Historial de las Crónicas y Registros. PRIMERA PARTE:
Crónicas de los Registros del Abismo desde la Nº 1 hasta la Nº 13
ver aquí:
Crónica Nº 1 Registro del abismo 1
Crónica Nº 2 Registro del abismo 2
Crónica Nº 3 Registro del abismo 3
Crónica Nº 4 Registro del abismo 4
Crónica Nº 5 Registro del abismo 5
Crónica Nº 6 Registro del abismo 6
Crónica Nº 7 Registro del abismo 7
Crónica Nº 8 Registro del abismo 8
Crónica Nº 9 Registro del abismo 9
Crónica Nº 10 Registro del abismo 10
Crónica Nº 11 Registro del abismo 11
Crónica Nº 12 Registro del abismo 12
Crónica Nº 13 Registro del abismo 13
Continuación de las Crónicas y los Registros del Abismo. SEGUNDA PARTE:
Crónicas de los Registros del Abismo desde la Nº 14 hasta la Nº 28
Ver aquí:
Advertencia: En esta sección no se encontrará ningún estímulo antidepresivo, ninguna sugerencia para superar la depresión, sino un ahondamiento del estado, basándose en que su profundización a conciencia es un camino necesario para la comprensión, que por ende es el aspecto más importante del remedio.
Las experiencias depresivas y vivencias de la depresión siguen a continuación, TERCERA PARTE.
Crónicas de los Registros del Abismo desde la Nº 29 hasta la Nº 48
En la medida que vayan surgiendo nuevas vivencias las expondré aquí.
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Tercera Parte de Crónicas
y Registros de los Abismos:
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Crónica 29
Registro del abismo Nº 29
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El camino de la depresión: mi ruta
He compuesto una bitácora de mi depresión que marca el trayecto que he transitado a lo largo mi vida, porque si hay algo que pueda considerar mío en esta existencia eso sería precisamente mi estado depresivo.
Esta bitácora es mi condena pero también es mi terapia para sobrevivir a mi condición depresiva, ya que con ella consigo navegar en este mundo de incertidumbres sin límites, de inminentes tristezas extremas y de vacíos encubiertos por una decadente frivolidad que va en aumento conforme avanza la sobrepoblación social.
Mi bitácora de la depresión es un recordatorio de que es posible rescatar algún sentido hasta de aquello que nos afecta, aunque este precario sentido no sea más que el del sufrir digno o de la dignidad del sufrimiento.
Puede que mi vida no tenga ningún sentido, puede que nada de lo que piense o sienta tenga sentido, y lo más probable es que nada de lo que haga tenga algún sentido, sin embargo, mi bitácora de la depresión sí lo tiene aunque sea parte de mi vida, parte de lo que pienso y siento y parte de lo que hago, porque mi bitácora es el sentido de lo que carece de sentido.
Por eso es que mi ruta es un camino de infinitos desvíos, un sendero sinuoso lleno de obstáculos, cuya única dirección es permanentemente empinada, y que siempre está bloqueado justo antes de llegar a destino.
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Crónica 30
Registro del abismo Nº 30
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Las zonas oscuras del abismo :
Mi vida está repleta de zonas oscuras, pero antes que oscuras, mejor dicho, se tratan de zonas muertas.
Estos son lugares sombríos que están allí desde hace siglos, están deshabitados, apagados, y se mantienen imperturbablemente inaccesibles pero no porque no se pueda llegar hasta ellos ya que es posible ir hasta allí e ingresar en esos inhóspitos lugares, sino, porque son espacios que de tan abiertos se mantienen restringidos debido a que allí no hay nada, están vacíos y fríos, completamente desolados.
Desde la distancia no se los ve y pasan desapercibidos como noches cerradas sin una sola luz, y permanecen sin el más mínimo tenue resplandor, pero desde cerca se los presiente imponentes, incluso se los puede ver, son como manchas opacadas al extremo, como densos nubarrones, y transmiten la incertidumbre de aquella paz que se expresa antes de la tormenta o el silencio que reina en la bóvedas de los cementerios, por eso son como esos lugares en los que nadie quisiera estar.
Desde ya que no me dan miedo, no me asustan, con los años he aprendido a cohabitar con ellos, sólo me despiertan tristeza y el ocasiones siento lástima de sus existencias.
Son sitios invulnerables, porque no se puede hacer nada con ellos ni nada puedo hacer allí, no puedo llevar alguna claridad ni vida de ninguna manera, sólo puedo aceptarlos y tratarlos con inmensa compasión.
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Crónica 31
Registro del abismo Nº 31
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Un sueño recurrente, quizás como símbolo de la profunda depresión :
A través de los años sueño siempre con lo mismo. Es un sueño que se reitera cada tantos años; pueden pasar cuatro o cinco años, a veces tan solo dos, y vuelve a suceder... pasa el tiempo, y hasta me lo olvido en la mente consciente, y entonces, cuando ya no me acuerdo más de él, otra vez surge el sueño.
Lo increíble es que recuerdo el sueño de manera muy nítida al despertar, cosa que prácticamente no me sucede con ningún otro sueño, y lo más increíble aún, es que a pesar de los muchos años que transcurran entre un sueño y otro, siempre se mantienen las cosas exactamente en el mismo lugar, siempre se trata de la misma situación, todo se encuentra en el misma posición como si en vez de un sueño se tratara de un lugar físico real, y siempre aparecen los mismos tonos de grises y hasta los mismos aromas, e incluso ese sonido del no sonido como un eco insonoro que reverbera entre las paredes gruesas de cuartos antiguos con techos altísimos.
