Cuando se vive en la burbuja

isa

Jul 26

Sólo son capaces de salir de casa con mascarilla y tienen que

alimentarse con comida ecológica. Sus familiares y amigos únicamente

pueden visitarlas si pasan por un proceso de limpieza.

El olor de los insecticidas les llega a provocar desde insuficiencias

respiratorias hasta paralización de miembros.

Tienen Sensibilidad Química Múltiple (SQM), una enfermedad producida

por la intolerancia a los químicos y que les afecta directamente al

organismo, provocando, entre otras cosas, una alteración del

sistema inmunológico

«La Fibromialgia, el Síndrome de Fatiga Crónica y la SQM son

muy

parecidos, porque tienen unos síntomas similares. Es como

si

pertenecieran a un árbol con tres ramas, éstas son distintas

entre sí, pero tienen un mismo tronco», explica Pablo Arnold,

médico especialista en Medicina Interna, en Inmunología y en

Medicina Ambiental. Estos síntomas pueden ir desde ahogo

al inhalar los productos químicos, irritación de la piel o náuseas,

hasta confusión mental o fatiga extrema.

Según explica el doctor Arnold, que tiene un promedio de

tres casos nuevos por semana, esto debería solucionarse

con

una mayor formación tanto en los médicos de atención

primaria como en los especialistas: «La única estructura que

puede hacer esto bien es la Seguridad Social. Es necesario

un reconocimiento de la enfermedad desde un primer momento,

ya que las personas enfermas no pueden gastarse tanto dinero

en desplazamiento fuera de su ciudad o de su país para

recibir un tratamiento». Además, asegura que «los síntomas

son

muy variados, por eso hay médicos que no conocen esta

enfermedad y hay cierta invisibilidad».

El caso más conocido en Valencia es el de Elvira Roda, la

llamada 'chica burbuja', que sufrió una crisis el pasado mes

de junio mientras fumigaban en su barrio de Alboraya. Pero

al

igual que ella, son más de 500.000 los afectados en España

que tienen que vivir aislados debido a las consecuencias

que

provocan en ellos los productos químicos

Cuando se vive en la burbuja
Cuando se vive en la burbuja

Encarna Ferri

Alicante

«Mi cuerpo nunca acompaña a mi mente»

Mientras habla, lo primero que comenta es que acaba de volverse

del trabajo en ese momento, porque está continuamente con faringitis

espasmos de glotis, lo que le produce con accesos de sofocación súbitos

y movimientos convulsivos.

Señala que todo el desarrollo de su enfermedad empezó desde el parto,

donde se produjo un desgarro y tuvieron que ponerle tres bolsas de sangre,

hasta que le diagnosticaron fibromialgia y en 2006 SQM.

En su familia hubo un antes y un después desde que comprendieron la

enfermedad. «Los primeros que me acompañaron a los especialistas fueron

mis padres, porque mi marido no podía dejar el trabajo. Luego ya venía más conmigo»,

declara Encarna. Pese a todo, y por suerte en comparación con otras muchas enfermas,

afirma que sale de casa todos los días "gracias a Dios". Pero la vida cotidiana sigue

siendo muy reducida y le resulta muy difícil: "No puedo acostarme más tarde de las

22 horas si al día siguiente me tengo que levantar a trabajar. Mi cuerpo nunca

acompaña a mi mente».

Cuando se vive en la burbuja

Isabel Ariño

Valencia

«Llegué a olvidar el nombre de mis hijas»

En el 2001 le quitaron dos amalgamas dentales sin avisarle.

Éstos contienen mercurio y a partir de ese momento empezó a

encontrarse muy mal. Isabel cuenta que coincidió con el embarazo

de su hija pequeña y cuando nació ella todo fue a más. Le diagnosticaron

fibromialgia y pasaron 5 años hasta que le comunicaron que padecía SQM.

Actualmente vive en el centro de Valencia y le gustaría mudarse, pero

declara que «resulta complicado» porque su marido trabaja y su hija de 8

años va al colegio. Sólo sale de casa para llevarla a la escuela y a ella también

le han diagnosticado SQM porque todo ocurrió mientras estaba embarazada.

«Ella es quien me cuida a mí, lo entiende todo», asegura Isabel.

La enfermedad le afectó mucho cognitivamente. «Llegó un momento en el que

no conocía el nombre de mis hijas, me perdía en mi propia casa, se me olvidaba

cómo subir al coche», afirma.

También a su familia le ha costado aceptarlo, sobre todo a sus padres.

Tal y como destaca Isabel, «ponerse en la piel de un afectado es muy difícil».

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o p

Francisca Gutiérrez

Alicante

«Lo único que me queda es el afecto de mi marido»

A los 21 años le diagnosticaron endometriosis, una afección en la

cual el tejido que recubre el interior del útero (endometrio) crece

en otras áreas del cuerpo, causando dolor, sangrado irregular y

posible infertilidad. «La ginecóloga me dijo que tenía que trabajar,

así que lo seguí haciendo. Pero al final se complicó todo y me operaron

para quitarme todo el útero porque me afectaba a los intestinos y hacía

sangrados internos», recuerda.

A los 36 años empezó a notar cansancio. A los 44 tenía tendinopatía,

un sindrome clínico que produce fuertes dolores y fatiga. Más tarde

vino la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica. Ahora, a los 52

años y con Sensibilidad Química Múltiple, declara que su vida es muy difícil:

«Al principio notaba que había ciertos olores que me molestaban y me

detectaron la enfermedad. Tengo que llevar un control de todo lo que huelo,

toco y como, porque las crisis pueden durar semanas o meses».

Su día a día desde octubre hasta aquí ha sido de la cama a la silla y de la

silla a la cama, debido a la invalidez completa que provoca la SQM y que le

ha hecho perder «salud, dinero, amistades y ocio».

En este momento Francisca se encuentra buscando un lugar más seguro para

vivir. «El problema es que mi marido no puede pedir traslado en el trabajo. Su

afecto es lo único que me queda, no estoy dispuesta a perderlo. Él tiene que

sacrificar muchas cosas por mí, y entenderé si algún día me dice que no puede

más».

uede más».

Mi mas sincero agradecimiento a Rosana Crespo y a Las Provincias por este estupendo reportaje y por el calor humano que sentí durante la entrevista, me escucharon y entendieron nuestra problemática, GRACIAS