Gracias a Dios
que eres
creaste el mundo
y también a mi
Sus intenciones
son tejidos
por lo bueno
Cuando me levanto
mañana
busco
el indicador
de la vida
pregunto
si la senda
de pruebas y errores
Te gustaría
Y no lo sé
A veces
me parece
que estás contento
No comprendo
Tus maravillosas ideas
soy sólo un hombre
Tenía la confianza de Tí
como un niňo
estoy escondido de lo malo
en tus alas
Buen Nombre de Yaveh
Y como un niño
sin limites
Te amo
Dios
''Más valen cuatro ojos que dos”
En nuestro pueblo siempre pasa mucho. Después de período totalmente descantamiento, tarde o temprano, siempre se acercaba ola de nuevos acontecimientos. También había esta vez. La primavera había llegado temprano y la gente en pueblecito había dormido como un lirón y ya se empezában a despertar perezosamente. Parecía como si hubieran estado en una hibernación. El invierno de este año había realmente muy severo con duras precipitaciónes de nieve. Habían creado un montón de nieve de la profundidad cerca de dos metros. Por eso la mayoría de burguésos sintieron alivio cuando llegó el día desnieve y los primeros rayitos del calor. Pero la atmósfera soñolienta todavía no cambió.
En la naturaleza nada estaba adivinando que llegaría un día extraordinario para toda la comunidad. Nadie se dio la cuenta de que nuestro pueblo, que se llama Cmielow, tendría un pequeño protagonista y que nuestra ciudad sería famosa en todo país. Por supuesto a nuestro pueblo vendrían muchos reporteros de la mayoría de los canales de televisión y también los periodistas de editoriales muy corrientes. Ellos llegarían para hacer reportajes sobre un protagonista pequeño y modesto que vivía en pueblo. Así pues esta historia ocurrió de verdad. Pero no nos adelantemos a los hechos.
La familia Botónes vivía cerca del Río De Piedra, detrás del castillo Cmielow. Después de la guerra había allí un molino de agua, pero desgraciadamente, se quemó. Ahora este sitio servía a los habitantes como área de recreación, paseos dominicales, a pie o en bicicletas.
Solo las hijas se nacían en familia Botónes. Tenían cuatro hijas: una hija mayor tenía doce años y una hija menor tenía solo tres años. Todas eran hermosas, tenían el pelo rubio con dorados, largos mechónes y los ojos de zafiro. Podrías decir que parecían como si fueron angelitos.
Vamos a la tienda – dijo la madre, Regina Botón a su media hija de edad de ocho años, Susana.
Necesitamos un pan para la cena.
Sí, mama. ¿Pero me comprarás alguna cosa?
Cada hija repetía la misma pregunta cuando señora Botón íba a la tienda de comestibles. Por eso cada vez Regina cogía solo una hija. Estuvo preparada para sus desos a fin de comprar algunos dulces. Si la madre llevara a tienda todas sus hijas, por supuesto no sería bastante el dinero para comprar alimentación.
¿Mama, a mí?¿A mí? - pidió al mismo tiempo Catalina en edad de seís y también una hija menor, Carolina.
Os voy a comprar algunos dulces, solo ¡estad obedientes y obedeced a su hermana mayor, Margarita!
¡Yo voy hacer la compra contigo! – chilló pequeña Carlita. Ella nunca sabía estar sentada en un sitio, era realmente un azogue.
No, hijita, tú vas de comprar con mama mañana – explicó Regina y al instante comenzó vestirse para salir de casa. Carlita no se sometió.
Yo no quiero ir mañana, ¡Carlita quiere hoy! - volvió a pedir otra vez.
Lola, mama volverá muy de prisa. ¿Qué quieres que te compre?
¡No, hoy! - lloró niñita, cogiendo los pantalones su hermana Margarita, que fue el testigo de esta escena. Margerita no dijo nada, tenía que hacer sus deberes que había empezado a escribir solo un rato antes. Su carácter presentaba modestia y la paciencia de un santo. Podía compartir con sus hermanas menores y más bien no reclamaba sus razónes. Ella también frecuentemente ayudaba a su madre en cuidar a Carlita y Catalina. Se daba la cuenta, que su madre había tenido la vida muy dura. Soñaba con un pequeño hermano en sus profundidades sueños. Además tenía una memoria de elefante y le gustaba aprender, pero a veces las hermanitas le molestaban con eficacia.
Pero, ¿que voy a comprarte a ti? - inesperadamente preguntó su madre. Entonces Carlita clamó muy fuerte: - Maaadre, yo quiero ir, ¡Madre, llevame! De hecho no había tiempo para hablar.
¿A mí? - Nada...puede ser un pirulí – al final dijo Margarita.
Bueno ¡mira a ellas! - Regina mostró con la mano a las hijas menores y salió muy rápido junto con Susana.