El sueño se trata de una casa deshabitada, sin embargo, la siento como mía aunque nunca he vivido en nada parecido, pero la siento muy mía, como si alguna vez hubiera vivido en ella, siento que es mi hogar; al menos, en sueño, llego a ella una y otra vez a lo largo de las décadas.
La casa es muy grande, enorme para mi gusto, casi como un laberinto, y nunca la he recorrido completamente a pesar de las tantas veces que la he visitado desde la dimensión onírica. La misma tiene varios pisos, muchos corredores, habitaciones, salones, un patio central sumamente oscuro porque a su alrededor se elevan los pisos que impiden el ingreso de los rayos del sol. Los sonidos retumban en ella únicamente cuando camino, y cuando detengo mis pasos queda vibrando en el espacio un silencio sepulcral.
En esta casa hay una zona en que las habitaciones y los espacios están ocupados con algunos muebles, siempre en la misma posición, y allí sí llegan unos escasos y muy débiles resplandores del día, pero, lo singular, es que hay otra zona que está completamente a oscuras, pero no hay peligro alguno porque se puede transitar por esos espacios sin riego de tropezarse con nada, porque están completamente vacíos y fríos, eso sí.
Después, también hay una zona derrumbada, como venida abajo por los años, cuyos tirantes del techo caen en diagonal hacia el suelo y los cielorrasos están desprendidos colgando y por el piso, con telas de araña por todos lados, polvo a granel y cajas apiladas, algunas deshechas, humedad en las paredes y marcos de madera carcomidos. A veces ingreso a esta zona agachado por un hueco en la pared, pero nunca avanzo muy lejos, hay lugares a los que nunca logre acceder o no quise aunque siempre siento la misma intriga de llegar hasta el fondo y ver qué hay. Tampoco he intentado abrir las cajas o ver qué hay en los muebles. Claro, cuando despierto me digo por qué no lo hice, pero en sueño las cosas no se manejan, sólo suceden tal como se presentan.
Intuyo que en este sueño que se reitera de tanto en tanto se encuentran algunas respuestas, pero no logro captarlas, sólo tengo preguntas que se suman y ninguna respuesta. De todos modos, sé que algo quiere decirme ese lugar, más aún, presiento que alguien trata de comunicarse conmigo, pero nunca veo a nadie, ni siquiera me veo a mí cuando voy en sueño a esta casa, sólo me observo como un fantasma errabundo desterrado y sin historia, a quien el destino le arrebató absolutamente todo.
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Crónica 32
Registro del abismo Nº 32
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Relativas, relativas, muy relativas son las interpretaciones acerca de la vida :
A diferencia de la depresión por causas orgánicas, la depresión crónica psicológica se basa, según mi experiencia, en que nada de lo que se dice para salir de ella es absoluto, es decir, del todo verdadero y cierto, sino que simplemente se trata de una estrategia y artimañas para engañar a la mente y hacerle creer que la vida es positiva y que todo es hermoso, y que no hay motivos para estar depresivo.
Sin embargo, la vida es linda sólo para quien vive bien, está bien y se siente bien, pero no lo es para quien vive enfermo, para quien tiene hambre, para quien sufre de carencias y no tiene cubiertas las necesidades básicas para la subsistencia; tampoco es linda la vida para quien está sometido y es explotado vilmente, para quien tiene la mente embotada y el funcionamiento de su organismo descompuesto, para quien está desesperado, o bien, para quien ya no hay nada que valga la pena por lo que vivir.
Por supuesto que antes de llegar a este extremo lamentable donde la vida deja de ser linda, aún se está a tiempo de poder decidir entre deprimirse o poner la energía en hacer algo para modificar la situación de la cruda realidad que nos afecta a todos, sin embargo, una vez que se ha caído en el extremo y se ha superado esa línea que separa lo posible de lo imposible, ya no hay retorno ni queda otra alternativa que llegar a la triste conclusión de que la vida no es linda ni positiva.
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Crónica 33
Registro del abismo Nº 33
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Escribir de lo mal que me siento me hace sentir bien :
Es paradójico y hasta resulta una ironía... he pasado miles de días sumergido en la depresión a lo largo de la vida, incluso parece que fuera más tiempo del que en realidad fue porque cada día me ha parecido eterno. Y es ahora, en este preciso período de vida, que estoy atravesando la peor de todas las crisis depresivas, aunque cada vez que la tuve he sentido que fue la peor, sin embargo, esta vez por lejos se trata de la peor de todas desde cualquier ángulo que se lo mire.
Y lo extraño es que por primera vez he comenzado a escribir sobre mi estado depresivo, y lo más extraño aún, es que me siento mejor después de hacerlo, y eso que se trata de la peor de las crisis.
Nunca antes había sentido alivio a estos estados, por eso lo singular es que esta vez, estando en la plenitud del hundimiento, siento cierto alivio cada vez que escribo acerca de lo mal que me siento. Es como que me siento mejor al escribir sobre lo mal que me encuentro.
