Sentir algo de ansiedad antes de un examen no sólo es normal, sino que puede ser positivo. La ansiedad es mala cuando produce un bloqueo de memoria que hace que "te quedes en blanco" y no recuerdes nada de lo que has estudiado, o cuando al revisar el examen corregido te das cuenta de que has cometido "fallos tontos".
Parte del problema puede estar en la forma de preparar el examen. A continuación puedes leer algunas estrategias para que tu trabajo de aprendizaje esté orientado hacia la realización del examen:
Un libro está organizado en temas y cada tema en secciones o párrafos. Los títulos de estas secciones no están elegidos al azar. Te pueden servir de guión, tanto para organizar tu estudio como para recordar el contenido del tema.
Habitualmente empiezas a hacer los deberes leyendo el enunciado de los ejercicios que te han propuesto en clase. A continuación buscas algún ejercicio similar que ya esté resuelto o lees la teoría para saber la respuesta o la fórmula que tienes que utilizar. ¡Error! El día del examen, una vez que hayas leído los enunciados de preguntas y problemas, no podrás buscar ni en los apuntes ni en la teoría.
Debes proceder al revés:
Analiza los ejercicios hechos en clase; fíjate en por qué se hace cada paso y cómo se pasa al siguiente; comprueba con la teoría por qué se utilizan esas fórmulas o conceptos y no otros; anota en el margen la razón de aquellos pasos que no te resulten evidentes. Al escribir ayudas a tu cerebro a fijar las ideas.
Cuando los ejercicios hechos ya estén revisados, lee los enunciados de los que te han propuesto; compara cada uno con los que acabas de analizar, sin volver a mirarlos en la medida de lo posible, y deduce a cuál se parece; reproduce en tu cuaderno los pasos que se han dado para resolver el ejercicio hecho en clase. Por último, ahora sí, compara tu ejercicio con el que ya está hecho.
Si utilizas esta estrategia a diario te entrenas para resolver los ejercicios como en una situación de examen.
Una de las causas de la ansiedad que sientes el día del examen es el ser consciente de que tienes un tiempo limitado para contestar y resolver todos los ejercicios.
Esta situación también se puede entrenar.
Organiza con un grupo de compañeros competiciones en la que, por turnos, un miembro del grupo propone a los demás un problema y el resto trata de ser quien antes acabe dando una respuesta correcta. Podéis quedar en una casa o utilizar internet y alguna de las herramientas 2.0 (Google Docs, chat, correo electrónico,... ) para comunicaros enunciados y respuestas.
Otra técnica para evitar la ansiedad debida a la falta de tiempo es ser tu quien lo controle en lugar de que el tiempo te controle a ti:
Empieza leyendo todo el examen y ordenando los ejercicios del más fácil al más difícil. En la medida de lo posible responde al examen siguiendo este orden, dejando espacios en blanco si es obligatorio respetar el orden de las preguntas.
Asigna un tiempo a cada pregunta o ejercicio. Si pasado el tiempo asignado una pregunta está incompleta o un problema no has podido terminarlo, déjalo. Pasa al siguiente.
Si al final te sobra tiempo ya volverás sobre ello. No puedes permitir que una única pregunta te impida responder al resto.
Dos cosas. La primera aprende a controlar la ansiedad. (Aquí puedes leer algunas técnicas).
La segunda "ayuda a tu memoria". Intenta lo siguiente:
Vuelve "a vivir" las clases, tratando de recordar lo que ocurría los días que trabajabais el asunto que se te ha olvidado. Anota los recuerdos que tengas e intenta trazar una línea de conexión entre ellos. ¿Dónde encaja en ese esquema el tema olvidado? ¿Lo que pasaba en clase en otras asignaturas te ayuda a recordar qué hiciste esos días en la asignatura del examen?
Otra forma de ayudar a la memoria es utilizar la memoria visual. Cierra los ojos e imagínate la tarde anterior cuando estabas dando el último repaso. Trata de visualizar la página de los apuntes en la que está resuelto un ejercicio similar o la página del libro de texto con el ejemplo. Recuerda cuáles son las páginas de los temas o ejercicios anteriores y posteriores y luego trata de rellenar las páginas intermedias.
Si pese a todo no recuerdas nada dedica un tiempo a escribir cualquier cosa que te venga a la cabeza. ¿Lo que has escrito te da alguna pista sobre el tema olvidado?.
Y si tu mente sigue en blanco, pon el nombre en la hoja del examen, cierra los ojos e imagínate entregándolo, volviendo al sitio a recoger tus cosas y saliendo del aula. El examen para ti ya ha terminado, ya no hay que tener nervios. ¿Recuerdas ahora lo que había que poner?
Para leer más sobre el tema:
HELP YOURSELF, Dorinda Lambert, 1997, Kansas State University.
Técnicas de estudio, Abel Cortese.