar, analizó las condiciones que hacen posible una moral también universal y necesaria, que es el objetivo iniciado en la “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”.

Newton, uno de los padres de la Ilustración junto a Locke, había descrito un mundo determinado por leyes físicas; un mundo en el que no cabe la libertad. El propio Kant había confirmado esa descripción en la Crítica de la razón pura; el mundo fenoménico es el ámbito de la necesidad y la universalidad. Incluso había concluido que la libertad es indemostrable. ¿Quería decir eso que el hombre no es libre?

Por su parte, Hume había denunciado lo que se ha llamado la falacia naturalista; el intento de los filósofos por fundar la moral (cómo deben ser las cosas) en el ser (en cómo son). Argumentaba el empirista británico que lo único que la experiencia nos proporciona son hechos: acciones, motivos, pasiones, sentimientos…. La bondad, maldad, virtud o vicio no aparecen por ningún sitio. Lo único que hay son cosas que nos producen sentimientos agradables, y a esas las llamamos buenas, y otras que nos desagradan y que llamamos malas. La moral, por tanto, es un hecho, una emoción. Desde este enfoque, la existencia de leyes prácticas universales era imposible.

Hay que citar la influencia del determinismo calvinista que define a un ser humano al que sólo le queda averiguar cuál es el destino que Dios le ha prefijado. El pietismo de Kant se rebelaba contra esa predeterminación. La obra de Rousseau, concretamente El contrato social, provocó una influencia determinante en Kant.

Knt pretende reducir la física newtoniana al ámbito de los fenómenos y demostrar la capacidad de autodeterminación del ser humano. En segundo lugar, y frente a Hume, intenta demostrar que la universalidad no sólo se da en las leyes naturales, sino también en las morales. Finalmente, y frente al calvinismo, explica cómo es posible la libertad.

2. JUSTIFICACIÓN DESDE LA POSICIÓN FILOSÓFICA. LAS PREGUNTAS KANTIANAS.

El más representativo de los filósofos de la Ilustración es Kant. Nacido en Köninsberg, vivirá y morirá en esta ciudad (1724-1804), imbuido de los ideales del movimiento cultural y la filosofía ilustrada, identificándose con acontecimientos políticos importantes como la Revolución Francesa y con la lucha por la Independencia americana, que desde su punto de vista, daban cuerpo a los ideales ilustrados.

Pacifista y antimilitarista convencido, soñador racional de una sociedad cosmopolita, de un orden mundial pacífico y justo, su figura es el arquetipo de las ideas y afanes de la Ilustración. Analista crítico de la sociedad de su época, sus reflexiones le llevan a concluir que su tiempo no era una “época ilustrada”, sino una “época de ilustración”. La Ilustración, según nuestro autor, consiste en la liberación del ser humano de su culpable incapacidad para servirse de su razón sin la guía de otro. La Ilustración debe convertir a ese “menor de edad” en un ilustrado, es decir, en alguien que tenga el valor de servirse de su propia razón (“Sapere aude”).

Por eso, los pensadores de esta época se centran en la necesidad de conquistar la autonomía, ya que sin ella la Ilustración es imposible. El “sapere aude” (atrévete a saber) sólo puede entenderse desde estos supuestos y, de acuerdo a ellos, el individuo debe renunciar a dejarse llevar por imperativos externos y rechazar una autoridad externa, que podría ser arbitraria y caprichosa, porque la máxima autoridad sólo puede estribar en la razón. La condición para ello es la libertad, la libertad para hacer un uso público de mi razón. La Ilustración es, por tanto, la época de la luz, de la liberación de la humanidad, de la lucha contra la ignorancia y contra la superstición, identificándose como el siglo de la razón

Los ideales de la Ilustración, apoyados en una confianza plena en la razón tanto en su uso teórico como práctico, se impusieron en este siglo para guiar la vida humana, para controlar la vida moral y para dirigir la historia. Kant, al igual que la mayoría de los ilustrados, tiene una decidida confianza en el uso crítico y sin prejuicios de la razón así como en su autosuficiencia. Su afán de liberarse de dogmas metafísicos, prejuicios morales, relaciones deshumanizadas entre los hombres y tiranías políticas, es la característica principal de la razón ilustrada.

Los filósofos, apoyándose en la razón, van a desarrollar el espíritu crítico aplicándolo a todos los dominios de la realidad y situándolo como principio de actuación en sustitución de la autoridad y tradición. Kant en el prólogo a la 1ª edición de la "Crítica de la Razón Pura" resalta esta idea al decir: “nuestra época es, de modo especial, la época de la crítica”. La razón ilustrada es una razón crítica:

1. Contra los prejuicios que ciegan y paralizan a la razón.

2. Contra la tradición, entendida como la carga que presiona y se soporta sin otra razón que el ser pasado.

3. Contra la autoridad externa, es decir, contra la autoridad no reconocida ni reconocible como tal por la propia razón.

4. Crítica no sin más contra la credulidad, ya que la propia razón podía reconocer el sentido de la religión, sino contra la superstición y la idolatría. No sin más, pues, contra el sentido de la idea de Dios y lo divino, sino contra una determinada representación de Dios.

La filosofía del s. XVIII aspira a un saber enciclopédico sometido a la crítica de la razón El ejercicio de la razón crítica, que es la nota que mejor identifica a las diferentes manifestaciones de la filosofía ilustrada, lleva consigo la autonomía intelectual que se manifiesta en el uso libre y público de la razón y en el derecho de los individuos a comunicar sus ideas sin restricciones. Para lo cual es necesaria la tolerancia que es la virtud civil que caracteriza la posición de los ilustrados en el ámbito de la sociedad. El uso libre y público de la razón es inseparable de la tolerancia. Kant comparte totalmente la idea central de la Ilustración: la confianza plena en la razón para lograr un estado general de justicia y felicidad.

Sólo conociendo sus posibilidades como ser racional, podrá el hombre ser verdaderamente libre. Y esta crítica de los poderes de la razón ha de ejercerse, en primer lugar, sobre el campo del conocimiento, para poder saber hasta qué punto la razón humana puede alcanzar la verdad. Esta tarea la realiza la razón contestando a la primera de las preguntas que la razón ha de contestar; ¿Qué puedo conocer?

Al entender de Kant, hasta ahora los filósofos han contestado a dicha pregunta apoyándose en supuestos erróneos sobre la naturaleza de la razón. Concretamente los racionalistas suponían, dogmáticamente, que la razón es autosuficiente y, por sí sola, sin contar con la información sensible, puede conocer no sólo los hechos de la experiencia (ciencia), sino lo que trasciende a la experiencia (metafísica).

El empirismo, por obra de Hume, barajó un concepto escéptico de la razón, pues redujo el pensamiento a lo dado en la experiencia, incapacitando a la razón no solo para la verdad metafísica, sino incluso para el conocimiento científico. Otros filósofos como Rousseau quisieron sustituir el papel de la razón misma en el conocimiento, colocando en su lugar a la voluntad o la fe subjetiva.

Kant, frente a todos ellos, quiere llevar a cabo una autocrítica de la razón, mostrar definitivamente cuáles son las posibilidades del conocimiento y cuáles son sus límites. En el ámbito gnoseológico, Kant realizó una síntesis entre el racionalismo y el empirismo, considerando que la razón puede conocer científicamente el mundo de los fenómenos, pero le está vedado el acceso al saber metafísico. La contestación a la pregunta sobre las posibilidades y límites del conocimiento la lleva a cabo Kant en su obra “Crítica de la Razón pura”.

Pero la razón no sólo está interesada por conocer sus posibilidades cognitivas, sino que el interés central de la razón es investigar el buen obrar del hombre. Para eso la razón ha de contestar críticamente a una segunda pregunta: ¿Qué debo hacer? Y si en el terreno gnoseológico, Kant revolucionó las doctrinas existentes , creando su propio sistema (idealismo trascendental), en la reflexión ética se enfrentó críticamente a todas las doctrinas morales del pasado, a las que calificó de éticas materiales, construyendo un sistema propio sobre bases nuevas, que se conoce con el nombre de formalismo moral. Se trata del uso práctico de la razón, que procede de forma totalmente a priori, sin interés alguno por lo que ocurre en la experiencia, pues la razón quiere saber qué debemos hacer, y no lo que realmente hacemos en cada momento los hombres.

La razón puede proporcionar los principios e imponer su legalidad a la conducta por encima de los impulsos y deseos, que son vividos de manera subjetiva. Para ello busca un principio universal que oriente nuestra acción y que pueda ser compartido por todo el género humano. Dicho principio no puede ser particular ni relativo a cada individuo, sino el deber, de manera que lo que quiero hacer es lo que debo hacer si me considero una criatura racional y, por tanto, moral.

De la misma manera que la razón teórica formula juicios, la razón práctica formula imperativos. El máximo nivel de racionalidad de la conducta es que se le imponga el imperativo categórico, que no entra en el contenido de las acciones sino en exigir que el principio que las guía sea universal.

Empecemos, pues, por analizar las diferencias existentes entre la razón teórica que se interroga por el conocimiento y la razón práctica que se interroga por la moral. La razón teórica se pregunta cómo es nuestro conocimiento de la naturaleza; la razón práctica se pregunta cómo debe ser nuestra conducta en cuanto seres racionales y, por tanto, morales. Por eso, la razón teórica procede contando con lo que hay y se interesa por lo que debería haber en el terreno moral.

Esta segunda pregunta es contestada en las obras “Crítica de la razón práctica” y “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”.

