Guerra Civil (II): Bando Republicano

Los Trubia - Naval.

En 1936 seguían operativos cuatro carros Trubia 75 serie A. Tres pertenecían al Regimiento de Infantería Milán nº 31 de Oviedo y otro estaba depositado en la fábrica nacional de Trubia.

    Esta fábrica pasó a manos del frente popular. Los carros Trubia junto con un tractor Landesa sobre el que se colocó un blindaje de circunstancias, combatieron en la defensa de Oviedo asediado por el Ejército Nacional.

    El 10 de septiembre tomaron parte en el ataque contra las posiciones de la Loma de las Cruces y de la Loma del Canto, en las laderas del Naranco, quedando los dos averiados en el combate al quemarse los embragues, seguramente por la inexperiencia de los conductores. Fueron remolcados para proceder a su reparación que nunca se llevó a cabo acabando aquí sus andanzas en la guerra.

    Los tres carros del Regimiento Milán corrieron distinta suerte pasando a formar parte del Ejército Nacional. Una vez establecido el cerco de la ciudad los sitiadores pusieron en marcha el carro 4 pero lo perdieron en su ataque del 10 de septiembre.

    Los otros tres participaron el 22 de agosto en un ataque donde fue destruido el número 2. Los dos restantes se desguazaron al concluir la guerra en esa zona.

    Sin embargo, los vehículos diseñados en Trubia seguirían desempeñando un papel en otra zona de operaciones. A comienzos de agosto de 1936 llegó a Bilbao, procedente de Trubia, el Capitán D. Ignacio Cuartero Larrea para estudiar las posibilidades de la industria de guerra vasca.

    Nombrado director de las fábricas de este tipo existentes en Vizcaya, se hizo cargo de la producción de blindados en la Sociedad Española de Construcción Naval de Sestao, que contaba ya con experiencia en automoción (producía bajo licencia autobuses y camiones SOMUA además de la autoametralladora denominada carro blindado Bilbao (modelo 1932).

    Inicialmente, se blindaron allí camiones comerciales y aprovechando las posibilidades de sus instalaciones y la experiencia de su personal y del Capitán Cuartero, quien sería posteriormente fusilado por los nacionales, recibió luz verde la fabricación de carros de combate. Con tal motivo fue recogida y estudiada la documentación que había en Trubia relativa a este tipo de ingenios (sobre todo el proyecto del carro ligero de Infantería que había sido presentado en enero de 1936 y que el inicio de la guerra truncó).

    

Imagen: http://www.hobbiesguinea.com/product_info.php?products_id=16356

El vehículo básico elegido fue el tractor Landesa (fabricado por el Comandante del mismo nombre, que había pasado al bando nacional), adquirido por el Ejército en número de ocho para el Grupo de Artillería Antiaérea nº 1. Así, el denominado carro Trubia-Naval o carro ligero para Infantería modelo 1936 (de esta forma aparece en la documentación técnica y nunca Euskadi como se ha citado en numerosas ocasiones), tenía el mismo tren de rodaje que el de los carros Trubia 75 serie A pero con un motor diesel MAN D-0530, de 75 cv., del que por aquel entonces había una partida disponible.

    Era una versión aligerada del Trubia y se fabricó entre 1936/37. Estaba armado con un cañón y su peso era de 4,5 Tm. El motor, que algunas veces llegó a montársele uno de avión, y el tren de rodaje eran bastante deficientes.

    Este segundo Trubia, también conocido como Trubia Naval (por la conocida factoría La Naval, en Reinosa, (donde fue construido), era de dimensiones mucho menores que su antecesor (3,55 x 1,70 x 1,85) y con un peso de sólo 5,5 toneladas, hacía correcta su denominación popular de "carro de juguete".