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Crónica 34
Registro del abismo Nº 34
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Condenado a la liberación :
No hay mayor sentimiento que el que proporciona el poderse liberar de aquello que nos oprime, porque cuando se está oprimido ningún otro sentimiento puede ser más consolador que el de la liberación.
Nada se equipara con la sensación de liberarse de aquello que duele profundamente y que se clava hondo en nuestra mente y corazón.
Ninguna otra vivencia puede reconfortar más a una persona que la liberación de su propio sufrimiento. Así, una vez logrado este sentimiento básico de la liberación, todos los demás sentimientos son factibles, no antes.
Por eso sigo el camino no decidido ni elegido de mi depresión, ya que, al menos, ella me brinda el rumbo hacia la liberación. Porque a través de mi depresión me libero de todas las banalidades de la vida moderna de vacío confort, puesto que mi depresión me hace estar consciente de tales miserias y no me permite olvidarlas o dejar que me invadan, por lo tanto, me previene de no ser absorbido por ellas; es decir, el caer en la depresión no me permite ser atrapado por las frivolidades comunes de la sociedad de consumo, y viceversa, las trivialidades que se expresan frente a las injusticias y atrocidades que se imponen en el mundo entero me llevan a profundos estados depresivos. Se trata de un círculo virtuoso a partir de lo vicioso.
No hay mayor esclavitud que la ignorancia y el olvido, y mi depresión me libera del olvido que nos han inculcado asumir y practicar, y me proporciona ese saber cuestionador que la sociedad está condicionada a rechazar. Porque, tanto recordar (la memoria) como cuestionar (pensar) son peligrosos para los intereses del poder establecido que prefiere personas sumergidas en la banalidad, sin conciencia ni memoria, pero nunca personas depresivas que sienten, recuerdan y piensan porque a ellas no se las puede arrastrar a ningún fin utilitario comercial.
No hay nada como la liberación, y los modos de llevarla a cabo no están codificados.
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Crónica 35
Registro del abismo Nº 35
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La imposibilidad de lo posible :
A veces tengo la falsa percepción de ver alguna luz, aunque más no sea un difuso resplandor, y entonces imagino por ejemplo, que el escribir me alivia de alguna manera parte del peso de la depresión o que la depresión al fin se dignará mostrarme su don oculto de liberación o que, quizá, ella sea algún camino intrínseco hacia un lugar mejor...
Pero no me lleva mucho tiempo darme cuenta de que todo esto que imagino no es más que una fantasiosa ilusión.
La verdad es que no hay luz ni tenue resplandor, no hay liberación ni camino. Sólo existe un pozo infinito, un eterno vacío y una agonía sin término.
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Crónica 36
Registro del abismo Nº 36
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Sobrevivir al abismo :
Muchos de los que tocan fondo no vuelven a emerger de allí, porque ese tocar fondo implica terminar con sus propias vidas.
Sólo unos pocos tienen la oportunidad de regresar de esos abismos insondables para recomenzar a “reconstruir” sus vidas, y esta reorganización o reinicio de una nueva vida es extraordinario por el sólo hecho de haber sobrevivido. La supervivencia es en sí mismo el mayor regalo.
Y, el modo en que ese “tocar el fondo del abismo” termina con las vidas, se presenta de muchísimas maneras, las cuales todas se desencadenan como consecuencia de lo mismo; pudiendo ser algunas de las maneras, por ejemplo, a través del colapso general, mental, orgánico y espiritual, por un accidente provocado por el mismo estado deplorable, por una enfermedad terminal derivada del mismo permanecer en ese fondo del abismo, por la propia renuncia a querer seguir viviendo, y, desde ya, por la drástica determinación de quitarse la vida... y digo, todas las variantes posibles derivan de lo mismo: “tocar fondo”.
Grandes artistas fueron víctimas de “tocar fondo”, y, aún mucho más que eso, millares de personas comunes, de bajo perfil, perdidos en las grandes metrópolis sociales han sucumbido en el fondo del abismo y no han logrado retornar de él.
No tengo ninguna solución para este flagelo que pende sobre nuestras cabezas como dagas filosas de los tiempos en que se viven, más que señalarlo y denunciarlo, porque callarse y negarlo es la mejor manera de otorgarle completa impunidad.
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Continuación:
Aprovecho para comentar en esta crónica 36 del abismo, que lo único que espero, en el caso de no lograr salir del pozo alguna vez, es tener un último aliento para despedirme a través de este foro de quienes al menos una vez me han prestado atención... de todos modos, si en algún momento dejara de escribir, es porque habré partido sin tiempo para la despedida.
Por eso, valga esto a modo de un adiós anticipado...
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Crónica 37
Registro del abismo Nº 37
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Somos lo que los impulsos vegetativos determinan que seamos :
El otro día, extrañamente, me sentí con buen ánimo, y en principio no sabía bien a qué atribuírselo, hasta que me di cuenta de que la causa más factible era que aquella noche anterior, después de mucho tiempo, había podido dormir al fin seis horas de corrido, ya que generalmente duermo tres horas o bien, día por medio.
Recuerdo que también me había sentido muy bien en otra ocasión anterior a ésta, y ahora que lo asocio supongo que estuvo relacionado con que en esa oportunidad había almorzado alimentos deliciosos, cuando por lo general suele ser rutinario el saltearme la comida del mediodía y es habitual comer pésimo por las noches.
