Ruta Turística de Don Quijote
RUTA TURÍSTICA DE DON QUIJOTE EN COCHE
La ruta recorre los espacios donde suceden las aventuras de Don Quijote y otros acontecimientos cercanos que tienen en la actualidad un interés cultural, patrimonial, artístico, paisajístico, gastronómico… y que merecen ser visitados.
La ruta discurre por varias provincias y recorre algunos de los parajes y poblaciones que mejor definen su paisaje, carácter, arquitectura… y que le ha dado fama universal.
Iniciamos la ruta de Don Quijote en Toledo, la capital de Castilla- La Mancha, declarado en su totalidad Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Podemos disfrutar de una amplia varied de monumentos arquitectónicos.
La ruta la iniciamos saliendo por la autovía de los Viñedos en dirección a Consuegra, una de las puertas de entrada a la Mancha y continuaremos visitando pueblos como : Puerto Lápice, Villarta de San Juan, Villarrubia de los Ojos, Malagón, Daimiel o Ciudad Real, visitaremos uno de los humedales de Europa: las Tablas de Daimiel.
Continuamos hacia Campo de Calatrava, donde soñares con: volcanes, castillos, ventas, casas señoriales, espacios mágicos.
Continuamos hacia el sur y llegamos a Sierra Morena pasando por la capital de vino de la Mancha, por la plaza de Toros-Santuario más antigua de España y sorprendiéndonos con un Palacio Renacentista.
Continuamos hacia los Campos de Montiel, visitaremos las Lagunas de Ruidera, llegaremos a grandes poblaciones del Campo de San Juan.
Vamos a visitar las "ventas" que Don Quijote imaginó castillos; rebaños que confundió con ejércitos y cuadrillas de penitentes que supuso que eran secuestradores de distinguidas mujeres...
La ruta que proponemos zigzaguea por La Mancha y la recorreremos en cuatro etapas:
Puerto Lápice-Belmonte
De Puerto Lápice a Belmonte, pasando por Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, El Toboso y Mota del Cuervo.
Tomamos la autopista Madrid - Andalucia y paramos en Puerto Lápice, donde iniciamos la ruta.
En este lugar en el siglo XVIII, estaban las ventas de Puerto Lápice, que se convirtieron en municipio en tiempos de Carlos III.
Junto a su Iglesia Parroquial, de Nuestra Señora del Buen Consejo, hay una escultura de Don Quijote y una venta que lleva el nombre del Hidalgo. En el mismo patio, al lado de un brocal de pozo y un bebedero de piedra, hay una estatua metálica del caballero, que nos hace recordar el momento del inicio del periplo de Don Quijote y su graduación como caballero andante.
Es esta la venta, que Don Quijote imaginó como la fortaleza, donde fue nombrado caballero por un ventero, que él imaginó gran señor y en presencia de dos “mozas de partido” que iban camino de Sevilla.
De Puerto Lápice continuamos en dirección a Alcázar de San Juan. El primer pueblo que encontramos es Herencia, pueblo muy ligado al azafrán . Podemos visitar la iglesia de la Inmaculada.
Poco más adelante está Alcázar de San Juan
Alcázar de San Juan compite con Alcalá de Henares en ser el lugar natal de Miguel de Cervantes, pues en 1748 se descubrió en la Iglesia Parroquial, una partida de bautismo de un tal “Miguel de Cervantes Saavedra”.
Los monumentos de Alcázar de San Juan son:
Restos del palacio del Prior.
Las iglesias de la Trinidad, Santa Quiteria y San Francisco.
Continuamos unos siete kilómetros y llegamos a Campo de Criptana, donde podemos divisar un magnífico conjunto de molinos de viento, donde hubo hasta cuarenta molinos de viento y hoy solo quedan diez. tiene ya unos quinientos años.
En el lugar, aparte de cierta arquitectura religiosa, destaca el Pósito, del siglo XVI.
Saliendo hacia por la carretera a Pedro Muñoz, a unos dos kilómetros aparece el santuario de la virgen de Criptana, donde estuvo el castillo, y en cuyo entorno se han hallado restos provenientes hasta de la prehistoria. A su lado surge una carretera que va en dirección hacia el norte, que nos permitirá llegar a otro pueblo mítico: El Toboso.
