7. CONSIDERACIONES FINALES Y CONCLUSIONES
En general, las grandes teorías del desarrollo se refieren a condicionantes más relacionadas con los ámbitos internacionales o mundiales, o bien nacionales del desarrollo económico y social. Los conceptos centrales del desarrollo humano enfatizan el carácter más específico en cuanto a características que ese desarrollo debe tener, en función muchas veces de países y comunidades.
En relación con lo económico, en términos de crecimiento y desarrollo, es importante subrayar que la esfera de la producción, distribución y consumo en cuanto a su mejora, es dispensable, más no suficiente para el desarrollo. De allí que se reconozcan cuatro vínculos fundamentales entre crecimiento económico y la consecución de procesos de desarrollo sustentable (ecológico) y sostenible (más en cuanto a la permanencia económica y social). 50
Documentación comparativa en términos de conceptos, métodos y esquemas operativos de trabajo en función de formulación y monitoreo de políticas públicas, relacionadas con la inclusión social, en Comisión Social Europea (2002)
Declaración de Laeken: Europa en la Encrucijada (http://www.constitucioneuropea.es/servlet/noxmlf7cc.pdf).Giovanni E. ReyesTeorías de Desarrollo Económico y Social: Articulación con el Planteamiento de Desarrollo Humano Revista TENDENCIAS - Vol X No. 1Estos cuatro vínculos son: (i) ingreso directo que aportan gobiernos y sociedades; (ii) sistemas de seguridad social; y fundamentalmente (iii) empleo. Elementos que actuarían de manera complementaria están vinculados con mecanismos de satisfacción de necesidades utilizando circuitos endógenos o de energía interna, tales como la producción para subsistencia y el trabajo familiar, en los sistemas de economía campesina.51
En todo esto se comprendería que existen tres diferentes niveles de desarrollo en los cuales operan procesos y mecanismos distintos, aunque complementarios de inclusión social. Los niveles son el local, nacional y mundial o internacional.
El desarrollo, de manera concreta se manifestaría a nivel de lo comunitario o local; a nivel nacional se tiene el nivel de mayor evidencia y contabilidad de los estados en tanto la inclusión social se especificaría como mayor dotación de oportunidades, en menos condiciones de pobreza. Es aquí en donde las instituciones pueden realizar un trabajo de mayor cobertura y profundidad.
Nuestros conceptos sobre desarrollo articulan los esfuerzos en una gran síntesis del pensamiento y acción humana. En este sentido, no son importantes las ciencias por sí mismas, sino como medios que actúen en función del sentido de realización de las personas, de su bienestar y de las mejoras concretas de calidad de vida de las comunidades en diferentes niveles de integración.-51 Es evidente que la definición de desarrollo que aquí se establece, incluye más no se limita a los aspectos económicos.
Se reconoce que, dentro de la determinante histórica de un país, el desarrollo involucra las dimensiones políticas, sociales, económicas, culturales y ecológicas. De esa manera se tiene un postulado orientador de carácter más incluyente que requiere de concreciones particulares en los casos específicos que se demande.
Una mayor discusión en Fiedrichs, R. A Sociology of Sociology. New York; Free Press, 1998; So, A. Social Change and Development. Newburry Park, California: SAGE, 1999, pp. 17-23. Liz, R. Crecimiento Económico, empleo y Capacitación. Buenos Aires, Argentina: PNUD, 1993; pp. 27-32; y muy especialmente en los aportes de Amartya Sen. De acuerdo con estos planteamientos, el desarrollo incluiría, dentro de los aspectos fundamentales, ampliar las capacidades y oportunidades de las personas. Ello en un ámbito social que permite efectivamente las transformaciones individuales y de grupo, en un contexto que incorpora la equidad. Esta última entendida como el trato justo de las diferencias. Una mayor discusión en Sen, A. (2003) On Economic Inequality; Radclifle Lectures. London, U.K.: Clarendon Publs.; Sen, A. (2001) Development as Freedom Nueva York, EEUU: Random House; y Sen A. (2004) Inequality Reexamined. Nueva York, EEUU: Random House.
Colombia en resumen la decada de los 90
La evolución política reciente de Colombia también ha sido problemática: un país que se consideraba inmune al caudillismo y se ufanaba de la persistencia de sus instituciones, en particular de la rotación del poder presidencial, se ha visto agobiada por una epidemia latinoamericana que Tomás Eloy Martínez ha identificado como el cesarismo democrático en América Latina. El común denominador es la debilidad de las instituciones políticas que revelan que el legado absolutista no ha sido superado hasta la fecha en casi ningún país de la América hispánica y, menos aún, en los que se autodenominan como socialistas.