    El chasis contaba con dos bastidores sobre los que se montaban el resto de los elementos del carro, al igual que en el fabricado en 1936. En cuanto a la barcaza, su blindaje constaba de dos láminas de chapa diferentes constituyendo el primer ejemplo de lo que se podría denominar blindaje espaciado. Este consistía en una chapa exterior de 13 milímetros y otra interior de 3 mm. sirviendo esta disposición para detener los proyectiles de fusil o como mínimo alterar su trayectoria.

    La disposición interior en la cámara de combate era bastante incomoda, el conductor y el sirviente de la ametralladora delantera se situaban en la parte de proa y el Jefe de Carro en una torre giratoria provista con una segunda ametralladora. El armamento consistía en las dos amenazadoras citadas, modelo DT de 7,62 milímetros. o Lewis de 7 mm., instaladas en rótulas con una dotación de 160 cargadores, con un total de 9.600 cartuchos. Sin embargo, no eran del todo eficaces pues tan sólo una de las ametralladoras era realmente operativa por su giro de 360 grados. No existía la posibilidad de montar un cañón, o por lo menos no se contempló en el proyecto original, tal vez debido al poco espacio disponible tanto para el tubo como para la munición.

    En referencia al número de carros fabricados se puede decir que se preparó la construcción de una primera serie de veinte, si bien en las plantillas del Ejército del Norte en julio de 1937 estaba previsto llegar hasta los 45 para crear tres Compañías. Lo que sí es cierto es que la evaluación de los cinco primeros entregados tuvo lugar en abril de 1937, según un documento del Batallón mixto de autos blindados y carros de asalto de Euskadi en el que se da cuenta de las pruebas efectuadas.

    Las conclusiones extraídas fueron los siguientes:

- Se observó que el motor era de pequeña potencia considerándose que era conveniente aumentar la misma a 120 ó 130 caballos o bien variar el diferencial

- La cadena no se adhiere al terreno lo suficiente, observándose que resbalan mucho los carros en pendientes muy pequeñas sobre todo con terrenos húmedos.

- Las defensas de las cadenas son muy bajas, quedándose el carro en depresiones del terreno o trincheras y no pudiendo librarse de ellas por sus propios medios.

- La capacidad del carro es muy pequeña. Tanto, que a duras penas cabe su tripulación, principalmente el ametrallador de la Lewis que ha de adoptar una posición tan molesta que sólo puede soportarla durante poco tiempo y dificulta su observación para el tiro.

    Los vehículos terminados, aproximadamente dieciséis, participaron en la campaña de Vizcaya, hasta la caída de Bilbao y posteriormente en Santander donde unos nueve fueron capturados.

Carro Sadurní de Noya.

La denominación de este vehículo se debe a su lugar de fabricación, que no fue otro que las propias bodegas de cava, bajo la dirección de las Industrias de Guerra de la Generalidad.

    Las informaciones sobre su composición son más bien pobres, pero parece ser que su blindaje era compuesto, del tipo del carro Trubia, siendo la parte interior de borra de los colchones.

    La Comisión de Industrias de Guerra de Cataluña (IGC), dirigida por D. Eugenio Vallejo, recurrió a la Fábrica de Maquinaria Moderna para Construcciones y Obras Públicas a fin de diseñar un carro de combate. Antes de la guerra esta fábrica construía los tractores agrícolas e industriales Benach.

Fotografía: http://foro.elgrancapitan.org/viewtopic.php?f=62&t=19325

  

 

  La situación adversa del bando republicano no detuvo el proceso de creación de un Ejército republicano y, el 30 de septiembre, Largo Caballero decretó la militarización de las milicias. Aunque la capital fue bombardeada el 2 y el 6 de octubre, el Gobierno no dio la guerra por perdida: el 10 ordenó la creación de las seis primeras Brigadas mixtas del Ejercito Popular y el 15 creó el Comisariado.