En el medio del camino, el viajero se sorprenderá al pasar ante una inmensa granja de avestruces, que lejos de llevarnos el pensamiento hacia los días de Cervantes nos lleva a los ámbitos centroafricanos. (Aunque el avestruz aparece varias veces en el libro, en labios del Quijote y de Teresa Panza, e incluso al referirse cervantes al Quijote apócrifo escrito por un individuo de Tordesilla, con pluma de avestruz grosera")
El Toboso es un lugar de mucho encanto, no sólo por ser un lugar cuidado, sino –sobre todo- por ser la cuna de Aldonza Lorenzo, la “princesa Dulcinea del Toboso”.
Don Quijote pensó que un caballero sin amor era como un árbol sin fruto o un cuerpo sin alma. Según el relato, en un lugar cerca del suyo hubo una mujer, Aldonza Lorenzo, de quien él un tiempo estuvo enamorado. La llamó Dulcinea del Toboso, señora de sus pensamientos.
La patria de Dulcinea, apenas tiene ahora unos 2.000 habitantes. En ella el viajero verá la casa de Dulcinea, que para los lugareños es el lugar donde habitó la princesa de los sueños del loco caballero. Se trata de un noble edificio del siglo XVI, que alberga un museo de carácter etnográfico.
En las cercanías está el convento de las trinitarias, de sencilla y austera arquitectura herreriana. También está próximo el de las franciscanas, con aire recoleto. En la magnífica plaza un Don Quijote metálico se humilla en amores ante la princesa local.
Está bien cuidada la plaza, con bellos edificio, entre ellos un museo cervantino, y con la poderosa iglesia parroquial de San Antonio Abad. Del siglo XVI, y de notable grandeza.
El pueblo está cuidado, y agrada la blancura encalada de sus casas.
Siguiendo en dirección oeste, a unos doce kilómetros podemos llegar a Mota del Cuervo, donde nos encontraremos con otro buen conjunto de molinos, en un cerro dominante, a la manera de los de Consuegra o Campo de Criptana.
En Mota hay una gran tradición alfarera, en la que eran las mujeres las artesanas, las cantareras.
En lo que respecta a la arquitectura, lo más destacado es la iglesia parroquial de San Miguel, construida entre el XV y el XVII. De fuerte torre y sendas portadas.
El punto final de esta primera etapa es Belmonte, un lugar de unos 2.000 habitantes pero que conserva huellas de un pasado ilustre, en el que se incluye su cualidad de villa natal de Fray Luis de León.
Lugar íntimamente vinculado al marquesado de Villena, creció a la vera de poderosos castillo y la iglesia colegiata.
El castillo, visitable, es del siglo XV, construido sobre otra fortaleza medieval anterior. Tiene aires góticos y mudéjares. Se conserva en buen estado.
La colegiata de san Bartolomé, es gótico-renacentista, un buen coro, retablo barroco e interesantes obras de arte y orfebrería.
Aquí nos encontraremos aún con elementos defensivos medievales, con el palacio del infante Don Juan Manuel, la casa de Fray Luis de León y otros edificios religiosos.
De Belmonte a Ciudad Real
De Belmonte a Ciudad Real, pasando por Pedro Muñoz, Tomelloso, Argamasilla, Manzanares y Daimiel.
Iniciamos la segunda etapa en el histórico lugar de Belmonte, provincia de Cuenca, para avanzar esta vez hacia el oeste, en dirección a Pedro Muñoz, ya en Ciudad Real.
Pedro Muñoz, con unos 7.000 habitantes, destaca por su interés ecológico. En su entorno hay una abundante serie de lagunas, que en algún momento fueron foco de epidemias y que hoy está poblada de especies como flamencos, malvasías, garzas, fochas, aguiluchos, avefrías, cigüeñuelas, etc.
Avanzando hacia el suroeste llegaremos, unos 30 kilómetros más adelante a Tomelloso. Tiene unos 30.000 habitantes y es auténtica capital económica del entorno, merced, sobre todo, a la producción vinícola.
Tiene el pueblo escasa historia. Vinculado en sus orígenes a la ganadería, dependió de la Orden de Santiago, y sólo despegó demográficamente a partir del XIX, cuando la plaga de la filoxera destrozó los viñedos franceses y aumentó la producción vinícola de esta zona.
En el subsuelo de su estructura urbana –relativamente caótica- existen numerosas bodegas. En la plaza de España está la tradicional Posada de los Portales, la Iglesia Parroquial y el airoso ayuntamiento local. La ciudad dispone también de un museo dedicado al pintor Antonio López.
