Líderes de la Misión
INTRODUCCIÓN
Liderar es cuidar, acompañar y crear futuro
Hablar de liderazgo hoy no es repetir un concepto de moda, ni reducirlo a una serie de técnicas de gestión o a un estilo personal de ejercer autoridad. Liderar, en el marco de nuestras comunidades educativas del Amor de Dios, es mucho más que dirigir: es acompañar, servir y transformar. Se trata de una llamada que hunde sus raíces en el Evangelio y que responde a los grandes desafíos de la sociedad actual.
El liderazgo que proponemos es integral y comunitario. No se entiende como la prerrogativa de unos pocos, sino como una actitud que todos estamos llamados a cultivar en nuestro propio ámbito de misión. Tal como recordaba san Pablo, somos miembros de un mismo cuerpo, donde cada parte es necesaria, valiosa e irreemplazable. Así, liderar no consiste en imponerse, sino en reconocer los dones de los demás y hacerlos fructificar para el bien común.
Este itinerario quiere ayudarnos a profundizar en el verbo “liderar” desde diferentes dimensiones:
La Palabra y la Tradición viva de la Iglesia: Jesús, el Pastor que sirve y da la vida; el magisterio de los papas que insisten en la cercanía, el testimonio y la caridad en la verdad; el Padre Usera, que nos dejó un estilo impregnado de dulzura, prudencia y amor al prójimo.
La dinámica del método RIE: reconocer la realidad que vivimos en nuestros claustros, imaginar nuevos horizontes de gratuidad y creatividad en la misión, y experimentar juntos propuestas concretas que hagan de nuestro liderazgo algo vivo y transformador.
La celebración comunitaria: porque liderar, en clave cristiana, culmina siempre en la acción de gracias, en el reconocimiento de que todo procede del Espíritu y todo se orienta al servicio de los demás. Liderar es también orar juntos, hacer memoria agradecida, discernir en común y comprometernos con esperanza.
En este camino descubriremos que el liderazgo al estilo de Jesús y del Padre Usera no se mide por los logros externos, sino por la capacidad de amar, de cuidar y de crear comunidad. Es un liderazgo que escucha, que discierne, que no teme a la vulnerabilidad, que se deja cuestionar por la realidad y que se proyecta con visión de futuro.
Por eso, estas sesiones no son un curso más, sino una invitación a revisar nuestro modo de estar y de actuar en la misión educativa, a preguntarnos qué testimonio damos, cómo nos acompañamos en el claustro, de qué manera hacemos crecer a los alumnos, y qué huella queremos dejar en la sociedad.
Que el Espíritu Santo nos impulse a liderar como Jesús: con humildad, con cercanía, con pasión por el bien común y con la alegría de sabernos parte de una obra que nos trasciende.