Lagrimosa Carlita se tumbó cerca de la puerta casí cerrada. Seguía llorando, sufriendo un desengaño y no se podía tranquilizar después de su derrota. Se podría decir que estuvo echo un mar de lágrimas. Al mismo tiempo Catalina en edad seís fue a la habitación, luego cogió una muñeca a sus manos y empezó a vestir y quitar el vestido de la muñeca. Charlaba con ella de modo que fuera dócil y no llorara. Al oír las palabras de su hermana, Carlita dejo de dar vueltas a pasado lentamente. Finalmente en el pasillo se hizo silencio.
Margarita afirmó que la situación se superó y fue a hacer deberes. Se sentaba en el rincón del cuarto y escribía las cifras a un cuaderno de matemáticas, de vez en cuando, calucalorando en voz alta. Al lado Catalina jugaba con su muñeca y después fue a la cama, y al esperar a vuelta a su madre, durmió el sueño del justo.
Pasó poco tiempo, solamente unos minutos. Margarita había hecho un ejercicio, se levantó de la mesa y fue al pasillo para controlar que pasaba con Carlita. Al ir, estaba segura que la muchacha hubiera dormido en el suelo que había ocurrido en pasado. Margarita con gran asombro afirmó que Carlita no estaba ahí y que la puerta se abrió. Se inquietó un poco porque no había pensado que Carla había abierto la puerta con tanto silencio, de modo que no lo había oído – ojalá haya estado pensativa – se justificaba, pero y un poco descayó de ánimo.
Madre Botón y Susana Botón estaban a 200 metros de casa, cuando vieron Margarita, que estaba corriendo hacia ellos. Regina empezó a sentir ansiedad, como si hubiera algo malo – sin duda Margarita no dejaría a dos hermanas menores en casa.
- ¡Mama, mama! - gritó Margarita por medio de lagrimas.
- ¿Qué pasa?
- Mama, ¡Carlita no está en casa!
- ¡Por el amor de Dios! ¿Cómo es posible?
- No lo sé, se haya huido...no está en ninguna parte, la había buscado – dijo Margarita y se tumbó a la tierra, desmayada.
Después de vuelta a la casa, que les llevó apenas dos ratos, Regina Botón y sus hijas se pusieron blancas como la pared.
- ¿Carlita, dónde estás? - la seguía buscando la madre y las hermanas.
Carla no estaba en ninguna parte: en la casa, en otros edificios, en vecindad.
Cuando Regina Botón verificó que su hija tampoco había estado en casa de su vecino, simplemente dio con la cabeza en la pared. Luego se sentó en la silla y al final de tan triste acontecimiento, se pusó a llorar.
El vecino, Stanislao Wozniak llamó a Policía.
- Diga...Comunico que una niña he desaparecido...tiene cuatro años...Carlita Botón...En Cmielow...¿Qué dirección? Un momento... ¿Cúal es tú dirección, Regina? Sí, calle Castillo 12...Bueno.
Policía con los perros llegó muy temprano. En cercanía de casa de Botónes ya había mucha gente. Pero nadie vio a esta niña. Luego llegaron de bomberos. A través de Cmielow de golpe y porrazo, íban los coches con señales de alarma: y bomberos y agentes policíacos. Unos rezfuerzos llegaron de Kielce y Sandomierz. Cmielow, el sitio dónde en el quinto pino, de un día para otro, todo se cambió. El tiempo apremió. Los señales de acustico distraían fuertemente los perros, de manera que daban aullidos y todo creaba la atmósfera horrible. Había ambiente igual de algún castillón medieval.
Todos sabían que tenían que darse prisa, porque la sobretarde llegaba temprano en april. Y las noches habían frías. Se hizo disperso que costaba cerca de 200 personas. Los padres Botónes tenían miedo: lo peor sería cuando un niño extraviado fuera al río y se cayera en el. Entonces no tendría probabilidad de sobrevivir, el río en este sitio había profundo. Sin embargo contaban que Carlita había ido a prado espacioso en terreno inundado y simplemente se encontraría.
- Conseguimos encontrarla antes de oscurecer – dijeron.
Después de dos horas de la búsqueda muy intensa la situación era fatal. Se hizo totalmente oscuro, pero no había rastro ni indicio. Los perros policíacos pasaban cerca del río, luego se marcharon en dirección hacia los prados húmedos y...dejaron rastro.
Sin embargo seguían buscandola.
* * *
Cuando pequeña Carlita salió de casa, a ella se le acercó una perrita mastiza, con oriental nombre Lena. Lena era perra extraviada que los Botónes ampararon hace un año. En pequeños pueblos no se compran los perros por medio de anuncios. Por lo general, los perros se presentaban por si mismo a poseedor, quién sería el primer hombre quién les daría de comer. Los Botónes le dieron de comer a Lena y por supuesto, ella ya se quedó. Lena, ya había sido la madre, quería a los niños, particularmente a Carlita. No era raro que Lena corrió hacia Carlita moviendo al rabo.