En tercer lugar, la razón está interesada en investigar cuál es el destino del hombre y cuáles son sus posibilidades en el futuro tanto social como moral. El destino humano se hace en la historia, pero el horizonte inmediato del ser humano es el futuro, y ese destino se traslada a más largo plazo en la religión, que nos ofrece una promesa de eternidad. En cualquier caso, la pregunta que la razón ha de contestar en relación con estos intereses se resume en una pregunta: ¿Qué me cabe esperar? Son obras de reflexión histórica los artículos que escribió en la vejez con títulos como; “Idea de una historia universal en sentido cosmopolita”, “Comienzo presunto de la historia humana”, “¿Qué es la Ilustración?”, “De si el género humano progresa hacia mejor”.

Kant propone un nuevo concepto de historia de la humanidad basado en la realización progresiva de la libertad, a pesar de los muchos obstáculos que a ella se oponen. Para que la razón humana y la libertad puedan realizarse en el tiempo, es precisa la vida en sociedad. Pero el gran problema es construir una sociedad civil bajo el imperio de la ley. Al ser en cierto modo salvajes respecto a la naturaleza, es muy difícil aprender a socializarse. A pesar de todas las dificultades, por voluntad humana, la razón se realiza con enorme esfuerzo en la historia y desarrolla un programa civilizatorio e ilustrador que hace que tenga sentido la esperanza en el triunfo del cosmopolitismo.

La teorización sobre la religión, desde la perspectiva del deísmo, (postura filosófica que acepta la existencia y la naturaleza de Dios a través de la razón y la experiencia personal, en lugar de hacerlo a través de los elementos comunes de las religiones teístas como la revelación directa, la fe o la tradición), se lleva a cabo en su obra “La religión dentro de los límites de la mera razón”.

Cuando la razón conteste a esta tercera pregunta, estará en condiciones de responder a una cuarta pregunta que las resume a todas, a saber, ¿Qué es el hombre? La filosofía kantiana quiere ser una clarificación racional de lo que el hombre es, clarificación que potencie el fin último de la razón; la realización de las condiciones donde la humanidad pueda ser más libre, alcanzando definitivamente la mayoría de edad.

3. GUIA DE LECTURA: RESPUESTA A LA PREGUNTA: ¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN? (2b)

Introducción

El artículo de Kant titulado Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración? comienza con su famosa definición: “La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad”. Según Kant, el hombre ha permanecido en tutela, en la edad de la infancia, sin atreverse a evolucionar debido a su propia culpa, ya que en épocas anteriores no se había atrevido a servirse de su razón. Ahora, la época de las luces le permitirá abandonar su minoría de edad y comenzará a pensar por sí mismo. Sapere aude! (¡Atrévete a pensar!), éste es el lema de la Ilustración. Kant apunta que las causas de esta minoría de edad deben buscarse en la pereza y la cobardía de los hombres que gustosamente han preferido permanecer en ella, que se les ha convertido en una segunda naturaleza. El paso a la mayoría de edad se presenta, por ello, difícil, razón por la cual pocos hombres se han aventurado a dar semejante paso.

Kant deja claro en este artículo que el destino de la humanidad es progre­sar es decir, ‘avanzar en la Ilustración”. Por tanto, nadie debe eludir la Ilustra­ción, sino que tiene el grave deber de contribuir al progreso. Renunciar a la Ilustración significa, para Kant, “violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad”. La verdad es que todavía no nos encontramos en una época ilus­trada, pero sí en una época de Ilustración. Es decir los hombres de finales del siglo XVIII estaban en vías de alcanzar la luminosidad total, estaban trabajan­do para una emancipación absoluta de la Razón, estaban eliminando conti­nuamente los obstáculos que impiden la salida de la autoculpable minoría de edad. El primer paso que debe dar esta época de Ilustración es prescindir de todos los “prejuicios” en materia de moral y religión. La Ilustración tendrá como primer frente la religión y la moral, entendidas como frutos de un “esta­do de rusticidad” que urge abandonar. Como definirá en la Crítica del Juicio; ‘La liberación de la superstición se llama Ilustración”. La Ilustración consisti­rá, entonces, en un “pensar libre de prejuicios”, en alcanzar la plena “autono­mía de la razón”

Ideas principales

1. Definición de Ilustración: salida de la minoría de edad, servirse de su propio entendimiento.

2. Causas de la minoría de edad: pereza y cobardía

3. Requisitos para conseguir la Ilustración: la libertad de expresión

3.1. Reforma y no revolución

3.2. Uso público y uso privado de la razón

3.2.1. Opinión pública como uso público de la razón en libertad

3.2.2. Definición de uso público

3.2.3. Definición de uso privado

3.2.4. Limitación del uso privado

3.2.5. Ejemplos de distinción entre uso privado y público: militar, ciudadano y sacerdote

4. Vivimos una época de ilustración pero no una época ilustrada

4.1. El siglo de Federico II

4.2. Paradoja: la contención como herramienta para la libertad.

Guia de lectura: Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?

1Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración.

2Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con gusto menores de edad durante toda su vida, pese a que la Naturaleza los haya liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndolos físicamente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros erigirse en tutores suyos. 3Es tan cómodo ser menor de edad. Basta con tener un libro que supla mi entendimiento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico que me prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros asumirán por mí tan engorrosa tarea

1. Definición de Ilustración

1 Kant ofrece en este párrafo la definición más conocida de Ilustración: ¡piensa por ti mismo! o lo que es lo mismo, no dejes que otros piensen por ti. Al igual que la ciencia (Copérnico, G. Bruno, Galileo, Kepler, Newton) había conseguido progresar al dejar atrás el dogmatismo religioso y filosófico (geocentrismo, física aristotélica, etc.), la Ilustración aspira a llevar esta emancipación a todos los ámbitos humanos. Mientras el pensamiento y los individuos continúen sometidos a dogmas religiosos o políticos y no sigan su propio camino permanecerán en minoría de edad, una condición de la que son culpables y están obligados a remediar. Un ejemplo especialmente significativo de este “pensar por ti mismo” fue la labor que llevó a cabo la Enciclopedia de Diderot, D’Alambert, Voltaire, Rousseau. Su objetivo final era la emancipación política y el progreso moral del género humano a través de la difusión del saber.

En este sentido, la Ilustración supone al mismo tiempo el reconocimiento de una deficiencia y la

invitación a superarla. La minoría de edad resulta inevitable cuando se posee una inteligencia inmadura, como en los niños o adultos discapacitados mentales, pero deviene culpable desde el momento en que la causa no reside en la inteligencia sino en la voluntad (cobardía y pereza). Por eso el lema de la ilustración es Sapere aude!; literalmente "atrévete a saber". Se requiere un acto de voluntad (atreverse) para que la inteligencia funcione de acuerdo a sus posibilidades.

2 Causas de la minoría de edad: pereza y cobardía (factores internos).

Kant atribuye la causa de la minoría de edad a la “pereza” y la “cobardía” de los individuos. Por pereza es más cómodo delegar en otros (libros, tutores o médicos) tareas como el desarrollo del entendimiento y el cuidado del alma o del cuerpo. Pagamos al psicólogo para que nos diga qué hacer con nuestra vida, queremos adelgazar sin dejar de comer, pretendemos hacer ejercicio sin esfuerzo, nos aferramos a pastillas que solucionen nuestros problemas físicos o psíquicos... Si me lo dan todo hecho, para qué quiero crecer y tener la responsabilidad de guiarme a mí mismo. Esta actitud nos permite no cuestionar nada del mundo que nos rodea, el dogmatismo acrítico resulta cómodo. Hoy día comprobamos por doquier la falta de disposición crítica ante lo que se dice en los libros, en la televisión o en Internet. Resulta más cómodo creer acríticamente ("lo han dicho en la tele").

La cobardía está en relación con la anterior.

Renunciar a los prejuicios y las consignas es una tarea que requiere valor, pues implica enfrentarse con un sistema establecida y apoyado por muchas personas. De ahí que la consigna de la Ilustración contenga una explícita invitación al coraje: atrévete a saber. Por cobardía pagamos al sacerdote para que nos garantice el cielo y así no tener que preocuparnos de una muerte cierta y al médico para que nos garantice la salud cuando lo único realmente eficaz es mantenerse “moderado en el goce y paciente en la enfermedad”.

Desde el momento en que el hombre alcanza la edad de madurez física, su inteligencia está naturalmente preparada para pensar por sí sola. Lo mismo ocurre referido a la Humanidad en su conjunto: a partir de un determinado estadio de desarrollo histórico, los hombres están en condiciones para conducirse a sí mismos. ¿Por qué entonces se empeñan en dejarse guiar por otros? Tenemos por un lado factores internos o subjetivos (pereza y cobardía) y por otro factores externos u objetivos (tutores que se empeñan en mostrar como difícil y peligroso el camino hacia la mayoría de edad). Veamos estos tres factores con más detenimiento.

4 El que la mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo) consideren el paso hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de muy molesto, es algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amablemente han echado sobre sí esa labor de superintendencia. Tras entontecer primero a su rebaño e impedir cuidadosamente que esas mansas criaturas se atrevan a dar un solo paso fuera de las andaderas donde han sido confinados, les muestran luego el peligro que les acecha cuando intentan caminar solos por su cuenta y riesgo. Mas ese peligro no es ciertamente tan enorme, puesto que finalmente aprenderían a caminar bien después de dar unos cuantos tropezones; pero el ejemplo de un simple tropiezo basta para intimidar y suele servir como escarmiento para volver a intentado de nuevo.

