Un cielo infantil trizado por las fumigaciones

Mauricio Becerra / Colombia

Aunque desde hace tres años no han vuelto a pasar por los cielos de Sucumbíos los aviones que fumigaban para combatir los cultivos, el ruido de sus motores y las secuelas de enfermedades y muerte siguen penando en la zona fronteriza entre Ecuador y Colombia.

Los niños afectados fueron diagnosticados con depresión y neurosis.

Pese a todos los esfuerzos hechos por los médicos y sus parientes a fines de junio murió Martha Ordóñez. Tenía 27 años y su vida hubiese transcurrido como cualquier joven que vive en los márgenes del río San Miguel, que marca la frontera de Ecuador con Colombia, cosechando plátanos o cocos, yendo a bañarse al río o paseando por las extensas praderas amazónicas, de no ser por los aviones que pasaron fumigando, hace ya ocho años, la escuela Santa Marianita, donde estudiaba.

Su padre, José Ordóñez, cuenta que “era rolliza y muy sana”, pero luego de que recibiera el espeso humo desperdigado sobre los campos y los cultivos de la zona, se había lenta y silenciosamente consumido. “Luego de las fumigaciones comenzó a flaquear mucho y los médicos no le hallaban qué enfermedad tenía”- cuenta José.

Martha pasó por hospitales de Guayaquil y Quito, pero jamás logró volver a su peso. La enfermedad que tenía no estaba entre las patologías reseñadas en los anales médicos ni en la memoria de los habitantes de la zona. Le pasó lo mismo que meses antes terminó con la vida de su tío, Baltasar Labero, de 65 años, y una vecina, Bety Casanova, de 20. Sólo se sabe que estaban sanos y luego de las fumigaciones languidecieron hasta apagarse.

José, quien vivía frente a la escuela, recuerda que los aviones pasaron por encima de ésta. “Era una lluvia gris que botaban. Pasaron dos avionetas escoltadas por helicópteros a unos 150 metros de altura”- cuenta.

Pese a estar a más de dos kilómetros de la frontera con Colombia, durante ochos años los aviones que fumigan pesticidas iban y volvían sobre la escuela, las casas, las cosechas y el río al norte de Lago Agrio, poblado de la región limítrofe de Sucumbíos.

Las fumigaciones son parte de la estrategia del Plan Colombia, implementado desde el 2000 y que persigue acabar con los cultivos de hoja de coca en las regiones fronterizas de Nariño y Putumayo, las que limitan con la región ecuatoriana

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