Continuación de las Crónicas y los Registros del Abismo
Continuación de las Crónicas y los Registros del Abismo:
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Crónica 14
Registro del abismo Nº 14
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Más allá de lo más hondo del abismo :
¿Qué sucede cuando el ser humano es arrastrado por sus propias miserias?
Y remarco este hecho de cuando la persona es arrastrada por sus propias miserias y no cuando se deja arrastrar por ellas. Es decir, me refiero precisamente a cuando la persona es literalmente arrastrada irremediablemente sin poder ejercer la más mínima resistencia como sucede cuando avanza un torrente impetuoso que se lleva a su paso todo por delante, entonces esa persona se vuelve un despojo desahuciado de lacerada humanidad que ha resquebrajado su alma hasta su aniquilación total.
Cuando toda ilusión llega a su fin y la despiadada realidad desenmascara el rostro decadente que ha estado escondiéndose detrás de la personalidad prefabricada se desmoronan los patéticos disimulos y los fallidos encubrimientos por aparentar ser alguien distinto, entonces se ahoga el ser en sus propios desperdicios y agoniza en el océano de la tristeza, la resignación, la mayor angustia y la depresión por no haber conocido su verdadera esencia.
Cuando se traspasa el propio fondo del abismo se torna casi imposible la recuperación a no ser mediante un drástico renacimiento.
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Crónica 15
Registro del abismo Nº 15
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Un fugaz instante de eterna turbulencia :
Hay quienes se preguntan: ¿cómo alguien se puede pasar días, semanas o años encerrado sin salir y sin relacionarse con nadie?
Y la respuesta es bien simple, porque resulta que quien sufre de depresión crónica se siente internamente muerto, por lo tanto, el encerrarse y no tener contacto con nadie no se trata de algo que vaya a empeorar la situación o el estado del depresivo, sino que, por el contrario, lo complementa muy bien.
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La enfermedad de la depresión crónica es despiadada y cruel porque torna a sus víctimas en personas muy egoístas que sólo viven inmersas en su propia depresión.
Para estas personas no existe otro estado que su angustiosa depresividad, y por eso no les queda espacio para considerar las necesidades de los seres queridos con los que convive, por lo que, sabiéndolo, se vuelven todavía mucho más depresivas.
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El mundo de la persona que padece depresión crónica está conformado por la acumulación de prolongados períodos de inercia donde se amontonan el hastío de estar paralizado, la decadencia de no hacer nada, la desidia de todo lo que no se ha hecho y las millares de promesas de comenzar en algún momento a ordenar el enorme cúmulo de postergaciones.
Por ejemplo, en mi mente tengo completamente claro todo lo que debería hacer y las cosas que precisaría afrontar para comenzar a solucionar el estancamiento caótico de esos cientos de miles de momentos acumulados de inacción y desgano a causa de la depresión crónica, sin embargo, ni mi voluntad ni mi cuerpo responden a esta claridad mental de lo que sé que tendría que hacer.
Mis pensamientos dan como respuesta, continuas soluciones prácticas a esta larguísima depresión, mas mis sentimientos no pueden hacer otra cosa que seguir atendiendo únicamente a la demanda de la constante formulación y reformulación de preguntas.
En definitiva, soy como un leño seco que ha sido cortado hace mucho tiempo y que cayó rodando por la empinada ladera hasta el fondo del oscuro despeñadero. Por eso, aunque tenga millones de respuestas siento que mi estado es irreversible, porque cualquier cosa que intento hacer y hago empeoran las cosas, ya que es más lo que retrocedo que lo que avanzo, más aún, cada vez que hago algo no avanzo nada, sólo termino sintiéndome en peores condiciones que antes.
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Después de atravesar la primera etapa de inmenso desconcierto que produce una crisis depresiva, se instala la resignación y el enojo con la vida que provoca el sentirse atado a la depresión crónica; más luego, deviene otra etapa relacionada con el reconocimiento del daño que causa el estado depresivo permanente tanto a quien lo sufre y lo padece como a todos los seres que conviven con un depresivo crónico. Después de esto aparece la que sería la última etapa: la del sentimiento suicida y de la auto aniquilación definitiva, a menos que, todavía quede alguna remota posibilidad para otra etapa más: la de la sanación.