4 Factores externos: tutores que exageran los peligros de la autonomía.

'Tutor' en general es cualquiera que decide por otro, valiéndose de la pereza y la cobardía de los hombres para manejarlos (sacerdotes, oficiales del ejército, funcionarios de Hacienda, padres que deciden por sus hijos, profesores que deciden por sus alumnos…). En un sentido impersonal, son también tutores ("falsos tutores") la ignorancia, la mentira, el poder despótico, el uso espurio de la religión; en definitiva, la ausencia de libertad en el uso público de la razón.

Los tutores primero atontan a las personas que tienen a su cargo y luego las persuaden de los riesgos a los que se exponen si hacen el intento de conducirse por sí mismos. De esta manera, se perpetúan como tutores y su labor resulta fácil, ya que nunca es cuestionada.

Algunos hombres pueden librarse por sí mismos de la minoría de edad, pero esta empresa difícil queda excluida para "la mayor parte de los hombres" y para todas las mujeres (el "bello sexo"), observación esta última de inequívoca índole sexista.

Los tutores exageran los peligros derivados de la autonomía. Kant, por el contrario, ve en estos peligros únicamente tropiezos necesarios para el camino hacia la libertad, algo así como "dolores de crecimiento". Un niño que empieza a andar se cae en varias ocasiones pero termina aprendiendo. No obstante, al hombre común esta expectativa asusta y desanima: no lo vuelve a intentar.

Imaginemos el caso de unos padres muy sobreprotectores. Es muy probable que su hijo adolescente se acostumbre, por comodidad y pereza, a no ser independiente y espere que todo se le dé resuelto. Si además los padres le transmiten la idea de que es peligrosa la independencia, no desarrollará su personalidad ni un estilo propio de estar en el mundo.

Los tutores que permanecen interesados en mantener a la humanidad en su minoría de edad en realidad tienen una clara motivación política. Kant se refiere irónicamente a médicos, abogados y sacerdotes como instrumentos del gobierno para manejar a sus administrados. En realidad hacían bien esos tutores, esos administradores del Estado, en luchar contra la expansión de la consigna “piensa por ti mismo” pues en poco tiempo esta sería el germen de revoluciones y desórdenes sociales que cambiarían el mapa de Europa.

5 Consecuencia: minoría de edad permanente

En este párrafo Kant compara a los individuos en minoría de edad con los personajes encadenados del mito de la caverna, tan acostumbrados a la oscuridad y las sombras, que de ningún modo desean abrirse paso hasta la luz. Al individuo solitario le resulta extraordinariamente difícil “pensar por sí mismo”, abrirse paso hacia la verdad y la libertad, pues durante toda su vida ha tenido el entendimiento constreñido por dogmas políticos y religiosos. Son muy pocos los que han conseguido abandonar la minoría de edad y guiarse sólo por su propio ingenio. La actitud "paternalista" de los tutores fomenta la comodidad y el miedo, y por tanto que la minoría de edad arraigue en el hombre (hasta el punto de que en vez de ser un rasgo pasajero llega a convertirse en un estado permanente de difícil superación).

El conjunto de normas y prescripciones que regulan minuciosamente la vida del hombre son "instrumentos mecánicos”, o sea, impersonales, automáticos, que constriñen la aptitud natural del hombre para la mayoría de edad, pues no sólo alcanza a lo que se debe hacer, sino también a pensar y valorar. Pero el hombre no se rebela contra este exceso normativo que le condena a la minoría de edad sino que llega incluso a experimentar afecto ("se ha encariñado... ") por un estado que le exime de la inquietud del pensamiento y de la libertad. Si alguien se liberara de estas andaderas espirituales, experimentaría sin duda inseguridad por la falta de costumbre.

6 Existe una semejanza entre los individuos en minoría de edad de Kant con los prisioneros de la caverna platónica, los cuales están tan acostumbrados a las sombras que les resulta dolorosa la claridad. De manera análoga, al individuo kantiano le es muy complicado pensar de manera independiente, ya que toda su vida ha estado bajo el peso de dogmas incuestionados

5 Así pues, resulta difícil para cualquier individuo el zafarse de una minoría de edad que casi se ha convertido en algo connatural. Incluso se ha encariñado con ella y eso le hace sentirse realmente incapaz de utilizar su propio entendimiento, dado que nunca se le ha dejado hacer ese intento.

Reglamentos y fórmulas, instrumentos mecánicos de un uso racional -o más bien abuso-- de sus dotes naturales, constituyen los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien lograra quitárselos acabaría dando un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, al no estar habituado a semejante libertad de movimientos.

6 De ahí que sean muy pocos quienes han conseguido gracias al cultivo de su propio ingenio, desenredar las ataduras que les ligaban a esa minoría de edad y caminar con paso seguro

7 Sin embargo, hay más posibilidades de que un público se ilustre a sí mismo; algo que casi es inevitable con tal de que se le conceda libertad. Pues ahí siempre nos encontraremos con algunos que piensen por cuenta propia incluso entre quienes han sido erigidos como tutores de la gente, los cuales, tras haberse desprendido ellos mismos del yugo de la minoría de edad, difundirán en torno suyo el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación a pensar por sí mismo. 8Pero aquí se da una circunstancia muy especial: aquel público, que previamente había sido sometido a tal yugo por ellos mismos, les obliga luego a permanecer bajo él, cuando se ve instigado a ello por alguno de sus tutores que son de suyo incapaces de toda ilustración; así de perjudicial resulta inculcar prejuicios, pues éstos acaban por vengarse de quienes fueron sus antecesores o sus autores.

9 De ahí que un público sólo pueda conseguir lentamente la ilustración. Mediante una revolución acaso se logre derrocar un despotismo personal y la opresión generada por la codicia o la ambición, pero nunca logrará establecer una auténtica reforma del modo de pensar; bien al contrario, tanto los nuevos prejuicios como los antiguos servirán de rienda para esa enorme muchedumbre sin pensamiento alguno.

7 Requisitos para conseguir la Ilustración: la libertad de expresión

Si no pensamos en un individuo sino en un colectivo social en el que los gobernantes autoricen la libertad de expresión, siempre es posible que algunos que hayan superado el “yugo” de la minoría de edad eduquen al resto para liberarlos. Los que un día fueron “tutores”, es decir, administradores del Estado, pueden inspirar la libertad de pensamiento en los demás. Pero, dice Kant, “aquí se da una circunstancia muy especial”: es posible que ese mismo público les obligue a restablecer los antiguos prejuicios porque depende completamente de ellos.

8 La venganza de los prejuicios

Puede ocurrir que la sociedad ("público': para Kant) se rebele contra la invitación de tutores ilustrados a abandonar la minoría de edad y a pensar por sí mismos. Se resistirá a hacerlo ayudada por tutores sin ilustración, sin libertad, sin mayoría de edad. En este caso, la sociedad será quien intente "reconducir" a los tutores hasta el estado inicial de la ceguera intelectual. Querrá imponerles los prejuicios en los que han sido educados. Es decir, cierta sociedad no admite salir de la minoría ni tampoco que otros salgan de ella.

Esto evoca a la caverna platónica, cuando insultan e incluso dan muerte a quienes pretenden mostrarles el camino de la verdad y de la luz. Es posible por tanto que un pueblo rechace la libertad que se le ofrece y exija restaurar los prejuicios. Recordemos el "vivan las cadenas" con el que saludó el pueblo el retorno de Fernando VII, ignorando la invitación a la mayoría de edad que los diputados de las Cortes de Cádiz les formularon con la Constitución de 1812 (un grupo de personas llegó incluso a desenganchar los caballos de la carroza real y empezaron a tirar ellos mismos en su lugar). .

El hábito de inculcar prejuicios puede volverse contra los tutores mismos, a los que se les exige sometimiento a esos prejuicios. Las personas educadas en la dependencia y el yugo, obligan luego a sus tutores amantes de la autonomía y de la mayoría de edad a permanecer fieles a esas servidumbres. Así, mujeres educadas en una concepción femenina pasiva y subordinada al varón, resultan luego las más celosas guardianas del machismo.

De manera que es posible inspirar a un pueblo para que busque su libertad pero también es probable que ese mismo pueblo exija luego que se restaure el orden. Así de vengativos son los viejos prejuicios.

9 Reforma y no revolución

La Ilustración solo se obtiene de manera gradual y paulatina. El único avance posible ha de realizarse lentamente. Kant se decanta, pues, por la reforma y no por la revolución. Esta solo posee una función negativa, no constructiva; en muchas ocasiones solo sirve para cambiar de amos, o sea, las revoluciones muchas veces desembocan en nuevos despotismos.

Es interesante tomar conciencia de que este texto lo escribe cinco años antes de la Revolución Francesa (1789), que Kant celebra como una conquista (de hecho la pone como prueba de que el ser humano progresa hacia lo mejor). Y aquí se expresa un cierto carácter paradójico y ambivalente de su pensamiento político: por un lado estimula el librepensamiento sin restricciones, por otro se muestra muy conservador al defender el despotismo ilustrado, en la confianza de que su admirado Federico II vaya introduciendo las reformas paulatinas para que la sociedad progrese hacia un régimen político caracterizado por la mayoría de edad de sus actores (el republicanismo constitucional que defiende en su obra “Sobre la paz perpetua”).

Esta opción por un modelo claramente reformista y moderado (partidario además de la monarquía ilustrada de su tiempo) le distancia de la vertiente ilustrada más radical, dominante en Francia (además porque exaltaba el ateísmo y el materialismo).

Se puede decir que Kant pretende un equilibrio entre Hobbes y Rousseau. Con este, comparte la idea de que la libertad es un derecho natural del hombre que ha de ser potenciado para que la humanidad progrese. Ahora bien, si dicha libertad no se canaliza por un firme orden social en el que la autoridad del soberano sea inapelable (como en la filosofía de Hobbes), el resultado puede ser muy contraproducente. Kant confía en que la libertad de pensamiento logrará una mayoría de edad colectiva que evitará que los hombres sean tratados como súbditos o máquinas, sino de acuerdo a la dignidad que les confiere la libertad.