Cuando Carlita la acarició, Lena le agredeció, al lamerla a la mejilla, de modo que niña estalló de risa.
- Lena, vamos a la tienda. Allí está mi mamacita, ¿sabes?
En respuesta Lena movió el rabo con alegría.
De este modo Carlita decidió ir a ver a su madre. Pero, no se daba cuenta de que giró en la senda en dirección opuesta.
(Entonces Lena pensó: - voy con ella, no se sabe que nena pueda hacer, a lo mejor no dejarla sóla).
¡Vayamos perrita, vayamos! - ordenó Carlita a Lena, cuando estaban en el pequeño sendero que llevaba hacia los prados húmedos.
Hacía sol, por encima de los prados estaba oliendo el olor de hierba fresca. Carlita se estaba muy animada por esta aventura y se reía de si misma: por libertad, por primavera y por la sorpresa que haría a su madre.
Después de medio kilómetro, resultó que la senda se acabó muy pronto. Carlita no se fijó en esto y andaba por los prados. Cuando sus zapatos quedaron mojado, sintió que no sabía dónde actualmente estaba. Pero de algún modo ella llegó a la orilla del río.
(Lora sintió inquietud: ¡niña no vayas allí, por favor! Una vez nadé en el río y sé como hay que esforzarse para no ahogarse. ¿Qué podría hacer?)
Sin emabargo, Carlita recordaba estas hisorias que le había contado su madre, sobre los ahogados. Los ahogados se sentaban en el río y esperaban un momento, una posibilidad, para raptar a un niño. Lo temía.
- Lena, ahí están los ahogados ¿sabes? ¡Yo temo a los ahogados, porque ellos puedan raptar! - Carlita al mismo tiempo hizo la mueca muy amenazante. Ella quiso mostrar a Lena que se debía temer a los habitantes misteriosos del río. Parecía que, quizás Lena hubiera asustado a los ahogados y de repente se levantó y empezó a huir hacia los prados. Después de un rato detuvo y miraba a niña.
- ¿Te gusta persecución? ¡Te atraparé! - gritó en voz alta y realmente empezó a correr a través de las vegas hacia la perra. Después de 500 metros Carlita estuvo cansada y Lena terminó de escaparse. Ellos andaban a paso de tortuga. La niña y la perra estaban en sitio totalmente despoblado, dónde no pudieron ver ninguna casa.
( - ¿Y qué harémos ahora? - pensó Lena. ¿A dónde va esta niña? A decir verdad, sé las veo negras. No lo sé si hay que ir a casa, pedir ayuda o mostrar al ama de casa dónde está su niña. Pero... si no le puedo explicar, ella se queda sóla y puede ir al río. Le tengo que cuidar a la niña, por desgracia, no podría volver a mi señora. Si a la niña le ocurre algo malo, podría morirme de vergüenza. ¡Uh! Realmente llevaba una vida de perros, la vida muy dura...)
- Mama, mama – gritó Carlita, sabiendo que se perdió.
- Tengo sed – se quejó.
Lena solo miró lastimosa de hito en hito a niña, no pudo decir nada. Carlita se sentó en la piedra y la perrita se apretó. Descansaban.
Cuando casí empezaba a oscurecer, Carlita y Lena se llevaron y fueron más allá. Carlita solamente quiso a volver a casa. Lloraba en silencio:
- ¿Mama, mama dónde estás? Lena iba con el rabo entre las patas, le gustó dar aullidos pero sabía que asustaría a niña y empeoraría la situación.
Los prados habían infinitos allí y les parecían como un desierto totalmente despoblado. Al contrario este sitio había frecuentado por otros individuos: Lena ya olfateó un olor muy intenso de zorro. Las desgracias nunca vienen solas.
- Oh, un perro - dijó pequeña Carla.
(Este es el zorro – pensó Lena y afirmó en su convicción que hacía bueno no dejar a la niña en la estacada.)
Lena empezó a gruñir y ladrar. El zorro parecía como despreció ladrido, pero cuando veía la determinación de la perra, dio la vuelta cerca de 30 metros de ellas y desapareció en matorral de caña.
Se puso más oscuro. Carlita íba cada vez más lento, a decir verdad, solamente pateaba. Los prados se teriminaron y en lugar de terreno mojado se aparecieron unas pinas y guijarrales.
(- Ahora no tengo ni idea dónde estamos, nunca he estado allí - pensó Lena.)
- Tengo miedo – afirmó Carla a perrita.
