SU CONSTRUCCIÓN

Para la construcción del trazado se necesitó mucha mano de obra para mover grandes cantidades de tierra, arrancar y picar piedras y acarrear todo tipo de materiales, en muchos casos utilizando carros y carretas tirados por mulas y bueyes. 

Aparte del material humano, también se necesitaban herramientas y animales, necesarios para poder desbrozar, allanar y preparar el terreno por donde irían las vías que figuraban en el proyecto de construcción. En muchos casos, eran los propios trabajadores lo que aportaban sus propios medios.

El trabajo era muy duro, en especial el de los picapedreros, que contaban que, cuando golpeaban durante un tiempo la piedra viva con los mazos de hierro para poder desmenuzarla, las manos y las muñecas se quedaban como adormecidas debido a las vibraciones de un golpe tras otro. 

Se organizaban en cuadrillas de trabajo formadas por familiares o amigos, entre los que había gente muy joven, casi niños, ayudando en las diferentes tareas. 

Aquel que poseía animales de carga con los que poder acarrear los materiales gozaba de una gran ventaja. Podía cobrar 10 reales de vellón,  cuando el salario normal de un peón o bracero en obras de tierra ascendía a 5 reales y el de un peón que trabajaba en  asentar la vía, 6 reales. Sueldos reducidos si los comparamos con los 16 reales que cobraba un maestro cantero o los 18 que cobraba un capataz.

Trabajaron en esta obra muchos vecinos del Cabezo de la Plata y otros lugares cercanos, porque el trazado de la vía del tren transcurría muy cerca del viejo camino, hoy carretera, que unía Murcia con San Javier a través del puerto de San Pedro, y cerca también del Cabezo de la Plata en dirección a Cartagena. Cuentan que cuando empezaron a transitar los primeros trenes, los niños de aquella época se subían a lo alto del monte, en la parte que daba al norte, para poder ver el tren que circulaba por las cañadas, allá en la lejanía, como si fuese una postal dentro de una panorámica de privilegio. Era algo que no habían visto nunca y que quedaría grabado en sus retinas para toda la vida.

Fue una época de bonanza y de bastante alivio económico para las gentes del Cabezo de la Plata, porque poder trabajar durante una buena temporada en la construcción de las vías, y contar con un sueldo fijo, supuso un gran desahogo para muchas familias.

Texto redactado a partir del testimonio de  D. Juan González Fernández.