a. La Metodología.
En la relación contenidos del currículo-metodología-evaluación: si tenemos que resumir en una idea la esencia de este cambio metodológico, sería "volver a la centralidad del alumno". Recordemos que "currículo" hace referencia a un camino, a una metodología para conseguir una meta, por tanto tiene un carácter de medio no de fin en sí mismo. Por lo tanto tenemos que decidir hacia dónde queremos ir, para elegir el mejor medio posible.
La iniciativa IE.03.01.02 , “definir las necesidades educativas actuales de acuerdo al perfil de” la desarrolla el equipo de Misión en septiembre de 2013 y queda así definido en el documento “perfil del alumno marista”
Bien, ya sabemos hacia dónde vamos. Ahora vamos a pergeñar un método, una manera de conseguir llegar a esos objetivos que hemos descrito. ¿Cómo debería ser el currículo?
1. Un currículo que ponga al alumno en el centro.
Esto supone partir de los conocimientos previos de los alumnos, supone que debe dar respuesta a problemas e intereses reales de nuestros niños. El currículo debe ser flexible, abierto, decididamente adaptable y acomodable al ritmo y situaciones concretas de cada aula. Habrá contenidos nucleares que debemos asegurar que todos los alumnos comprenden, para ello utilizaremos las inteligencias múltiples. Habrá contenidos que necesitemos que los alumnos experimenten, para ello utilizaremos el potencial que ofrecen los proyectos de comprensión. Habrá otros en los que expondremos a nuestros alumnos al autoaprendizaje, a la metacomprensión, y para ello nos serviremos de las rutinas y destrezas de pensamiento. En ocasiones daremos a nuestros alumnos la oportunidad de descubrir el mundo por ellos mismos y estructuraremos los contenidos en torno a un proyecto de investigación. Pediremos a nuestros alumnos que inserten sus conocimientos en un contexto al servicio de los demás, y en esa manera de estar en el mundo seguirán profundizando en su aprendizaje de servicio. Y todo esto aprendiendo en equipo, trabajado en grupo, utilizando todos los avances en aprendizaje cooperativo.
2. Un currículo elaborado y puesto en práctica en equipo.
No vamos a poder llevar a nuestros alumnos a través del diseño anteriormente descrito si nosotros y nuestros currículos los seguimos haciendo como hasta ahora. Descontextualizados, carentes de interés para el alumno, basados únicamente en los epígrafes de las leyes de turno, o tan sólo en los libros de texto, y elaborados individualmente en la soledad de nuestro ordenador.
Es un equipo de profesionales el que diseña el currículo y lo diseña de manera cooperativa, pensando en el alumno, en sus necesidades y en sus intereses. Pensar en el alumno juntos.
3. Un currículo realmente competencial.
Actualmente la legislación ha dado un paso adelante. Queremos que nuestros alumnos "sean competentes". No necesitamos alumnos como envases repletos de contenidos inconexos e inútiles. El eje que debe vertebrar el currículo son las competencias básicas.
Y además vertebrar el currículo como método para que el alumno alcance un buen desarrollo de sus competencias básicas. Enseñamos a ser competentes, no enseñamos contenidos aislados y fuera de contexto. Un currículo realmente competencial.
Y es aquí donde cobra realmente sentido la atención a la diversidad, la pretensión de hacer de nuestros centro, colegios realmente inclusivos. Todo alumno puede desarrollarse, todo alumno tiene un nivel de competencia y puede aspirar a un nivel mayor. Cada uno el suyo, pero todos trabajando las competencias básicas y su desarrollo.
4. Un currículo abierto y flexible.
Un currículo se puede y se debe diseñar al inicio de curso, pero no es más que un mapa, pero un mapa nunca es el territorio. Sin mapa es peligroso partir, pero guiarnos únicamente por el mapa puede hacer que al final nos perdamos, porque los alumnos, las aulas, son vivas, y pasan por diferentes momentos y precisan un constante recalibramiento: feedback constante, de pretensiones, caminos, valoraciones.
El currículo es un camino, es un método. Este camino lo recorremos en grupo. Se hace imprescindible pensar en el currículo desde una concepción cooperativa del aprendizaje. Por ideario y por actualización pedagógica estamos obligados a compartir aprendizajes, a enseñar a los alumnos a descubrir en equipo, a llegar todos juntos o a no llegar ninguno. Todos pueden aprender, y mucho mejor unos de otros.
La flexibilidad nos vuelve a hablar de la centralidad del alumno, de la atención a la diversidad y de la programación conjunta. Pensar cuándo es el momento adecuado para abordar un contenido, pensar juntos cómo elaborar las adaptaciones curriculares pertinentes, reflexionar sobre su grado de consecución, favorecer realmente el acceso de todos los alumnos al currículo, no dejarnos a nadie fuera de la carrera. Esto supone periódicamente reflexionar juntos sobre la puesta en práctica de nuestras programaciones, ver los fallos y volver a programar.
b. Rol del profesor.
Desde esta concepción de la comunidad educativa, el rol del educador cambia. Hace ya tiempo que abandonamos la concepción "bancaria" de la educación, en la que los docentes teníamos el conocimiento y debíamos ingeniárnoslas para transmitírselo, "dárselo" a nuestros alumnos.
El profesor deja de ser un "controlador" del aula. Ya no interesa el silencio por el silencio, ya no interesa que estén muy atentos durante una hora de explicación. El modelo: explicación, ejercicios, corrección unidireccional no responde a las necesidades actuales. El profesor deja de ser exclusivamente un "recaudador" de aprendizajes, enriqueciendo su profesión, y dando rienda suelta a si vocación.