Lena no dijo nada. Anduvieron más allá y en un momento la niña tropezó con la piedra y cayó en hoyo de guijarrales, pero no muy profundo.
- Auuu – aulló Lena que temía a la niña.
Por fortuna no era nada peligroso. Niña sacudió y sellevó, ni siquiera lloraba. Hacía muy valiente y resistente por las vicisitudes de la fortuna.
- Lena – dijo Carlita a perra - ¡Esperemos allí!
Se sentaron en este hoyo pequeño. Carlita se adosó su espalda en la pared de acantilado y Lena se puso en su barriga. La calentó a la niña. En este modo la muchacha se durmió. Lena no pegó ojo durante toda la noche. Aguzaba el oído.
El día siguiente casi a las 6 horas de la mañana, el policíaco encontró la niña que estuvo acostada en barranco, apretando la perrita. El niño sobrevivió, solamente estaba sucio, asustado y refrescado.
- Vamos a tu mama – dijo el polí. ¿De quién es este perro? - preguntó.
- El mío – dijo Carlita con orgullo.
- ¿Cómo se llama?
- Lena.
- ¡Lena, vayamos! - ordenó el polí y el perro, por supuesto, se subordinó.
*****
Gloria de Lena – el socorredora de niña propagó toda Polonia. Los periódicas escribían sobre ella, se hablaba sobre Lena, la pequeña protagonista, casi en todos programas informativos.
Sin duda, Lena partenece a raza de los perros protagonistas que son verdaderos amigos del hombre.
Lena obtuvo de autoridados unos kilos de salchicha... Uno lanzó de propuesta de construir en Cmielow el monumento de Lena.
De verdad, lo que pensaba Lena nunca sabremos. Podremos solamente perdernos en conjeturas. Pero una cosa es cierta. Los perros – al contrario de los hombres – no suelen necesitar sus monumentos propios.
,,La vida es puro teatro”
A la historia le gusta repetirse. Después de la Segunda Guerra Mundial, las casas alrededor del casco antiguo en Cmielow estaban ocupados por los judíos y también por los polacos. Pero los judíos fueron sacados de sus casas por la fuerza, en manera hitleriana, por la esfuerza brutal. A la gente que no quiso salir fuera los hitlerianos la mataban en este sitio. La sangre se infiltró en no pocas paredes del edificios de ghetto y dejó de una vez para siempre. El día 16 de octubre en 1942 año para la sociedad Judía de Cmielow fue afectado realmente como ,,los días terribles”, aunque no era el tiempo de las fiestas tristes como Rosh Hashana o Jom Kippur. Este día fue realmente el día de ,,disolución definitivo en cuestión Judíos”, como decían los Alemanes de su acto de crueldad. Este ,,problema” con los judíos en sociedades centroeuropeos ya había solucionado en los pueblos alrededores: en Wasniow, Kunow o Ostrowiec. Por eso era cuestión de tiempo que los días de los judíos de Cmielow eran contados. Simplemente, tarde o temprano la catástrofe había tenido que llegar.
Por supuesto podemos imaginarnos como transcurría esta mudanza de Cmielow al campo de concentración en Treblinka, del mundo de vivientes al mundo de fallecidos. Los hitlerianos siempre asombraban por su regularidad y estabilidad, haciendo el arte de matanza hacia un proceso sinceramente fabril.
Primero, todos los judíos tenían que ponerse la banda amarilla con estrella de David. Para que todo gente pudiera saber que estas personas eran judíos.
Luego se hacía ghetto. Para que todos los judíos estuvieran en el mismo sitio, como se dice ,,a mano”. Pues los hitlerianos establecieron en espacio pequeño cerca de 700 judíos en centro urbano y parte oriental de la ciudad. Aún se llevaron los demás de Radom y Viena. En realidad el establecimiento para unos que vivían en otra parte de la ciudad fueron echados de la casa. Para otros fue condena a estrechez de la vivienda. Bajo el mismo techo vivían junto algunos hijos, abuelos y adultos. Además se tenían que compartir refugio con los demás que llegaron. Se carecía: el suelo, el oxigeno, los medicamentos y los productos. No faltaba: las enfermedades, el hambre, la extenuación y las muertes la gente débil.
Luego se cerró el ghetto con la intención de que los judíos no huyeran y no se dispararan. Se prohibió salir del ghetto. La escapada significaba la pena: la pena capital de muerte. Cada persona que acogería algun judío, conversaría con él fuera del ghetto o cedería el paso en acera (se les prohibió a los judíos andar en aceras) y también le ayudaría a algún judío – se puso fusilar. Esta gente que vivía dentro de los muros de ghetto, con espanto esperaba su destino. Como el hombre que andaba en oscuridad y se estaba haciendo sensible por algun pequeñito murmullo, escuchaba atentamente cada noticia, cada señal que podía decidir de su vida. De su muerto.