(Escribir estas líneas me alivia enormemente el peso de la depresión, por eso invito a escribir todo lo que sientan quienes estén atravesando un estado depresivo).
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Crónica 16
Registro del abismo Nº 16
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El insano camino del círculo vicioso de la depresión :
En este camino autodestructivo lo primero que sucede alguna vez o lo que sería una de las primeras experiencias (ocurrida quizás de niños, de adolescentes o de adultos), es que te deprimís y pensás que esto va a pasar pronto, y por cierto pasa más o menos pronto; sin embargo, al tiempo vuelve a suceder, pero como ya pasó antes y pudimos salir de ese estado, creemos que también esta vez sucederá de igual manera y que la depresión pasará en un breve tiempo.
Y así es como inocentemente comienzan a reiterarse los estados depresivos una y otra vez, y recaemos en ellos pero siempre con esa creencia de que terminará pasando más tarde o más temprano, aún cuando casi inconscientemente los períodos depresivos se van tornando más frecuentes y más duraderos; no obstante, como ya hemos logrado liberarnos indemnes de ese flagelo llegamos a convencernos de que es un asunto que dominamos muy bien y de que la depresión no puede con nuestra voluntad de salir de ella ni nos vencerá jamás.
De este modo es como la depresión va ganando terreno y se va instalando de manera desapercibida hasta que un buen día nos sorprende que la depresión ha estado durando muchísimo tiempo, tal vez semanas o meses, y nos entra el pánico y la crisis al percibir que esta vez no terminará nunca, de que esta vez se ha adueñado de nuestra persona de una forma crónica y patológica.
A partir de allí comenzamos a desequilibrarnos completamente en muchísimas situaciones de la vida diaria, por no decir en todas, ya sea psicológica, afectiva como laboral, hasta en el simple hecho de vivir nos sentimos desequilibrados alejados de toda armonía, al punto que se desordena el descanso, la alimentación, el humor, todo, lo que nos arrastra a una suma de alteraciones más, unas peores que las otras, entonces nos sentimos perturbados en todos los órdenes, mental, emocional, orgánicamente hablando, y es aquí cuando toma el mando el abatimiento y la desolación, el decaimiento y el pesimismo total. Desde esta perspectiva vemos que se avecina el fin del mundo y nadie nos cree, percibimos el derrumbe de las sociedades y de los sistemas establecidos y se nos ríen en la cara, sentimos que el colapso de la civilización es un acontecimiento inminente y que ya se ha desatado la gran extinción en masa, y nos dicen que nos volvimos locos, y aunque les explicamos de mil maneras las razones del por qué la hecatombe es inevitable y un hecho inexorable, nos responden que estamos equivocados.
Pero nadie se anima o no pueden ver que en realidad es nuestra propia vida la que se ha derrumbado y que estamos viviendo nuestro propio apocalipsis limitado a una extinción individual.
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Crónica 17
Registro del abismo Nº 17
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El estado de apocalipsis crónico de la mente:
Por mis pensamientos transitan y se detienen de manera cotidiana los inmensos dolores que flagelan a la humanidad en todas sus variantes, particularmente aquellos dolores considerados los peores puesto que son causados por el propio ser humano.
En mi mente se acomodan los pensamientos en un orden riguroso para reflexionar en los desastres que están destruyendo la vida del planeta, en el sufrimiento inmedible de las generaciones parias de políticas humanas, en el exterminio de los animales y en el despiadado maltrato que padecen, en la desintegración de la fauna y flora, en el agotamiento de los recursos naturales debido a la enfermiza ambición y enloquecido derroche de las sociedades de consumo, en el desinterés total e indiferencia absoluta hacia las generaciones venideras, en la maldad del ser humano que queda expuesta y al descubierto a través del estilo de vida individualista y egoísta configurado únicamente a partir del interés económico para la acumulación de posesiones y establecido a partir del fanatismo fundamentalista.