                                 T- 26

    El 15 de octubre de 1936, el mercante soviético Komsomol dejó en Cartagena un gran cargamento de armas (CC,s., blindados, artillería, etc.… ), entre estas figuraban 50 CC,s. T-26 B, una versión del Vickers con cañón de 45 mm, muy superior al alemán Pz I y al italiano Fiat-Ansaldo. También llegaron 50 tanquistas voluntarios, cifra que se ha aumentado a 80 en fuentes soviéticas más recientes. Procedían de la Escuela Militar de Olianowski y los mandaba el Coronel Semion Krivosheirn, distinguido especialista que había intervenido en numerosas maniobras y escrito un manual sobre el empleo táctico de los carros. Su segundo era el Mayor Arman, nacido en Letonia en 1898, pero emigrado a Rusia en 1925, que fue el primer soviético que recibió la distinción de Héroe de la Unión Soviética por su actuación en España.

    Llegaron también algunos expertos militares y los primeros aviones: el I-15 (Chato) y el I-16 (Mosca), respectivamente, versiones rusas de un Curtis y un Boeing, entonces los cazas más rápidos del mundo.

     Los carros eran, sin la menor duda, los mejores de serie del mundo, muy superiores a las tanquetas italianas y alemanas que tenían enfrente. En 1929, una comisión de compras soviética, presidida por A. Khalepsiki, director de los Servicios de Mecanización y Motorización del Ejército, había visitado Estados Unidos y Gran Bretaña, adquiriendo carros de diferentes modelos, entre ellos 15 Vickers-Armstrong de seis toneladas modelos A y B, así como las correspondientes licencias para su fabricación.

     Sobre ellos trabajaron activamente los ingenieros soviéticos, variando substancialmente sus características, protección y armamento. De esta forma lograron el modelo T-26 B1, de casi 10 toneladas de peso, una velocidad de 28 Km/ hora, armado con un cañón de 45 mm.

    Los grandes motores que impulsaban a los carros soviéticos habían sido inicialmente pensados para usos aeronáuticos. Su armamento, constituido por la pieza de 45 milímetros modelo 1932, fue en su época el cañón de carro más poderoso del mundo.

    Dos factores negativos se podrían esgrimir ante este carro que fue una conmoción estratégica en su momento: Un blindaje insuficiente (15 mm) y una altura peligrosa (2,38 m) en la que destaca su torreta semi-cilíndrica.

    La diferencia entre los modelos A y B era el calibre del cañón, 37 mm. para el primero y 45 mm. para el segundo. No eran CC,s. muy rápidos, pero gozaban de una autonomía sin rival ( 340 Km ).

    Disponían de un motor GAZ de gasolina y 8 cilindros con 96 HP., construido bajo licencia de la casa Armstrong-Siddeley, que demostró ser flexible y aceptablemente seguro.

    Todas estas características hicieron de este CC. el mejor, con diferencia, del resto de los CC,s. de la Guerra Civil.

    Retomando de nuevo el comienzo de las acciones en la guerra, nos situamos en el frente norte donde las columnas gallegas de los nacionales, que avanzaban combatiendo desde julio, lograron contactar con las tropas de Aranda que defendían Oviedo. Mientras en la Provincia de Toledo, el General Varela reanudó la marcha hacia Madrid y tomó Illescas. El 19, ya convencido de que el enemigo no podría impedirlo, el General Franco dio las últimas instrucciones para ocupar la capital.

    A pesar de sus descalabros, los republicanos no cedieron y Asensio Torrado logró recuperar Illescas con un contraataque que puso en aprietos a la columna Barrón, Tella y Monasterio, que había ocupado Navalcarnero. Los comunistas acusaron a Asensio Torrado de ser el responsable de la mala situación, pero Largo Caballero mantuvo sus propios criterios: nombró subsecretario a Asensio Torrado, a Pozas Jefe del Ejército del Centro y llamó a Miaja para que tomara el mando de la defensa de Madrid. Sin embargo, el 25 las tropas del General Yagüe ocuparon Cienpozuelos y el 27 recuperaron Illescas. La contraofensiva republicana de Asensio Torrado había terminado en fracaso.