Todos sabían perfectamente que ocurría cuando a pueblo viniera destacamento de Letónes o Ucranios vestidos en uniformes negros y gorras con calaveras. Los más desesperados de esta situación eran hombres que tenían hijos, perdían los sesos y no sabían que hacer para que los salvaran. Los destacamentos no conocían ninguna piedad y eran famosos por sus crueldad.
A mediados de octubre, igualmente de hoy, el sol brillaba fuertemente. En la madrugada el sol despertaba perezosamente, mandando rayos de luz entre nubecillas. De verdad, en los pueblos polacos el otoño podía ser muy bonito. Entonces los árboles mudaban de colores: los arces de hojas amarillas y rojas, los castaños de hojas bronceadas y los abedules – de verdeceladónes. El bosque de pinos que estaba bramado detrás del mercado, en la segunda orilla del Rio de Piedra, llevaba un soplo del aire despejado y intenso. Los hilos de veranillo de San Martín ondeaban en el aire y se llevantaban sobre los arbustos. El viento silbaba un poco como un pequeño pastoriño quien tocaba la flauta conduciendo las vacas en la prado. Se parecía que en el aire se oía silencio absoluto y tranquilidad agradable.
Pero...no, de repente todo se cambió a peor. Primero los pájaros inquietos que habían vivido en robles alrededor de la iglesia, volaban. Los gorriónes colectivo saltaban volando de los árboles de la calzada. Los mirlos separadamente partían a toda velocidad por encima de tejados, no se paraban ni siquiera al lado de los serbos. Los perros se pusieron a ladrar, estaban saltando sobre las vallas y aguzando las orejas al lado de la carretera hacia Ostrowiec.
Cuando los perros callaron de repente por un momento, se puede oir la causa de sus ansiedad. Por lo tanto, cada vez más claramente, se oía algun sonido. Después ya se fue conocido que lo era el pateo de las muchas piernas y zumbido del motores. Alguna bandada íba en camiónes y en motocicletas. La mayoría de ellos andaban, taconeando un ritmo con los tacones. Eran exactamente los soldades que se vestían de uniformes negros y que tenían gorras con calaveras.
A continuación, alrededor de media hora después de la madrugada en Cmielow se podía oír unos gritos de entes asustados, unos chillidos de niños, unos disparos de fusil, unos ladridos de perros, maldiciónes alemanes, otra vez unos disparos de fusil, unas griterías alaridos, unas llamas en algunas casas, un rugido de motos y de nuevo los unos. Desplazamiento junto con matanza y robo duraban unas horas. Atormentadores en uniformes negros corrían por las calles del ghetto. Se podía ver los hitleríanos también fuera del ghetto, en el Mercado Central determinado como el lugar de asemblea de todos los judíos. Este sitio en alemán se llamaba umschlagplatz. Muchos hitlerianos corrían por las calles de la ciudad buscando a unos ocultos, prosiguiendo los refugiados, disparando a ellos en furia.
Los olores de la sangre y el fuego, las camisas negras impregnadas de sudor y las lagrimas de niños, todo se mezclaba en aire. Y además todo ocurría sin misericordia. Pues los hitlerianos asesinaron Danusia Brykman en su seis años o el comerciante Szymon Lipszyc en su sesenta y tres años, violaron y la mataron a Ethel en su edad de veintitres años que era la madre de dos pequeños niños. Cuando su hermano quiso protegerse, fue matado de un tiro.
Helena Bronska – una polaca a las siete años notó casi todo lo que había ocurrido. Era sentada debajo de la ventana. Observaba la situación a través de rendija en la ventana. Los padres le habían prohibido salir de casa. Ellos también eran sentados en el umbral, cerca de la puerta cerrada. La madre rezaba a Dios con el rosario en sus manos, el padre sólo guardaba silencio sepulcral y aguzaba el oído. En otra parte de la casa donde vivían los vecinos, Jaworski, la puerta no estaba cerrada. El vecino estaba de pie y los observaba a los hitlerianos que llevaban a los grupos sucesivos a umschlagplatz. Fue el sitio donde concetrabana a la gente antes del transporte al campo de concentración. El vecino tenía curiosidad por lo que pasaba. Los grupos de judíos con sus maletas y hatillos se sentaban en el centro del mercado. Ellos estaban rodeados por los ametralladores preparados para el disparo. Uno se daba cuenta de que los hombres estaban deprimidos. Estaban casi resignados de modo que no sabían donde meterse. Se sentían muy agotados, al ver la muerte a sus cercanos y temblaban de miedo.
