PATRIMONIO ARTÍSTICO DE CALAMOCHA
Por Santiago Sebastián López
Catedrático de la Universidad
Literario de Valencia
CALAMOCHA EN LA HISTORIA
La villa de Calamocha es uno de los centros urbanos más importantes del valle del Jiloca; no sólo es rica y próspera actualmente sino que algunas de sus mansiones pregonan el abolengo histórico de este lugar y la prosapia de sus habitantes. Sobre su antigüedad tenemos un monumento definitivo, el bello puente romano sobre el río Jiloca, a las puertas de la vega. Tan entrañable monumento merece una conservación digna, y en ello han de poner el Ayuntamiento y los vecinos su mayor celo. Estamos ante un hito fundamental de la España romana, y que no fue algo aislado, como hoy pueda parecernos, sino punto clave de la calzada romana que iba de Zaragoza a Córdoba; otro testimonio de esta red viaria fue el vecino puente romano de Luco, más monumental que el de Calamocha. Gracias al Itinerario de Antonino, según estudió don Martín Almagro, el lugar actual de Calamocha correspondería con la antigua Albónica; a partir de este sitio estratégico la calzada se bifurcaba en dos direcciones: una por el valle del Jiloca hacia Valencia, y otra por Monreal hacia la Mancha y Córdoba pasando por Valleponga (tal vez Molina). Consta el puente de un solo ojo de seis metros de luz por cuatro y medio de altura, y casi tres metros de anchura, teniendo una longitud de casi ocho metros.
Ya en la época romana debió de existir un núcleo urbano en esta encrucijada, cuya función se hizo más estratégica con el correr de los años. Los árabes se aprovecharon de este sitio clave y le dieron el topónimo actual. El Cid Campeador se dio cuenta de la importancia del lugar y arrebató su castillo a los moros llegando a instalar aquí sus cuarteles hacia 1089, según refiere la Historia Roderici, y aquí recibió una embajada del reyezuelo árabe de Albarracín. Mas la reconquista definitiva de Calamocha la realizó el ejército del rey aragonés Alfonso I El Batallador como consecuencia de la derrota de los musulmanes en Cutanda (1120), así que tres años después los ejércitos cristianos dominaron el valle del Jiloca hasta Singra. Dentro del sistema administrativo creado por el citado rey aragonés, Calamocha quedó encuadrada en la sesma del Jiloca, dentro de la comunidad de Daroca. Sólo un siglo después, en 1222, ocurrió aquí el encuentro entre el rey Jaime 1 y el caballero aragonés Pedro de Ahones, que no le era afecto, y fue de fatales consecuencias, pues el rico hombre mencionado murió en Burbáguena.
LA OBRA MAGNA DE SANTA MARÍA LA MAYOR
Nada nos ha llegado del templo medieval de Calamocha, probablemente estuvo en el mismo solar y fue demolido para levantar la nueva iglesia a mediados del siglo XVI. Poco sabemos al respecto, pero el apogeo de la villa debió de ser notable cuando a mediados del citado siglo se decidió levantar la más bella iglesia del gótico tardío del valle del Jiloca, que tiene ya en su concepción espacial la luminosidad del Renacimiento. Tal vez este espíritu de la fábrica esté unido a la figura del arzobispo zaragozano don Hernando de Aragón, ya que su enviado don Lope Marco, abad de Veruela, al visitar en 1551 Calamocha ordenó que se «acabe la yglesia como está trazado dentro del tiempo de dos años y medio» (lib. 1, fol. 192). Ello demuestra que se había hecho un contrato con un maestro, que la obra iba bien y por tanto debía de acabarse en el tiempo previsto. Se diseñó un templo de amplia nave con capillas laterales entre los contrafuertes comunicadas entre sí; los pilares quedan embebidos en el muro y presentan unas molduras en lo alto, que recorren a lo largo de toda la iglesia con un diseño tan fluido que es señal del nuevo gusto traído por el Renacimiento. La bóveda de crucería es una muestra de las complicaciones a que se llegó en esta época en Aragón, donde hay ejemplos semejantes, como en la iglesia cercana de San Martín del Río, pero no es tan notable como éste.
