El trabajo decente reconoce en su conceptualización un conjunto de derechos fundamentales vinculados con el trabajo, es decir que pensado como derecho consagrado plantea una meta y expresa una dimensión de lo “deseable” en términos de contrato social. En ese contexto se requiere de intervenciones de los Estados para establecer las brechas y operar sobre las mismas mediante políticas públicas orientadas a reducir el déficit de trabajo decente.
En tal sentido la OIT sostiene que los compromisos y esfuerzos para poner en práctica y situar el trabajo decente como elemento central de las políticas económicas y sociales, deberían basarse en los cuatro objetivos estratégicos: la creación de empleo; la promoción de los derechos fundamentales del trabajo; el mejoramiento de los sistemas de protección social y el fortalecimiento del diálogo social.
Objetivos