Por supuesto que también, el desprecio entre vecinos, la falta de solidaridad, el espíritu competitivo que prevalece en todo nivel por encima del valor humano ya que el principal propósito es vencer al prójimo, son algunas de las situaciones concretas que me deprimen cada día.
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No hay lugar en el mundo donde me pueda refugiar, no hay sitio donde me pueda esconder, no hay manera de que pueda evadirme ni existe modo alguno de que logre evitar el mal que me persigue, que me asecha y me acosa cada día, porque eso tan terrible y espantoso lo llevo dentro mío donde quiera que vaya.
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Sé que mi depresión es genética porque la recuerdo desde que tengo uso de razón, y porque además, también mis familiares más cercanos me comentan que ya daba indicios depresivos desde antes de comenzar a hablar y pronunciar mis primeras palabras; así, llevo más de medio siglo cargando esta depresión, y si ella no acabó conmigo hasta ahora, sé que moriré por otra causa pero no por este estado depresivo crónico.
He conocido personas que quieren vivir a toda costa, y se mueren tempranamente; y he visto gente que se quiere morir, y sigue viviendo a prueba de todo. Como por ejemplo me pasa a mí. Es ésta una de las mayores ironías de la vida que me ha tocado enfrentar y sufrir numerosas veces.
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Crónica 18
Registro del abismo Nº 18
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Vivir equivocadamente es una de las causas de la depresión :
Todo lo que hice en mi vida lo hice mal. Mi vida entera es una gran equivocación.
Nada hice bien desde que fui un niño, y proseguí haciendo las cosas mal el resto de mi vida, hasta en mi de edad adulta estuve haciendo todo mal, incluso ahora que formo parte de esa etapa de vida denominada vejez sigo equivocándome en todo. Todo lo hago mal, en todo me equivoco, cometo errores en todo lo que hago, y no se trata de equivocaciones menores, ya que, directamente, todo lo hago mal.
¿Me pregunto si es posible hacer algo bien?
¿Es posible sentir que algo se hace bien?
Tal vez la resignación, la frustración, el pesimismo, la insatisfacción completa, son las cosas que sí he hecho muy bien.
Realmente quiero hacer, me encanta hacer, daría años de mi vida con tal de hacer, pero hacer bien, por supuesto; por eso, como absolutamente todo lo hice y lo hago mal, hoy ya no quiero hacer nada. Y es muy probable que ésta sea otra de esas cosas que hago mal, porque estoy condenado a hacer todo mal.
Y no es que hoy ya no quiera hacer más nada, sino, que no siento el deseo de hacer nada de nada porque de antemano sé que todo lo que haga saldrá mal, muy mal.
A veces pienso y pienso, recorro mi vida de punta a punta, cada instante, cada momento vivido, cada cosa que he hecho, y no hay nada que haya hecho bien. Todo está mal con mi vida. Trato de ser lo más objetivamente posible, me miro desde afuera como si viera a otra persona para tener una visión más imparcial, me miro desde adentro para percibir lo que siento de verdad, y la conclusión es siempre la misma en todos los casos: -no hay absolutamente nada que haya hecho bien alguna vez.
He fracasado en todo.
Ahora bien, detallar los pormenores de todo lo que hice mal para que se entienda lo que intento explicar es tan lastimoso que me causa vergüenza y me da lástima de mí mismo, por eso no quiero mencionar nada de todo lo que he hecho mal.
Hasta me siento indigno de pertenecer al género humano como especie inteligente, y estoy convencido de que si fuera un animal o un insecto estaría más conforme conmigo.
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Crónica 19
Registro del abismo Nº 19
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No saber por qué escribo acerca de la depresión me deprime aún más :
Tal vez escribo porque siento un alivio por un breve tiempo, quizás por unos escasos minutos, ya que escribir aleja mi mente del pico más hondo de la crisis... pero al terminar de escribir, poco a poco todo vuelve a la “normalidad”.
Tal vez escribo porque imagino que esta experiencia podría ayudar a otra persona, pero es una fantasía porque lo más probable es que si lee esto se hundiría del todo en un pozo depresivo. Quizás, me digo, le sirva a algún psicólogo o psiquiatra para analizar y ejercitarse para entender más a sus pacientes. Pero esto también es ridículo.
