Al preparar un examen de matemáticas te debes plantear dos objetivos:
aprender la materia para que te salga bien el próximo examen;
aprender la materia suficientemente bien como para no olvidarla nada más terminar el examen. Las matemáticas que vas a continuar aprendiendo este curso y los siguientes se basan en las que tienes que aprender para este examen.
Si tu aprendizaje no es efectivo (por ejemplo porque has intentado aprender todo "a presión" la última noche) tendrás que empezar otra vez desde cero para los siguientes exámenes.
Ya sé que te lo hemos dicho un montón de veces, pero es cierto: para que tu aprendizaje sea efectivo, la preparación del examen debe empezar el mismo día que empiezas a trabajar en clase la materia de ese examen.
Vamos a describir qué tienes que hacer en los tiempos previos al examen:
Acude a todas las clases. Cada contenido matemático se construye a partir de los anteriores. Faltar a una clase puede suponer perder la base necesaria para el aprendizaje de los conocimientos de las siguientes.
Haz las tareas diariamente. Por una parte, el aprendizaje de las matemáticas requiere de práctica constante y frecuente. No puedes pretender comprimir 3 o 4 semanas de trabajo en un par de tardes de estudio.
Por otra, los ejercicios y problemas que te pregunten en el examen serán similares a los que has tenido que trabajar.
Memoriza las fórmulas y los conceptos necesarios progresivamente, a medida que los vas viendo en clase. Nunca los dejes para la noche anterior.
Utiliza fichas o tarjetas para apuntar y clasificar las fórmulas, definiciones y propiedades o teoremas.
Esto te permitirá dar un repaso rápido al preparar el examen.
Pregunta las dudas en el momento que surgen, si es en clase, o en la próxima clase, si es mientras haces la tarea. No esperes a que llegue el examen. Las preguntas hechas "con prisas" no facilitan que prestes atención a los detalles de la respuesta.
O entre una y dos semanas antes, pero nunca menos de una semana antes.
Repasa los contenidos del examen: lee el libro, lee tus apuntes, repasa las fichas con las fórmulas, propiedades y definiciones,...
Repite los problemas y ejercicios que ya has hecho. No los repases, repítelos. Compara los resultados obtenidos con los que corregiste en clase.
Pon especial atención a los ejercicios que con los que tuviste mayor dificultad cuando los hiciste por primera vez.
Anota la dudas que te vayan surgiendo. Anótalas con detalle, escribiendo qué es lo que no entiendes, no sea que cuando vayas a preguntarla no sepas por qué pusiste ahí ese interrogante.
Haz una lista con los tipos de ejercicios que tienes que saber hacer para este examen. Al lado de cada tipo de ejercicio escribe la técnica que tienes que utilizar para resolverlo. Escribe con detalle cómo resolverías ese ejercicio si se te saliera en el examen.
Te puede ayudar leer en voz alta esta explicación que has escrito. El día del examen te puedes recordar explicándote cómo hay que hacer los ejercicios.
Confecciona un examen en el que haya al menos un ejercicio de cada tipo de la lista que has elaborado. Puedes utilizar como punto de partida los ejercicios del libro, cambiando algún dato (números o incógnitas).
Al confeccionar este examen no pongas los ejercicios en orden. Es muy importante que seas capaz de hacer los ejercicios sin saber a qué sección corresponden.
Un par de días después haz el examen que te habías preparado. Lo mejor sería que intercambiaras el examen con otro compañero de clase y cada uno hicierais el examen elaborado por la otra persona.
No esperes a la víspera del examen. Tienes que tener tiempo para poder preguntar al profesor las dudas que todavía tengas.
De hecho, una buena práctica es el estudio en grupo. Reuniros 4 o 5 para intercambiaros exámenes, corregirlos y explicaros las dudas que os surjan. Lo que tu no entiendas te lo explicará otro miembro del grupo y viceversa.
Repasa las fichas con las fórmulas y definiciones. Vuelve a memorizar las que necesites.
Vuelve a resolver algunos ejercicios. Especialmente aquellos con los que has tenido más dificultades esta última semana.
Relájate. Haz algo que te entretenga y te ayude a 'alejarte' de las matemáticas.
Duerme. Duerme suficiente y bien. El sueño te ayudará al día siguiente. El estar casi toda la noche estudiando y haciendo ejercicios sólo servirá para que tu mente no descanse y se tenga que tomar 'el merecido descanso' durante el examen.
Cualquier cosa que intentes aprender en 'el último minuto', "te entrará por un oído y te saldrá por el otro".
Tómate un buen desayuno, con hidratos de carbono y proteínas.
¿Intentarías poner en marcha un coche con el depósito de combustible vacío? Pues tampoco lo hagas con tu cerebro.
Una hora antes del examen da un repaso rápido a las fichas.
No te acerques a compañeros pesimistas o nerviosos. Lo único que conseguirás es que te contagien su estado de ánimo.
Tan pronto como te den el examen anota en un papel las fórmulas, propiedades y definiciones que has memorizado. Esto te ayudará a concentrarte en pensar cómo resolver los ejercicios.
Pon atención a las indicaciones que te den sobre cómo contestar el examen (y haz caso).
Lee todo el examen. No vayas contestando según lo lees. Léelo entero, identificando los problemas que sabes hacer y los que tendrás que pensar cómo se hacen.
Toma conciencia del tiempo que tienes y repártelo entre los ejercicios. Si te atascas con un problema no dejes que supere el tiempo que le has asignado. Déjalo y pasa al siguiente. Si al final te sobra tiempo podrás volver a intentarlo.
Siempre que sea posible, no respondas los ejercicios en el orden que aparecen, sino en orden de dificultad creciente. Empieza por los que mejor te salen y deja los que más te cuestan para el final.
De esta manera aumentarás tu confianza y no perderás "puntos seguros" por no haber tenido tiempo.
Si para resolver un problema tienes que dar varios pasos, no te limites a resolverlo. Explica qué es lo que estás haciendo. Si cometes algún error el profesor podrá ver que entiendes cómo hay que hacerlo.
Comprueba que las soluciones tienen sentido en el contexto del problema y que son coherentes con el proceso que has seguido para obtenerlas.
Si un problema tiene varios apartados no dejes de hacerlo porque no sepas cómo resolver los primeros.
Si no puede hacer los cálculos porque necesitas el resultado de un apartado para hacer los siguientes, por lo menos explica cómo lo harías.
Nunca entregues un examen antes de que se acabe el tiempo sin haberlo repasado.