    Quedaba la carta del material soviético recién llegado. En tan sólo diez días desde su llegada se habían instruido las primeras Cía,s de CC,s., saliendo una Cía. compuesta por 15 T-26 por ferrocarril hacia Villacañas. Al Mando iba el Cte. Arman, segundo de Krivosheim.

    El 29, los carros T-26 realizaron un rápido contraataque en dirección Seseña, contra el flanco derecho de las tropas que avanzaban hacia Madrid. Penetraron en el pueblo y sorprendieron a la caballería marroquí y a los carros italianos, que retrocedieron desconcertados.

    Los carros rusos intentaron poner en práctica una maniobra desarrollada en la URSS y en la que los CC,.s deberían atacar la retaguardia enemiga, desorganizando sus comunicaciones y la artillería, con la misión dejar el camino más fácil para un posterior ataque de la Infantería.

    Llegaron hasta cerca de Illescas sin encontrar enemigo, pero tropezaron a su regreso con varios puntos de resistencia entre Seseña y Borox, donde perdieron tres carros. Uno por el lanzamiento de un cántaro de gasolina por un Soldado de Infantería de Marina, otro por una pieza italiana de 65/17 en las afueras de Seseña y el último por una pieza nacional de 75/28. Por parte italiana resultaron destruidas una tanqueta y otra modelo lanzallamas. La pequeña victoria se malogró al retrasarse la Brigada Mixta de Líster, que debía acompañar el ataque blindado, y los carros viéndose solos, debieron replegarse. Fue el último intento de cortar la marcha sobre Madrid.

    A pesar de que se quiso echar la culpa del fracaso a la Infantería republicana, en realidad los tanquistas soviéticos se desentendieron por completo de ella y se lanzaron a un ataque a toda velocidad por territorio enemigo, no pudiendo ser seguidos por los soldados.

    Con el resto de CC,s. soviéticos se organizaron otras tres Cía,s. Ya juntos todos los carros y blindados, participaron en los combates defensivos de Madrid al mando de Krivosheim obteniendo en las batallas del ala derecha una gran victoria sobre las tanquetas alemanas, sobre las que demostraron su absoluta superioridad.

    El 29 de noviembre, con la finalidad de situarse en la línea Pozuelo-Humera y reforzar la cuña establecida en la Ciudad Universitaria, el Ejército Nacional lanzó un ataque. Dos Cia,s. de PZ I entraron en combate con los T-26 que causaron un 75 % de bajas (11 vehículos) en los nacionales. Después de este desastre, este Bon. Pz fue retirado del frente para su reorganización.

    Se organizó otra base de blindados en Alcalá de Henares y poco después, juntamente con una nueva remesa de material, llegó el General Dimitri Pavlov, conocido en España como General Pablo, que era uno de más distinguidos especialistas soviéticos en esta arma. En ese momento era el Jefe de la 1ª División de CC,s. en la URSS. Acabo fusilado durante la II GM por acusársele de las derrotas en su sector.

    Los carros soviéticos fueron empleados de una manera revolucionaria durante la batalla del Jarama: en la madrugada del 11 de febrero los Nacionales consiguieron atravesar el río mediante un golpe de mano y, cuando intentaban aprovechar el éxito y adelantar un Regimiento de Caballería hasta el vértice Pajares, apareció un Batallón de carros soviéticos que realizó una incursión en solitario hasta la orilla del río, impidiendo el avance de sus adversarios, incursión que se repitió por la tarde y en la mañana siguiente. En este ataque republicano a la incipiente cabeza de puente nacional en el Jarama, se emplearon unos 38 CC,s. Vickers, debiendo la Infantería republicana aprovechar el éxito, acción que fue anulada gracias a la Artillería nacional asentada en la otra orilla del Jarama.