En fin, me digo que si no lo hiciera estaría peor de lo que estoy, pero tampoco me conforma esta respuesta.
Concluyendo, no sé por qué escribo sobre mis estados depresivos o depresión crónica, y aún así lo estoy haciendo. Es patético.
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Crónica 20
Registro del abismo Nº 20
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Reconocer lo que está mal en uno no sé si ayuda a alivianar la depresión o la intensifica :
De niño me gustaba jugar con otros niños hasta que me di cuenta que no sabía jugar a fuerza de tantas equivocaciones y errores que cometí, por eso en un momento decidí no jugar más.
En el colegio primario me sentí como un extraño, como un forastero, como un extraterrestre, y recuerdo todo lo que soporté y el enorme esfuerzo que hice para integrarme y mostrarme como una persona sociable; sin embargo, la escuela secundaria la abandoné y no estudié más, porque mantener dichas relaciones sociales con jóvenes de mi edad es algo que se volvió insoportable, y ya desde entonces, prematuramente, me espantaba la sola idea de ir a la universidad y relacionarme con personas adultas.
Muchos años después asocié esta fobia a un hecho que me sucedió en el jardín de infantes, que por una travesura que había hecho la maestra me puso en penitencia en el aula de séptimo grado, y recuerdo que los estudiantes me parecían peligrosos gigantes y me pasé toda la mañana parado mirando hacia la pared y llorando sin consuelo. Tal vez eso tenga algo que ver con mi fobia a estar con gente.
De adolescente tuve amigos pero no supe responderles en amistad porque siempre me aislaba y me distanciaba de ellos, así que un día los abandoné para no seguir haciéndolos sentir mal y no volví a frecuentar nunca más ninguna relación de amistad.
Tuve una pocas novias pero con todas me equivoqué de alguna manera hiriendo sus sentimientos, así que también nunca más quise estar en pareja. Claro que esta decisión final la tomé después de haberme casado y de tener un hijo. Demás está decir que fracasé en el matrimonio porque no supe cómo formar un hogar, y también he sido un padre nulo completamente ausente para mis hijos.
Antes de casarme había conseguido varios puestos laborales jerárquicos de muy buen nivel y remuneración pero a todos los desaproveché de la manera más absurda y fui renunciando a cada uno de ellos, por eso hoy prefiero seguir siendo un desocupado sin recibir ningún plan social ni jubilación alguna, porque la pobreza no me daña más de lo que me daña lo que llevo dentro.
También hice unos cuantos negocios a lo largo de mi vida, y en todos me dejé estafar, o al menos permití que el beneficio fuera para mis socios y no para mí. Probablemente a causa de que siempre fui una persona depresiva y nunca me interesaron mucho los resultados de nada ni los beneficios. Por eso ya no hago más nada de nada, ningún negocio ni nada, para no seguir siendo estafado ni tener que lidiar con mi imbecilidad.
Me deshice de las cosas que más quise. Aquellas que más me gustaban o apasionaban las dejé. Siempre abandoné todo aquello que quería.
Y llegué al punto de ser como un muerto socialmente hablando. Cualquier conversación que mantenga con alguien siempre me equivoco en lo que digo, cualquier cosa que pronuncio termina molestando u ofendiendo a quien habla conmigo, y en los casos más leves, mi pesimismo es rechazado por ser tan contagioso.
Hay días en que he llegado incluso a hacer mal hasta aquello que estaba haciéndolo mal, o sea, doblemente incorrecto.
Jamás he sido un buen hijo atento con mis padres, aunque permanentemente me lo he propuesto, sin conseguirlo, claro; ni siquiera he sido un buen familiar para ninguno de mis parientes, también me he equivocado en términos de política y religión. En fin, me he equivocado en todo. Por ejemplo, si había que ir hacia la derecha iba para la izquierda, si había que mirar para arriba miraba hacia abajo, si había que hacer una cosa hacía la otra, pero lo peor de todo es que lo hacía siguiendo una lógica que me decía que eso era lo que había que hacer ya que era lo correcto y porque estaba bien hacerlo. Pero no fue así, todo lo hice mal, nada de lo que he hecho en mi vida estuvo correcto.
