Depresiva Depresión Deprimida
Historial de las Crónicas y Registros. CUARTA PARTE:
Crónicas de los Registros del Abismo desde la Nº 49 hasta la Nº 81
a continuación:
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Crónica 49
Registro del abismo Nº 49
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¿Y si en ese trabajo continuo de intentar conocerte descubres -más que querer que así sea- que no eres tan polifacético, que eres bastante lineal?.
Sí observamos que sentimos cosas distintas según la ocasión; pero si no tenemos muchos roles que desempeñar, si siempre somos pobres y nunca ricos, si siempre somos siervos y nunca amos, si no sabemos desenvolvernos en la vida como otros más listos, más fuertes, más astutos, si siempre estamos –o creemos estar- en el lado de la carencia, de la incapacidad, ¿a dónde nos lleva eso?.... a la depresión.
Leo y leo sobre que todo está conectado, que todos somos uno, pero ¿por qué no tengo la oportunidad de saber cómo se siente uno siendo más alto, más guapo, más con los ojos azules, más gracioso, más inteligente, más rico, más exitoso... en carne propia, siéndolo?
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Crónica 50
Registro del abismo Nº 50
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Soy la causa de mis defectos :
Según me siento en estos días, mal para variar, y gracias a las opiniones vertidas por los miembros de este grupo, he comprendido que en un gran porcentaje soy responsable por mi depresión. No es que la haya querido crear, sino que he colaborado para que fuera y esté en mi vida.
Es una gran verdad que la gente depresiva es un tanto negativa, y que a veces las personas negativas son un tanto depresivas, y me refiero con esto último a que la propia negatividad atrae la depresividad, siendo esto lo que he estado haciendo en los últimos años.
Esto no está dicho por un filósofo sino que lo dice alguien que ha caído en el fondo del abismo y sabe perfectamente cómo son las cosas allí abajo.
Así que debo reconocer que no es el mundo, no son las personas ni las cosas como se presentan quienes provocan mi depresión (aunque mucho tiempo he creído esto), sino que soy yo mismo la causa de todas mis depresiones.
Y que esto mismo valga para todas las personas que se deprimen aunque les cueste muchísimo reconocerlo.
Todo aquel que lea alguna vez mi bitácora de la depresión que he inscripto en estas crónicas del abismo para compartirlas de corazón, quiero que sepa lo que piensa ahora el que las escribió:
“Las personas depresivas o cometen muchos actos equivocados y decisiones incorrectas que las conduce a la depresión o bien no hacen absolutamente nada para evitar deprimirse. Siendo que de las dos maneras son responsables por igual de su depresión.”
... ... Firma: un gran, gran deprimido crónico
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Crónica 51
Registro del abismo Nº 51
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Tanto correr para no llegar a ningún lado :
Hace muchos años viví durante varias etapas de mi vida engañado, fantaseando que detrás de todo siempre hay un sentido que hace que valga la pena esforzarse, luchar, sufrir, tratar de alcanzar los sueños y mantener las esperanzas; incluso llegué a creer sinceramente que los fracasos tienen un sentido intrínseco que hay que descubrir, que los golpes en la vida sirven para algo puesto que, presuntamente guardan en sí un sentido más trascendental para hacernos crecer, y siempre creí erradamente que al final por duro que fuera vería la luz y que todo quedaría definitivamente claro, y así por fin comprendería y sería muy feliz... como en los mejores cuentos.
Lo digo una vez más: recorrí varias etapas de vida, décadas por hablar en números, que viví engañado asegurando que detrás de todo existe un SENTIDO que hace que valga la pena vivir.
Pero esta falacia se terminó. Llegó a su fin.
Me ha llevado muchos años darme cuenta porque nunca quise aceptar que no existe ningún sentido detrás de las cosas, que la vida está vacía aun cuando se le adicione centenares de contenidos, porque en esta existencia todo converge en el dolor y el sufrimiento.
Mi intención en este grupo era componer una bitácora con 151 crónicas acerca del abismo, pero estoy muy lejos de completar esta cantidad y no creo que vaya a poder llegar hasta ese número, pero no porque me falten negativos para relatar sino porque ellos me vencieron. Sobre todo ahora que estoy más consciente de todo lo que he corrido para llegar a ningún lado y saber que nada tiene sentido.
Hoy dejo este otro negativo con la intensión difusa de retomar pronto la participación en el grupo para ir completando el resto de los negativos propuestos en este patético trayecto que estoy surcando, y, si pudiera, también escribiría algún positivo, cosa que dudo mucho por mi monumental incapacidad para expresar algo optimista.
