Historia de la "Marinera"

o "Zamacueca"

La verdadera historia

de la Marinera

Por: César Coloma Porcari

Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo

Mucho se ha escrito sobre la “MARINERA” o “ZAMACUECA”, nuestro baile nacional, lamentablemente con abundancia de fantasía y sin pruebas documentales.

Por ello queremos presentar a los lectores interesantes documentos que prueban su origen, nombre y peruanidad.

Empezaremos con don Carlos Prince, quien en su “Lima Antigua”, de 1890 (Lima, Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo, 1992, páginas 16; II-32, 35) afirma que “La zamacueca, conservando siempre su índole y el genio de su música, ha sufrido varias denominaciones, como por ejemplo: maisito (sic), ecuador, zanguaraña, chilena, y últimamente marinera”.

Este dato de 1890 es de vital importancia ya que constituye una prueba de que el baile que conocemos actualmente como “marinera” es la “zamacueca” de siempre, solo que con otro nombre.

En las últimas décadas, algunos sujetos han difundido la idea de que la zamacueca y la marinera son dos danzas diferentes. Ello no es cierto y ese hecho ha provocado una serie de inconvenientes, creando dudas, en las personas menos informadas y favoreciendo algunos para apropiarse de su paternidad.

Se debe tener presente que la misma Real Academia Española, (16° edición, Madrid, Talleres Espasa-Calpe, S. A., “Año de la Victoria”, 1939, página 1315, define el término “zamacueca”, como “Baile popular originario del Perú, y que se usa también en Chile y otras partes de América Meridional. // 2. Música y canto de este baile”. Además, en la página 380, afirma que “cueca” es sinónimo, en Chile, de “zamacueca”.

Asimismo, don Ricardo Palma en sus “Papeletas lexicográficas” (Lima, Imprenta La Industria, 1903, páginas 64, 282), registra el término “zamacuequero”, que significa “persona diestra en el baile de la zamacueca o que la baila con frecuencia”, y “cueca”, que es “Síncopa de zamacueca, baile popular de América”.

El Dr. Manuel-Atanasio Fuentes, en su “Guía del viajero en Lima”, de 1860 (“La ciudad de los Reyes y la Guía del viajero en Lima”, Lima, Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo, 1998, página 265), se lamentaba, entonces, de que “El severo y ceremonioso minué, el mesurado vals de tres tiempos, el acompasado londú y la expresiva cachucha dejaron, hace años, los salones para cederlos a la voluptuosa polka, a la estrepitosa galopa y al tempestuosos vals de dos tiempos. La zamacueca ha tenido también que abandonar los salones de alto tono, para imperar, con siempre igual fuerza (sic), en la casa del obrero y de la mujer de vida alegre”.

Recuerda también el Dr. Fuentes que antes (de 1860), el baile de mayor etiqueta, sin exceptuar los oficiales, terminaba con la zamacueca que, desde las once de la noche para adelante, no permitía ninguna clase de bailes serios. En el día se polkea y se galopa toda la noche, y la polka de cajón, disfrazada bajo los nombres de Ecuador, zanguaraña y otros diferentes, ha quedado reducida, como lo hemos dicho, a no lucir sus lascivas bellezas sino entre los sectarios de Baco, o entre la gente de buen humor”.

Una valiosa descripción de la zamacueca nos la da el Dr. Fuentes, siete años después, en su obra “Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres” (París, Librería de Firmin Didot, hermanos, hijos y Cía., 1867, página 151).

Allí él afirma que la zamacueca “ha sido el baile nacional más eminentemente popular”, y se lamenta, en ese año 1867, que “la galopa, la polka, y el valse tempestuoso han lanzado de los aristocráticos salones al minué, al londú y a la cachucha, baile favoritos de nuestros padres; la zamacueca se ha visto también condenada a aparecer de vez en cuando en las íntimas reuniones de familia, para ejercer su dominio únicamente en la casa del obrero, en la de mujer de vida alegre y en las cabañas de Amancaes”.