Por eso llego a la conclusión de que en estos dos casos de buen dormir y buena alimentación el organismo respondió con una química determinada que imprime la sensación placentera de sentirse bien, y no es que uno se sienta bien por propia voluntad.
Por otro lado, también es cierto que solemos amar a quienes nos aman o buscamos ser queridos por aquellas personas que potencialmente podrían querernos, y, por el contrario, aborrecemos y odiamos a quienes nos rechazan o nos humillan. Esto también responde a una reacción vegetativa natural y normal establecida por cierta química que genera nuestro organismo. Por lo tanto, ¿hasta qué punto somos libres de sentir lo que sentimos?
Lo cierto es que somos totalmente mecánicos en la mayoría de las funciones orgánicas, e incluso, en muchos aspectos emocionales, porque también en cuanto a los sentimientos respondemos según los diferentes impulsos vegetativos y los condicionamientos culturales impuestos, que determinan patrones subconscientes e inconscientes que nos impelen a proceder de una determinada manera en particular.
Desde ya que la depresión también es una reacción subconsciente que prospera a partir de ciertas configuraciones psíquicas y psicológicas, las cuales, seguramente, además concuerdan con restringidos patrones genéticos y hasta con registros karmáticos.
Por eso digo que, en un sentido, somos esclavos de los condicionamientos estructurales básicos de nuestra existencia... y saber esto me causa aún mayor depresión.
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Crónica 38
Registro del abismo Nº 38
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Un estadio de fusión latente entre la realidad y la imaginación :
En el contexto de mi conciencia actual se ha establecido luego de mucho tiempo de gestación, una estrecha simbiosis entre la historia real de mi vida y la historia ilusoria que imagina mi mente, al punto de no saber con claridad cuándo lo que vivo es parte de una realidad o cuándo es parte de una mera fantasía. Más aún, he descubierto que mucho de lo que imaginaba y que suponía como parte del mundo imaginario se trataban de hechos concretos de la vida real que he vivido durante el día, y, por otro lado, también he constatado que muchas cosas que registré en mi memoria como momentos concretos de la vida cotidiana fueron en verdad tan sólo hechos imaginarios y que nunca existieron. El punto es que no puedo definir con exactitud la diferencia entre lo que imagino y la experiencia real de los hechos concretos.
Todo esto me ha estado ocasionando mucha confusión, principalmente en esos momentos críticos en que no he logrado distinguir la diferencia entre lo que vivo y lo que fantaseo, entonces, dejándome absorber por lo captado sin procesar se ha producido una mezcolanza de vivencias y experiencias psíquicas y físicas, a veces incompatibles, que sólo he logrado desentrañar gracias al relato fidedigno de algunas personas cercanas que me detallaron la realidad de los acontecimientos.
No me refiero a estados de paranoia, o sí, no me refiero a estados de impactante imaginación creativa descontrolada, o sí, no me refiero a grandes escapismos de la realidad, o sí, no me refiero a una personalidad bipolar o esquizofrénica, o sí... en realidad no sé a qué me refiero más que a algo que no termino de deshilvanar, o bien, de articular. Es como una imagen que se desvanece o un castillo de naipes que se desarma sin que pueda hacer nada.
De lo único que estoy completamente seguro, confirmado por varias personas que así lo aseguran, es que no hay drogas de por medio, ninguna, ni alcohol ni nada que se le parezca, sólo alguna aspirina que me administro de vez en cuando. Todo es producto de la mente.
El ser humano es una cosa rara, y bien rara que es a veces.
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Crónica 39
Registro del abismo Nº 39
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Una reunión de amigos íntimos, hermanados por la depresión :
Demás está decir que como todo el mundo tengo mis propias amistades, sin embargo, estos son amigos mujeres y varones que están dentro de mí. No sé bien cuántos son exactamente, a veces parecen ser dos, tres, a veces parecen ser nueve o una multitud mayor. Claro que no importa cuántos son, porque aunque ellos cambian constantemente de nombre y de personalidad, en el fondo son siempre la misma persona, de todos modos, aún siendo uno, a veces discutimos entre nosotros, nos enojamos y peleamos entre sí. Los médicos quisieron medicarme para olvidarme de ellos, pero yo no los quiero perder, por eso me rehúso a ser tratado y mucho menos medicado.
Suelo reunirme con ellos en intimidad, y lo hago frecuentemente mucho más que antes porque finalmente he aprendido que son parte de mí, y he sabido que no tengo que ir a ningún lado para buscarlos, sino que, con sólo esperar ellos aparecen; de todas maneras, algunos suelen irse de estas reuniones íntimas para relacionarse individualmente con otras personas de la vida real y hacer sociales por los barrios de la ciudad. Claro que recién con los años he comprendido el modo armonioso de convivir con ellos sin estar completamente perdido y confundido, porque al principio siempre estábamos separados, desunidos y cada uno por su lado haciendo de las suyas, criticándonos salvajemente por cada cosa que cada uno emprendía u opinaba de la vida. Años atrás no nos queríamos y nos tratábamos como a extraños y también como enemigos hasta que comprendimos que somos hermanos, como una gran familia.
Lógicamente, también tengo algunos amigos afuera de mí, digo, en el mundo real exterior, pero sólo puedo ser amigo de verdad de aquellas personas que aceptan a todos mis seres internos imaginarios, sin discriminar a ninguno, porque ya no puedo dividirme y separarme de ellos para ser amigo de alguien real, ni puedo dejar de ser ya más lo que en realidad soy.
