El templo y convento

de los jesuitas de Piura

Joya Colonial

Urge restauración de convento jesuita de Piura

César Coloma Porcari

Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo

El antiguo convento de la Compañía de Jesús es el monumento histórico colonial más importante de la ciudad de San Miguel de Piura.

Don Baltasar Jaime Martínez Compañón, obispo de Trujillo del Perú, visitó toda su extensísima diócesis, dentro de la cual se incluía la ciudad de San Miguel de Piura. En el año 1783 dicho prelado mandó dibujar el plano del antiguo convento e iglesia que habían pertenecido a los jesuitas, con el fin de instalar allí el “Colegio Seminario de Operarios Eclesiásticos” o “Colegio Seminario del Salvador”.

El plano mencionado, que reproducimos en esta nota, fue publicado por el gobierno español, a través de Ediciones Cultura Hispánica, con el título de “Trujillo del Perú” (volumen I, Madrid, sin pie de imprenta, sin fecha y sin paginación).

Allí se aprecia, al mínimo detalle, la distribución de los ambientes del edificio, incluyendo los dos amplios claustros.Deben destacarse las bellas arquerías del claustro principal, que deben restaurarse para devolverles el aspecto que tenían en el siglo XVIII.

Asimismo, llama la atención el curioso pasaje que une ese claustro principal con el segundo claustro, embellecido con una curiosa sucesión de tres arcos decorados con sencilla ornamentación barroca, los cuales se conservan en la actualidad.

Este bello pasaje es único en el Perú, por el diseño del mismo, y por ello debe ser puesto en valor con el fin de que recupere todo su ambiente original.

En la lámina de 1783 también delinearon las tres portadas del convento: la principal o de ingreso al mismo, la de la capilla y la del claustro mayor. Estas ilustraciones deben servir para restaurar dichos imponentes elementos .

[Las láminas las encontrará en:

http://patrimonioculturaldelperu.blogspot.com/2013/10/el-convento-de-los-jesuitas-en-piura.html

porque Google Sites ya no permite subir más imágenes].

Aunque parezca increíble, debemos recordar que el año 1999, algunos sujetos pertenecientes al lumpen, solicitaron al Gobierno autorización para demoler el antiguo convento colonial. Afortunadamente no lograron salirse con las suyas, debido a que el entonces Ministro de Educación, Dr. Felipe García Escudero, distinguido piurano, impidió que se llevara a cabo ese salvajismo, disponiendo que el inmueble fuera restaurado, devolviéndole todas las características que tuvo en el Virreinato, para ser convertido en un gran centro cultural.

Este convento de los jesuitas tiene anexo un templo, hoy llamado del Carmen. El padre Rubén Vargas Ugarte, destacado historiador peruano, al referirse a esaiglesia, dice que “Aunque […] data sólo del siglo XVIII, es de las mejor conservadas” de San Miguel de Piura. Y “Fue construida a fin de que en ella ejercitaran su ministerio los padres de la Compañía de Jesús, que fueron solicitados para que hiciesen allí una fundación”.

Este autor, al referirse a dicha iglesia, afirma que “Se hicieron cargo de la misma los jesuitas de Quito y habitaron la casa contigua hasta poco tiempo antes de la expulsión”. Esta “casa contigua” es el antiguo convento de la orden de San Ignacio de Loyola.

Agrega el historiador, al ocuparse de ese convento jesuítico, que “El edificio adjunto ha sido colegio nacional de varones y ahora [1972] lo es de mujeres, a cargo de las dominicas misioneras”.

Volviendo a la iglesia de los jesuitas de Piura, el padre Vargas Ugarte afirma que “El templo posee tres altares, el principal, que ha recibido una innovación en su parte central, que lo desfigura, y dos laterales, el uno con la Dolorosa y el otro con un Crucificado. En los muros se ven cuatro lienzos de los doctores de la Iglesia, con marcos dorados. En la sacristía hay una copia de un cuadro de Tiépolo, obra, tal vez, de Ignacio Merino” (“Itinerario por la iglesias del Perú”, Lima, Editorial Milla Batres, Gráfica Morsom S. A., 1972, p. 84).