    Del 13 al 16 hubo combates muy sangrientos, donde el Ejército Nacional consiguió avanzar un poco hacia Arganda y Morata de Tajuña. Se concentró en Arganda la 1ª Brigada Blindada al mando del General Pavlov, con 4 Bon,s de CC,s. T-26 y una Cía de BA-32 (camiones blindados con cañón de 37 ó 45 mm. y 2 AM); era la mejor Unidad blindada de toda España, superior a los Panzerkampfwagen del General Varela, que carecían de cañón. El día 17 los nacionales se establecen en defensiva dado que su situación era crítica. Las bajas en el bando Nacional son muy grandes. La peor parada es la Brigada de Sáez de Buruaga que se intentó apoyar con aviación pero no pudo ser ante la superioridad aérea del bando republicano. Se perdieron las posiciones muriendo el propion Coronel Sáez de Buruaga.

    También los carros rusos jugaban a un trágico escondite entre los árboles; de cuando en cuando lanzaban unas ráfagas de ametralladora o un cañonazo y desaparecían. Si hubieran irrumpido en masa habrían destrozado a las Unidades nacionales, a pesar de que la Brigada nacional contaba con una Compañía de cañones contracarro.

    Estas tres acciones, ejecutadas sin el apoyo de la Infantería, poco estudiadas y valoradas, representaban sin duda una auténtica novedad en el empleo del arma blindada, pues aunque perdieron entre seis y diez carros, consiguieron retrasar el avance de sus adversarios durante casi dos días, lo que permitió la llegada de reservas que cambió por completo la fisonomía de la batalla. Dado que algunos biógrafos del luego célebre General Zukov están seguros de su presencia en España por aquellas fechas, no es disparatado suponer que este original empleo de los carros pudo haber sido inspirado por él, partidario de las acciones en solitario, aunque no cabe la menor duda de que el mando lo ostentaba el Genera Pavlov. A partir del día 13 los carros ya se emplearon de la manera tradicional, junto a la Infantería.

    Al día siguiente - el día triste del Jarama, a decir de varios historadores - la ofensiva nacional quedó truncada y Alcalá de Henares, que era su objetivo principal, completamente fuera de su alcance.

    Los carros soviéticos adoptaron de nuevo un papel protagonista en la batalla de Guadalajara: la misma mañana del ataque italiano, una de las Compañías de la Brigada de Carros fue enviada hacia delante por la carretera de Francia.

    Llegó a tiempo de intervenir cuando la Infantería propia ya estaba batida y en retirada, consiguiendo que los italianos no pudieran ocupar Almadrones hasta veinticuatro horas después de lo previsto. En las horas siguientes hubo momentos en que el frente republicano fue mantenido únicamente por la Compañía de carros, que se replegaba delante de la columna motorizada adversaria sin dejar de hostilizarla, hasta que consiguió que los infantes italianos tuvieran que echar pie a tierra y renunciar definitivamente a seguir avanzando sobre los camiones. En las fases finales de esta batalla los CC,s. se emplearon ya siempre junto a la Infantería, tanto en la ocupación de Trijueque como en la del Palacio Ibarra y en la ofensiva final sobre Brihuega.

    Con los CC,s. recibidos en los puertos del Cantábrico, unos 120, se organizó el Regimiento de CC,s. del Norte, al mando del TCol. de Caballería D. Anselmo Fantova Lausín, inspector de las Fuerzas Acorazadas en esa zona.

    Posteriormente, con los CC,s. recibidos en el primer trimestre de 1937, otros 300 desembarcados en el Levante, se reorganizó la Brigada Blindada y se organiza la Brigada de Autos Blindados, al Mando del Col. EM. Infantería D. Enrique Navarro Abujas.

    Además de estas GU,s. acorazadas, existía un Bon. de CC,s. por cada uno de los Ejércitos del Este-Levante, Centro e Inspección Sur.

    A finales de 1937 con las dos Brigadas mencionadas se organizó la División de Ingenios Blindados, al Mando del General Sánchez Paredes.