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Continuación:
Definiendo esta situación, digamos que en realidad tengo grandes problemas con toda esta gentuza que vive dentro de mí. Sólo hablo bien de ellos porque intento ser cordial para hacer más grata la convivencia y tener la fiesta en paz, pero la realidad es que a veces me tienen bastante cansado con toda su cháchara. Porque, al final de cuentas, lo cierto es que me han invadido y encima me obligan a ser anfitrión. Me han suplantado en la mayoría de mis actividades, por no decir en todas, y manipulan mi perfil a su antojo. Tampoco me permiten decidir en mi propia casa y me someten a pensar como ellos o lo que caprichosamente quieren que piense. Me robaron mi identidad y mi vida, y se alimentan de mi sangre como vampiros. Siempre tengo que obedecer sus mandatos y demenciales caprichos, y si me rehúso a obedecer me castigan con más depresión, sentenciándome a depresión perpetua.
No existe la democracia ni el consenso para ellos, pues, siempre se hace lo que ellos quieren.
Por eso es que encarnan a todos esos seres despreciables que tanto odio por haberse adueñado de mi vida.
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Crónica 40
Registro del abismo Nº 40
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Una millonada de personas dentro de mí:
Las múltiples personalidades han hecho de mi vida un infierno, porque cuando una descansa la otra entra en actividad, y así me la paso las veinticuatro horas ocupado tras sus inagotables demandas que no me dan tregua. Siempre estoy siendo anfitrión de alguna de mis personalidades. Y ellas sólo miran para sí, y apenas unas pocas reconocen que estoy muy cansado y agotado. Una de ellas va a trabajar según cuenta, la otra está desocupada y no quiere hacer nada, una estudia, la otra quiere ir al cine, y hay una que le encanta sentarse en los parques a leer. Hay una que no quiere salir a pasear jamás porque prefiere quedarse encerrada en casa, hay otra que solo sale por las noches porque está enemistada con la luz del sol. Cada una tiene su cuenta de correo electrónico y su actividad en internet, cada una se expresa en varios sitios web., por eso me demandan permanente presencia para que ellas lleven adelante sus quehaceres diarios.
Algunas de ellas duermen de noche y están activas de día, pero otras duermen durante el día y entran en actividad a la noche, así jamás me dejan descansar. Sea donde quiero que vaya ellas van, y si corro, ellas corren también tras de mí, si me detengo se detienen, pero nunca se callan ni jamás hacen silencio. Su mundanal ruido es un batifondo insalubre de altos decibeles.
Una de mis personalidades es bohemia, la otra es intelectual, una se la da filósofa y mística mientras que otra es muy concreta y demasiado materialista, hay una que se la pasa dando consejos y suele ser un poco cargosa pero es simpática; una de mis personalidades más lejanas y adormecidas es empresarial y le gusta ganar dinero, y también tengo una personalidad que es irreversiblemente vagabunda (bien ciruja), otra, en cambio, es como un monarca (se imagina emperador de una playa de Bahía), tengo una personalidad que a veces es bastante libidinosa y jovial, y tengo otra que es solemne y seria, un poco pasiva y aburrida. También está en mí una personalidad que es chistosa y divertida (quien además se la pasa cantando aunque nos moleste a todos sobremanera con sus desafinaciones) y tengo otra personalidad pesimista casi hasta la tragedia quien toma las riendas en mis crisis depresivas, por lo tanto, últimamente es la que más se expresa de todas.
Por supuesto, también habita en mí una personalidad sumamente ignorante que no entiende nada de nada, pero raras veces se manifiesta otra que tiene algún dejo de sabiduría, y, misteriosamente, consigue imponerse, no sin antes que la personalidad ignorante haya contaminado con su confusión toda situación en la que tratamos de convivir en armonía.
Todas estas personalidades que cohabitan en mi interior, tal vez me ha llevado a conocerme un poco a mí mismo en ese abismal estadio del no saber quién soy, pero lo que sin duda me brindó es la inmensa posibilidad de poder aceptar un poco más al prójimo tal cual es sin pretender cambiarlo, reconociendo en él algo de mí, y en mí algo de él.
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Continuación:
Me olvida comentar que uno de mis huéspedes es medio político y anda por allí escribiendo y chamuyando sobre política. Pero la realidad es que está que le saltan varios tornillos, por eso, teniendo conocimiento de causa puedo afirmar que no hay que creer en los políticos... los políticos son políticos, y esta es una raza extraña como lo son los abogados y los psicólogos... nunca hay que confiar en ellos. Palabra de honor.
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Continuación de la Crónica 17
Si a veces logro no estar tan depresivo es porque he conseguido convencer a la sensibilidad para que no sienta tanto.
Las terribles calamidades que acontecen periódicamente alrededor del mundo son combustible para mi depresión. No es que esté buscando una excusa para entregarme a este estado, sino que el dolor me atrapa como la flor atrae a la abeja.
A causa de este padecimiento, leve en comparación, puedo comprender la carga pesada que ha de significar toda adicción.