Templo parroquial (interior)
Al momento constructivo de la mitad de siglo corresponde la torre, de piedra canteada y planta ligeramente rectangular, que tiene aire de fortaleza. Se halla en la cabecera y presenta un campanario poco airoso, con los ángulos adornados de pirámides decoradas con bolas, que recuerdan las típicas decoraciones del llamado estilo Isabel o de los Reyes Católicos, de fines del siglo XV, y que nos llaman la atención por su arcaísmo; se trata de la mezcla extraña de las pirámides viñolescas de la segunda mitad del siglo XVI, decoradas con motivos del gótico final. La reforma del siglo XVIII determinó el coronamiento de la torre con un esbelto campanario de ladrillo, con remate casi bulboso, que hará destacar la preeminencia de la torre dentro del perfil urbano de Calamocha.
Retablo de la Virgen del Rosario
El auge del siglo XVI vendría a culminar con la obra extraordinaria del retablo de la Virgen del Rosario, y que ocupó el lugar del presbiterio, pero con la reforma del siglo XVIII fue relegado a una capilla lateral; claramente se aprecia que no se ajusta al arco de medio punto del muro, es decir, lo desborda por la parte superior. Estamos ante una neta estructura manierista, de fines del siglo XVI o principios del siglo XVII, por el predominio de las calles laterales, que nos recuerdan las libertades buscadas por Miguel Ángel en la concepción de los muros y soportes del vestíbulo de la Biblioteca Laurenziana, de Florencia; cabe destacar el escaso desarrollo de la calle central y la concepción de la hornacina como un óvalo. Por su composición podría relacionarse con el retablo mayor de San Martín del Río, también de estructura manierista.
La Visitación (detalle)
Quizá más interesante es su temática, es decir, la dedicación de un retablo tan importante a la devoción de la Virgen del Rosario, que desde finales del siglo XVI cobró especial desarrollo por razones históricas, y es significativo que en fechas tan tempranas se difunda en tierras turolenses tal devoción. El retablo resulta un tanto anómalo por la distribución de los temas y por la incorporación de San Roque, San José, San Fabián y San Sebastián a un retablo mariano, sin más justificación de que tal retablo era el mayor y debía de cobijar a los patronos del pueblo, si cabe notar que la titular de Santa María la Mayor fue asimilada a la Virgen del Rosario. Como el retablo es una imagen alegórica de la iglesia, en los zócalos de las columnas se colocaron bajorrelieves de los Padres de la Iglesia, como soportes de su doctrina, según expresan los atlantes de los extremos de ese cuerpo bajo. Siguiendo los misterios del Rosario, en los dos cuerpos del banco se colocaron los relieves de la Visitación, de la Anunciación, de la Présentación en el Templo, de la Adoración de los Pastores y de la Epifanía, correspondientes a los misterios gozosos. En el primer cuerpo está la composición ovalada de la imagen titular, de gran belleza, venerada por el Papa, religiosos, etc.; los intercolumnios de orden toscano presentan relieves en relación con los misterios dolorosos (Oración del Huerto y la Flagelación), pero desentonan los referidos a la Circuncisión y a Cristo entre los doctores. El segundo cuerpo repetirá en menor escala el esquema arquitectónico visto en el primero, salvo que el relieve de la Asunción de la Virgen es rectangular; los relieves de los intercolumnios jónicos siguen con la temática de la Pasión (Cristo con la cruz y la Coronación de espinas), pero hay dos escenas en relación con los misterios gloriosos: la Resurrección y la Ascensión; y en el cuerpo final, a los lados del habitual Calvario tenemos las escenas de Pentecostés y de la Coronación de la Virgen.
El Nacimiento en Belén (detalle)
Escasa fue la actividad artística durante el siglo XVII, cuando se debieron de realizar los retablos barrocos de San Francisco Javier y del Cristo. Ambos se caracterizan por el desarrollo del barroco salomónico, pero es mayor el retablo dedicado al apóstol jesuita con sus dos cuerpos y tres calles, con la novedad de las columnas salomónicas cargadas de vides y racimos; en cuanto a la iconografía cabe destacar los relieves de San Pedro y de San Juan Evangelista en el banco, y la pintura del titular entre los lienzos de San Isidro y San Lamberto, dejando el remate para la figura del obispo San Blas. Más sentido barroco tiene el retablo del Cristo, fechado en 1684 (según documentos de archivo), y que está flanqueado por sendos pares de columnas salomónicas de excelente factura; en el basamento están los relieves de los cuatro Evangelistas y en el remate la imagen de Cristo en la Resurrección. Lo más valioso es la talla de Cristo Crucificado; en la coronación hay un escudo como testimonio, sin duda, de que tal altar fue de la Cofradía de la Sangre de Cristo.