10 Uso público y uso privado de la razón

Para que la sociedad se ilustre a sí misma se requiere la más inocua y sencilla de las libertades: la libertad de hacer uso público de la propia razón (o, como diríamos en términos más actuales, la libertad de expresión, que permite el debate de ideas y el crecimiento del pensamiento crítico).

Solo el uso público de la razón ha de ser libre

11Es muy frecuente escuchar por todos lados "no razones': Sin embargo se trata de una prohibición injustificada. No hay motivo legítimo para impedir que las personas ejerzan libremente su derecho a expresar su pensamiento (que es un requisito imprescindible para alcanzar la ilustración). Los tutores no cesan de dar órdenes y prohíben razonar, pues ven en el librepensamiento un peligro para el -orden social establecido en el cual ellos son figuras dirigentes. El progreso de la humanidad podría desbancarlos y anularlos.

Únicamente "un único señor", Federico II de Prusia, ha instituido una completa libertad de expresión, aunque obviamente no de acción, pues exige obediencia.

El uso público de la razón ha de ser siempre libre y no restringido (y ello originará ilustración entre los hombres). Solamente el uso privado de la razón es susceptible de limitación.

Definición de uso público

12 Con uso público de la razón Kant se refiere al ejercicio público (ante el conjunto de la sociedad) del pensamiento crítico por parte de una persona entendida en una determinada materia. Así en un artículo de prensa, un libro, una conferencia, etc.

Definición de uso privado

13 El uso privado, por el contrario, hace referencia al que corresponde a la hora de cumplir una determinada función que le ha sido asignada. Todo el que forme parte de la maquinaria del Estado debe obedecer las consignas que recibe.

Kant lo denomina 'uso privado' porque se desarrolla en un ámbito privado (por amplio que sea: Administración, comunidad religiosa, ejército...). Al desempeñar su labor en este ámbito no puede usar su razón como entienda mejor sino únicamente para acatar las órdenes que recibe. De otra forma, sería imposible perseguir ningún objetivo común (imaginemos un ejército en el que cada soldado fuera por libre; o inspectores de Hacienda con criterios distintos, etc.). Ahora bien, esta misma persona puede cuestionar lo que quiera cuando ejerce su razón ante la ciudadanía en su conjunto, esto es, en un ámbito público.

Necesidad de limitar el uso privado

14"Este "automatismo” (pues no cabe ninguna espontaneidad en la conducta), que supone "pasividad" (obediencia, heteronomía) y "unanimidad artificial" (es artificial porque no brotan del propio impulso de cada cual sino del cumplimiento del dictado de otros) es imprescindible para alcanzar los fines públicos. Para el mantenimiento del orden y el desarrollo de políticas concretas es necesaria esta limitación del uso privado (si un ciudadano tuviera libertad para pagar impuestos, sería imposible que una sociedad pudiera sostenerse económicamente; lo mismo si cada uno desempeñara su cargo a su antojo).

Uso público sin limitación.

15Ahora bien, esta limitación nunca puede ir en detrimento de la posibilidad de hacer públicas sus críticas con posterioridad. Es necesario para el buen gobierno de las cosas que el uso privado se limite. Pero es también necesario para el progreso que el uso público no tenga ningún tipo de restricción.

Pongamos el ejemplo de un profesor. Obviamente ha de ajustarse a las programaciones oficiales de su asignatura, la normativa que regula el horario de su asignatura o el suyo propio, así como las condiciones generales en que se desarrolla su trabajo. Aquí sólo le corresponde obedecer. Se trata del uso privado de la razón. Ahora bien, en cuanto docto en asuntos relacionados con la enseñanza, puede escribir un artículo donde critique la política educativa, los contenidos concretos establecidos para su asignatura o cualquier aspecto relacionado con su profesión. Ello contribuirá a que ideas mejores, en tanto que más contrastadas, rijan en el ámbito de la enseñanza. Este es el uso público de la razón.

Kant piensa que la libertad de expresión sin restricciones provoca de manera casi automática ilustración, ya que la persona se encuentra con más de un punto de vista sobre la misma cosa, lo cual la obliga a comparar y decidir qué opinión le parece mejor fundada. Con ello está concediendo a su intelecto juicio y discernimiento, o sea, mayoría de edad, ilustración

Respecto a la obligación de obedecer, hay un asunto crucial que no se puede soslayar. Se trata de determinar si las órdenes que se han de obedecer emanan del imperio de la ley (régimen democrático) o de un individuo (régimen autoritario). En el caso de Federico II se trata de este segundo supuesto (despotismo ilustrado). Kant defiende la necesidad de obedecer al soberano y cualquier tipo de desobediencia civil está injustificada.

Sólo un hombre invita a su pueblo a razonar, Federico II, aunque, por otro lado, también le exige obediencia. Así, el uso público de la razón debe ser limitado por su uso privado. Todo el que forme parte de la maquinaria del Estado debe obedecer. El soldado ha de cumplir órdenes y el ciudadano pagar impuestos. Posteriormente, en cuanto miembros de una comunidad cosmopolita pueden hacer públicas sus quejas y observaciones mediante sus escritos. Pero siempre han de obedecer primero.

Kant expresa, como hemos visto, su entusiasmo por la revolución, pero sin duda prefiere tenerla lejos de su Prusia natal. Por ello concede al soberano la responsabilidad de guiar al pueblo hacia el progreso. Esta contradicción entre el entusiasmo por la Revolución Francesa y los límites que impone el uso privado de la razón pudo deberse al miedo a la censura. Kant ya había tenido problemas en la publicación de La religión dentro de los límites de la mera razón donde somete los dogmas religiosos al tribunal de la razón.

Algunos pensadores de su época, como J.G. Hamman (1730-1788), fueron muy críticos con la distinción kantiana entre uso privado y uso público: '¿Para qué me sirve el traje de fiesta de la libertad, si en casa tengo que llevar el delantal de la esclavitud?" -se preguntaba. Y lo mismo J.G. Herder (1744-

1803), que ironiza con la idea de Kant de que el hombre es un animal que necesita ser gobernado, de lo contrario se abandonaría a una libertad sin ley y arbitraria. Según Herder, precisamente el hombre dominado por un amo no es un hombre, sino un animal.

Ejemplos de la distinción entre uso privado y público: militar, ciudadano y sacerdote

16 Kant aplica la distinción entre uso privado y uso público de la razón a tres casos concretos. El oficial del ejército que recibe una orden ha de obedecer aunque luego pueda hacer públicas las observaciones que considere convenientes sobre los defectos del servicio militar. El ciudadano no puede negarse a pagar sus impuestos pues podría llevar a la quiebra al Estado. Pero en tanto persona docta puede publicar su opinión contraria respecto a la conveniencia tales impuestos. En el caso de un pastor religioso que habla a su comunidad tiene que atenerse a los dogmas de su religión. Sin embargo, como miembro de la comunidad tiene libertad ilimitada para hacer uso de su razón y comunicar los resultados de sus pensamientos y desacuerdos. Si esos desacuerdos alcanzan lo más profundo de su religión (dogmas), no le quedaría otra opción en conciencia que dimitir. Imaginemos un sacerdote católico que no creyera en la virginidad de María o en la divinidad de Cristo. Sería imposible que pudiera seguir en conciencia desempeñando su cargo.

Los tutores del pueblo en asuntos espirituales no pueden ser “menores de edad” pues eso significa un gran lastre para el progreso social

En consecuencia, se sigue la misma regla que en los demás casos: el sacerdote se ve obligado a respetar las reglas del cargo que ocupa, pues son exigencias inherentes a su profesión (que se desarrolla siempre en un ámbito privado –aunque se trate de una comunidad eclesiástica muy grande-) y ante ellas no puede gozar de libertad; ahora bien, como persona instruida en materia religiosa no puede dejar de criticar aspectos que vengan impuestos poco juiciosamente por tutores retrógrados y debe hacer partícipe a la sociedad en su conjunto de sus pensamientos sobre los asuntos religiosos.

Kant se explaya especialmente en el ejemplo del sacerdote. Con ello no solo muestra la importancia que concede en todo momento a la religión sino, al mismo tiempo, su convicción de que no hay ningún ámbito opaco a la ilustración, ni siquiera el religioso. Kant, como buen ilustrado, pretende someterlo todo al imperio de la razón. De ahí que en esta época surgiera el deísmo o religión natural (esto es, basada únicamente en la razón).

Kant continúa la línea protestante de la libre conciencia: un sacerdote dispone de libertad de crítica sin más límite que el respeto a las verdades centrales de su religión.

4. Relación con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad

A) Relación con otras posiciones filosóficas.

Con relación a la idea de progreso. Kant participaba de esa ideología y fe en el progreso científico-técnico. Explica el progreso humano sobre la siguiente ecuación: a más ciencia más tecnología, y por consiguiente mayor progreso económico, lo que redunda en mayor progreso y bienestar social.

Sin embargo, no han faltado autores que han cuestionado esta ecuación, entre ellos Hans Jonas, pues el progreso y desarrollo científico-tecnológico da lugar a productos que contribuyen al progreso social, sin duda, pero no es menos cierto que de los productos tecnológicos también surgen más contaminación, más riesgo medioambiental, más desigualdad entre ricos y pobres.

Esta idea de progreso muestra actualmente su carácter precario, sobre todo en la convicción del progreso moral como una consecuencia del avance tecno-científico. No resulta difícil encontrar sociedades con un alto nivel de sofisticación tecnológica que hacen compatible con la barbarie moral.