Seis Kilómetros hacia el oeste de Tomelloso está la localidad de Argamasilla de Alba, población de unos 6.000 habitantes, principalísima en esta ruta quijotesca.
Y es que en Argamasilla de Alba esta la casa Medrano, en cuyo subsuelo –la cueva Medrano- estuvo preso Miguel de Cervantes. Y donde pudo empezar a escribir el Quijote, según la tradición.
Dícese que la prisión se debió a negociados “de faldas”, al parecer con doña Magdalena de Pacheco, hermana de Don Rodrigo de Pacheco, a quien algunos autores consideran modelo que inspiró a Cervantes para crear el Quijote.
Al lado de la carretera que cruza a la villa aparece la iglesia de San Juan Bautista, que se comenzó a construir en 1542, por Juan de Ornero. En siglos posteriores continuó construyéndose, pero aún se observa su estructura inacabada. Su poderosa torre domina el ámbito urbano, Ante ella se expande un recoleto jardín.
La población tiene también la llamada Casa del Bachiller Sansón Carrasco, aunque actualmente está, por desgracia, en estado ruinoso.
Siguiendo hacia el oeste, la ruta nos lleva tras unos 30 kilómetros de soledades a Manzanares, población de unos 20.000 habitantes que mantiene cierta pujanza por su punto de entronque viario y por la producción de la zona, agrícola y ganadera.
Zona de paso de la Cañada Real Soriana, perteneció en el medievo a las órdenes de Santiago y Calatrava, para ser luego señorío de Álvaro de Bazán.
De sus monumentos destaca la iglesia de nuestra señora de la Asunción, de aires catedralicios, de los siglos XIV y XV, con altiva portada plateresca.
Completan la oferta monumental el convento de las descalzas, de fachada barroca, algunas casonas, y el humilde castillo de Pilas Bonas, originariamente vinculado a la orden de Calatrava.
En sus alrededores están Membrilla, con la ermita del Espino y la iglesia de Santiago, y La Solana, donde merece la pena ver la Plaza Mayor, con una notable iglesia de Santa Catalina, originaria del siglo XV.
Desde Manzanares avanzaremos de nuevo hacia el oeste, 21 kilómetros, hasta llegar a Daimiel.
La iglesia de Santa María la Mayor, gótica, del siglo XIV es notable; con su fuerte torre, de cuatro cuerpos, y con notables puertas, una de ellas renacentista, de tres arcadas.
No menos fortaleza presenta la torre de la iglesia de San Pedro, que se inicia cuadrada y se transforma en octogonal. La iglesia, de bóvedas de crucería, corresponde al siglo XVI.
Pero Daimiel es famosa hoy por sus famoso humedales, las tablas de Daimiel son uno de los ecosistemas ligados a las zonas húmedas continentales, en la confluencia de los ríos Ciguela y Guadiana. Hay gran variedad de aves acuáticas: somormujo lavanco, el zampullín, garzas, garcillas, martinetes y diversas anátidas. Ocupa el parque unas 2000 hectáreas. Dispone de centro de interpretación.
Finalmente, cerramos el segundo día de la ruta de Don Quijote, en Ciudad Real. Tal vez el cansancio no nos invite a visitar la ciudad, sino a solazarnos en alguno de los restaurantes con una excelente cena que nos reponga fuerzas. Es un buen lugar para gozar de la gastronomía manchega, que se debe acompañar con vinos de la zona, que van mejorando de año en año.
El día ha sido intenso. Ral vez convenga dejar la visita a la ciudad para la mañana siguiente.
De Ciudad Real a Valdepeñas
Ciudad Real, Almagro, Corral de Calatrava y Valdepeñas.
La tercera Jornada la comenzamos en Ciudad Real, para llegar, siempre en dirección este, hasta Valdepeñas.
Un gran cerro coronado por una bella ermita y los restos de fortificaciones marcan el origen de Ciudad Real. Es Alarcos. El yacimiento permite ver materiales de diversas épocas, desde la Prehistoria hasta la actualidad. Allí se han encontrado restos referentes a la Edad del Bronce, la del Hierro, Edad Media, Moderna y Contemporánea.
Alarcos era la ciudad fortificada que controlaba esta parte de la meseta sur, al sur de los Montes de Toledo, después de la conquista de Toledo por Alfonso VI.
