HEGEMONÍAS

Considerando al lenguaje y los discursos como un acto político, Antonio Gramsci se adentra en el concepto de hegemonía posicionándola “como un proceso esencialmente dialógico” (Balsa, p.71, 2011); proceso en el que, en palabras de Laclau en Balsa (2011), la hegemonía se construye desde la dominación de un campo discursivo, dejando así de lado la heterogeneidad e infinidad del discurso y direccionando las diferencias hacia un único sentido. Con lo anterior se desprende, entonces, que las hegemonías son siempre un eje contingente y que, por lo tanto, no son estáticas ni permanentes, sino más bien construidas y dinámicas. Y es que, entonces, se construyen como constelaciones discursivas y no como velos ideológicos.

Ahora bien, ¿por qué se plantea que la hegemonía se construye como un discurso dialógico y no monológico? Pues porque, de acuerdo con Balsa (2011), un discurso monológico se materializa de forma jerarquizada y coercitiva, sin recoger ni considerar los discursos diferidos de sí mismo. Por el contrario, los discursos dialógicos -como es el caso de las hegemonías- se proponen como dotados de un carácter universalizante, por cuanto sí recogen y consideran algunos de los discursos divergentes, pretendiendo que enuncian en función del bien común. Existe necesariamente en las hegemonías, entonces, una enunciación dialógica, puesto que se construyen relaciones de poder en base a un determinado orden de discurso; orden que considera las formas de discurso de los grupos blanco del discurso hegemónico, es decir, de los grupos subalternos (Balsa, 2011).

El elemento contingente de las hegemonías reside en que “el resultado de la disputa nunca está asegurado” (Balsa, p.78, 2011), porque en toda relación dialógica existe una posibilidad de respuesta, que luego condiciona el accionar del discurso hegemónico. Entonces, es un constante proceso de construcción que tiene como centro el lenguaje y, más precisamente, el discurso dialógico. Aunque más que un proceso, es una operación. Una operación donde se construye un mundo sostenido y que sostiene los pilares de los grupos dominantes, mediante la configuración de un discurso pretendidamente universalizante, con el fin de que dicha forma de enunciación se internalice en las identidades de los sujetos.

Considerando que las significaciones responden a un determinado contexto, los discursos se vuelven dominantes cuando consiguen que determinadas significaciones se tornen válidas. Entonces, las hegemonías utilizan estrategias discursivas que traspasen los contextos con el fin de establecer una cierta normatividad en cuanto a las significaciones de lo que enuncian (Balsa, 2011). No es sino mediante la utilización de figuras retóricas, intertextualidad, equivalencias semánticas y apelaciones a la memoria del receptor que se puede hegemonizar un determinado discurso.



Referencias Bibliográficas:

Balsa, J. (2011). Aspectos discursivos de la construcción de la hegemonía. Identidades, 1(1), 70-90.