Después de unos minutos tuvo lugar algo totalmente inesperado. Un hombre joven quien se sentaba en esta parte del mercado, se levantó de la tierra y íba corriendo hacia la casa de Jaworski. Este muchacho era comerciante joven muy majo y conocido en todo pueblo, que se llamaba Jacob ,,Kovka” Maizels. Kovka siempre era animoso a causa de su padre Haim, quien había sido oficial en activo y le entregaba a su hijo los mejores rasgos...Todo ocurrió muy rápido como un relámpago y aun Jaworski no alcanzó reaccionar, pues pareció que había querido cerrar la puerta muy pronto, pero no lo alcanzó. El judío joven entró corriendo a su casa y dos soldados acudían uno tras otro detrás de él. Jaworski se cambió en un segundo de hombre interesado por crimen en viejo asustado por su muerte. Su cara estuvo tomando una pose tan disculpada como quiere decir a los criminales nazis: ,,yo no quiero dejar entrarle en su casa”. Pero un SS no exigió ninguna explicación, simplemente apretó el gatillo y cañon del fusil echó fuera de plomo y Jaworski cayó de plano debajo de escalera.
Al verlo, Helena gritó. Sus padres entraron corriendo a la cocina, la cogieron a la hija y sentaron juntos en el suelo, debajo de la pared. Al respirar pesadamente y aguzaban el oído. La madre estaba al límite de su fuerzas y por eso no rezaba en voz alta.
Los hitlerianos entraron volando a la casa de Jaworski. Se podía oir el grito inhumano de la gente quien exactamente estaba matado. No había oído los tiros. Quizás Kovka hubiera huido del pasillo y los SS lo matara a golpe. Después de tres minutos los nazis salieron fuera. Uno de los hitlerianos dio puntapiés el cadáver de Jaworski, otro sacudió su uniforme militar de sangre. Después de un momento ellos vinieron triumfalmente hacia sus amigos quienes estuvieron de centinela en el mercado. Los nazis se sonrieron. Entonces ningun judío que estaban sentado en el mercado se arriesgaba de levantar la cabeza. Todos sufrían su desesperación inexpresable en silencio.
Luego Helena miró por la rendija de la ventana? Adónde los judíos estaban llevados. Una parte de ellos fue colocada en los camiónes, otra parte íba a pie. Todo se terminó atardecer. Sólo dejaron pocos cuerpos. Los padres de Helena lo cogieron el cadáver de Jaworski a su casa y pusieron en la cama, encendiendo el cirio. El cuerpo de joven Jacob Maizels los padres de Helena se lo llevaron afuera, al mercado y y pusieron al lado de otros. Al día siguiente irían allí otros judíos quienes los hitlerianos habrán constreñido a limpiar.
Al dia siguiente en la madrugada Helena vio una mancha roja en lasa de Jaworski, en la pared arriba del pasillo. La mente y la memoria de los niños eran muy sensibles. Ella recordó bien esta vista y por eso aquella escena de sangre le acompañaba durante los siguientos años. No podía olvidar la escena de delito y esta mancha, lo que veía en sus sueños y reminiscencias, aun muchos años después de la guerra.
*****
La segunda guerra mundial se acabó y el pueblecito cambió. Allí no habían los Judíos, muchos pisos tenían nuevos inquilinos. Las padres de Helena ocuparon la parte de edificio el que llamaban la casa de Jaworski porque quisieron tener más sitio. Su parte de casa la destinaron a la dote de su hija.
Después de diez o veinte años Helena se casó y dio a luz a su hija. Luego, después de varias años se hizo la suegra y más tarde – la abuela. Como se dijo, la vida seguía su curso.
La hija de Helena, Isabel, por desgracia, no era la hija responsable. Le gustaba estar en mala compañía de los hombres alegres y hacía los problemas educativos. Su padre era extenuado por las enfermedades y no se arreglaba con Isabel. Algún día, cuando Isabel huyó de la casa para unos días y su padre quien no sabía donde ella estaba, él murió por el infarto del miocardio.
Luego Isabel estaba embarazada. El padre de su hijo era un hippie quien no tenía ningun trabajo ni ganaba de trabajo. En general, le gustaba mucho la vida con su compañía y alcoholizarse. Después de poco tiempo Isabel también empezaba a embriagarse y no siempre volvía a casa por la noche. Su hija Ana íba a pasar la noche a casa de su abuela. Helena no podía mirar cuando su hija desperdiciaba su vida. Íba a la iglesia a menudo y rezaba por su hija para que desviara del camino inconveniente. Siempre le hallaba consuelo la confesión y la comunión. Durante una confesión en devociones del marzo la cura le aconsejó que ella no debía, como una católica, estar inactiva y no hacer nada con lo malo en su familia.