Relación con F. Nietzsche. Si Kant defiende el lema de la Ilustración, Sapere Aude!, atrévete a saber, ten el valor de servirte de tu propio entendimiento. En definitiva, atreverse a pensar por uno mismo para ser libre. Nietzsche prolongando esta reflexión ilustrada nos dirá libres para qué, libres para crear. Una vez liberados del yugo de los valores ultravitales, se ha de concebir la vida como una creación única, genuina, vivirse como una creación estética.

Según Nietzsche el modo kantiano de entender la libertad como autonomía está basado en la idea ficticia de que hay un mundo ideal en que todos los seres humanos son iguales en dignidad. Nietzsche entiende que esa ficción ha producido dos ideas nefastas:

  1. Los individuos son oprimidos por una universalidad inventada, por unas leyes morales o las que presuntamente todos deben acatar.

  2. Esa igualación ficticia impide a los mejores realizarse libremente y hace a todos mediocres, convirtiéndolos en “animales enanos dotados de igualdad de derechos”

Según Nietzsche el que actúa por sobreabundancia, y no por necesidad u obligación, el que es capaz de imponer su voluntad y de legislar, el que crea desde su individualidad. A este lo llama “superhombre”. Este individualismo nietzscheano insiste en la necesidad de atender a la libre creatividad del individuo, afirmándola por encima del ideal de igualdad todos los seres humanos.

10 Para esta ilustración tan sólo se requiere libertad y, a decir verdad, la más inofensiva de cuantas pueden llamarse así: el hacer uso público de la propia razón en todos los terrenos.

11Actualmente oigo clamar por doquier: ¡No razones! El oficial ordena: ¡No razones. ¡Adiéstrate! El asesor fiscal: ¡no razones y limítate a pagar tus impuestos! El consejero espiritual: ¡No razones, ten fe! (Sólo un único señor en el mundo dice: razonad cuanto queráis y sobre todo lo que gustéis, mas no dejéis de obedecer). Impera por doquier una restricción de la libertad. Pero ¿cuál es el límite que la obstaculiza y cuál es el que, bien al contrario, la promueve?

12 Por uso público de la propia razón entiendo aquél que cualquiera puede hacer, como alguien docto, ante todo ese público que configura el universo de los lectores. 13 Denomino uso privado al que cabe hacer de la propia razón en una determinada función o puesto civil, que se le haya confiado.

14En algunos asuntos encaminados al interés de la comunidad se hace necesario un cierto automatismo, merced al cual ciertos miembros de la comunidad tienen que comportarse pasivamente para verse orientados por el gobierno hacia fines públicos mediante una unanimidad artificial o, cuando menos, para que no perturben la consecución de tales metas. Desde luego, aquí no cabe razonar, sino que uno ha de obedecer.

15Sin embargo, en cuanto esta parte de la maquinaria sea considerada como miembro de una comunidad global e incluso cosmopolita y, por lo tanto, se considere su condición de alguien instruido que se dirige sensatamente a un público mediante sus escritos, entonces resulta obvio que puede razonar sin afectar con ello a esos asuntos en donde se vea parcialmente concernido como miembro pasivo.

16 Ciertamente, resultaría muy pernicioso que un oficial, a quien sus superiores le hayan ordenado algo, pretendiese sutilizar en voz alta y durante el servicio sobre la conveniencia o la utilidad de tal orden; tiene que obedecer. Pero en justicia no se le puede prohibir que, como experto, haga observaciones acerca de los defectos del servicio militar y los presente ante su público para ser enjuiciados.

El ciudadano no puede negarse a pagar los impuestos que se le hayan asignado; e incluso una indiscreta crítica hacia tales tributos al ir a satisfacerlos quedaría penalizada como un escándalo (pues podría originar una insubordinación generalizada). A pesar de lo cual, el mismo no actuará contra el deber de un ciudadano si, en tanto que especialista, expresa públicamente sus tesis contra la inconveniencia o la injusticia de tales impuestos.

Igualmente, un sacerdote está obligado a hacer sus homilías, dirigidas a sus catecúmenos y feligreses, con arreglo al credo de aquella Iglesia a la que sirve; puesto que fue aceptado en ella bajo esa condición. Pero en cuanto persona docta tiene plena libertad, además de la vocación para hacerla así, de participar al público todos sus bienintencionados y cuidadosamente revisados pensamientos sobre las deficiencias de aquel credo, así como sus propuestas tendentes a mejorar la implantación de la religión y la comunidad eclesiástica. En esto tampoco hay nada que pudiese originar un cargo de conciencia. Pues lo que enseña en función de supuesto, como encargado de los asuntos de la Iglesia, será presentado como algo con respecto a lo cual él no tiene libre potestad para enseñarlo según su buen parecer, sino que ha sido emplazado a exponerlo según una prescripción ajena y en nombre de otro. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o aquello; he ahí los argumentos de que se sirve. Luego extraerá para su parroquia todos los beneficios prácticos de unos dogmas que él mismo suscribiría con plena convicción, pero a cuya exposición sí puede comprometerse, porque no es del todo imposible que la verdad subyazca escondida en ellos o cuando menos, en cualquier caso no haya nada contradictorio con la religión íntima. Pues si creyese encontrar esto último en dichos dogmas, no podría desempeñar su cargo en conciencia; tendría que dimitir. Por consiguiente, el uso de su razón que un predicador comisionado a tal efecto hace ante su comunidad es meramente un uso privado; porque, por muy grande que sea ese auditorio siempre constituirá una reunión doméstica; y bajo este respecto él, en cuanto sacerdote, no es libre, ni tampoco le cabe serlo, al estar ejecutando un encargo ajeno. En cambio, como alguien docto que habla mediante sus escritos al público en general, es decir, al mundo, dicho sacerdote disfruta de una libertad ilimitada en el uso público de su razón, para servirse de su propia razón y hablar en nombre de su propia persona.

17 Que los tutores del pueblo (en asuntos espirituales) deban ser a su vez menores de edad constituye un absurdo que termina por perpetuar toda suerte de disparates. [ ...]

18Si ahora nos preguntáramos: ¿acaso vivimos actualmente en una época ilustrada?, la respuesta sería ¡No!, pero sí vivimos en una época de Ilustración. Tal y como están ahora las cosas todavía falta mucho para que los hombres, tomados en su conjunto, puedan llegar a ser capaces o estén ya en situación de utilizar su propio entendimiento sin la guía de algún otro en materia de religión. Pero sí tenemos claros indicios de que ahora se les ha abierto el campo para trabajar libremente en esa dirección y que también van disminuyendo paulatinamente los obstáculos para una ilustración generalizada o el abandono de una minoría de edad de la cual es responsable uno mismo. Bajo tal mirada esta época nuestra puede ser llamada "época de la Ilustración' o también "el siglo de Federico".

19 Un príncipe que no considera indigno de sí reconocer como un deber suyo el no prescribir a los hombres nada en cuestiones de religión, sino que les deja plena libertad para ello e incluso rehúsa el altivo nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado y merece que el mundo y la posteridad se lo agradezcan, ensalzándolo por haber sido el primero en haber librado al género humano de la minoría de edad, cuando menos por parte del gobierno, dejando libre a cada cual para servirse de su propia razón en todo cuanto tiene que ver con la conciencia.

Bajo este príncipe se permite a venerables clérigos que, como personas doctas, expongan libre y públicamente al examen del mundo unos juicios y evidencias que se desvían aquí o allá del credo asumido por ellos sin menoscabar los deberes de su cargo; tanto más aquel otro que no se halle coartado por obligación profesional alguna.

20 Este espíritu de libertad se propaga también hacia el exterior, incluso allí donde ha de luchar contra los obstáculos externos de un gobierno que se comprende mal a sí mismo. Pues ante dicho gobierno resplandece un ejemplo de que la libertad no conlleva preocupación alguna por la tranquilidad pública y la unidad de la comunidad. Los hombres van abandonando poco a poco el estado de barbarie gracias a su propio esfuerzo, con tal de que nadie ponga un particular empeño por mantenerlos en la barbarie.

21He colocado el epicentro de la ilustración, o sea, el abandono por parte del hombre de aquella minoría de edad respecto de la cual es culpable él mismo, en cuestiones religiosas, porque nuestros mandatarios no suelen tener interés alguno en oficiar como tutores de sus súbditos en lo que atañe a las artes y las ciencias; y porque además aquella minoría de edad es asimismo la más nociva e infame de todas ellas. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esta primera Ilustración va todavía más lejos y se da cuenta de que, incluso con respecto a su legislación, tampoco entraña peligro alguno el consentir a sus súbditos que hagan un uso público de su propia razón y expongan públicamente al mundo sus pensamientos sobre una mejor concepción de dicha legislación, aun cuando critiquen con toda franqueza la que ya ha sido promulgada; esto es algo de lo cual poseemos un magnífico ejemplo, por cuanto ningún monarca ha precedido a ése al que nosotros honramos aquí.

22Pero sólo aquel que, precisamente por ser ilustrado, no teme a las sombras, al tiempo que tiene a mano un cuantioso y bien disciplinado ejército para tranquilidad pública de los ciudadanos, puede decir aquello que a un Estado libre no le cabe atreverse a decir: razonad cuanto queráis y sobre todo cuanto gustéis, ¡con tal de que obedezcáis! Aquí se revela un extraño e inesperado, curso de las cosas humanas; tal como sucede ordinariamente, cuando ese decurso es considerado en términos globales, casi todo en él resulta paradójico. Un mayor grado de libertad civil parece provechosa para la libertad espiritual del pueblo y, pese a ello, le coloca límites infranqueables; en cambio un grado menor de esa libertad civil procura el ámbito para que esta libertad espiritual se despliegue con arreglo a toda su potencialidad. Pues, cuando la naturaleza ha desarrollado bajo tan duro tegumento ese germen que cuida con extrema ternura, a saber, la propensión y la vocación hacia el pensar libre, ello repercute sobre la mentalidad del pueblo (merced a lo cual éste va haciéndose cada vez más apto para la libertad de actuar) y finalmente acaba por tener un efecto retroactivo hasta sobre los principios del gobierno, el cual incluso termina por encontrar conveniente tratar al hombre, quien ahora es algo más que una máquina, conforme a su dignidad.

