Los 5 espíritus del budo es un concepto antiguo y filosófico sobre una serie de estados mentales interconectados que se desarrollan a través de la práctica de las artes marciales. Estos son: Shoshin, Zanshin, Mushin, Fudoshin y Senshin.
Este breve artículo tratará de desarrollarlos y explicarlos desde un enfoque sencillo, comentando su aplicación y práctica en el iaido.
El Shoshin es un estado mental en el que la persona está receptiva, abierta de mente y sin prejuicios. Es la voluntad de aprender y recibir el conocimiento con la curiosidad y humildad de la primera vez.
Los mayores enemigos de este estado son la rutina y la arrogancia. El hacer las cosas sin prestar atención a los detalles y sin espíritu de mejora, creyendo que ya lo tenemos dominado o que somos expertos.
Cultivar este estado exige acercarse a cada entrenamiento y cada práctica con la curiosidad del primer día, aceptar con humildad las correcciones y escuchar atentamente las enseñanzas del maestro, aunque creamos que ya conocemos el tema.
Zanshin se traduce literalmente como "el espíritu remanente" o "la mente que permanece". Es un estado mental de alerta tranquila y constante que se mantiene incluso después de ejecutar una acción decisiva. El Zanshin significa estar preparado para reaccionar manteniendo la conciencia del entorno.
Perfeccionar el Zanshin requiere trabajar en mantener la concentración en la práctica en lugar de desconectarse mentalmente una vez realizada una técnica. Por ejemplo, durante la realización de un Kata, el Zanshin no acaba tras el corte definitivo, debe mantenerse la conciencia del entorno y la alerta durante todo el proceso de envainado y hasta que regresamos a nuestra posición original. Durante un embu, el Zanshin debe mantenerse en todo momento, sin distraer la mente con otros asuntos.
El estado de Mushin, es un estado en el que se vacía la mente de toda distracción, evitando el pensamiento consciente que interfiere con la acción natural. Alcanzar este estado requiere liberarse del miedo, de la duda y de la vergüenza. Requiere dejar a un lado el pensamiento consciente y trabajar por instinto las técnicas, hasta que se conviertan en una respuesta natural de nuestro cuerpo.
Para trabajar este estado hay que evitar sobrepensar o trabajar pensando en cada uno de los pasos que vamos a dar con sus detalles. Hay que tratar de interiorizarlos para que fluyan sin necesidad de pensar en ello.
Es importante perder el miedo al fracaso, a no realizar bien la técnica o a lo que piensen los demás sobre nosotros. Hacer las cosas mal y equivocarse es parte del aprendizaje y un paso más en el proceso de avanzar.
Fudoshin representa una estabilidad emocional inquebrantable, una fortaleza interna que no se ve afectada por la adversidad, ya sea miedo, sorpresa o confusión. El Fudoshin es el coraje sereno, la capacidad de continuar con calma cuando las cosas se tuercen que nos permite mantener la mente tranquila y clara bajo presión.
Trabajar este estado requiere obligarse mantenerse en el momento actual cuando cometemos un error, o sucede algo inesperado a nuestro alrededor, desarrollar nuestra "cara de póquer" y continuar como si nada. Al igual que con el estado anterior (Mushin), es importante perder el miedo o la vergüenza cuando hacemos las cosas mal.
Sin duda el más abstracto y complejo de los cinco. El Senshin se suele describir como la última etapa en la evolución de estos estados mentales y el objetivo final del budo como camino de desarrollo personal. Se trata de la culminación de los otros cuatro estados, un estado de mente limpia y sin impurezas, sin ego, agresividad o deseo.
Uno de los reflejos de alcanzar el Senshin es la metamorfosis de la espada, cuando esta se transforma desde un instrumento para quitar la vida (Setsuninto 殺人刀 ) en un instrumento para darla ( Katsujinken 活人剣 ).
En un sentido tradicional, el concepto de Katsujinken implica resolver el conflicto antes de desenvainar la espada (Saya no uchi) y derrotar a tu oponente sin luchar, por medio de una presencia y voluntad inquebrantable y una intención pacífica y honesta. De esta forma la espada preserva la vida de otros, les "da la vida".
Pero la idea de "la espada que da vida" puede entenderse también como la realización y desarrollo personal que se consigue a través de la práctica del budo, y en un sentido más amplio, de todo lo que podemos ganar con ello, incluyendo los profundos lazos que podemos desarrollar con nuestros maestros y compañeros.