Retablo de San Francisco Javier
Calvario
LA RENOVACIÓN DEL SIGLO XVIII
Pero en el siglo XVIII la fábrica de tan imponente iglesia no se ha terminado, le faltaban al menos las sacristías, la sala capitular y la portada. Lo que dio importancia a esta suntuosa fábrica fue el aporte del barroco final, y este cambio de orientación parece estar vinculado al visitador Tomás de Agüero (6. V. 1728) cuando ordenó que no se «continue en la fábrica intentada de la Yglesia Parroquial, y que de los caudales para este fin destinados se empleen en hazer una sacristía y sala capitular en la forma que habemos explicado al Maestro de Obras de dicha Yglesia, y en hazer un Altar Mayor correspondiente a lo magnífico de la obra». Fueron importantes las recomendaciones de esta visita pero como veremos se tardaron treinta años en realizarlas. Por lo que respecta a la portada del templo me parece decisiva la presencia del visitador José Gómez (30-VI-1742) que habla de la «necesidad de concluir la fábrica del templo que oy se esta edificando», y en consecuencia manda al Ayuntamiento y vecinos que nombren una junta de fábrica y un depositario que se encargue de la administración. Si bien es verdad que no se habla de la portada, a este impulso hay que relacionar su construcción.
Portada parroquial
Estamos ante una típica portada-retablo, salvaguardada bajo un arco, está a los pies y se la corona de un frontón mixtilíneo, que en su vértice muestra una hornacina con la figura de San Miguel. Tiene dos cuerpos la portada en sí, el inferior de columnas compuestas, muy sobrio, y el superior barroco, como si fuera de otra mano, incluso con estípites, precedente de los que veremos en la escalera de la casa de Valero de Bernabé; hay además decoraciones de rocalla. El programa iconográfico nos presenta una bella imagen de la Virgen, no en la Asunción, sino con una corona sobre la cabeza, es decir, como Reina, según la veremos en el baldaquino; a sus lados aparecen en piedra las imágenes de San Juan Bautista y de San Roque, y a los extremos las de Santa Bárbara y Santa Quiteria; las esculturas del primer cuerpo son las de los patronos Fabián y Sebastián.
La obra más importante del barroco final corresponde al actual presbiterio y a las puertas de la sacristía y sala capitular, así como a los retablitos de los ángulos. La obra del presbiterio fue costeada por el Ayuntamiento; ello explica que en el Libro de Acuerdos (fol. 21) se halle el contrato firmado con el maestro escultor Francisco Navarro, que se comprometió a realizar cuanto comprende el baldaquino (mesa, altar, sagrario y estatuas), en el término de quince meses a partir del 5 de julio de 1761, por lo que cobraría 400 pesos, pero se le habría de dar la madera, la cola, los clavos y una casa franca. El contrato también especifica la iconografía de los relieves tanto del altar como del sagrario, y que es de contenido eucarístico.
Baldaquino de Santa María la Mayor
Este tipo de altar baldaquino es característico del Barroco, y su punto de partida fue el famoso de San Pedro de Roma, diseñado por Bernini. Difundido por Europa y América, existen varios ejemplares en Aragón, pero este de Calamocha es el único existente en tierras turolenses y uno de los más interesantes. Tiene planta elíptica u «ovada», como dice el citado contrato; su cúpula abierta recuerda la del modelo romano de Bernini, tiene una base con adornos mixtilíneos y de guardamalleta; los arborantes cóncavo- convexos sirven para apoyar la peana en la que se levanta la imagen monumental de San Roque. La fábrica del baldaquino se apoya en seis columnas corintias de madera sobre elevados zócalos. Al centro, sobre el altar, se levanta el sagrario, con base en seis columnas presentando en sus puertas y costados seis finos bajorrelieves, dorados y policromados, con las escenas de carácter eucarístico: la última Cena, el Cordero Pascual, Cristo bendiciendo la mesa con los discípulos de Emaús y Elías durmiendo al pie del árbol mientras llega un ángel a despertarle (1 Reyes 19, 4-8). Encima del sagrario hay una escultura monumental de María como Reina, rodeada de ángeles, que recuerda las que hizo Navarro en el vecino pueblo de Caminreal; no olvidemos que la iglesia tradicionalmente estuvo dedicada a Santa María la Mayor como la atestigua el Libro de Cabreo de 1726.