Königsberg (Prusia), 30 de Septiembre de 1784

17Sería un sinsentido que los sacerdotes tuvieran que renunciar a esta libertad pública, pues supondría condenar a estos tutores en asuntos espirituales a una minoría de edad totalmente incompatible con la labor de guía que asumen. Ello implicaría además un enorme lastre para el progreso social.

Hay una conexión evidente con su ética, construida a partir del concepto de autonomía, es decir, sin dependencia de ninguna autoridad exterior. También en la confianza de que todos los hombres son capaces de razonar, requisito imprescindible del imperativo categórico.

Aquí se encuentra de hecho la bisagra entre ética y política: en su ética establece que cada persona ha de cumplir su deber, pero sin ilustración no sabrían cuál es su deber (impedimento subjetivo) o no podrían cumplirlo, pues otros hombres se lo impedirían al establecer lo que tenían que hacer (impedimento objetivo). Para cumplir, pues, con las exigencias de la ética se requiere un contexto público de ilustración.

Época de ilustración pero no una época ilustrada.

18. Según Kant, la suya no es una época ilustrada sino en tránsito hacia la Ilustración. El proceso no ha culminado, la mayoría de los hombres está lejos de pensar sin guías, especialmente en asuntos religiosos, pero al menos se ha puesto en marcha para lograr el objetivo de que todos los hombres se valgan de su propio entendimiento.

Así, se tiene conciencia de que el progreso de la sociedad está en íntima dependencia de la libertad de expresión. Kant expone cómo el reinado de Federico II, que aúna libertad de pensamiento con un firme orden social, es el camino idóneo para la Ilustración.

Por ello Kant la califica "época de la Ilustración" y también "el siglo de Federico" (a semejanza de la era dorada de la antigüedad clásica: "siglo de Pericles") como homenaje al rey que encarnó esta vocación de iluminar con la razón todos los ámbitos de la vida humana, y que esa misma luz haga retroceder las sombras de la tradición, los prejuicios, la tiranía y los fanatismos.

El siglo de Federico

19. Federico II instituye la libertad religiosa y de expresión. Además renuncia a usar la palabra tolerancia' que implica una actitud de prepotencia: se tolera aquello que se considera inferior. La actitud ilustrada es más abierta y positiva: admite la posibilidad de que haya otras verdades de tanto valor como las que uno reconoce e incluso mejores (su examen atento, en consecuencia, hará avanzar nuestro conocimiento). Como expresión de esta mentalidad, puede mencionarse la obra Cartas persas de Montesquieu, donde realiza un interesante ejercicio de relativismo cultural. Se describe a un persa que viaja por Europa y, a través de su mirada, se muestran los anacronismos y absurdos del mundo occidental de su tiempo. La enseñanza es obvia: lo que nos presenta como obvio deja de serlo cuando se mira sin prejuicios.

Kant no disimula su entusiasmo por Federico II, el primero en su opinión que, desde el gobierno, fomenta la mayoría de edad. Este príncipe favoreció la entrada de ideas ilustradas en Alemania (la promoción de la cultura, una organización racional del Estado, la reforma de la educación, etc.). En esto consiste el despotismo ilustrado: utilizar el poder de la Corona para realizar el programa de la Ilustración. Como el pueblo no está preparado para ella, las reformas han de hacerse "desde arriba, sin contar con él ("todo para el pueblo, pero in el pueblo").

El gobierno de Federico no es democrático sino que se adscribe en el despotismo ilustrado, y ello es precisamente una consecuencia de no estar en una época ilustrada: sería ciertamente peligroso dejar el gobierno en manos de los hombres, cuando muchos de estos no han alcanzado la mayoría de edad y se guían por prejuicios (recurrimos de nuevo al ejemplo de los países árabes, en cuyas elecciones democráticas suelen vencer partidos antidemocráticos). A través del fomento desde arriba de la mayoría de edad, se superará este momento de transición y se alcanzará un gobierno acorde con la dignidad humana, es decir, republicano y democrático.

Según Kant, en la medida en que se extienda la libertad y los hombres hagan uso público de su razón, el progreso del mundo aumentará. Como todo hombre tiene naturalmente capacidad de decisión (libertad) y de aprendizaje (racionalidad) acabará por imponerse mayoritariamente en los seres humanos la autonomía y la libre elección conjunta de las normas de convivencia. Federico II es un modelo a seguir precisamente porque demuestra que los hombres libres no son peligrosos. Al contrario, en un ambiente donde rija el espíritu de libertad, se refuerza la responsabilidad y se elimina la estupidez, el miedo, la barbarie, a los que se ha sometido al hombre de manera artificial.

Extensión a otros países

20. El espíritu de libertad además tendrá un efecto benéfico de contagio a otros países, al mostrar cómo el hecho de conceder a los hombres libertad no va en detrimento de la seguridad ni del orden. Según Kant, si nadie pone un especial empeño en mantener al hombre en la minoría de edad, este avanza naturalmente hacia la Ilustración.

Es evidente la huella en Kant de la confianza en el ser humano y el optimismo característicos de la Ilustración. El hombre va progresando desde su barbarie oriunda hasta la sociedad cosmopolita.

Sin embargo, se produce la Revolución Francesa, que condujo de manera generalizada a los reyes europeos a rechazar el espíritu ilustrado por los "excesos" que había provocado. Pero no había marcha atrás posible en la Historia: poco a poco se iría avanzando hacia el constitucionalismo democrático que Kant defiende.

21 El uso público de la razón no debe limitarse sólo a materia religiosa sino también a asuntos legislativos Kant observa cómo la cuestión central es la religiosa. ¿Por qué motivos? Principalmente por dos (quizás no independientes entre sí):

-ni en el ámbito de las artes ni en el ámbito de las ciencias existe tanto empeño por parte de las personas que gobiernan en tutelar a sus súbditos.

-es la más perjudicial, la que condena más radicalmente al hombre a la minoría de edad.

Por esto Kant se dedica con especial interés a ella.

Ahora bien, la libertad religiosa debe extenderse también a cuestiones legislativas. Y Federico II es una vez más el modelo: no solo permite la libertad religiosa, sino que hace lo propio en relación a las leyes, que son criticables sin temor, si bien se tiene la obligación de cumplirlas. Nadie había hecho una cosa así nunca.

Kant tiene como ideal de gobierno en su época un Príncipe ilustrado que reconoce como deber dejar a sus súbditos en completa libertad de expresión, sin tutela de ningún tipo. Una sociedad en la que todo pueda ser abordado por la razón sin reservas (donde los clérigos puedan exponer sus ideas sobre las creencias, donde los ciudadanos puedan expresar sus puntos de vista sobre la legislación o cualquier otro tema) es una sociedad que se ha puesto en marcha hacia la Ilustración

22 Paradoja: la contención como herramienta para la libertad. Demasiada libertad como la que es posible en democracia es perjudicial para el crecimiento espiritual de un pueblo pues pone en peligro el orden social. Un déspota ilustrado como Federico II puede fomentar el máximo librepensamiento y, al mismo tiempo, garantizar un rígido orden social.

El republicanismo kantiano implica un difícil equilibrio entre Hobbes y Rousseau. Por un lado, Kant entiende que la libertad es un derecho natural del hombre que debe ser potenciado en orden al progreso de la humanidad. Pero, por otro, si dicha libertad no está encauzada por un rígido orden social donde la autoridad del soberano es inapelable, como ocurría en Hobbes, puede ser contraproducente. Kant confía en que la mera libertad de pensamiento transformará a los hombres de tal manera que llegará el día en que no tengan que ser tratados como súbditos o máquinas sino como ciudadanos conforme a la dignidad que les otorga la libertad.

La teoría opuesta a esta propuesta kantiana de “libertad bajo control” es el materialismo histórico de Marx. Según este, son necesarias algo más que palabras para cambiar el orden social.

Supone una característica fundamental del Estado moderno la idea de que el Estado tiene el monopolio de la violencia (que ha de quedar completamente sometida a la Ley en un Estado de Derecho El orden está garantizado por las fuerzas de la ley.)

La obediencia de los ciudadanos gracias a las fuerzas del orden garantiza una estabilidad que permite conceder una ilimitada libertad de expresión.

Kant plantea una paradoja: conceder un gran margen de libertad parece ir en beneficio del potencial humano (de su "libertad espiritual"); sin embargo, no es así. Ocurre igual que el niño al que no le fijan límites: termina desaprovechando sus talentos y no llega a construir una personalidad rica. Por el contrario, si se restringe esa libertad adecuadamente (Fritz Perls hablaba de la educación como "el arte de frustrar") se produce luego un desarrollo más armónico y completo. La acumulación de obstáculos debida a la restricción de la libertad y a la obligación de obedecer fortalece las facultades regidas por la razón. Participando de esta manera de pensar, Freud expresó: "he sido un hombre afortunado; en la vida nada me ha sido fácil". José Antonio Marina, por su parte, expone que el camino de la autonomía pasa por la heteronomía: únicamente después de haber aprendido a obedecer a los demás, podemos obedecernos a nosotros mismos, es decir, ser autónomos, libres.

