Cometer errores no debe ni desanimarte ni frustarte. No sólo es lo normal sino que, además, te dan la opción de aprender de ellos. Siempre debes revisar tanto los ejercicios de tu cuaderno como los de los exámenes y fijarte en qué errores has cometido.
Empieza por analizarlos. Tienes que entender qué es lo que has hecho mal y saber cuál es la manera correcta de hacerlo.
Si en vez de un error es 'un despiste' (un fallo de cálculo o de notación) y realmente sabías hacerlo bien, toma nota para no volver a repetir 'ese despiste'...
Si te percatas de que frecuentemente 'tienes despistes tontos' plantéate que has de trabajar más despacio y poniendo más atención.
En una hoja en blanco vuelve a resolver el ejercicio. Desde el principio, como si fuera la primera vez que lo haces. Una vez que lo hayas terminado compara el proceso y el resultado con el que se ha corregido en clase. Si todavía tienes dudas insístele al profesor sobre ese ejercicio en la próxima clase.
Cuando entiendas cuál ha sido la causa del error haz una anotación (o pega un 'pos-it') junto al ejercicio mal hecho explicándote por qué está mal hecho y cómo se hace bien. Escribe o haz dibujos o gráficos explicándote y aportando toda la información que ahora entiendes. Tu "yo del futuro" te lo agradecerá.
Si el mismo error se repite varias veces en el mismo tipo de ejercicios significa que hay algún fallo en la comprensión de los conceptos o de ese procedimiento. Tienes que preguntar.
Una buena ayuda es tener en tu cuaderno de trabajo una página titulada:
"Atención: errores de los que he aprendido"
Divídela en dos columnas. En la izquierda describe el error; en la derecha escribe la explicación de la manera correcta de hacer ese ejercicio o aplicar esa propiedad.
Cada vez que termines un ejercicio revisa esta lista, para comprobar que no has cometido ninguno de "los errores de los que ya habías aprendido".