#8M

Definitivo, el #8M es un peligro. Sí, definitivo.

Pero no para los contagios, ni para la pandemia. Es un peligro para el poder establecido y no me refiero a los gobiernos, los partidos u otras instituciones que aparentemente detentan ese poder, sino al PODER de verdad. Un poder secular amenazado. Porque ese poder lo representa un hombre blanco y católico. Y se siente amenazado por las mujeres libres y emancipadas y por la inmigración. Y de ahí nace el partido fascista que ahora nos avergüenza a muchos (porque no parece que a todos por ese blanqueamiento bobalicón que observamos con asco y miedo) y de ahí nace esa campaña antifeminista y contraria a la inmigración. Machistas y racistas a rabiar.

Se sienten amenazados en su poder patriarcal y cultural y no lo pueden soportar más. Van a hacer todo lo posible (y pueden mucho como estamos viendo estos días con la prohibición de las manifestaciones del #8M en Madrid). Ya lo llevan haciendo un tiempo, sobre todo desde la huelga feminista del #8M de 2018, porque vieron entonces claramente como la sumisión femenina ante el hombre todopoderoso tocaba a su fin y no podía consentirlo y desde entonces se han dedicado a criminalizar el feminismo con argumentos tan zafios que ni ellos mismos se lo cree pero que están causando efecto.

Lo primero que afirman en ese burdo argumentario es que el feminismo es un movimiento contra el hombre. Primero, porque no conciben la igualdad y quieren mantener esa sensación de control. dominio y sumisión que tanto les pone y segundo porque así pueden atraerse a miles de descerebrados (y, lo peor, descerebradas). No entienden que no se pretende la superioridad de ningún sexo, sino que la mujer pueda tener las mismas posibilidades que el hombre. No se quiere perpetuar la desigualdad, pero al revés, sino que se quiere conseguir la igualdad.

Después, y relacionado con lo anterior, lo del magnífico calificativo de "feminazi". Un término que en sí mismo debería servir para alguna tesis de psicología por lo ridículo y lo alienante del calificativo. Como con los ladrones, vamos, que se creen los nazis que todos son de su condición.

Y, finalmente, y para terminar con la deshumanización del enemigo, con su aspecto físico e incluso negando su condición de mujer porque no coinciden con esa visión patriarcal de la mujer calladita, modosita y modesta a la vez que elegante. Nada que comentar aquí, bueno sí, la sensación de nauseas al escuchar a semejantes fantoches.

Pero es que en esto llegó la pandemia y todo se multiplicó por mil. La culpa es del extranjero y de las mujeres. Para qué querían más, todavía más fácil, para engañar a pánfilos y pánfilas varias y para apurar al máximo su criminalización de la mujer y del movimiento feminista.

El hombre blanco católico, paradigma del PODER y del patriarcado, tiene miedo. Se ha sentido amenazado y está desesperado y rabioso. Y por eso es peligroso.

Contra todo esto sólo queda la unión del movimiento feminista y de los hombres y mujeres que creen en la igualdad y en la necesidad de la emancipación total. Una emancipación total, de género, pero también social y económica. Adelantando por la izquierda.

Y eso sí que les asusta. Vaya que si les asusta. No hay más que verlos y escucharlos.