Después de unos años, cuando en casa de su hija echaban a alborotar, Helena lo echó a su yerno fuera de su casa. Helena dio a Isabel elegir: o se dedicaría la educación de su hija o tendría que ir fuera. Podíamos decir que Isabel estaba entre la espada y la pared. En total eligió la vida con su marido. Las desgracias nunca vienen solas. Isabel alquiló el piso en Ostrowiec y empezaba a trabajar como costurera de ropa en la fábrica textil. Su marido no trabajaba en ninguna parte, solamente solía ir a las madrigueras, así que era difícil encontrarlo sobrio. Sus mejores compañeros eran los peores criminales de la ciudad. Parecía como la gente de las años sesenta: llevaba todo el tiempo los cabellos largos y la barba un poco cana y además vestía los pantalones pasados de moda, ensanchando en perniles. Parecía muy extravagante como Woody Allen en sus primeras películas.
Un día de otoño, debajo de la taberna mala famosa, bajo de nombre ,,Del parque” el yerno de Helena armó el escandalo y le echó una bronca a su borracho compañero debido a la pérdida en cartas.
-¡Estás engañador! - gritó el amigote borracho.
El yerno tenía otra opinión en este asunto.
-¡Cierra el pico! ¡Cállate o vas a lamentar! - amenazó sin rodeos también borracho el marido de Isabel.
En algún momento el amigote le cogió por la ropa y echó tirarse uno a otro. Entonces el marido de Isabel sacó el cuchillo y acabó de blandirlo. Él quiso desanimar el agresor. Sin éxito aquel hombre estaba tan borracho que perdió su instinto de conservación. Se movió otra vez hacía el cuchillero que en tan poco tiempo ya no llegó a retirar la mano y...el amigote se desprendió a la tierra. La mancha roja de color claro contrastaba de color negro de la chaqueta y parecía como un cuero negro y rojo del toro al que el matador clavó la espada hasta la empuñadura durante de la corrida. El marido de Isabel se desemborrachó en un par de segundos. Desgraciadamente, había tan tarde.
Después el yerno recibió la sentencia: 25 años de pena de privación de libertad. Isabel volvió a casa de su madre y vivía en casa de Jaworski. Aunque no había la paz.
*****
Cierta noche Helena se había sentado con su nieta de diez años en su habitación. Helena estaba viendo mientras que su nieta Ana hacía los deberes. Detrás de la ventana se oyó el sonido del portillo. Alguien lo abría. Helena miró por la ventana y vio a su hija que conducía algún hombre borracho, y al que invitaba a su casa. Entonces Helen comenzó a pensar que su hija otra vez había tomado mal camino y que no podía esperar nada bueno. Como su nieta estaba haciendo los deberes y no veía nada, por eso Helena no fue a la hija para tener quejas de ella. La abuela tenía las manos atadas. Sólo dijo a si misma: ,,al fin y al cabo mi hija era mujer adulta y no la puedo persequir a ella por toda mi vida. Pero...cuando me pida que le haga un favor........nada de eso.”
Detrás de la pared se olleron risas contenidas y resonaciónes de buenos divertimientos. En un momento todo quedo en silencio.
El concubino se quedó en casa de Jaworski hasta el día siguiente. En contraposición a marido de Isabel era un hombre que había ido al trabajo. Pero, como cada albañil y tanto como su marido, a ella le gustaba beber alcohol. A él también le gustaba maldecir y mostrarle a Isabel quién gobernaba en casa. En resultado, Isabel a menudo tenía las ojeras y las tumefacciónes en su cara. Como su madre no hablaba con Isabel, no había dicho nada y la miró a ella con mala cara. Isabel puso al mal tiempo buena cara. Las mujeres sólo se comunicaban por medio de la hija, Ana.
Entre los vecinos el concubino tenía el apodo el borrachito, pero siempre les decía buenos días y más bien era amable y atento. También saludaba a Helena pero a veces ella no le contestaba. Cuando el albañil bebía alcohol, Isabel íba a chismonear a las tiendas. De vez en cuando ella bebía alcohol cerca de la tienda con algunos amigos. El albañil se ponía sospechoso.
Un día el albañil le pegó a Isabel muy fuerte y de modo que la llevaron al hospital. Desde ese día Helena nunca le saludaba. Pero Isabel se negó a prestar declaración. Volvió a casa y todo parecía normal. Su vida sería como siempre, pero el albañil supo que Isabel había sido infiel y le seguía engañando con otro hombre. Quizá fuera verdad o quizá no. Era muy difícil luchar contra los chismes. Al principio el albañil no lo creía pero bebía mucho vodka pura. Después de poco tiempo, decidió poner en claro en asunto. Se pelearon. Allí habían los gritos muy frecuentes. Helena y su nieta oían todo. Aquel día había mucho ruido y por eso ellas no pudieron dormir.
Isabel dijo muy nerviosa:
¿Sí era verdad? ¡Es mi vida! Tú puedes hacer las maletas y no me importará nada.