El avance cristiano indujo en el siglo XII a los reinos de taifas a pedir ayuda al sultán almohade Abu Yaqub, quien llegó desde Marruecos al mando de un gran ejército. Alfonso VIII intentó detener su avance antes de Toledo y presentó batalla en este lugar. La victoria de los musulmanes(1195) fue grande y sangrienta. Las defensas cristianas se retiraron hasta detrás de la Línea del Tajo y la Reconquista quedó paralizada durante unos años.
Alarcos era la ciudad fortificada capital de la región sur de Toledo. Tras ser destruida, se fundó en la nueva población, Ciudad Real (denominada antes Villa Real).
Hay allí un parque arqueológico interesante, clave para conocer la historia de la Reconquista española.
San Pedro es la iglesia más valiosa y bella de Ciudad Real. Es monumento nacional. Un templo espacioso: tres naves cubiertas de bóvedas góticas. La edificación corresponde a distintas épocas, desde el siglo XIV hasta el XVIII, cuando se hizo el fornido campanario, en cuyo chapitel pueden verse las llaves y la tiara de san Pedro.
La catedral no tiene una gracia especial. Es gótica. Sólo tiene una nave, aunque muy grande. La Iglesia de Santiago, con la sencillez de la piedra más humilde y el ladrillo es una construcción armónica del siglo XIV. Ante su puerta una bella plaza, bella por su sencillez.
Poco queda de los recintos defensivos de la ciudad. Lo único que atestigua sus defensas es la Puerta de Toledo. Combina armoniosamente el arco de herradura, de sabor árabe con los góticos de factura cristiana, como una bella metáfora del mestizaje cultural de la península en el Medioevo.
Entre otros lugares de interés, cabe citar el Museo del Quijote, dedicado al caballero de la triste figura. Tiene diversos elementos de interés, una buena biblioteca y un Centro de Estudios a este personaje literario de hondo sabor manchego.
Dejamos Ciudad Real por la carretera de Miguelturra
En el Quijote también aparece el nombre de esta población, cuando un labrador “de muy buena presencia” a quien “de mil leguas se le echaba de ver que era bueno y buena alma” dijo a Sancho: “Yo, señor, soy labrador, natural de Miguel Turra, un lugar que está dos leguas de Ciudad Real”, a lo que sancho replicó: “...sé muy bien a Miguel Turra y que no está muy lejos de mi pueblo”.
Pues bien, de Miguelturra son famosos sus carnavales y su gran iglesia barroca, de impresionante estructura circular.
Pero siguiendo la dirección este llegaremos a Almagro, una de las grandes joyas de España. El lugar tiene algo menos de 10.000 habitantes, pero un sorprendente patrimonio, una ciudad que progresó bajo el dominio de la Orden de Calatrava y que luego recibió los favores de la historia en el siglo XVI de la mano de los banqueros alemanes y flamencos.
Almagro es una ciudad sorprendente, con patios de todas clases. Patios con historia, con mucha historia. Las temperaturas extremas de La Mancha hicieron que los árabes trajeran hasta aquí la cultura de los patios. Una cultura que ha sobrevivido con el aporte de diversas épocas y civilizaciones.
Esa cultura es patente desde su Plaza Mayor, una isla de influencia flamenca en plena meseta, y que se extiende por el Patio de los Fúcares (Függer), el Claustro del Convento de los Dominicos, el Palacio de los condes de Valdeparaíso, el Corral de Comedias, los Palacios Maestrales, el Parador Nacional (con 16 patios), el Convento de la Encarnación o el Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de la localidad, conformando un encaje de patios a imagen y semejanza del otro encaje, el de bolillo, de tradición flamenca, que fue introducido en Almagro por los banqueros de Felipe II y sus acompañantes cuando se instalaron allí en el siglo XVI.
Almagro, cuna de Calatrava, cuyo nombre viene probablemente del árabe almagreb (tierra arcillosa rojiza con óxido de hierro que se utilizaba para pintar vigas y columnas en la zona), es un oasis en el medio de La Mancha. Ser la sede de la Orden de Calatrava y la ubicación de los banqueros flamencos y alemanes de Felipe II como concesionarios de las minas de mercurio de Almadén, a cambio de sus préstamos, trajo un aura de prosperidad a la comarca.