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Crónica 41
Registro del abismo Nº 41
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La tristeza de la muerte :
Nada he escrito en esta última semana porque estuve muy deprimido con la muerte de Steve Jobs. En realidad he estado un poco más deprimido que de costumbre porque lo cierto es que nunca dejo de estarlo. Más aún, no solo me deprimí por el fallecimiento de Jobs, sino que a través de su muerte y de la tristeza de muchas personas me deprimí por el deceso de todo ser humano, especialmente por el fallecimiento de aquellos desconocidos que mueren solitarios en la habitación fría de algún hospital o sentado en el banco de una plaza o solos en sus casas. También me deprimo mucho con la muerte de los animales, y si llega a ser uno de los míos entonces estoy muy mal por mucho tiempo y nunca termino de reponerme, también me deprimo cuando talan un árbol y pienso en la muerte de ese ser que aunque sea distinto a las personas no deja de ser un ser, e incluso me deprimo hasta cuando se muere una planta.
La muerte me deprime en todas sus formas.
Sin embargo, después de unos días de la muerte de Jobs se mezclaron mis sentimientos, y en realidad no supe si estuve deprimido porque él se había muerto o porque yo aún sigo vivo. No sé... se mezclaron estos dos sentimientos.
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Crónica 42
Registro del abismo Nº 42
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La cultura del suicidio y el culto a la muerte :
Si tendría que ponderar algo del culto a la muerte eso sería sin duda el arte milenario del harakiri (seppuku) correspondiente a la tradición samurái; éste acto se llevaría el mayor galardón sin ofender a los millares de fanáticos y devotos de la Santa Muerte ni a las sectas que aún siguen realizando en la actualidad sacrificios de vidas (gallinas y cabras). Siempre sentí una extraña admiración por este ritual ancestral japonés para despedirse de la vida. Realmente hay que ser muy valiente y tener muchísimo coraje para recorrer los distintos pasos de la secuencia entera del seppuku a la “perfección” según consta en el protocolo del suicidio samurái, para entregarse sin temblor al alma de la hoja filosa de la katana a fin de recuperar todos los honores perdidos en las circunstancias de la vida que llevaron a este punto.
En occidente en cambio, el acto del suicidio se consuma sin tanto preámbulo de la manera más espontánea que a uno se le ocurra en el preciso momento de la reacción emocional, aunque suele haber premeditación en algunos casos en que prevalece la mente fría y calculadora. La mayoría, por no decir todos los suicidios en occidente carecen de arte y son generalmente horribles, lamentables y dolorosos tanto para los suicidas como para los allegados, y jamás hay honores después del acto como sucede en la tradición samurái. En India celebran la muerte, pero en occidente, dado como son las cosas, es imposible celebrar la muerte de nadie.
En el diario Tiempo Argentino del martes 11 de octubre (2011), es decir, hace unos cuatro días atrás leí una nota interesante sobre el mayor índice de autoeliminación del mundo que corresponde a Rusia cuya cifra asciende a 800 mil rusos en las últimas dos décadas, y sobre esto dijo Boris Polozhi de la Psiquiatría Forense de Moscú: “Hemos perdido casi una ciudad de un millón de habitantes”.
Según la OMS, sólo en Francia se suicidan al año 10 por cada 100 mil mujeres y 26 de cada 100 mil varones. Y de acuerdo con informes más minuciosos de distintas ONGs se produce en el mundo alrededor de 3000 suicidios por día, o sea, más de 1 millón al año o bien, 2 personas por minuto. Es decir, que en el tiempo que me llevó escribir este post por lo menos unas 16 personas se suicidaron en el mundo.
Así que no veo por qué no deba sentirme depresivo al sentir la gran cantidad de personas que se están quitando la vida, y esto sin contar a quienes se suicidan “accidentalmente”, o sea, “sin quererlo conscientemente” sino de modo inconsciente, y así cruzan las calles sin mirar, provocan un accidente automovilístico sin desearlo, pasan el cruce ferroviario cuando las barreras están bajas, se abusan con el alcohol o con el consumo de drogas, etc. etc., lo cual ascendería el índice del suicidio a varios millones de personas en pocos meses.
Esta es sin duda una guerra traicionera porque no se ve al enemigo, y es muy cruenta por cierto, pues, no se combate contra nadie sino contra uno mismo. Y la humanidad entera está perdiendo esta batalla.
Son cifras desconcertantes. Por ejemplo, en la Prensa.Com se lee lo siguiente: “La tasa anual de suicidios en todo el mundo equivale a una repetición diaria de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, (3 mil personas) aseguró a la prensa el experto alemán Armin Schmidtke. En Alemania, alguien muere por su propia mano cada 47 minutos, asegura Schmidtke, presidente del Programa Nacional de Prevención de Suicidios en Berlín...” (Nota de 2005!!!, es decir, desactualizada)
Por todo esto se trata de un asunto crucial para ser tratado en todos los ámbitos sociales. Es necesario hablar del tema y diseñar una educación al respecto.
Por ejemplo, no hay estadísticas de los suicidios cometidos en China, pero según versiones extraoficiales es muy elevado, sobre todo a partir de cierta política represiva que suele imponerse en zonas alejadas a las grandes ciudades.
