Munera

MUNERA

Unos piensan que su nombre proviene del árabe munayira, pequeña atalaya, otros como el Padre fray Esteban Pérez de Pareja cuando habla en su obra sobre La Primera Fundación de Alcaraz del año 1740, que Munera la fundó el rey Muno, y de aquí su antiguo nombre íbero de Munóbriga. El pueblo y su término pueden considerarse como una inmensa estación arqueológica de primer orden: hachas de piedra tallada pulimentada, del Neolítico y del Paleolítico, puntas de flecha de pedernal, de hierro y de cobre, candiles… En sus inmediaciones se encuentra la Morra del Quintanal, poblado de la Edad del Bronce; entre sus impresionantes murallas de más de dos metros se han encontrado interesantes piezas de ajuar y objetos diversos, hoy conservadas en el museo Provincial de Albacete, incluso recipientes para fabricar queso. En el camino viejo que va a Lezuza se conservan restos de una calzada romana llamada en otros tiempos Camino Real y va de sudoeste a nordeste.

Históricamente perteneció al Alfoz de Alcaraz y su historia medieval está ligada a los avatares de esta; en 1548 Munera recibía como concesión regia su título de villa con su correspondiente término municipal. Perteneció a la provincia de Cuenca con anterioridad a la creación de la de Albacete a la que fue incorporada.

Cerca del río en Los Casares, a las afueras, encontramos los restos de un castillo del que existen pocas noticias documentales, y que ha sido sometido a diversas intervenciones arqueológicas y arquitectónicas de restauración así como del edificio de Los Casares al norte del castillo, con el fin de evitar la degradación de los restos y obtener datos arqueológicos que permitan enriquecer el conocimiento sobre el conjunto. La planta del Castillo es ovalada, esta rodeada por una muralla con cinco torres adosadas y tiene un segundo recinto defensivo que es una potente barbacana. Conserva una parte de la torre del homenaje. El castillo cuenta también con su correspondiente leyenda que proviene quizás de la Edad Media, la de la Encantá. Según cuenta la misma, una bella dama aparece todas las noches de San Juan entre los muros de la torre del homenaje. Con este motivo, el sábado más próximo a la noche de San Juan se organiza una pintoresca y original fiesta junto al castillo, en la que se representa la leyenda, seguida de fuegos artificiales y un concierto en honor a la Encantá.

Los Casares son los restos de cuatro construcciones, que se encuentran al norte de la fortaleza, articulados en torno a un espacio central, muestran potentes muros con zócalo de mampostería y grandes alzados de tapial que en ocasiones alcanzan más de diez metros de altura.

En la población cabe destacar su iglesia parroquial de San Sebastián, obra del siglo XVI, reformada en el XVIII; a los pies tiene una gran torre, coronada por un chapitel octogonal. Su aspecto es sobrio y en su interior se guarda un relieve del siglo XVI con Santa Ana, la Virgen y el Niño. La portada que da a la plaza es gótica. Del siglo XVIII es la ermita de nuestra Señora de la Fuente, patrona de la población y que se encuentra a las afueras, es un edificio barroco, con una planta de cruz latina. Después de la procesión de la Patrona se invita a los asistentes a “frutas de sartén, rolletes fritos y buñuelos de viento”, como los que se citaban en el episodio del Quijote de las bodas de Camacho que transcurrieron según la ficción entre Munera y El Bonillo

El conjunto urbano presenta las típicas construcciones de la zona y destacan por su curiosidad y su carácter popular la plaza de toros y el molino de la Bella Quiteria, un molino de nueva construcción (años 70 del pasado siglo) en un paraje en el que se celebraron las Bodas de Camacho; el nombre viene dado por la protagonista femenina. A lo largo del tiempo a esta construcción se le fueron añadiendo otras construcciones la Casa de Basilio el pobre y la Casa de Camacho el rico, protagonistas masculinos. Este conjunto de construcciones están dedicadas al museo del mobiliario y menaje típicos de la región. También cuenta con un monumento de Quijote y Sancho.