El día 25 de Marzo, tuve la oportunidad de estar en mi primer encuentro junto al Octavo B, quienes tenían hora de orientación. Previo al encuentro en la sala, un estudiante que nos ve a la profesora guía y a mí, nos acompaña, abrazándola a ella repetidamente, quien me explica cuando el estudiante se retira, que entre los docentes tienen sospecha de que el joven puede poseer trastorno del espectro autista, aunque no se encuentra diagnosticado. Me cuenta que desde el año pasado, cuando fue el ingreso del estudiante, él tendía a abrazar a sus compañeras, algo que en el curso disgustó y provocó que fuera tema de discusión entre sus apoderados. Ellos le prohibieron al niño tajantemente que abrazara a otras personas, muy probablemente, por el temor a que sea juzgado o mal interpretado. Ante esta situación, la profesora les comunica que ella si permitirá que la abrace porque le parece que el estudiante necesita ese tipo de contención en ciertas ocasiones. Por ello, el niño mantiene una relación muy estrecha a la profesora y le manifiesta su simpatía acercándose a ella en recreos en caso de verla.
Al llegar a la sala, el curso está bastante desordenado, en consecuencia también porque están en el horario posterior a su almuerzo. Por lo que no se da una instancia inmediata para presentarme. La mayoría de los alumnos estaban de pie, o salían al baño para ordenarse, o conversaban y jugaban en los primeros minutos. En este ambiente, el estudiante mencionado, sin entablar diálogo conmigo, me abraza. Yo respondí con tres toques consecutivos en su brazo como señal para que se termine el abrazo y él pueda dirigirse a su puesto, pero ante el clima del aula, me pareció que él no hallaba motivo para sentarse aún, por lo que volvió a repetirse el abrazo. Intercaladamente, también abrazaba a la profesora jefe. Aunque cuando se acercó a abrazarme por tercera vez, la profesora notó tal vez alguna expresión en mi rostro, por lo que le puso un límite al estudiante. Le recalcó con seriedad que él no tiene permitido tocar a alguien sin antes preguntar primero si a la persona en cuestión le parece bien que lo haga. Él, cabizbajo con un rictus de arrepentimiento, me preguntó si podía abrazarme, a lo que respondí que sólo se lo permitiría una vez por clase.
Desde ese momento, el estudiante siempre me pregunta previamente, y aunque parece querer abrazarme, manifestándolo en palabras, se contiene.
Si bien, antes de encontrarme en el establecimiento, pensaba en que este tipo de contacto sería algo que podría pasar al ejercer mi profesión, puesto que en instancias más breves, como cuando he trabajado de examinadora de pruebas Simce, los niños tienden a abrazar e incluso expresar su afecto en oraciones, aunque yo les sea una desconocida, me desconcertó que en esta ocasión lo hiciera un joven incluso de más estatura que yo.
Ahora viendo este incidente con más distancia, me parece que al tomarme por sorpresa ese contacto, algo que yo siempre evito porque 1.son estudiantes y 2.por mi propia comodidad corporal, no supe establecer un límite al instante de lo ocurrido, de no ser porque la profesora intercedió por mí.
Esto me hizo cuestionar posibles circunstancias similares a futuro, donde independiente de mi 'condición de nueva' en un lugar, debo saber ser clara con los niños, respecto a los espacios propios y no invadir los de otros. Me parece que uno debe ser cuidadoso desde el comienzo en establecer reglas y minimizar al máximo cualquier tipo de contacto físico con estudiantes, porque si bien, uno comprende que nuestro rol, muchas veces les puede parecer contenedor o familiar a los niños, es fundamental esclarecer que uno es el docente, y que la cercanía debe limitarse y ser siempre autorizada desde ambos lados.
Pero por otro lado, conversando este tema con una especialista psicóloga, me aclara que la intervención de mi profesora, antes de que yo expresara algo, fue mucho más acertada, dado que yo desconocía la reacción del niño y su personalidad ante una respuesta de mi parte por lo que era más adecuado esperar.
Esta problemática me sitúa en una interrogante genuina y constante: ¿Qué busca el estudiante al abrazar? yo entiendo que es una manifestación cariñosa, aunque me intriga cuando proviene de niños que veo por primera vez. En este caso, me propuse plantear esta problemática entre mis pares. En las conversaciones pude sintetizar en que el abrazo corresponde a una expresión no verbal de parte de los niños, quienes en ocasiones lo solicitan porque les transmite seguridad y aprecio. Se sienten validados a través de una figura que respetan.
En la rutina no siempre podremos prever o evitar el abrazo, pero me parece importante al menos no iniciarlos, por lo demás ya mencionado, y por la integridad y comodidad del estudiante, en caso de provenir del mismo, se entiende que es el estudiante el interesado en recibir ese afecto y no le resulta incómodo.
Los docentes no somos los padres de los alumnos, pero en el caso de los niños menores, le es más difícil discernir el límite del círculo familiar y el escolar en ocasiones, es por esto lo fundamental de la conversación, del espacio a reflexión y explicarles que las demostraciones de afecto se dan en determinados contextos e idealmente no deben ser en el lugar de estudio, menos de una forma excesiva e inadecuada.