De la misma época debe ser la labor de estuco de las puertas de las sacristías, a uno y otro lado del presbiterio; en el segundo cuerpo, las columnas se doblan como si su autor se hubiera dejado influir por las libertades estilísticas del jesuita Andrea del Pozzo en su famoso tratado. En una puerta está el corazón de Cristo, y en la otra el de María, que también figuran en la fuente de la sacristía, de mármol negro. Al taller de Francisco Navarro pertenecen los altarcicos del presbiterio, novedosos por su estructura y planta cóncava, una muestra más de la presencia del P. Pozzo; el retablo de la izquierda está dedicado a San Antonio Abad, y el otro a la Sagrada Familia y a San Francisco de Paula, y éste, según reza en el libro de la Cofradía, fue realizado en 1755. Sin duda, el mismo taller debe ser el responsable de la factura del retablo de la Inmaculada, datado en 1784 (lib. 5 fol. 115 v.); tiene la calle central hacia adelante con la escultura de San Miguel arriba, y a los costados las imágenes de San Antonio Abad y Santo Tomás de Aquino.
En esta esfera de influencia hay que situar la magnífica labor en madera del cancel, fechado en 1825, con finas ornamentaciones de rocalla, y en lo alto las estatuas de las Virtudes Teologales. La vertiente popular del mismo taller aparece en la factura de los dos púlpitos bulbiformes, de madera pintada, con bajorrelieves dentro de óvalos; el de la izquierda tiene las imágenes de San Sebastián, San Roque, San Fabián y San Pablo, y el de la derecha presenta a Santa Lucía, Santa Bárbara y Santa Quiteria.
Altar Mayor (Última Cena)
Altar Mayor (Los discípulos de Emaús)
Dentro del Barroco final de carácter ecléctico hay que mencionar el retablo conocido como de la Virgen del Rosario, cuya hornacina principal guarda bajo cristal una fina imagen filipina de las llamadas devanaderas, con su rico manto y la novedad de tener tanto la Virgen como el Niño la cabeza y las manos de marfil; en el lugar de la Virgen hubo un lienzo dedicado a San Juan Crisóstomo. El retablo se completa con un lienzo sobre la venida de la Virgen del Pilar, en la parte superior, y también en lienzo los bustos de San Pablo y Santa Clara.
Retablo de la Sagrada Familia
El cambio de orientación estética del Barroco final hacia lo neoclásico lo representa el retablo de San Pascual Bailón, figurado en la visión eucarística que tuvo; es obra de fines del siglo XVIII. Destacaremos entre otras obras el retablo de San Roque, fechado en 1853; en cuanto al altar de San Pedro, aunque se le menciona en el libro de fábrica de 1818, una inscripción en su friso reza: «Se hizo y pintó en el año 1879»; consta que el lienzo del titular fue pintado por el artista, turolense Gisbert, que ese mismo año pintó dos murales en la ermita del Cristo del Arrabal. Este aporte estilístico es el menos valioso de cuantos estilos hay representados en el fastuoso templo. Nada se hizo en el siglo XX digno de recordarse.
Retablo de la Inmaculada
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Púlpito
EL ÓRGANO
EL ÓRGANO HISTÓRICO DE SANTA MARÍA LA MAYOR DE CALAMOCHA
Curiosidades e historia de este órgano:
- En origen el órgano de Bartholome Sanchez , construido en 1720 estaba empotrado entre 2 de las columnas que marcan la estructura de la nave principal. Esta ubicación habría propiciado que tenga más anchura, 7 calles en fachada en lugar de 5, lo habitual en la época.