Almagro es un paseo por la historia. Merecen una visita la iglesia de los Dominicos, San Bartolomé, la de la Madre de Dios, las ermitas de San Juan, San Blas o San Francisco, así como la de San Agustín, hoy convertida en lugar de exposiciones.
La magnífica Plaza Mayor, destino de la mayoría de los visitantes, sorprende por su estructura con soportales de piedra. Fue engrandecida por los Függer junto a otras familias, parientes o empleados. En ella se encuentra también la Casa Consistorial que data también del siglo XVI
En la Plaza Mayor, plena de tabernas de todos los estilos, se muestra ya un buen avance de la gastronomía típica de la zona en la destacan las berenjenas de Almagro, variedad típica de esta área; las gachas de harina de almorta (plato típico de harina frita con pimentón y añadidos de torreznos o hígado de cerdo), el tiznao (plato a base de bacalao y pimientos secos) o las migas.
Quien quiera gozar de unos días de turismo tranquilo puede reposar en el Parador Nacional, antiguo convento, que es un oasis de paz donde también puede degustarse cocina del territorio.
En Julio, coincidiendo con el Festival Internacional de Teatro, merece la pena una visita especial a Almagro, pese al calor veraniego de La Mancha. En esos días, abre sus puestas esa joya del espectáculo, única en su género, que es el Corral de Comedias, que data del siglo XVII, y donde se estrenaron obras de Calderón de la Barca, Miguel de Cervantes o Lope de Vega.
Saliendo de Almagro en dirección al este pasamos pronto por Moral de Calatrava, de un interesante conjunto urbano, de agradables calles y construcciones de sabor manchego, con iglesia parroquial del siglo XIII, reformada en el XVI y épocas posteriores.
Y de moral, la ruta va, en medio de tierras vinateras hasta Valdepeñas.
En el camino de Madrid a Andalucía, Valdepeñas ha sido siempre un lugar señero: posada, fonda y buen vino. Tiene la población unos 26.000 habitantes y bastante actividad económica.
La parroquia de la Asunción es el edificio más señero, con buena factura renacentista, y preside la vida de la plaza de España, en donde abundan los bares y los jardines. La iglesia es de finales del siglo XV y la torre del XVI. Posee este templo la particularidad de ser de dos naves.
Pero lo más singular de la plaza es la decoración de las fachadas porticadas: azul y blanco, en una alternancia colorista que da gran personalidad al conjunto urbano.
Ciudad Real es la provincia que más vino produce de toda España, y Valdepeñas es una de las capitales del cultivo vitícola, con un esfuerzo renovado por alcanzar la mayor calidad posible en los caldos blancos, tintos y rosados.
Hay un bello museo del Vino en la localidad, interesante para conocer la historia, características y métodos de explotación vinícola. Esta activo desde 1999 y ubicado en la antigua bodega de Leocadio Morales del año 1.901. Posee incluso las viejas bodegas, con sus inmensas tinajas de barro. Es un interesante modelo de museo didáctico, también con acusado carácter etnográfico, al presentar una gran colección de herramientas y maquinaria, desde época final del XIX al XX.
Es ésta una ciudad en la que hay buenos lugares para comer y beber. La ruta ha sido densa, y por ello Valdepeñas puede ser una adecuada ciudad para reposar al cabo de la tercera etapa, y prepararse para la última, llena de sorpresas agradables
De Valdepeñas a Ruidera
De Valdepañas a Ruidera, pasando por San carlos del Valle, Villanueva de los Infantes y Ossa de Montiel.
Saliendo por el oeste de Valdepeñas, el viajero tomará otra carreterita que conduce, en medio de los viñedos, hacia San Carlos del Valle. Otra agradable sorpresa
Con algo más de 1000 habitantes, se presenta, tranquilo, este lugar situado a la vera de las sierras del Cristo y de Alambra; a 14 kilómetros de Valdepeñas y a 10 de La Solana.
Había en este lugar una ermita hasta el siglo XVI. En ella estaba pintado un cristo de fama milagrera. A raíz de la atracción religiosa, en tiempos de Felipe V se inició la obra del templo actual, de notable factura. Planta de cruz griega y estilo barroco. En una de sus grandes portadas, la que da a la plaza Mayor, está esculpido el Cristo; en la otra, la que recae en otra placeta ante el ayuntamiento, preside la portada un gran relieve de Santiago Matamoros, cabalgando sobre un caballo que pisa a la morisma.