Si he buscado la armonía, he generado caos; si he buscado la alegría, he generado tristeza; si he buscado el bien, sólo he provocado el mal. Todo lo quise hacer derecho, pero siempre salió torcido.
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Crónica 21
Registro del abismo Nº 21
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El camuflaje contra la depresión :
Hay quienes dominan el arte de la auto persuasión y tienen la capacidad para componerse una ilusión que les ayude a vivir y ser más felices. Estas personas saben cómo programarse para convencerse de que es auténtica y cierta la ficción que diseñaron alrededor de su vida.
Precisamente, en las personas depresivas lo que falla es esta capacidad de maniobra para manipular la cruel realidad y simular su propia felicidad.
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Crónica 22
Registro del abismo Nº 22
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¿Cómo Cambiar? :
¿Cómo es posible que la noche llegue a alumbrar como el día? ¿Cómo?
Es imposible, y tan quimérico como pretender que el desierto se vuelva húmedo como el océano o que el fuego sea a la piel refrescante como lo es la brisa de verano.
¿Cómo puede hacer quien vive equivocadamente para estar satisfecho consigo mismo?
¿Cómo puede caminar derecho quien está torcido?
Me miro al espejo y quisiera ver a otra persona, pero me veo a mí, y eso duele.
Hay cosas que son imposibles de cambiar porque para conseguirlo habría que ir en contra de la naturaleza, y lo real es que no hay nada que pueda oponerse a ella.
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Crónica 23
Registro del abismo Nº 23
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Llegando tarde a mi cita con la vida :
A lo largo de mi vida he estado tratando de abrazarme al viento y por eso no he contenido a nadie ni a nada, como tampoco jamás he logrado sentir reconfortable cobijo.
He estado tratando de caminar por el agua y por eso nunca he encontrado mi camino ni base firme para sentirme seguro y para no ahogarme.
Todo lo que he hecho en mi vida fue seguir mi propia sombra, persiguiendo la meta de llegar alguna vez hasta ese lugar donde el arco iris nace del suelo, y he estado esperando desde siempre durante cada noche para ver el lado oscuro de la luna.
He llegado siempre tarde a las etapas de mi vida, porque cuando me daba cuenta de ella ya había quedado atrás.
Por eso mi existencia carece de matices siendo que siempre ha sido gris. Y si la existencia humana fuera como las estaciones del año, yo siempre he vivido en invierno.
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Crónica 24
Registro del abismo Nº 24
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La computadora de mi vida :
Dicen que la mente es semejante a una computadora y que en cierto modo funcionan de manera muy parecida, sin embargo, todavía no he encontrado la forma de resetear los pensamientos ni he logrado en toda mi vida poder desfragmentarme aunque más no sea una sola vez y parcialmente.
¡Ojalá pudiera formatearme y así poder empezar de cero y limpio!
En mi no funcionan los antivirus, no soy inmune a los malware ni a los spyware, conmigo no funciona ningún firewall y estoy lleno de troyanos. Para colmo, no encuentro la contraseña de mi vida y nunca supe cómo hacerme backup de lo que alguna vez fui. Sólo me la paso persiguiendo inútilmente a mis propios gusanos y a mirar ese horizonte emponzoñado de todas mis infecciones.
Tal vez en lo que más me parezco a un pc-ordenador es cuando me comparo con los primeros modelos de computadora, porque me cuelgo a cada rato y siempre ando con insuficiente memoria ram, mi disco es de poca capacidad y sólo opero con programas anticuados.
El único beneficio de todo esto es que ya no me puede hacer daño ningún hackers porque yo me auto hackeo solo y vivo hackeado por mí mismo.
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Crónica 25
Registro del abismo Nº 25
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Las canciones melancólicas y el tango quejoso y doliente son mi debilidad :
Siempre voy dejando lo que más quiero y desechando todo lo que me hace bien. De todas las opciones elijo siempre la peor y preservo con sumo cuidado todo aquello que me perturba.