- Fue restaurado entre 2000/2004 y cuenta con un teclado de octava corta de 42 notas, con medio registro y estética aragonesa de pleno barroco, con todas las familias de registros: Flautados (hasta la címbala), Nasardos (más corneta en la dcha), Lenguas (Trompeta Real Interior y de Batalla), Ecos (3 medios juegos en la dcha) , registros de adorno y contras (16'pies = 23 palmos)
- En 1789 en una puesta a punto del órgano, se añade el registro de Trompeta Magna Interior.(según libros de cuentas) pagandose 25 libras.
- Entre 1796 y 1802 se documenta el pago de 4 libras jaquecas al natural de Calamocha, Pablo Asensio, como "marchador" (tirador de los fuelles).
-Entre 1814 y 1827 se paga por 7 intervenciones, "parcheos" en los fuelles encargados a gremios locales.
- En 1829 se limpia y compone el órgano por el organero Faustino Arribas, que hace lo mismo en el órgano de San Martín del Río
- En 1830 se compró un teclado, que se rompió, para el órgano. (probablemente el teclado actual)
* Las teclas naturales son chapeadas en hueso y las sostenidas en nogal (con embutidos que dibujan un punta de flecha que mira al organista y se remata con 3 puntos - trabajo algo popular)
- En 1862 figura la compra de un nuevo banco al organista, nombrado en las cuentas de fábrica como "sillón". - Traslación del órgano en 1890:
La primera ubicación de un órgano detrás del altar mayor, en el ábside de la iglesia data de 1600 en la Colegial de Daroca (Guillaume de Lupe). En 1768, Burbaguena y a principios del XIX en Épila. Esta "moda" no potencia para nada la buena sonoridad del instrumento. Se hace lo mismo en Zaragoza en San Felipe, El Portillo (desaparecido) y San Gil (En-2004- vuelto de nuevo al coro, a los pies de la iglesia). En Báguena se cambia el órgano de sitio en 1880 y diez años después, se hace la misma operación en Calamocha. Ambas iglesias gozan de un baldaquino como altar mayor, igual que las iglesias anteriormente citadas. Es posible que el traslado lo hiciera Saturnino Inchaurbe, que hace un trabajo en Báguena. A finales del XIX la organería española más" moderna" la gobiernan las casas y maestros organeros de Pais Vasco y Navarra.
- En 1851 se apuntan como gastos anuales de la iglesia de Calamocha: Sacristán y Campanero (828 reales), . ganista (600 reales) y manchador (100 reales).
- En 1862 al "manchador" se le llama "tirafuelles".
- En 1864 el organista es Manuel Marín. Así la actividad musical en torno al órgano se mantiene viva en las décadas
siguientes y en 1896 se ve un gasto por adquisición de repertorio ("por los papeles de música para la iglesia...'9 - El órgano es testigo de los cambios monetarios, pues en 1901 el organista y manchador cobra 205 pesetas. En 1904 se pagan 15 pesetas por afinar el órgano ( En fechas recientes más de 330 euros)
- Mediado el siglo XX, un oriundo del lugar conocido popularmente como "El profesor Maicas" reforma el órgano, cambia la consola de orientación, el teclado aumenta hasta 49 notas, se instala una "ventola eléctrica".Se sube medio tono el diapasón (a La=440), dañando considerablemente la tubería original. Esta intervención estaba enfocada a hacer sonar el órgano en la liturgia.
- En 2004. concluye la restauración del órgano realizada por CARLOS ÁVAREZ RAMIREZ
Se ha recuperado el "secreto" original de 1720, de 42 cancelas y conserva un alto porcentaje de tubería original.
Registración
Mano Izda.