La estructura del templo y el urbanismo cuadriculado –al ser una población planificada- trae a la mente del viajero un cierto aire colonial. Es uno de los lugares que crecieron merced a un plan de colonización realizado en la época de Carlos III, en el entorno de Sierra Morena.
La plaza Mayor es de las más bellas de La Mancha. A ella se accede a través de arcos ubicados en las esquinas. Y preside el conjunto la iglesia, de inicios del XVIII.
Desde San Carlos del Valle tomamos la carretera hacia Pozo de la Serna y desde allí la dirección a Villanueva de los Infantes. Son 27 kilómetros en los que el principal pueblo es Alcubillas, que preside su iglesia, del siglo XVI.
Villanueva de los Infantes es otra de las glorias de la Ruta. Tiene una profunda historia. En sus entornos hubo asentamientos prehistóricos; fue ciudad romana y luego árabe, con el nombre de Jamila. Cayó en manos cristianas en tiempos del rey Alfonso VIII, y ya en el siglo XIII figura vinculada a la Orden de Santiago. En el siglo XVI fue considerada como capital del Campo de Montiel, y en el final del XIX recibió el título de ciudad.
Es ésta una urbe de interés, con magníficos edificios de piedra, en los que se retiene el pasado. Por estas calles pasearon Cervantes o Quevedo.
Los principales enclaves monumentales de la ciudad son:
La Plaza Mayor, donde se ubica el templo parroquial de San Andrés, de aire sólido y renacentista. Es básicamente del XV. La portada central, clasicista, es de 1612. En la misma plaza se asoman una serie de casas de gran prestancia, entre ellas el ayuntamiento, también muy clásico.
Cerca de este lugar está el Hospital de Santiago, de aire renacentista y hermosa piedra. La alhóndiga es del siglo XVI, antigua casa de contratación, luego cárcel y ahora Casa de Cultura, en la que sorprende su recoleto patio de robustas columnas.
La Casa del Arco destaca por su magnífico pórtico neoclásico, que recuerda a la misma portada de la iglesia. Fue erigido por un pariente de Santo Tomás de Villanueva, santo del lugar, que había llegado a ser virrey de México.
El Convento de Santo Domingo, originario del XVII, tiene una arquitectura que no es muy llamativa. Actualmente está ocupado en gran parte por una hostería, en la que no dudarán de indicarle al viajero donde está la habitación en la que pasó sus últimos momentos Francisco de Quevedo.
De Santo Tomás de Villanueva queda parte de la casa original, con un escudo en la esquina, al lado de un oratorio de la familia. Muy cerca está la casa de la Inquisición. Se conserva la portada adintelada, con el macabro escudo del Santo Oficio: Una cruz sobre una calavera.
Pero el lugar es propicio para el callejeo, porque tiene un casco antiguo lleno de agradables sorpresas: Casa Rebuelta, Casa del caballero del Verde Gabán, palacio de los Ballestero, Casa de don Manolito, casa de la Pirra, casa de los Estudios... Conventos de las franciscanas, convento de la encarnación...
Merece la pena callejear, especialmente por la zona de la Plaza Mayor y la calle Cervantes. Es una sorpresa urbana que nos recuerda –en un plano más humilde peno no menos bello- a Almagro.
Desde Villanueva seguiremos hacia al oeste, en dirección a Villahermosa, con su iglesia de la Asunción, del siglo XVI, para subir en dirección NE hacia Ossa de Montiel, un sencillo pueblo que está creciendo merced a su pertenencia al parque de las Lagunas de Ruidera.
Ossa tiene una iglesia parroquial del siglo XVI con aire arcaizante y un rollo jurisdiccional o picota.
Una carreterita conduce desde el Pueblo hacia Ruidera. Muy cerca del lugar, a unos 3 kilómetros, aparece la Cueva de Montesinos, donde el Quijote se introdujo en busca de encantamientos, en un pasaje que alude a la búsqueda espiritual.
En medio de un bosquecillo de menudas encinas aparece esta cavidad kárstica por la que se puede entrar provisto de linterna. El viajero podrá ver tal vez algunos murciélagos. En la zona se han hallado restos prehistóricos y algunos elementos romanos. Debió estar habitado el entorno durante la romanidad.