    Después de la batalla de Guadalajara el General Pavlov regresó a la URSS con la mayor parte de sus colaboradores, quedando los CC,s. tripulados por internacionales y españoles. Durante batalla de Brunete, en junio de 1937, los mandó el Generaleral Rudolf del que poco se sabe, siendo posible que se tratase del General Rotmistrov, al que Gardner sitúa en estas fechas en España. Aunque posiblemente fue durante esta batalla cuando hubo mayor densidad de carros rusos, de hecho se considera la única batalla acorazada de la Guerra, actuaron distribuidos entre los diferentes CE,s. sin independencia, siempre apoyando a la Infantería, en un empleo rutinario.

    El Ejército republicano empleó en esta ofensiva 150 carros Vickers, organizados en 4 Bon,s., y 50 autoametralladoras-cañón, que por no actuar en masa no dieron el resultado apetecido por el Mando republicano. Tuvieron unas pérdidas aproximadas de 61 blindados.

    Del lado nacional y en la reducción de "la bolsa" de Brunete, tomó parte con notable éxito la Agrupación de carros. En esta batalla los nacionales disponían entre otras U,s. de CC,s., de una Cía. de T-26 capturados que había sido organizada en Cubas el 2 de julio.

    En memoria de tal acción la actual División Mecanizada lleva el nombre de División Mecanizada Brunete.

Los CCs BT-5.

    El 10 de agosto de 1937 llegaron a Cartagena a bordo del Cabo de San Agustín 50 carros soviéticos del modelo BT-5, (bjstrochodja Tank - carro rápido -), doce con radio y el resto sin ella, siendo probable que otros tantos hubieran llegado antes a bordo del Cabo de Palos, no habiendo constancia de esto último.

    Se trataba de un CC. medio que había sido desarrollado a partir de dos Chistie M-1931 T-3 adquiridos en Estados Unidos, sometidos a muchas modificaciones y mejoras. Se inició su construcción en serie en Karkov (1935). Pesaban 11,5 toneladas, estaban armados con un cañón de 45 mm y desarrollaban la gran velocidad de 79 Km por hora sin cadenas y 62.5 con ellas, conseguida por un aumento de potencia del motor (liberty de gasolina, de 12 cil. y 400 HP.) y la reducción de su blindaje.

Este proyecto estaba caracterizado por presentar un chasis de vehículo oruga muy parecido a los tractores Vickers de la época pero sin torre. Su armamento consistía en una ametralladora montada en una rótula. El motor era un SEFA de 43 caballos, que proporcionaba al vehículo una movilidad inferior a la de los Trubia. Como mínimo se construyeron dos prototipos de este carro con alguna diferencia entre ellos y otros seis en la versión de tractor de artillería o portapersonal, careciendo estas versiones de torre.    Tras los sucesos barceloneses de mayo de 1937, Vallejo que pertenecía a la CNT fue cesado, cerrándose así la línea de producción. Además, carecía de toda eficacia ofensiva y no pasó de ser un mero objeto de propaganda.  

Material y Us soviéticas.

1.3.- Material y Unidades Soviéticas.

    Parece ser que los primeros carros extranjeros que llegaron a España fueron tres FT-17 para ayuda al Ejército republicano, el 9 de Agosto de 1936, procedentes de Francia.

    Posteriormente, el 3 de marzo, les siguieron otros 16 procedentes de Polonia, (nueve con cañón y siete con ametralladora). Estos últimos desembarcaron en el puerto de Santander en el vapor "Autom", pasando a reforzar los efectivos del Ejército republicano del norte.

    Según señala la revista Defensa (Ramón Salas Larrazábal), la cifra de medios acorazados soviéticos fueron 900 T-26, 300 de los tipos FA-I y BA-6 y cifra el coste de estas Unidades acorazadas en 273 millones de pesetas, que fueron pagados de las 510 toneladas de oro, unos 480 millones de pesetas, enviadas a la URSS por el Gobierno de la República.

    La Escuela de las Fuerzas Blindadas del Ejército Republicano se constituyó en el Balneario de Archena (Murcia). Con el primer material recibido de la URSS y con tripulaciones españolas que se incorporaron posteriormente. Se hizo cargo el que fuera 2º Jefe del Regimiento de CC,s. nº1 TCol. D. José Sánchez Paredes.