- Violón - Decinovena
- Flautado Mayo - Trompeta Real
- Docena Nasarda - Lleno
- Octava - Bajoncillo
- Quincena Nasarda - Clarín en 15a
- Docena - Címbala
- Decinovena Nasarda
- Quincena
- Cascabeles
Mano Dcha. - Docena
- Trompeta Magna
- Quincena 17Nasarda - Quincena y 19a
- Cascabeles - Trompeta Real
- Docena Nasarda - Lleno
- Flautado en Ecos - Clarín de Campaña
- Violón - Címbala
- Corneta en Ecos - Clarín Claro
- Flautado Mayor
- Clarín en Ecos Pedal
- Octava - Contras de 26 (abiertas)
- Corneta Clara - Tambores y timbales
Bibliografía
"Catálogo de órganos Históricos en Teruel" de JESÚS GONZALO LOPEZ Páginas 106 a 113. Estudio
sobre órgano de la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor de Calamocha (Con la colaboración en trabajo de campo de Natividad Paz Soguero, año 2004)
CONVENTO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Casi por las mismas fechas, que los Mínimos transformaron la ermita de San Roque, el matrimonio de Miguel Gregorio López y su esposa Martina, levantaron este convento de Franciscanas Concepcionistas (1690). La iglesia responde a esta época y es muy, uniforme en sus cuatro tramos, con la nave y presbiterio cubiertos con bóvedas de medio cañón con lunetos y decoración de estucos. Las pinturas y símbolos marianos del ábside son ya del' siglo XIX.
Lo más valioso son las piezas de: talla y pintura que albergan la iglesia y convento. Lo más valioso es un Eccehomo procesional, vinculado al convento por una leyenda piadosa que señala que ante la imposibilidad de comprarlo las religiosas, la bestia que lo transportaba no quiso caminar y el artista lo regaló. Es un fino trabajo escultórico, con fuerte dramatismo, obra del siglo XVII. De la misma época es una imagen pequeña de San Miguel, que aplasta a un demonio serpentiforme; es obra, de gusto popular, y decoró la hornacina de la entrada a la iglesia. Pictóricamente, lo más valioso es el retablo mayor, estructurado con columnas melcochadas; al centro presenta una exaltación de la Tota Pulchra, flanqueada por seis retratos de las santas mártires Inés y Lucía, y de los religiosos que ensalzaron a la Virgen: San Ambrosio de Sena, San Alberto Magno, San Luis Beltrán y San Ildefonso. Lo más valioso es el lienzo del remate dedicado a San Miguel, presentado con la indumentaria pintoresca de un guerrero según esas series arcangélicas que tanta difusión alcanzaron en España y en el Alto Perú; es hermano de otros arcángeles pintados y guardados dentro del convento, que además de la indumentaria llevan arcabuces. Estos de Calamocha expresan su vinculación a María al colocar en el ángulo inferior de cada cuadro un emblema de significado mariano.
ERMITA DE SAN ROQUE
En las afueras de la villa, junto a la carretera de Zaragoza se halla esta ermita, una de las estampas del pasado que se mantiene intacta. Para su desarrollo fue decisiva la visión que tuvo fray Antonio de Llinás, en Michoacán, cuando el convento de Mínimos de San Roque fue elegido como Seminario de Misioneros Apostólicos, en 1690. El proceso se inició en 1686 gracias a una bula del Papa Inocencio XI. Fue guardián fray Ignacio García de la Fuente (t 1719). A partir de ahora se hizo una iglesia de nuevo y en sucesivas etapas; es templo de una sola nave con capillas laterales, de seis tramos, los que la cabecera están ocupados por una enorme cúpula baida, y el ábside poligonal se cubre con bóveda conchiforme. La capilla más interesante es la antigua de la Virgen de los Ángeles, con cúpula apoyada en pechinas, decoradas con ángeles tenantes de escudos, hoy desfigurados con blasones pintados. Según investigaciones del profesor Segurado, fue obra de Melchor de Luzón, maestro nacido en Calamocha, que llevó a cabo una intensa labor como constructor en Murcia.
Entre las imágenes de esta ermita cabe destacar la popular de San 'Roque, vinculada al folklore local, de proporciones bajas, dorada y policromada, en estilo del siglo XVII, resto de un retablo que hubo en esta ermita. Más interés tiene la excelente imagen de Santo Tomás de Aquino, que aparece con alas, es de tamaño pequeño y está dorada.
