Juan Gelman

Fábricas del amor

I

Y construí tu rostro.

Con adivinaciones del amor, construía tu rostro

en los lejanos patios de la infancia.

Albañil con vergüenza,

yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,

para darte la voz,

para poner dulzura en tu saliva.

Cuántas veces temblé

apenas si cubierto por la luz del verano

mientras te describía por mi sangre.

Pura mía

estás hecha de cuántas estaciones

y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.

Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.

Qué infinito de besos contra la soledad

hunde tus pasos en el polvo.

Yo te oficié, te recité por los caminos,

escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,

te hice un sitio en mi lecho,

te amé, estela invisible, noche a noche.

Así fue que cantaron los silencios.

Años y años trabajé para hacerte

antes de oír un solo sonido de tu alma.


II

Alza tus brazos, ellos encierran a la noche, desátala sobre mi sed,

tambor, tambor, mi fuego.

Que la noche nos cubra con una campana


que suene suavemente a cada golpe del amor.

Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame del dolor,


límpiame el aire:

yo quiero amarte libre.


Tú destruyes el mundo para que esto suceda

tú comienzas el mundo para que esto suceda.


III

Me has amado las manos y caerán con el otoño.

Has amado mi voz y está arrasada.

Mi rostro ha reventado sobre ti como una piedra impura.

Me has amado y amado

para que huya de mí, señor de sombras.


Me has destruido para que yo sea luz humana cantando

como las criaturas de tu sangre.


IV

Que del recuerdo suba el olor de tu cuerpo y se haga tu cuerpo.

Que la noche devuelva tu dulzura.

Que tus manos sean dadas por el temblor que dieron.

Que tus ojos regresen de todo lo mirado.


Paloma del amor

en vez

asciendes pura en libertad

giras y cantas como el cielo vas invadiendo el mundo.


V

Como un niño te canto bajo la noche oscura.


Cofre de los secretos, juegos hondos,

temblores del otoño como pañuelos rápidos,

te canto allí para que seas.


Señora del candor,

con boca limpia digo uno a uno tus nombres,

pongo mi rostro en la penumbra que de ellos desciende,

hago un gran fuego con tus nombres bajo la noche oscura.


En realidad quiero decir: me haces andar contra la muerte.


Juan Gelman de Velorio del solo Buenos Aires [1959-1961]