Dos verbos que resumen el característico rol del educador son aprender y enseñar. Como educadora en la niñez temprana, mi mayor anhelo es que mis niños preescolares logren aprender las destrezas necesarias. Sin embargo, más allá de este aspecto, deseo que puedan gozar de lo maravilloso que es el aprendizaje. Creo fielmente en que el aprendizaje tiene que ser un proceso imaginativo, libre, divertido y diverso. Por otro lado, enseñar conlleva que como maestra construya un ambiente educativo en el que los niños sean dueños de su construcción de conocimiento. En lugar de acoger un pensamiento bancario, donde deposito información a mis niños, espero poder incentivar la curiosidad y diversión hacia aprender. De esto consta mi misión sobre enseñar.
Aprender y enseñar en la niñez temprana abarca diversos aspectos debido a la visión global que distingue a los maestros preescolares. Los niños se ven como un 'todo', por lo que el desarrollo y crecimiento de los niños es el punto de partida. Los educadores preescolares estudiamos al niño desde cinco dominios: el área física, cognoscitiva, lingüística, creativa y socioemocional. Cada aspecto del desarrollo, que tienen sus áreas de contenido, se van trabajando entre sí. El contenido que se enseña en este estadio de vida se relaciona; no puede verse como una entidad separada. El currículo fomentará aquellas destrezas de manera unísona porque no se pueden separar las áreas del desarrollo, ya que en cada instancia se fortalecen a la vez. Cada niño tiene experiencias y entornos distintos que impactan su desarrollo. Por ello, como maestra debo llevar a cabo los procesos de observación y evaluación para recopilar información que me ayude a conocer mejor al niño en su totalidad, así poder brindarle las mejores experiencias educativas de aprendizaje y enseñanza mediante actividades de juego. Esto incluye indagar sobre sus datos demográficos, su salud, su entorno, su familia y su comunidad. El niño es el centro de todo, como diría Bronfenbrenner, y todo a su alrededor lo influencia. Aquí resalto la importancia de trabajar en conjunto con las familias, que son los expertos en su propia materia: sus hijos. De igual forma, la diversidad en el aprendizaje o desarrollo influye en mi manera de ejecutar mi rol como maestra, por lo que los procesos mencionados me ayudarán a informarse y tomar decisiones justas, relevantes y responsables acerca del bienestar de los niños. Todo esto involucra un proceso colaborativo y cooperativo, más allá de familia y maestra. Me refiero a la relación interdisciplinaria con profesionales tales como terapistas del habla, terapistas ocupacionales, psicólogos y pediatras. Estos agentes expertos en sus propias disciplinas serán de gran ayuda para mi labor docente.
Es muy importante relacionar la enseñanza y el aprendizaje con la diversidad social. Parte del trabajo con padres y la comunidad incluye una indagación de la cultura e ideales de la familia del niño. Por tal motivo, hago mención de utilizar materiales educativos que, en diferentes momentos, puedan usarse y contnegan información pertinente sobre la diversidad familiar o cultural, por ejemplo. No obstante, no significa que haya que esperar a tener a un niño diverso en el aula—con cualquier tipo de diversidad, como en su desarrollo, aprendizaje o cultura—para propiciar el respeto hacia las personas diferentes a nosotros. Este aspecto se relaciona con la creación de un ambiente motivador. Para ello, hay diversas estrategias que se pueden integrar en el salón educativo, aunque, por supuesto, esto va a depender de muchos factores, por lo que pueden ser cambiantes. Por esta razón, es necesario equipar una maleta con diversas estrategias que podamos utilizar en diferentes instancias. En primer lugar, es fundamental la estructuración del salón, desde los colores de las paredes hasta dónde están los materiales colocados. Todo esto influenciará el sentir del niño. La manera eficaz en que ambientemos nuestro aula permitirá que el niño pueda curiosear y explorar libremente; no temer en usar los materiales porque reconoce que son accesibles para él; y se sienta seguro y amado. Una opción que quisiera involucrar en mi salón preescolar es colocar los trabajos realizados por los niños en las paredes para demostrarles que el salón es de todos y, a su vez, que se enorgullezcan de sus creaciones maravillosas. En segundo lugar, las actividades que se realicen en el aula influirán en el ambiente educativo. Estas deben ser apropiadas para los niños, bajo los estándares de contenido y sus intereses. De igual forma, es necesario que los materiales usados correspondan a sus fortalezas y necesidades particulares. De igual forma, debe haber variedad de recursos para fomentar la motivación y no dejar que la enseñanza sea monótona. Por ejemplo, en la hora de la lectura, puede realizarse la acción de diferentes formas. Se puede usar la narración pura para el cuento; utilizar marionetas; dramatizarlo; hacer narración con un felpógrafo. Todo lo mencionado recalca un ambiente motivador porque reconozco los aspectos de los niños que son relevantes para su aprendizaje.
El uso de tecnología es útil para varios aspectos, principalmente para la innovación del educador y para acoger las necesidades de los niños. Aunque la tecnología puede estar en tela de juicio de muchos educadores, si se usa responsablemente puede lograr un impacto positivo en el aula de clases. En especial, al entrar en la era tecnológica, como educadora debo adentrarme en la realidad de los niños para captar su atención. Inclusive, en ciertos momentos puede servir como herramienta necesaria en el aula. Una situación particular puede ser, retomando la actividad de lectura, un niño con impedimentos auditivos puede utilizar una tableta o videolibros con señas para aprender mediante visuales y seguir la lectura junto a sus compañeros. Teniendo una visión amplia, esto ejemplifica una diversidad en las maneras de aprender y enseñar.