El Dr. Aurelio Miró Quesada también se ocupa del templo jesuítico piurano, afirmando que “Después de la Catedral, la iglesia de mayor atracción por sus recuerdos de arte virreinal, es la del Carmen. Más que el altar mayor (con un cuerpo central modernizado), los retablos de principal relieve por su brillo dorado son los del Crucificado y de la Virgen de los Dolores, y el pequeño erigido frente al púlpito, que es dorado también. En las puertas del presbiterio de hallan tallados los cuatro Evangelistas; y aunque las pinturas son, en general, de poca monta, reclaman la atención los cuadros, con marco rojo y oro, de San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio” (“Costa, Sierra y Montaña”, Lima, Talleres Gráficos P. L. Villanueva, S. A., 1964, p. 75).

Luego de la expulsión de los jesuitas de todos los dominios españoles (en el año 1767), obviamente éstos debieron abandonar su templo y convento de San Miguel de Piura, pasando ambos locales a otras manos, aunque debemos recordar que no se llegó a instalar allí el Colegio Seminario que había planeado el obispo Compañón, sino una escuela pública, más tarde llamada Colegio Nacional de San Miguel, donde estudiaron destacados personajes peruanos.

Un ex alumno ilustre de dicha institución educativa, que estudió en los ambientes del antiguo convento de los jesuitas, es el célebre escritor Mario Vargas Llosa, el primer peruano agraciado con el Premio Nobel.

Pero, lamentablemente, parece que en San Miguel de Piura aún no logran comprender lo importante que es su antiguo convento jesuítico para la historia urbana de la ciudad, y ni siquiera saben que sus planos fueron delineados por orden del famoso obispo Compañón.

Una razón para ese desprecio por lo antiguo puede ser, tal vez, el pobre aspecto que luce hoy el edificio ignaciano, con sus modestos muros enlucidos con yeso y pintados de colorines, con pobre carpintería y ofreciendo un aspecto no antiguo, sino viejo y decrépito.

Por ello el antiguo convento y su iglesia deben ser íntegramente restaurados, devolviéndoles todo su pasado esplendor. Estos trabajos deben incluir prospecciones arqueológicas, así como el retiro de revoques modernos y la restitución de elementos desaparecidos o retirados por sucesivas “modernizaciones”.

En las excavaciones arqueológicas que se practiquen allí se encontrarán abundantes elementos referentes a la historia del inmueble y de la ciudad en general. Los objetos que se hallen enterrados deben exhibirse, ya restaurados, en el museo que se instale en el antiguo convento.

Asimismo, se debe recuperar el colorido original, que en el caso de los muros era indudablemente blanco, encalado, como en todas las casonas, templos y conventos de la ciudad de San Miguel de Piura, que lucían un blanco inmaculado que reverberaba en el ardiente sol ecuatorial.

Los relieves en portadas o cornisas, pueden haber tenido algún color o policromía, que puede encontrarse únicamente realizando las calas necesarias, a cargo de expertos en la materia.

Ojalá la máxima autoridad del Estado intervenga en la salvación de este valioso inmueble colonial, con el fin de que se proceda a su restauración integral, teniendo como base los planos realizados por orden del obispo Compañón.

De este modo la ciudad de San Miguel de Piura, que se halla en un visible proceso de expansión económica, podrá contar con una valiosa y vistosa reliquia del pasado colonial que será apreciada por propios y extraños.

(Publicado en “Voces”, Revista Cultural de Lima, año 14, N° 52, Lima, 2013, páginas 39-41).

ADVERTENCIA.- La Redacción de la revista, por error, en la página 39, agregó una fotografía de un templo jesuítico de otro lugar del mundo. No tiene ninguna relación con el de San Miguel de Piura.