Artista argentina nacida en la provincia de Córdoba que trabajó principalmente la acuarela y el óleo. Según Di Rienzo, Rosa perteneció a una élite social, económica y cultural, lo que “le permitió desarrollar un intenso y vital vínculo con Francia. Así, desde los cuatro años fue educada por una institutriz francesa para luego cursar el bachillerato de Ciencias y Filosofía de la Universidad de París en La Sorbonne.” (2012, p.88) Ferreyra, por otro lado, contrajo matrimonio con el arquitecto Jaime Roca, quien pertenecía a una familia de intelectuales que alentaban, según la autora, ideas abiertas y modernas con las que también entró en contacto la artista. En cuanto a su formación como artista plástica, primero estudió pintura con Emiliano Gómez Clara, en Córdoba. Luego viajó a Francia, donde fue alumna de Paul Albert en la Academie Julian de París, una escuela de arte académico que admitía alumnas mujeres. Allí se les permitía tomar clases de desnudo con modelo vivo, práctica tradicional en la formación artística académica que fue, sin embargo, negada a las artistas mujeres durante gran parte de la Historia del Arte. Según Di Rienzo, Ferreyra también “asistió a la escuela de arte Le Grande Chaumier, de perfil moderno en la enseñanza del arte, en la que entró en contacto con el pensamiento visual moderno.” (2012, p. 90)Durante los años ‘20, fue parte de una “nueva generación” de artistas plásticos argentinos que viajaban a Europa para iniciarse en la pintura, como Guttero y Petorutti. Tras regresar a Córdoba, su provincia natal, armó su taller en el Palacio Ferreyra, que solía ser la residencia de la familia Ferreyra y de sus descendientes, hasta convertirse en el Museo Superior de Bellas Artes “Evita”, en 2007. Si bien su obra es más conocida por sus naturalezas muertas con flores y sus retratos de niños, lo cierto es que también se dedicó a otras temáticas, entre ellas el desnudo, a pesar de que, tal como señala Di Rienzo, los discursos dominantes de su época suponían que las mujeres dedicadas a la pintura debían limitarse a retratar a sus hijos y pintar naturalezas muertas o paisajes.