Katherine Mansfield
Nuestra pelea

Nos pareció gigante la pelea,

la habitación se vio chiquita, extraña.

Cada libro, la lámpara, los muebles,

se nos vinieron encima con saña.

 

Nos miramos, sentadas cara a cara,

en un pálido miedo silencioso.

"¿Para qué te quedás?", dijo, "mi cuarto

nunca será tu sitio de reposo."

 

"Antes de despedirnos para siempre,

caminemos, Katinka, te lo pido."

Y recorrimos juntas, en silencio

ese camino oscuro y conocido.

 

¡De pronto el cielo llameaba de estrellas!

"¡Katinka, mirá arriba, por favor!"

Así las dos, como niñas sedientas

bebimos de ese cuenco del amor.

 

"Qué par de bobas", me dijo Katinka.

"¿Por qué ese susto, pasó algo, acaso?"

Entonces suspiramos y reímos

y felices nos dimos un abrazo.