El profesor asume así un nuevo rol: el conocimiento está ahí, no sólo en internet, sino en el compañero, en la vida, en la realidad, en los libros... El profesor es un guía, un gestor de conocimiento, un líder del grupo cuya tarea es ayudar a sus alumnos a poder enfrentarse al mundo con garantías de poder vivir en él y cambiarlo, mejorarlo.
En esta concepción de la educación, no sólo cambia el rol del alumno y el rol del profesor, sino su relación. Estamos hablando de pasar de una relación excesivamente complementaria, donde siempre hay uno que sabe y otro que no, a una relación más simétrica, en la que ambos aprenden, ambos son útiles para el otro.
El gran cambio consiste en establecer una relación de alianza, conseguir la complicidad de los alumnos para su propio aprendizaje. De este modo el objetivo ya no será controlar la clase, guardar silencio..., será fomentar las interacciones entre los alumnos, favorecer el pensamiento crítico, potenciar la creatividad.
Nos vamos a encontrar por tanto con más ruido en el aula, habrá preguntas a las que no sepamos dar respuesta y esto nos hará sentir incómodos, pero lejos de ser un obstáculo, dará testimonio de la materialización del cambio.
De nada sirve cambiar el modelo relacional si a la vez no somos capaces de fomentar la responsabilidad de nuestros alumnos. Esto significa creer en ellos, confiar en sus respuestas, estimular la toma de decisiones, hacerles participar de las nuestras, y esto supone preguntarles por qué enseñar, cómo enseñar y cómo evaluar.
Por otra parte el profesor empieza a ser un especialista en la toma de decisiones: decidir qué enseñar, cuándo enseñar, cómo enseñar... es un verdadero arte. Para ello el profesor ha de contar con tiempo para programar, tiempo para pensar en sus alumnos, en todos y cada uno. El profesor deberá elegir el momento para el trabajo en equipo y el momento para una explicación magistral. Decidirá cuándo necesita el silencio de sus alumnos y cuándo es preciso que compartan e intervengan.
El profesor tendrá que aprender a evaluar para el aprendizaje; ya no le interesa convertirse en juez de sus alumnos, sino que buscará la autoevaluación, el metaaprendizaje. En todo momento buscará hacer conscientes a sus alumnos de lo que saben y de lo que les falta por saber. También calificará, también tendrá que poner una nota, pero eso lo sabemos hacer muy bien. El reto es ayudar al alumno a saber lo que sabe, a saber qué es lo próximo que necesita saber, qué es lo siguiente que puede aprender.
c. Planificación.
Todo lo que hacemos va a afectar a todos los planes que tenemos en el centro: plan de acción tutorial, plan de orientación, plan TICC, plan de convivencia… y todos aquellos que emanen de la administración educativa o impulsados por la propia institución. Será un cambio espontáneo fruto del nuevo rol del profesor.
d. Espacio y tiempo.
Si quiero que los alumnos sean capaces de dirigir su aprendizaje, los dejo elegir, los dejo moverse. Necesito un espacio grande. Necesito recuperar los pasillos, salón de actos... Los alumnos aprenden en todo tiempo y en todo lugar. Es posible que haya que hacer otra distribución de tiempos por ejemplo, los viernes toca proyectos…
Los tiempos:
- ¿Por qué los intervalos horarios han de ser de una hora? ¿y si necesitamos más? ¿y si necesitamos menos? El tiempo es un instrumento más a nivel curricular, debemos disponer de él, no ser esclavos de él.
- ¿Qué tiempos dedicamos a programar en equipo? Si la innovación no es en equipo corremos el riesgo de caer en "ocurrencias" y es la mejor manera de convertir el convencimiento en "moda pasajera".
- Pero el tiempo fundamental es el tiempo de relación, el tiempo que dedicamos a interactuar con nuestros alumnos, el que dedicamos a que nuestros alumnos interactúen entre ellos con nuestra guía, siendo facilitadores de esa interacción. La calidad de la enseñanza no pasa por la tecnología, ni por el bilingüismo, ni por la innovación. La calidad de un sistema, de un centro, de un aula, pasa por el tiempo de interacción entre los profesores, entre los alumnos y entre los profesores y los alumnos.
Los espacios:
- En un centro educativo "todo está al servicio del aprendizaje". Cualquier espacio es un buen espacio para aprender. Recuperemos paredes, cristales, techos... Recuperemos esos espacios de un solo uso que pasan horas al día desocupados. Juntemos clases, juntemos ciclos y etapas, recuperemos el colegio como gran plataforma de enseñanza y aprendizaje. De este modo enseñaremos a nuestros alumnos que el mundo es su lugar natural de aprendizaje.
- Por otra parte. ¿cómo son nuestras aulas? ¿están en fila de uno, por parejas, o en grupos...? El espacio comunica. ¿Dónde está la mesa del profesor, qué protagonismo tiene? ¿Pensamos la ubicación de los alumnos? ¿Cuidamos las clases como si fueran nuestras? ¿Las decoramos? ¿Cuidamos su orden y limpieza? Si hemos enseñado a nuestros alumnos que el mundo es su lugar natural de aprendizaje, hemos de enseñarles también a cuidarlo.
CRUCE ENTRE LOS 4 PILARES DEL CAMBIO Y LAS 4 MANERAS DE MATERIALIZAR ESOS CAMBIOS
Fuente: Alfredo Hernando