Entonces el albañil cogió el cuchillo. Isabel huyó al pasillo. Se encogió en el mismo rincón que, cuarenta años antes, Jacob Kovka Maizels.
El loco totalmente borracho terminó con la vida de la pecadora de Isabel.
Todo el pueblo muy pronto se enteró lo que había ocurrido. Pero nadie evidentemente le compadecía a la muerta. Como el albañil tenía el derecho de vendetta y tenía la autorización de elegir entre la vida o la muerte para su mujer. Nisiquiera el sacerdote durante la misa dominical no dijo nada sobre este homicidio. Quizá hubiera debido decirle a la gente que estaba en la iglesia llena:
,,- Lo sucedido no es el primer caso.
. ¡Vosotros, prójimos de nuestro pueblo, no teneis que amaros especialmente, pero por fin dejad de matar el uno al otro!” Era la buena ocasión para recordar el quinto mandamiento.
El entierro de Isabel para Helena y su nieta Ana era un mar amargura. Muchas veces Helena tenía que mirar a la muerte. Creía que era injusto y tenía quejas de Dios. De Jaworski, de Kovka, de sus padres y de su marido y por fin de su hija. Esta situación era muy difícil para una madre que la sobrevivió a su hija y por supuesto era un golpe duro para ella.
Cuando Helena y su nieta volvían del funeral, percibieron de lejos en el muro de su casa, abajo de la puerta de la entrada, alguna mancha roja.
- Esto es increíble – pensó Helena – antes ahí no había nada parecido.
Como un mal sueño a Helena le volvieron a su memoria los imagenes de su infancia: la imagen de la mancha...la vista de la mancha roja en la pared.
- Esta casa es estigmatizada, es maldita. ¡Vamos a venderla! – le dijo a su nieta.
Después de poco tiempo a la casa de Jaworski se alojó un nuevo inquilino con su familia. Antes se había hecho la reparación de esta casa y se había areglado el estucó la fachada.
Pero la mancha roja abajo de la puerta sin embargo no desapareció y queda alli hasta el día de hoy.
Había cambio de impresiones
Agudo como espina
Y haciendo sus maletas vacías
(Hay unos días
Llenos de truenos
Y después arco iris...)
Hoy hago las maletas otra vez
Y de abrazos de mi madre
Echo en brazos de la vida
En la maleta
Tengo amigos dos
El corazón herido
Y sus lágrimas solícitas
Mañana…
Yo buscaré en balde
Sus caras…
No
- significa de ningún modo
con ningún condición
ni un grano
Deseo
- todos que faltan el corazón
la avidez borracharse
hasta perder el conocimiento
de néctar apasionado
la boca madura
Esposa
- una mujer cual quería
arreglarse la vida
puso bajo de baldaquín
en traje blanco
como la nieve
y juró la fidelidad
Ajena
- un objeto de propiedad
no lo comprendo
en cierto tiempo mía
murmuraba a mi
las palabras cariñas
extindiendo sin fuerzos
bajo de mi cuerpo
Cuando la vea
No pensaré
En el poseedor
Ella tampóco…
para Tomek Jaworski**
Al amanecer se sentó a la mesa
Rayos de luz tempranos
Reflejaban en vaso de cacao
Su cara sonrisueña
Abarcaba con la vista
Materna y solicita
¿A quién serás mi hijo?
¿ Si ayudarías algún día
A su madre vieja y enferma?
*****
Moisés segunda vez
Respondió a un llamamiento de Montaña
Se puso la levita de camello
Y estuvo andando
Apoyandose en bordón
*****
El día siguiente
En vez del pedazo de pan
Que estuvo untado
con mantequilla tierna
Tomás recibió un puñetazo
Se le encendió la sangre clara
¿Dónde estás mi hijo?
Mama va a ver contigo tan fuerte
¡Vuelve! Estoy agotándome
Para llorar…
****
Moisés cayó de bruces
Sin embargo Señor
Ya nos habías dado
Los mandamientos
Voz de mata llameando preguntó
¿Cuál mandamiento
Era muy importante?
- El mandamiento que trata
De amor a Dios y su prójimo
Asombrado replicó anciano
****
Los cardos comilónes
Rodearon la violeta de campo
Y acuchillaron riendo
El filo de acero tuvo sabor de mostaza
Y el cardo dijo:
- Arrancamos la mala hierba
****
¡Oye Moisés!
Ve a esta tribu de víboras
Quien sin cesar tiene prisa
Prosiguiendo a sus lascivias
Di a ellos
Que modificé la interpretación
Que ya no exigía
Para que os amarais
Di a ellos
Que por fin dejarían de matarse
Unos a otros
Este es el mejor mandamiento
¡Sólo te apresura Moisés!
** Tomek (Tomás) Jaworski – el bachiller de Varsovia que había matado sin causa durante su fiesta después de bachillerato.
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