 

    Su tren de rodaje no era muy fiable y podía desplazarse bien con cadenas o sin ellas, lo que motivó que se movieran principalmente sin ellas por carretera, facilitando ataques de la aviación nacional, que hicieron aproximadamente once bajas en los mismos.

    No se tiene constancia que el Ejército Nacional empleara los BT-5 capturados en sus U,s. posiblemente por el mejor resultado de los T-26.

    Ya había terminado la ofensiva sobre Zaragoza cuando se presentó en aquel teatro un Regimiento formado con estos carros, mandado por el coronel S. Kondraiev, segundo Boris Shiskov; siendo soviéticas o internacionales todas las tripulaciones. Es muy posible que el Estado Mayor Republicano e incluso el Ministro de la Guerra, Indalecio Prieto, desconocieran la existencia de esta nueva Unidad que, dispuesta para entrar en combate, exigió ser empleada en una serie de ataques sobre Fuentes de Ebro (13 de octubre de 1937), que no estaban previstos por los Mandos españoles. La elección de este sector fue impuesta por los soviéticos, por ser un sector fuertemente defendido y querer comprobar la eficacia de estos nuevos CC,s.

    Esta primera acción de los BT-5 se desarrolló, por tanto, enmarcado en el último intento republicano de tomar Zaragoza. Del 11 al 13 de octubre del 37, la 45ª División atacó el Sector de Fuentes de Ebro, defendido por la XVª Brigada nacional. El Regimiento de BT-5, al mando de Kondriatev y de segundo Jefe Shiskov, emplearon los CCs,. en principio sin el apoyo la Infantería, salvo en una ocasión en que se dispuso a experimentar una nueva táctica subiendo a los tanques patrullas de soldados españoles - reclutas catalanes que habían engrosado el Batallón Spanish - de la XV Brigada internacional al Mando del jefe republicano "Lister" y que, según el conocido relato de Koltsov, resultaron todos muertos. Esta táctica respondía a la vigente entonces, doctrina soviética, consistente en el transporte en cada CC de un Pn. de FUSA,s. ( 10 hombres ).

    El Ejército soviético había sacado conclusiones del hecho repetidamente observado, tanto en España como en sus maniobras, de que la Infantería convencional ya no podía seguir a los carros dada la alta velocidad que éstos desarrollaban. Montar sobre ellos a los Soldados de Infantería era una de las soluciones que se habían propuesto estudiar en combate real, experiencia que sin duda quisieron realizar en España. El resultado fue desastroso, pues avanzaron sin protección alguna perdiendo al menos una veintena (entre 23 y 29) de los nuevos BT-5. según la versión más aceptada, por haber quedado atrapados en el barro al abrir el enemigo las acequias y dejar empantanadas las huertas situadas a la derecha del río. Sin embargo, esta explicación parece poco convincente, ya que los ingenieros soviéticos debían tener prevista tal contingencia.

    Esta operación sobre Fuentes de Ebro fue la última en que los carros dependieron directamente del mando soviético. En la siguiente operación sobre Teruel y en las batallas de Levante y del Ebro, operaron ya subordinados a los Mandos españoles, con dotaciones también españolas, empleados siempre del modo tradicional y cada vez en menores cantidades.

    Debe recalcarse que fueron los militares soviéticos los que, durante la guerra de España demostraron más inquietudes y un mayor interés por experimentar novedades en el empleo de los carros, a diferencia del anticuado empleo que de ellos hicieron los Nacionales, salvo las pequeñas columnas celere que utilizó el CTV.

Otras acciones.

Otras acciones.

    El Ejército republicano empleo sus CC,s. en diciembre de 1937, en la ofensiva sobre Teruel, con un total de 48 CC,s. y durante los contraataques lanzados en el mismo frente contra la ofensiva posterior del ejército Nacional. En estas acciones los CC,.s rusos no combinaron las acciones de fusileros, CC,.s., y artillería, fracasando rotundamente y con pérdidas considerables.