Siguiendo la carreterita que pasa ante la cueva se llega a un vallecillo. Sobre un roquedo están los restos del castillo Rochafrida y la fuente llamada Fontefrida. Estas últimas referencias al castillo y a la fuente tienen sabor literario y ecos del romancero.
El castillo es del siglo XII y de origen árabe. Cuando fue conquistado por los cristianos recibió el nombre de San Felices. Pasó la Orden de Santiago y fue abandonado hacia el siglo XV.
Las lagunas de Ruidera son quince, situadas entre las provincias de Albacete y Ciudad Real. Al municipio de Osa de Montiel pertenecen varias: la Blanca, Conceja, Tomilla, Tinaja, San Pedro, Redondilla, La Lengua, La Salvadora, La Batana.
La Colgada comparte los términos de Ossa y Ruidera. Luego están las Morenilla, Coladilla, Cenagosa y –por fin- el embalse de Peñaroya.
Las lagunas se localizan en un valle excavado de una longitud de unos 27 kilómetros y desnivel de 120 metros. Son formaciones lagunares escalonadas, unidas mediante torrenteras y cascadas. Tradicionalmente se adjudican a éstas la cualidad de fuentes del Guadiana, río que luego desaparece.
Este grupo de lagunas es una importante zona húmeda, aunque deteriorada por el urbanismo especulativo (ahora mismo se está haciendo un monstruoso hotel encima de un otero que domina el paraje). Hay una buena población de aves acuáticas compartiendo el ecosistema con rapaces y fauna acuática.
La extensión de las lagunas es pequeña. Suelen tener forma alargada, paralela a las orillas del valle. Las mayores son las de San Pedro(1.600 metros de largo) Colgada y del Rey(2.500). Su profundidad es variable. No suele pasar de los 15 metros.
En las más altas, la presencia de barreras tobáceas hace que se creen cascadas y saltos de agua, cuando el líquido desborda la barrera pétrea. Sorprenden en ellas los tonos esmeralda y azulados.
Las lagunas bajas son menos rocosas. Sin acantilados tobáceos, tienen una formación más de charca, rodeada de cañaverales y espadañas, propicios para los hábitats de las aves acuáticas, aunque de belleza menos agreste.
En Ruidera hay un centro de recepción de visitantes, al lado mismo de la carretera que pasa junto a la laguna de Rey con dirección a La Solana. Tiene el teléfono 926528116.
También aparecen las lagunas en la ruta quijotesca, y en la mente del hidalgo, que al llegar a Barcelona y ver el mediterráneo no duda en acordarse del paraje manchego, un oasis en medio del territorio secano.
Desde Ruidera avanzaremos hacia el norte, en dirección a Argamasilla de Alba. Ya en el término de esta población, a unos doce kilómetros de la misma, daremos punto final a la ruta. Es un buen lugar para ello.
Al oeste de la carretera aparecerá el castillo de Peñarroya, al lado mismo de la presa que cierra el embalse del mismo nombre. Al fondo Argamasilla, tan vinculada a la historia de Cervantes, y a la derecha podemos ver uno de los más bellos chozos de la zona, blanqueado, en medio del llano. Tenemos las referencias literarias, pastoriles, históricas, geográficas del mundo manchego.
El pantano de Peñarroya es el que regula las aguas de este nacedero del Guadiana, que como un personaje encantado, se humilla y discurre por el subsuelo hasta aflorar mucho más adelante.
El castillo preside, altivo, el entorno de la presa. Peñarroya significa peña roja (en el ámbito mediterráneo abundan las Penya Rotja) que alude al color rojo de la peña en la que está edificada la fortaleza. Por aquí hubo poblaciones prehistóricas y un enclave árabe. El fuerte actual dataría del entorno del XII.
El castillo musulmán pasó a manos cristianas en el final del XII y luego se entregó a la Orden de San Juan. Actualmente tiene en su interior un santuario, lo que facilitó históricamente su conservación. Tiene sendos recintos murados, torre del homenaje, cuatro torreones y patio de armas.
Tal vez el viajero quiera proseguir para explorar el territorio. Hará bien. Hay muchos sitios que conocer: retornar en dirección sur, hacia Sierra Morena; avanzar hacia oriente, hasta Alcaraz; hacia el poniente, en busca del valle de Alcudia o en dirección norte, para llegar a la imperial Toledo. Esta región tiene multitud de tierras para conocer.