La muerte y, básicamente el suicidio, es un tabú enorme de las sociedades, por eso creo que debería haber una mayor cultura al respecto, y no censura o reprobación producto de la ignorancia, porque no es algo que esté “mal” sino que lo que está mal es ocultarlo bajo la alfombra. Realmente, que un suicida opte por arrojarse a las vías del tren, tirarse desde la terraza de un edificio a la vía pública, asfixiarse abriendo la llave del gas, entre otras formas atroces, son muy degradantes a la vez que perjudican al resto de la sociedad, en cambio, tenemos otros ejemplos de suicidio digno como el llevado a cabo por el famoso médico cardiólogo a nivel internacional, René Favoloro, que se suicidó de un tiro al corazón dejando una nota escrita con las razones de su acto y sin involucrar a terceros en su decisión.
A la muerte no hay que temerle, hay que conocerla en todas sus formas porque ello dignifica la inteligencia humana.
Yo no le tengo miedo a la muerte ni al suicidio tampoco, (aunque me entristece y acongoja sobremanera la muerte de todos los seres), y la decisión de morir sería una opción que tendría en cuenta llegado el caso si las circunstancias así lo impusieran (como por ejemplo una enfermedad terminal que esclavice a mis familiares a tener que asistirme), por esto mismo, sí le tengo miedo a la invalidez severa y a estar postrado en una cama (no a andar en una silla de ruedas o a tener que utilizar bastón, eso no), sí le tengo miedo a una enfermedad dolorosa, e incluso, a veces tengo la recurrente pesadilla de fracasar en el suicidio y quedar vegetativo y que me entierren en estado de coma profundo con todos los síntomas de la muerte y despertarme dentro del féretro, por eso el día que muera quiero que me cremen (incineren) porque esta pesadilla de despertarme encerrado en un cajón me espanta desde que era pequeño.
Por esta razón me impactó profundamente ver la película: “La Serpiente y El Arco Iris” (verídica) dirigida en el año 1988 por Wes Craven, donde se muestran los “polvos” haitianos (de donde más tarde se produjo la anestesia) para volver zombis a las personas después de ser enterradas vivas por algunos días.
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Crónica 43
Registro del abismo Nº 43
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NEGATIVO 43
No es que esté solo, sino que me siento solo. No es que esté desamparado, me siento desamparado. No es que haya sido abandonado y olvidado, sino que me siento así. Y aunque estoy consciente de que no es la realidad me vence lo que siento, y me apabulla más todavía saber que no estoy luchando contra un demonio, sino contra un fantasma, invisible pero tangible, silencioso pero siempre presente, invencible como despótico tirano que con la escusa de gobernar busca esclavizar, y con hábil persuasión y astucia me engaña diciéndome que todo lo hace para protegerme de los daños del mundo mientras me prodiga su ponzoñoso veneno que va matándome cada día. Así son mis sentimientos en estos días.
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Crónica 44
Registro del abismo Nº 44
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Depresiva oscuridad :
Camino mirando a la tierra.
Ya no miro hacia el cielo como en otras épocas, sino, que sólo miro hacia el suelo.
Los hombros pesan, la cabeza cuelga, el pecho se hunde, la espalda se encorva, las piernas se doblan, y los pasos arrastran el dolor de los siglos.
¿Qué es la vida?, sino tan sólo reír, llorar, mantener un sueño y una mera ilusión, y dejarse llevar por las cosas y la decadencia progresiva.
No hay dónde ir ni adónde llegar.
No venimos de ningún lado ni vamos hacia ningún lugar ni somos nadie.
“Y... todo pasa y nada queda.
Porque lo nuestro ni siquiera es pasar, no se hace camino al andar, y al volver la vista atrás, no se ve nada, ninguna senda, únicamente se ve un profundo e inexorable vacío...
... sólo se trata eso... de otro ladrillo en la pared.”
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Continuación:
De tanto caminar por el desierto, al final me volví arena. De tanto vivir atrapado por la noche me hice oscuridad. De tanto recorrer laberintos quedé perdido en una confusión crónica. De tanto aislarme he terminado confinándome en la soledad. De tanto llorar lo vivido y lo no vivido me he vuelto un pantano sombrío.
Hay quienes le cantan al amor, miles de poetas lo han hecho desde siempre, hay quienes le cantan a la amistad, a la madre, a los hijos, a la humanidad, a la tierra, a Dios, a las grandes cosas de la vida... pero yo, sólo le canto a la depresión.
Por fin he descubierto que puedo destacarme en algo... y, es más que obvio, que eso que quizás sea lo mejor que hago, sin duda es, hundirme en el abismo de la depresividad.
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Crónica 45
Registro del abismo Nº 45
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Miedo a los miedos :
Hace poco descubrí, gracias a cierto comentario que posteó Carmen Ro, que tengo miedo a los miedos. Esto no lo sabía ni nunca había pensado en ello.
Y precisamente hoy, ya pasada la media noche del sábado para el domingo, he avanzado un poco más hacia el entendimiento de mis miedos y es mi deseo dejarlo asentado aquí, en esta bitácora digital para que navegue en el tiempo cibernético.
El profundo miedo a los miedos que he llegado a darme cuenta que siento, me ha llevado a creer desde siempre que nunca tuve miedo a nada. Pero sólo fue por un terrible miedo a los miedos.
Es que este miedo a los miedos es tan tremendo que encierra muchísimos miedos diferentes por no decir miedo a todo o a casi todo. Así que repentinamente pasé de ser una persona que se creía valiente a sentirme alguien muy temeroso.
Y esto es lo que descubrí:
Tengo tanto miedo a la confusión, que vivo en confusión.