El mismo razonamiento cabe aplicar al ámbito público: la contención de la libertad (uso privado de la razón) posibilita posteriormente una mejor disposición para la acción, más reflexiva y libre y ello termina afectando a los propios principios por los que se rige el gobierno. Al encontrase este ante personas que actúan de manera responsable, adulta y juiciosa, comienza a tratarlas acordemente, conforme a la dignidad humana: como ciudadano y no ya como súbdito.

La referencia final a tratar al hombre dignamente, como si fuera "algo más que una máquina" alude a la concepción mecanicista de la Naturaleza que considera que el mundo -y, por tanto, también el hombre- se comporta como una máquina (la obra de La Mettrie lleva por título precisamente El hombre máquina). Kant se opone radicalmente a este materialismo y mecanicismo determinista que le subyace.

Relación con J. Rawls. En el ámbito jurídico John Rawls se inspira en el formalismo kantiano para exponer que las normas y principios justos son aquellos que elegiríamos si no supiésemos qué lugar nos habría de corresponder en la sociedad. De esta forma, al estar tras "un velo de la ignorancia': nos cuidaríamos mucho de aprobar ninguna norma jurídica injusta, pues podríamos ser los perjudicados por ella. En esa situación se fundan los principios más justos y menos ventajistas (al desconocer todos los socios precisamente su interés particular).

La Educación

Posición socrático-platónica. La educación de los ciudadanos es el pilar básico para la mejora de los mismos. El sistema educativo debe ser el corazón del Estado, incluso del camino del alma hacia la Idea del Bien. Esta ascensión hacia la perfección tiene un evidente carácter pedagógico. Sin educación no hay humanización ni salvación. Sin embargo, el ideal platónico no es el de la autonomía de todos los hombres. Todos los ciudadanos deben obedecer a la élite gobernante. El rey filósofo dirige la polis como si de un déspota ilustrado se tratase.

Posición ilustrada. Rousseau, Holbach y los enciclopedistas en general intentaron conseguir individuos moral y políticamente más responsables elevando el nivel cultural de la ciudadanía. Su enfoque supone una visión más optimista que la platónica: todos los hombres pueden llegar a ser autónomos.

Posición kantiana. Kant posee un claro talante ilustrado. Insiste en la línea de conseguir individuos más autónomos moralmente, capaces de darse a sí mismos su propia ley moral. Sólo desde esta perspectiva es posible comprender la defensa que hace Kant en que el hombre tome conciencia de que es él mismo quien debe legislar sus acciones; que es en su propia razón, una razón libre y autónoma donde se encuentran los fundamentos para la moral y lograr una legislación práctica universal.

B) Valoración de su actualidad

· Respecto a las grandes conclusiones a las que llega en su criticismo:

o Actualmente se admite que no es posible un conocimiento metafísico como saber científico. Después de él, no existe prácticamente ningún intento significativo de demostrar la existencia de Dios, la libertad o la inmortalidad del alma.

o Descartada la metafísica en el ámbito del saber, la propuesta kantiana de reubicarla en la esfera moral ha resultado fecunda la buena persona es aquella que quiere lo que su razón ordena, cumplir el deber). La tendencia actual, sin embargo, pasa por una línea contraria, ya que a la hora de decidir qué debemos hacer tanto o más que la razón cuentan otras facultades, como las emociones, lo que se ha calificado como “inteligencia emocional”. Por otro lado, su concepción del deber por el deber, desconectado de la felicidad y del placer, tampoco goza de mucha vigencia

o Se acepta, por lo general, que todo conocimiento supone un diálogo entre elementos que pone el sujeto y elementos que pone el objeto (el sujeto es activo).

· Su idea de una Federación de estados libres (Estado cosmopolita) es para muchos la única salida a la permanente crisis internacional La paz no es lo natural entre los hombres. Al igual que los hombres salieron del estado de naturaleza ("guerra de todos contra todos") a través de un contrato (social) por el que renunciaron a hacerse la guerra entre ellos individualmente y someterse a un estado civilizado integrado por todos, los estados actuales han de hacer lo mismo: renunciar al estado de guerra (estado de naturaleza) entre ellos y, a través de un nuevo contrato (esta vez, no entre individuos, sino entre Estados), pasar a un estado civilizado por el que cada uno de ellos se someta a leyes comunes, emanadas de ese estado universal. Algo así como la ONU actual, pero con estructura democrática y con más poder de intervención en los conflictos. Una suerte de Supergendarme ante comportamientos hooligans de los estados nacionales.

· Necesidad de compatibilizar libertad y seguridad. Se trata de un tema muy polémico en nuestros días. A partir de los hechos del 11 de septiembre de 2001 existe una tendencia a minimizar la primera en favor de la segunda. Se llega así a una sociedad del miedo, dominada por una cultura punitiva y un recorte de las libertades por parte del Estado. Kant plantea justo lo contrario, que el discurso de la libertad dé forma al de la seguridad para forjar la paz perpetua.

· Es muy interesante también su concepto de paz no solo como ausencia de guerras sino también de cualquier tipo de coacción en no importa qué ámbito: laboral (mobbing), familiar y social (violencia de género), violencia política (razón de Estado), terrorismo (kale borroka), etc.

· También es plenamente actual su valoración de la libertad como el medio natural de una sociedad verdaderamente humana y democrática. Su propuesta de considerar la libertad negativa (aquella que reconoce al hombre potestad para actuar sin obstrucciones ni interferencias de otros; por tanto, para ser su propio amo, determinar el curso de su vida y de sus actos de manera autónoma) como fundamental para la convivencia está plenamente vigente. El Estado es ante todo garante de la libertad política negativa. Después de la caída del muro de Berlín han triunfado las llamadas democracias liberales frente a las reales (las del bloque comunista, en las que no se reconocía prácticamente ninguna libertad negativa frente al omnipresente Estado). Son aspectos de lo mismo:

- La valoración del pluralismo frente a la imposición de "verdades únicas” que destruyen el fértil pluralismo latente en la variedad de valores, ideas, fines y motivaciones vitales.

- El rechazo de "Estados éticos", completamente ajenos a las democracias modernas. Estos Estados solo sobreviven en las teocracias islámicas o en los restos del comunismo (Cuba, China...).

En general, Kant abogó por libertades solamente formales (como la libertad de expresión). Se trata de algo característico de la burguesía de la época, que olvidaba así otro tipo de derechos, como los cívicos-políticos o los económicos-sociales. Una cosa es acabar con los privilegios de la aristocracia y otra muy distinta liquidar toda diferencia entre los estamentos sociales. De ahí también su opción por el sufragio censitario y la supresión en su constitución republicana del derecho de resistencia o desobediencia civil.

· La aspiración de universalismo de su ética (de su razón práctica globalmente) ha encontrado acogida en multitud de formulaciones teóricas, especialmente en el ámbito de los derechos humanos (muy claramente en la Declaración Universal): ningún hombre ha de ser tratado como un medio sino siempre como un fin.

· La reflexión de Kant se mueve en el marco del contractualismo liberal, que hace del acuerdo (“contrato”) entre seres racionales, libres e iguales el principio de legitimidad del orden social. Esta idea sigue siendo extraordinariamente fértil en la filosofía política contemporánea, tal como se evidencia en la obra de J. Rawls, donde se plantea el problema que señalara Marx y en general el pensamiento político de izquierdas: la igualdad y la libertad de los hombres es una ficción, mero principio jurídico-formal que contradice la organización real de la sociedad. Y ese es el reto de las sociedades democráticas modernas, lograr que los individuos sean cada vez más libres e iguales.

5. Vocabulario

Docto: Kant se refiere a la persona que tiene conocimientos sobre un tema. Al comunicar al gran público sus ideas (uso público de la razón) contribuye poderosamente al proceso de ilustración. Pero ello no puede ir en detrimento de sus obligaciones particulares como miembro de una sociedad (uso privado de la razón).

Dogma: Creencia no sujeta a prueba de veracidad que no admite réplica. Tiene un carácter central de todo sistema, doctrina o religión. Las ciencias carecen de dogmas: todo es revisable y cuestionable a la luz de nuevas evidencias. Ejemplos de dogmas en la Iglesia católica son la virginidad de María o la infalibilidad del Papa.

Época ilustrada: Sería aquella época que está por venir, donde se realizaría universalmente la mayoría de edad. Según Kant, su época no es ilustrada, pero al menos se dan las condiciones para el progreso en esa dirección.

Ilustración: Época comprendida entre 1685 (Newton, Locke) y 1785 (Kant). También conocida como "Siglo de las Luces" o "Iluminismo" Lumíéres, en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en italiano; Aufklárung, en alemán). Tuvo su origen en Inglaterra, debido a un singular concurso de circunstancias (crisis de la monarquía, auge de la burguesía, revolución industrial..). De Inglaterra pasó a Francia, de Francia a Alemania. D' Alembert afirma que la Ilustración: "lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música hasta la moral, desde las disputas escolásticas de los teólogos hasta los objetos del comercio, desde los derechos de los príncipes a los de los pueblos, desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones, en una palabra, desde las cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan más débilmente”. Señala así un aspecto trascendental: más que el contenido mismo de sus doctrinas, lo original del movimiento fue la forma de pensar y valorar; la confianza en la razón humana y en su capacidad de dominar la Naturaleza y reorganizar a fondo la sociedad.

En el análisis kantiano del hecho ilustrado están presentes varios presupuestos:

- Creencia optimista en el progreso natural del hombre si está libre de obstáculos.