Afirma el Dr. Fuentes, en su obra citada (páginas 153-156), que “la orquesta para ese baile se compone de arpa y guitarra, y a estos instrumentos se agrega una especie de tambor, hecho regularmente de un cajón cuyas tablas se desclavan para que el golpe sea más sonoro. Tócase este instrumento con las manos o con dos pedazos de caña, y es difícil formarse idea de la pericia y oído con que el negro que toca el cajón, sigue el compás de la música y anima a los bailarines. Como el cajón es el alma de la orquesta, la plebe ha dado a la zamacueca el nombre de polka de cajón”.

Agrega el Dr. Fuentes que “La música es siempre acompañada de las voces de dos o más negros y al fin de cada verso, forman coro todos los que quieran o sepan cantar; estos finales se llaman fugas y durante ellos son más vivos, y podemos decirlo, más lascivos los movimientos”.

También indica, en la obra mencionada, que “No son muy aventajados los poetas que se dedican a hacer versos para la zamacueca; los más de ellos son los mismos guitarristas en quienes el aguardiente despierta el numen de la improvisación”.

El Dr. Alberto Tauro de Pino, en su “Enciclopedia ilustrada del Perú” (Lima, Peisa, Empresa Editora El Comercio S. A., 2001, tomo 10, páginas 1601-1602), afirma que la marinera es el “baile nacional, de pareja suelta, que ha alcanzado difusión en todas las regiones del país y en todos los ámbitos nacionales”.

Señala asimismo el Dr. Tauro que su “Ritmo y melodía son vibrantes, y en la coreografía se expresa la persecución del hombre a la mujer; y según la elegancia y habilidad con que cada uno ejecute sus movimientos, se aplaudirá el triunfo de uno sobre el otro”.

También indica que “Según las regiones, acusa pequeñas diferencias; y así hay una marinera limeña, una marinera norteña y una marinera serrana. Como es un baile de inspiración, más que sujeto a reglas, las variantes alteran algo de su coreografía, pero no su ritmo. También difieren por los instrumentos que se emplean en su ejecución: en Lima, de donde es originaria, intervienen guitarras y cajón; en el norte guitarras, cajón y además, arpa; en la sierra aumenta el número de instrumentos con charangos y violines”.

Afirma el Dr. Tauro que la marinera o zamacueca “Es mestiza, española y negroide” y que “Antiguamente se la llamaba zamacueca y, según Fernando Romero, proviene de la ‘zamba africana’. El nombre de marinera se lo dio Abelardo Gamarra en 1879, en homenaje a la marinería peruana y en un ‘bando dirigido a la gente alegre del país’. En ese entonces se la conocía con el nombre de la chilena”.

También recuerda que “Tocar y bailar una marinera es el obligado fin de fiesta tanto en celebraciones particulares como populares, al final de retretas, de corridas de toros…”.

El Dr. Tauro, por último, afirma que La concheperla, conocida popularmente como la decana fue la que recibió el bautizo de marinera; la letra pertenece a Abelardo M. Gamarra y la música a Rosa Mercedes Ayarza de Morales”.

Como vemos, nuestro baile nacional, llámelo uno indistintamente “zamacueca”, o “marinera”, es originario de Lima, y fue creado por el pueblo en el periodo colonial, a parecer, en el siglo XVIII, y tal como lo afirma un académico tan notable como el Dr. Tauro, “Es mestiza, española y negroide”.

De Lima, el centro del poder español en América del Sur, y por ende, centro de toda moda y corriente artística, se difundió con variantes propias, a otros lugares del antiguo Virreinato del Perú, como Santiago de Chile, la Concepción de Chile, La Paz, Chuquisaca, Tarija, Salta y el Tucumán.

Esos territorios del Virreinato peruano a los que nos referimos, más tarde independientes, son las repúblicas de Chile, Bolivia y la Argentina, en donde continúan, hasta hoy, bailando su propia versión de la limeña zamacueca, pero, como lo dice el genial Ricardo Palma, han acortado la palabra y la llaman simplemente cueca.

(Publicado en “Voces”, Revista Cultural de Lima, año 9, N° 32, Lima, 2008, páginas 56-57).