Tengo tanto miedo al sufrimiento, que vivo sufriendo.
Atrapado en el miedo, temo al miedo, y por eso con miedo vivo.
Siento un profundo miedo a no saber vivir, y precisamente debido a este miedo no vivo.
De tal magnitud son mis miedos, que también tengo miedo de mí. Me tengo más miedo a mí que a los mayores peligros de la vida. Es que temo tanto a equivocarme que vivo equivocándome, temo tanto a la inseguridad que vivo inseguro de todo, temo tanto a la insatisfacción que vivo completamente insatisfecho, tengo tanto miedo a que me ataquen y me hieran en mis sentimiento que vivo en guardia y a la defensiva de todo, hasta defendiéndome de que quienes me brindan su amistad, porque estos miedos me generan sospecha de todo.
Por esto me tengo tanto miedo de mí, porque soy yo mi peor enemigo.
Tengo sumo miedo a la ignorancia, lo que me lleva a ser un ignorante, y tengo tanto miedo al ridículo que no dejo de hacer el ridículo.
El miedo que siento es tan profundo que viaja por mi sangre y se ha vuelto mis huesos.
Así es como el miedo fue apoderándose de mi alma casi sin darme cuenta, y, todo lo que es mi ser, hoy es tan sólo miedo.
¿Cómo podré algún día vivir sin él si ya no somos dos, sino uno solo?
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Continuación:
También estoy teniendo miedo a no poder seguir escribiendo más acerca de mi depresión y de todas las cosas negativas que veo y siento.
Y en este preciso instante estoy teniendo miedo a seguir sintiendo miedo de mis miedos.
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Crónica 46
Registro del abismo Nº 46
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El Show debe continuar :
¿Qué importancia tiene si tengo una, dos o diez personalidades, si en todos los casos ellas expresan lo que está sintiendo una sola persona, la misma persona, aunque con múltiples máscaras y facetas?
¿Qué importa si una de estas personalidades es paranoica, si la otra es pesimista, si la otra es depresiva, esquizofrénica, si la otra es compulsiva, bipolar, incluso, autista, si todas por distintas que sean están representando al mismo individuo?
¿Qué importa si soy hembra o macho, si soy negro o blanco, si soy joven o anciano, si soy santo o villano, si soy místico o fabulador, si detrás de todo eso se trata de la misma entidad sufriente que se encuentra prisionera de sí misma?
Para el mundo no importa si estoy vivo o muerto, para el poder establecido nada importa si soy feliz o infeliz, para los medios de comunicación no tiene diferencia si existo o si soy mera ficción, para el político envilecido es suficiente que tenga mi documento de identidad para ir a votarlo, y al religioso sólo le alcanza con que afirme que soy su fanático prosélito y que me rindo convertido ciego a su fe, aunque le esté mintiendo... eso no importa, al religioso le alcanza con que afirme que soy su adepto.
Hoy en día cualquiera se dice amigo, incluso se venden paquetes de grandes cantidades de amistades virtuales para engrosar los perfiles en las redes sociales y así sentirse que uno es considerado alguien deseado por multitudes.
Pura banalidad que ayuda a camuflar la realidad de que no somos nada, a pesar de que algunos sean muchos creando conflictos en su interior.
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Crónica 47
Registro del abismo Nº 47
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La fachada feliz de la insatisfacción :
Alguna vez creí que era posible la felicidad, pero hoy ya no creo más en ella, porque no creo que sea posible. He llegado a darme cuenta de que la felicidad es un invento humano y que en realidad no existe.
Lo que sí existe es que algunos se inventan la felicidad y entonces se convencen que son felices, pero esto no es felicidad, sino tan sólo una fachada inverosímil.
Por otro lado, ya no creo en quienes aseguran ser felices porque los he estado observando a fondo y he descubierto que viven engañándose y engañando a los demás. Porque en lo más profundo siguen estando insatisfechos e infelices, sólo que se han programado para decir que están felices.
Los únicos que están felices son los que ganan dinero por afirmar que es posible la felicidad como todos estos “iluminados” terapistas de la autoayuda que pululan por todos lados llenándose de plata, pero lo cierto es que no son más que unos sínicos mentirosos que lucran con la ingenuidad de los crédulos esperanzados en que alguna vez les toque la varita mágica de la felicidad que estos “iluminados” pregonan en sus revistas, diarios, academias y programas televisivos.
Termino este post concluyendo con tristeza que hay demasiados casos de personas que clamaron a los cuatro vientos su felicidad y terminaron suicidándose. Por eso ya no creo más en la felicidad, sino en los simuladores de felicidad y representantes de una dicha falsa.
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Crónica 48
Registro del abismo Nº 48
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Negativos vs. positivos // Primera persona vs. tercera :
Parece que nos estamos dividiendo en dos grupos: los negativos y los positivos, los que hablan en primera persona de los sentimientos propios, de sus miserias, de sus adentros, y los que hablan de "la depresión" como el que la ve fuera de sí, la estudia, la analiza, saca conclusiones, pero no la siente; es por eso que daría la impresión que unos son más positivos que otros. Cuando se habla en tercera persona es más fácil tomar distancia, casi desidentificarse; hablar en primera deja poco espacio para correr.
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Crónica 49
Registro del abismo Nº 49
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SIGUE MUY PRONTO EN NUEVA SECCIÓN DE PÁGINA...
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