Creencia en el carácter moldeable de la naturaleza humana por influencia de las estructuras sociales

Convicción de que los obstáculos deben ser removidos no mediante revoluciones sino mediante la 'libertad en el uso de la razón.

- Supuesto de la bondad natural del hombre que, en condiciones de libertad, se orienta hacia el

incremento de su dignidad.

- Cierta divinización de la propia naturaleza, a la que se le atribuyen cualidades como el orden, la

capacidad previsora y un enfoque teleológico de la propia acción de la naturaleza en su conjunto.

Libertad civil: Capacidad de ejercer nuestros derechos civiles, es decir, los referidos a nuestras libertades individuales: libertad de expresión, derecho a la propiedad privada, libertad de culto, de prensa, de circulación, derecho a la vida, protección frente a la discriminación, etc.

Kant propone limitar la libertad civil (renunciar a la libertad de obrar cuando suponga desobediencia al monarca) como medio para que el hombre, individual y colectivamente, desarrolle con más madurez sus capacidades naturales.

Minoría de edad. Es un estado mental, una rémora para el libre desarrollo de las facultades y potencialidades humanas, y una coartada para dejar de tomar responsabilidades y dar paso hacia la autonomía y la libertad como individuos. El menor no sólo no piensa por sí mismo ni toma sus propias decisiones ni asume su responsabilidad, sino que acepta la conducción ajena. Se trata, por tanto, de una etapa de desarrollo -que ha de ser transitoria- en la que no se tiene autonomía y se requieren tutores para la toma de decisiones. Tiene un carácter culpable si la naturaleza ha concedido recursos para acceder a la mayoría de edad y estos no han sido aprovechados. Es la situación en la que la Humanidad ha permanecido innecesariamente durante siglos por su pereza y cobardía y la culpa es del propio individuo, que por “falta de resolución y valor” opta por la pereza y la indolencia de no tomarse la molestia y el trabajo de pensar por sí mismo.

La Ilustración es una invitación a que la Humanidad se haga cargo de su edad real y haga uso de su mayoría de edad. De ahí que D ' Alembert calificara al siglo XVIII de "siglo filosófico" o "época de la filosofía".

Naturaleza: Constituye un concepto fundamental en la Ilustración. Sustituye en parte al concepto de Dios, en tanto que ya no es necesario recurrir a Él como permanente explicación de los fenómenos naturales. La antigua oposición entre lo sobrenatural y lo natural desaparece. Lo trascendente se hace inmanente (Dios viene a ser el espíritu de la naturaleza) y de este modo es el propio mundo natural el que se hace infinito, poderoso y recibe los atributos del mundo sobrenatural.

La naturaleza es ahora el referente último de toda explicación. Se trata de un ámbito regido por unas leyes inamovibles que el ser humano solo puede dominar conociéndolas y obedeciéndolas. Existe un extraordinario optimismo y fe en la naturaleza: es una especie de máquina perfecta que todo lo hace bien. De ahí también la tendencia a creer en la bondad natural humana.

También la razón tiene su naturaleza: una y la misma para todos los pueblos, hombres y culturas. La razón se desarrolla en el tiempo, tanto a nivel individual como de especie, pero siempre de acuerdo a lo que está en su naturaleza.

Progreso: Evolución que supone una mejora en la condición humana. Se trata de uno de los ideales más típicamente ilustrados: la confianza en el ilimitado perfeccionamiento de las capacidades humanas. A excepción de Rousseau, representa un punto de obligado encuentro en los filósofos ilustrados. Condorcet ve el sentido del progreso de la historia en la búsqueda de la verdad y de la felicidad, así como en la igualdad política de todos los hombres y pueblos. De ahí también la utopía: llegará el momento en que se logre construir la sociedad perfecta, una especie de paraíso en la tierra. El único camino para ello es descubrir las leyes de la naturaleza y actuar de acuerdo con ellas, dejando a, un lado lo irracional.

Según la optimista concepción ilustrada, el avance en el saber y las ciencias implicará un progreso seguro en lo social y en lo moral. Especialmente el desarrollo técnico de las ciencias logrará suprimir las desigualdades entre los hombres y los hará más felices (ya que, una vez cubiertas sus necesidades, dispondrán de más tiempo libre para cultivar su espíritu).

Para algunos como Turgot o Condorcet la perfectibilidad indefinida del hombre habría que entenderla como una revolución permanente. Kant, como Voltaire, presenta un cariz más moderado, prefiriendo el reformismo a la revolución. La transformación de las estructuras política es algo que advendrá progresivamente por el paulatino hacerse cargo cada uno de sus capacidades racionales humanas. La clave está en lo que él llama el "uso público de la razón", pero precisamente su instauración corre a cargo de los monarcas.

Puesto civil: Cargo que una persona desempeña en la sociedad y cuya realización repercute en el conjunto de la misma, es decir: el correcto desempeño del puesto beneficia a la sociedad y el mal ejercicio, la perjudica. El puesto civil no implica necesariamente alta responsabilidad política ni económica ni religiosa: un ciudadano cualquiera desempeña un puesto civil cuando, por ejemplo, tiene la responsabilidad de pagar sus impuestos a Hacienda. No hacerlo perjudicaría a la sociedad.

¡Sapere aude! ¡Atrévete a saber! Ten valor para servirte de tu propio entendimiento. En esta frase Kant sintetiza los ideales, el sentido crítico y positivo de toda una era histórica, la de la Ilustración identificada convencionalmente con el siglo XVIII. Propone desalojar a la pereza y la cobardía para salir de la ignorancia y superar, así, la minoría de edad. Recoge la enemistad irreconciliable del movimiento ilustrado con el oscurantismo, de ahí que Kant la use como lema. Por un lado, exige el atrevimiento de dar el paso adelante para realizar lo que deseas. Atreverse es confiar en nuestra fuerza y capacidad para pensar autónomamente. Por el contexto, apunta a un uso concreto del entendimiento, que aquí es sinónimo de razón. Kant piensa que en su época exhortar a utilizar la propia razón quiere decir que todo ser humano debe pensar por sí mismo en determinados asuntos, sobre todo en cuestiones relativas a cómo ordenar su acción y someterla a un principio universal que valga para toda la humanidad. La alternativa es clara: o somos autónomos u otros pensarán y decidirán por nosotros

Tolerancia: Actitud mental por la que se "permiten" o "aceptad' creencias o acciones ajenas a la nuestra. Conlleva, según Kant, una cierta idea de superioridad en el "tolerante': pues se le concede la potestad para decidir si la creencia ajena es aceptable o, por el contrario, debería denigrarse (por ejemplo, la frase "Beatriz es muy tolerante con los homosexuales" recoge en el fondo la idea de que la homosexualidad es negativa pero Beatriz, a pesar de ello, la acepta). Por ello elogia el desagrado que despierta la expresión en Federico Il. Mejor que el término' tolerancia' debería usarse el término' respeto' o 'aceptación'.

La palabra procede de la raíz del indoeuropeo TL que encontramos en palabras como Atlas, el personaje mitológico que sostenía el mundo. Este significado de 'soportar' se conserva en “tolerancia” y es justo esto lo que provoca el rechazo de Kant: no se trata de soportar las ideas del otro, sino reconocer su derecho inalienable a tenerlas y expresarlas, lo cual será factor de progreso social.

La tolerancia fue uno de los conceptos clave de la Ilustración. Algunos, como Voltaire, escribieron tratados sobre ella. Evelyn Beatrice Hall sintetizó el pensamiento volteriano con la fórmula "estoy en desacuerdo con tus ideas, pero defiendo tu sagrado derecho a expresarlas" (se trata de una frase atribuida erróneamente al propio Voltaire).

Tutores: Aquellos que toman decisiones en lugar del menor de edad, que todavía no está en condiciones de hacerlo. Es inevitable en el desarrollo de todo ser humano, la necesidad de contar con tutores; ahora bien, una vez la naturaleza proporciona la capacidad para la mayoría de edad tienen un papel negativo ya que impiden al sujeto la posibilidad de crecer. Kant se refiere en el texto principalmente a la tradición, al uso espurio de la religión y al poder despótico. Todos ellos tienen un interés especial en que los hombres sigan instalados en la minoría de edad para así poder seguir ejerciendo su dominio.

Universo de los lectores: Es la sociedad en su conjunto, el público, que debe beneficiarse de las ideas expuestas por las personas expertas en el ejercicio de su uso público de la razón. Kant también se refiere a él como "público en general", "comunidad global o cosmopolita'.

Uso privado de la razón: Es un uso de la razón ajustado a la consecución de unos fines establecidos desde fuera del individuo y no dictados por su propia conciencia. El uso privado se practica en ámbitos concretos en los que se busca un beneficio para el grupo social. Es el uso que se realiza cuando se cumple una determinada función que le ha sido asignada (puesto civil). Así, todo el que forme parte de la maquinaria del Estado debe obedecer las consignas que recibe aunque no esté de acuerdo con ellas. En este ámbito concreto o privado el uso de la razón ha de limitarse.

Uso público de la razón: Es el uso de la razón que representa fielmente el pensamiento del individuo, sin concesiones a obligaciones de carácter externo. Se llama público pues puede expresarse en un ámbito público, es decir, es ajeno al desempeño de ninguna actividad particular, concreta, privada. Se produce cuando una persona con conocimientos especializados expone sus ideas e ideales de manera abierta a la sociedad. Si no hay obstáculos o prohibiciones, el desenlace será la ilustración del conjunto de la población, así como la promoción de esta a la mayoría de edad. Este uso debe ser fomentado. Se distingue así del "uso privado de la razón': que es el que corresponde a la razón en función del trabajo o puesto que se ejerce. Este sí debe ser vigilado y restringido.