AUGE Y RECESO EN COLOMBIA A FINALES DE SIGLO
La crisis económica que sacudió a Colombia desde agosto de 1998 hasta finales de 1999 fue la más fuerte del siglo XX. La epidemia se inició en el hasta entonces boyante sureste del Asia: Tailandia tuvo un colapso financiero a mediados de 1997 que se propagó rápidamente a los países vecinos -Indonesia, Malasia, Taiwán y hasta Corea del Sur- de donde los inversionistas sacaban sus capitales en medio de enormes pérdidas. La crisis se propagó a los países del este europeo en 1998; Rusia declaró la moratoria sobre su deuda externa en agosto de 1998 que tuvo un devastador efecto psicológico sobre los mercados de activos de los llamados países emergentes. El contagio a la América Latina se dio prontamente, acusando una salida de capital tanto de propios como de extranjeros que tuvo efectos devastadores sobre la actividad de los países con mayor endeudamiento externo. Según la Cepal, en 1999 el crecimiento económico se contrajo en Argentina (-3,4%, Chile (-0,8%), Ecuador (-6,3%), Venezuela (-6,0) y Colombia (-4,2%). La crisis fue identificada por los economistas, siempre tan inventivos, como una frenada súbita de capital, en una fase de creciente globalización de capitales que puso en cuestión la apertura financiera de los países que habían acudido a ella sin reservas. Esta primera crisis financiera desacreditó los impulsos liberales que habían sacudido al mundo durante los locos años 90, como los llamara Joseph Stiglitz (2003). La disolución del imperio soviético en 1989 y el desarrollo capitalista de China habían enterrado el socialismo real definitivamente. Estados Unidos entraba en un largo auge favorecido por políticas fiscales superavitarias que contribuyeron a una expansión sin precedentes de su economía, aunque al costo social de mantener a 30% de la población sin seguro de salud y sin reparar una deteriorada infraestructura de transporte y de energía. También la política monetaria se tornaba sistemáticamente permisiva favoreciendo el endeudamiento de hogares y empresas. El capitalismo tomaba nuevos aires y favorecía el libre movimiento de bienes, servicios y capitales por doquier. El Consenso de Washington lideró las reformas para reducir la intervención del Estado y ampliar el reino del mercado en medio de la euforia de los espíritus empresariales en toda la América Latina. LA CRISIS DE FIN DE SIGLO
El comportamiento de la economía colombiana había respondido favorablemente a la apertura de los noventa; el hallazgo de petróleo en Cusiana, que prometía ser un pozo de gran magnitud, atrajo capitales y sirvió de garantía al endeudamiento externo tanto del sector privado como del sector público. El crecimiento se aceleró para alcanzar un promedio del 5% anual entre 1993 y 1995. El peso comenzó a revaluarse, lo cual incentivó aún más el endeudamiento externo que combinaba bajas tasas de interés y una caída en el valor real de la deuda, financiando incrementos de la inversión privada, que volvió a tocar cotas superiores al 25% del PIB, y un auge inusitado de la construcción. Pero por debajo del frenesí de inversionistas y corredores de bolsa se venían gestando crecientes desequilibrios macroeconómicos, en especial la política fiscal procíclica que desde 1994 entraba en déficit elevados, alcanzando el 5% del PIB en 1998, mientras el sector privado trataba de expandirse al mismo tiempo con resultados decrecientes. La tasa de crecimiento de la economía acusó una desaceleración en 1996 (2,0%) y 1998 (0,5%) para hacer la contracción más fuerte del siglo en 1999 (-4,2%). La teoría económica nos informa que un país que tenga un déficit fiscal persistente, al mismo tiempo que disfruta de un auge económico va a crear un déficit en cuenta corriente, porque la demanda por importaciones se fortalecerá por la adición de gasto público al gasto privado. El déficit fiscal además se financia en parte con dólares y el gasto público se focaliza en bienes no transables, lo cual tiene un efecto doble en la tasa de cambio: mayor afluencia de dólares la revalúa, resultado que se intensifica, porque los precios de los no transables aumentan más que los precios de los transables, que es sólo otra forma de medir la tasa de cambio. La moneda local fortalecida, a su vez, incentivará importaciones de bienes y servicios y descorazonará a los exportadores, de tal modo que se profundizará el déficit en cuenta corriente. Eso es precisamente lo que sucede entre 1993 y 1998 hasta que la crisis de 1999 crea un ajuste monumental por la contracción del gasto agregado y la devaluación que corrigen la cuenta corriente trayéndola a terreno positivo en el 2000. La política cambiaria adoptada por el Banco de la República durante la crisis fue la de ampliar e inclinar la banda cambiaria permitiendo una devaluación real del 30% entre agosto de 1998 y septiembre de 1999, cuando se abandonó este instrumento a favor de la flotación. El FMI había desacreditado la idea de las bandas cambiarias y ahora estaba a favor de la libre flotación en todas partes del mundo, mientras portavoces del Gobierno la descalficaban también, así que perdió credibilidad y hubo que sacrificarla. Al mismo tiempo, la autoridad monetaria elevó las tasas de interés para frenar la compra de reservas internacionales que alcanzó a ser de US$2.000 millones durante el mismo período. La actividad económica se contrajo por varias razones: la deuda externa (pública y privada) era de US$35.000 millones y de pronto quedó sin refinanciamiento lo que obligó a acelerar su servicio; además la deuda debió servirse con una tasa de cambio devaluada que exigía un mayor esfuerzo en pesos; la salida de capital redujo radicalmente la oferta de recursos monetarios que alimentan el crédito interno; finalmente, las altas tasas de interés ralentizaron la actividad pero además le restaron valor a todos los activos de la economía, colapsando en especial la finca raíz. Esto llevó a una crisis de los deudores de vivienda y a que la Corte Constitucional fallara a su favor un recálculo de sus deudas que fue asumido por la nación. Pero algo similar había sucedido con todos los deudores de la economía que vieron incrementados los valores reales de sus deudas cuando la inflación cayó 7% en 1999, permaneciendo en niveles de un dígito de allí en adelante.'' Una crisis financie- ra internacional encontró a la economía del país en estado de indefensión en 1998. '' La política cambiaria adoptada por el Emisor durante la crisis fue la de ampliar e inclinar la banda cambiaria. '' La economía colombiana en el siglo XX vivió un proceso de apertura comercial y en su flujo de capitales en los 90.WILABR