Sé cómo evadir muy bien la felicidad y antes que la risa prefiero la amargura. Me siento mal después de reír pero me siento bien después de llorar.
Desesperadamente ando buscando la soledad, jamás participo de ninguna reunión social y nunca a voy a fiesta alguna. No comprendo la alegría, sin embargo, sí entiendo perfectamente el dolor.
He sentido alguna vez algo de dicha pero la mayor parte del tiempo sólo he sentido y sigo sintiendo únicamente tristeza.
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Crónica 26
Registro del abismo Nº 26
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Sólo unas descoloridas fotografías :
Los recuerdos que tengo de mi vida están compilados a modo de unas escasas y desteñidas fotografías, porque sólo tengo meras imágenes de un pasado difuso. No hay manera de que pueda recordar una ilación continua de acontecimientos o que pueda hacer un corrido como si fuera una película, porque toda mi vida está compuesta de meras partes desconectadas, de fragmentos disociados, de piezas sueltas. Y la razón de esto es que me he pasado la vida escapando, huyendo a cada instante de cada momento, escapando de todo, de las relaciones sociales, de la vida normal en sociedad, y huyendo principalmente de mí mismo.
Por eso a veces logro recordar apenas flashes de mi niñez, tan sólo flashes de mi juventud y flashes fugaces de mi vida adulta, pero nunca un tramo completo, porque jamás estuve allí para vivirlo aunque mi cuerpo estuviera presente.
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Crónica 27
Registro del abismo Nº 27
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En medio del derrumbe :
Sólo pude ser espectador de cómo toda mi vida se ha ido desordenando hasta el extremo de ser un caos total irreversible sin poder hacer absolutamente nada. Jamás creí que una vida pudiese desordenarse tanto. Nunca quise vivir desordenado ni nunca fui desordenado, y aún así soy como un inmenso depósito de construcción abandonado o como una gran desarmadero que fue clausurado, o bien, como un inconmensurable basural en donde ya no se efectúan descargas. No hay nada malo en esto a partir del momento en que uno se resigna y no se lucha más contra la fatalidad.
Todo lo que sé es que lo que me pasó es semejante a un tsunami o parecido a un poderoso tornado, los que no pueden frenarse de ninguna manera, y después de que pasaron sólo queda una inexorable desolación.
Así quedó mi vida.
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Crónica 28
Registro del abismo Nº 28
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Las profundidades de las profundidades :
Allí, en las inmensidades del abismo sin fondo de la depresión, bajo toneladas de sinsentidos, sumergido en los océanos lodosos de pensamientos sombríos, de sentimientos desteñidos por la melancolía, por la insatisfacción y el pesimismo, sabiendo que todo está por hacerse y que, aunque todo se haga, nada estará hecho, sabiéndose como un fantasma en la oscuridad de noches eternas sin lunas ni estrellas, como parte de infinitos desiertos sin dunas, de inmensos espacios abiertos sin aire, asfixiantes, agonizantes, donde el único anhelo que subsiste es aquel imaginado último aliento liberador.
Aquello que no falta en este lugar ya que desborda por todas partes, es la profundidad, debido a que más allá de las profundidades sigue habiendo mayores profundidades, y profundidades hay hacia todas las direcciones, profundidades por arriba y profundidades por abajo, como si se tratara de un laberinto colosal de profundidades sin final, de múltiples universos de profundidades que como envoltorios cubren incontables profundidades más, en las que sólo se puede existir viviendo extraviado sin identidad.
Por eso, en el colmo de la depresión, sé fehacientemente que el ser humano puede liberarse de todo, pero jamás de la profundidad... así, con estas profundidades de vacía nada vivo y con ellas moriré, aún cuando la vida mute constantemente, aún cuando cambien las estaciones y el cosmos se transforme.
ATENCIÓN:
continúa en :
Tercera Parte de Crónicas y Registros de los Abismos
Tercera parte de Crónicas y Registros de los Abismos
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Crónica 29
Registro del abismo Nº 29
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El camino de la depresión: mi ruta
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Crónica 30
Registro del abismo Nº 30
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