ERMITA DEL SANTO CRISTO DEL ARRABAL
Está a la entrada de Calamocha por la carretera de Teruel, en lo que antes fue el Arrabal. Su sencillo espacio se acusa al exterior por la volumetría denotando una planta cruciforme griega, rematada por una cúpula; a los pies hay dos tramos de bóveda de medio cañón con lunetos., La cúpula sobre pechinas presenta ocho ventanas, cuyos lunetos se proyectan en ella. Debe ser obra de la segunda mitad del siglo XVIII como acusan las molduras mixtilíneas de las ventanas y ciertas decoraciones de rocalla. La ornamentación de los retablos es de tipo neoclásico y corresponde a los inicios del siglo XIX, como señalan los Evangelistas situados en las pechinas. Cabe destacar dos pinturas murales del presbiterio: el' Descendimiento y la Flagelación, esta última está firmada por S. Gisbert (1879), y son copia de estampas de la época. Pinturas de mejor calidad son los lienzos de los retablos neoclásicos de San José, San Joaquín, Santa Ana y la Virgen del Pilar. Dentro del estilo Barroco está la talla del Cristo, titular de la ermita.
Ermita del Santo Cristo
"La ermita del Santo Cristo es un edificio con planta de cruz latina construido en mampostería. Consta de una sola nave, brazos de crucero y cabecera recta, todos cubiertos por una bóveda de medio cañón con lunetos. En el crucero se alza una cúpula sobre las correspondientes pechinas que, al exterior, se manifiesta en un tambor octogonal de ladrillo. Aunque en el momento de su construcción se hallaba en el extrarradio de la localidad, hoy se halla dentro del casco urbano. Tiene pórtico de entrada a los pies.
Sabemos que su construcción debió de realizarse entre 1783 y 1789, cuando se la cita en una visita pastoral sin que se indique que todavía estaba en obras. La donación recibida al año siguiente podría ser para la dotación del templo"
En Noticias sobre la construcción de iglesias en el noroeste de la provincia de Teruel de José María Carreras (siglos XVII-XVIII). Pg. 136
ARQUITECTURA CIVIL
El desarrollo de la arquitectura doméstica está vinculada a la familia Rivera, de origen francés y afincada en Daroca y Calamocha. La casa más antigua de esta familia es la de la plaza del Peirón, con fachada en piedra y bello vestíbulo con pavimento de piedrecitas formando cuadrados y una estrella central; pudiera ser obra del siglo XVII, pero en 1767 se le añadió un cuerpo, junto a la actual Caja de Ahorros. Otra casa de la familia Rivera está en la plaza de España, con fachada en L, estructurada con pilastras jónicas de orden gigante, que tal vez deriven de Palladio; el alero es sencillo y se decora con modillones en estuco; el dibujo del empedrado del zaguán tiene como motivos estrellas y círculos; pudiera ser obra del siglo XVIII.
La calle Mayor se decora con un buen trecho con las casonas de los Tejada y de los Vicente de Espejo, que son muy similares en la estructura de sus fachadas: piso bajo de piedra de cantería, y los dos restantes de ladrillo; el piso noble presenta grandes balcones y ventanas con bella labor de rejería, y finalmente en el piso superior está la galería o porxo corrido con arcos de medio punto. La mayor diferencia radica en las portadas: la casa de los Tejada tiene jambas con pilastras almohadilladas y un frontón triangular partido para albergar el escudo. Es obra de sentido manierista, fechable en el siglo XVII, como la adjunta de los Vicente de Espejo, cuya portada tiene frontón curvo para albergar el bello escudo familiar.
La mansión más interesante es la de los Valero de Bernabé con la fachada habitual de piedra canteada y ladrillo, balcones y galería corrida; lo más interesante es el prominente alero de madera, en su fachada, pero sobre todo al interior su hermosa escalera imperial, cuyo tiro descendente lleva a las cuadras, y el superior termina en triple arco a la altura del primer piso, apoyado en los más bellos estípites de la comarca; debe ser obra de mediados del siglo XVIII.
MONUMENTO AL BAILADOR
Esta villa, de gran tradición artística, no permanece aislada en el pasado, su apertura al futuro artístico queda manifiesta en la escultura monumental de hierro forjado, realizada por el artista turolense José Gonzalvo (1975), y que se levanta en la plaza del Peirón. Vemos en este monumento al personaje del folklore local, al santo patrono San Roque, junto al escudo heráldico de la villa en un conjunto lleno de fuerza expresiva.
Fuente: folleto publicado por la Parroquia con motivo del centenario del baile de S. Roque en 1986