    Otra acción de importancia de los CC,s. republicanos fue en el intento de cortar el ataque nacional desde Fuentedetodos a Caspe, donde emplearon una Cía. de CC,s. con 15 T-26 B.

    El 24 de julio de 1938 el Ejército republicano pretende cruzar el Ebro en un intento de frenar el avance nacional, comenzando así la Batalla del Ebro. Actuaron un total de 87 T-26 por parte del bando republicano y 30 T-26 en el bando nacional, encuadrados en dos Cía,s. de la Bandera de CC,s. Las bajas fueron de 35 por parte del bando republicano y de 11 en el bando nacional.

    Las últimas acciones importantes donde actuaron CC,s. tuvieron lugar en la campaña de Cataluña donde perdieron 28 T-26 los republicanos por 13 los nacionales.

    Del modelo T-26 quedaron en manos nacionales un total de 100 carros, que pasaron posteriormente a las U,s. blindadas del Ejército. Estuvieron en servicio en las U,s. de Infantería y Caballería hasta el año 1965.

    Sobre las cifras de carros soviéticos que combatieron en España, puede aceptarse la de unos 600 T-26 y entre 50 y 100 BT-5, cifras muy superiores a las que aparecen en el libro Solidaridad de los Pueblos, con 363 unidades y las de Navoya Noveisshaya Historija, con 326. Algunos autores suponen que fueron 900 y que sólo a Bilbao llegaron 120, basándose en el discutible libro de Sancho de Beurko. En realidad es muy posible que a aquel teatro no llegara ninguno, haciéndolo solamente unos pocos autos blindados: según escribe el presidente Aguirre, sólo recibieron 15 tanques viejos y achacosos, renqueantes sobre ruedas de goma, en tanto que el Capitán Guerrica Echevarría, que por entonces se ocupaba de todo el material que ingresaba en el parque bilbaíno, asegura en sus memorias inéditas que solamente recibió 10.

    El valor total del material remitido a España estaba valorado en 166.835.023 dólares, que el Gobierno de la República amortizó con la asignación de 171.236.088 dólares, por medio del oro que fue, previo acuerdo con las autoridades soviéticas, depositado en octubre de 1936 en el Banco Estatal de la URSS.

    Cuando se agotó el oro, la URSS, concedió en 1938 un crédito por un periodo de tres años y por un valor de 70 millones, aumentándose en diciembre con otro crédito por 100 millones.

    Los envíos de material se efectuaban por mar y con el mayor secreto. De octubre de 1936 a julio de 1937 el Ejercito Nacional detuvo 96 buques soviéticos. El primer cargamento llegó a Cartagena procedente de Feodosia a bordo de un barco español. Diez días más tarde llegó el Komsomol con 50 carros y a mediados de diciembre llegaron 56 carros más. Entre 1936 y 1939, el Ejercito republicano recibió de la URSS. 648 aviones, 347 carros, 120 vehículos blindados, 1.186 cañones, 340 morteros, 2.048 ametralladoras, 497.813 fusiles, 862 millones de cartuchos, 400.000 proyectiles y 110.000 bombas de aviación.

    Si al principio los envíos eran por mar, saliendo de los puertos del Mar Negro (Sebastopol, Odesa, Feodosia), bordeando las costas africanas y llegando a Cartagena, más tarde lo hacía desde los puertos bálticos hasta El Havre, para seguir por ferrocarril a través de Francia.

    La ayuda no fue sólo material. Además del personal soviético que llego a nuestro país, poco después del inicio de la Guerra Civil y a propuesta del Gobierna de la República, se llevaron a cabo acuerdos sobre la formación del personal profesional militar en Rusia, y así, en 1937, durante tres meses se adiestraron 30 carristas en la Escuela de Carros T-26 de Gorki.