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Crónica 52
Registro del abismo Nº 52
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Es horrible tener lástima de una persona a causa de una determinada limitación que tenga o bien debido a una condición y estado en particular en la que se encuentre; y es muy feo porque el tener lástima disminuye o rebaja a esa persona que es muy probable que sea mucho más apta y capacitada que una gran cantidad de otras personas que no tienen ninguna limitación aparente. Por eso mismo también está muy mal tenerse lástima a sí mismo. Sea como fuere esto, yo me doy lástima a mí mismo, y la razón es que habiendo tanto dolor en el mundo, tantos conflictos y sufrimiento por doquier, tanta miseria e injusticia, tantos niños falleciendo de inanición, tantas madres llorando sin consuelo la desaparición de sus hijos y por la destrucción literal de sus hogares, y habiendo tantos seres humanos que no tienen cubiertas las necesidades básicas elementales para la subsistencia, y siendo tantos los atropellos que se acometen en el mundo entero, tanta gente asesinándose, tantas grupos humanos combatiendo entre ellos salvajemente, sumado a la sistemática destrucción del ecosistema y al agotamiento inexorable de los recursos sustentables por causa de la explotación indiscriminada más la extinción de numerosas especies por la cruel depredación... y yo aquí quejándome inútilmente por una mera depresión psicológica que he permitido que me embargue como si nada.
Por esto mismo me doy mucha lástima.
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Crónica 53
Registro del abismo Nº 53
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¿Cuántas cosas en la vida que nos hacen muy bien suceden una sola vez y nunca más vuelven a repetirse?, y terminan siendo sólo lejanos recuerdos difusos del pasado que añoramos.
¿Cuántas cosas se nos escurren como agua entre los dedos?, cosas que queríamos conservar y aunque lo intentamos por todos los medios, finalmente las perdimos.
¿Cuántas cosas hemos dejado desvanecerse por no haberles prestado atención?
¿Cuánto es lo que nos hemos preparado para ir perdiendo todas esas cosas que fueron terminándose para no volver nunca más?, ¿cuánto nos hemos preparado para perder y ser perdedores?
¿Cuántos momentos de nuestra vida han ido muriendo uno a uno, cuántas etapas fuimos dejando atrás por fuerza mayor?
Nadie nos ha dicho de niños que la vida se acelera en la medida que vamos creciendo y que la muerte se encuentra cada vez más cerca, y nadie nos dijo que la vida se va tan rápido como un fin de semana.
Imagino que de haberlo sabido desde mucho antes quizás no hubiera desperdiciado tanto el tiempo como lo hice o bien, me hubiera deprimido prematuramente desde mucho antes... no sé.
Llegamos a la vejez con muchísima sabiduría... ¿total para qué? si ya no podemos aplicarla a la vida corriente de todos los días, porque para entonces uno ya está jubilado y no trabaja, no cría más hijos, no anda por ahí estableciendo pareja para vivir el intenso amor que envuelve a los novios, no debe tomar decisiones importantes ni riesgosas, ni ya es responsable de nada... entonces, ¿para qué sirve la sabiduría recién en la vejez cuando no se la puede aplicar para ninguna realización concreta?
¿Cuántas oleadas de incontables generaciones han nacido y han perecido en la tierra?
Me pregunto... ¿y cuántos de todos estos seres humanos han sido felices?
Hay cosas en la vida que no suceden dos veces, como vivir y ser feliz, porque cuando perdemos ese momento tan único y especial es muy difícil volverlo a recuperar, y, sin embargo, cuando ocurre no lo aprovechamos en su momento como debiéramos y sólo lo valoramos cuando ya no está y lo hemos perdido.
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Crónica 54
Registro del abismo Nº 54
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Durante muchas décadas estuve sosteniendo que me encuentro muy mal y me la he pasado una y otra vez diciéndoselo a todos los que me preguntaron cómo estaba, incluso a quienes no preguntaban nada, y ese decir: “estoy muy mal” ha sido casi mi tarjeta de presentación, hasta que toqué fondo y me hundí del todo, porque recién allí comprendí que nunca antes había estado mal.
Cuando ya no entra aire en los pulmones, cuando no corre ningún pensamiento por la mente, cuando te duelen los huesos y cada fibra muscular, cuando la sangre parece paralizada, cuando el temblor es interno y se hace notar violentamente por dentro de brazos y piernas debilitándolos progresivamente, cuando el corazón late agónicamente, cuando duelen las sienes y el entrecejo por el grado sumo de tristeza, cuando el nudo en la garganta se fija taladrándola, cuando ya no quedan lágrimas, cuando se siente una piedra en el pecho y un peso de plomo sobre los hombros y espalda, cuando la mirada clavada en el infinito no observa nada, y da lo mismo vivir que morir... esto sí que es estar mal.
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Crónica 55
Registro del abismo Nº 55
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La depresión da ciertos permisos y privilegios para realizar cosas que de otra manera jamás se llegarían hacer. Por ejemplo, comer aquello que tanto nos gusta pero que nos cae pésimo, ya que estando deprimido ¿cuál sería el inconveniente? La depresión es en sí suficientemente crítica como para andar haciéndose problemas adicionales por cuestiones menores. Claro que luego de que la depresión se va, uno se acuerda de lo que hizo y siente las nefastas consecuencias, entonces vuelve a deprimirse por eso, para recaer otra vez en lo mismo: “permitirse hacer todas esas cosas que para nuestra conciencia lúcida están prohibidas”.
Así es como una persona se hunde en un círculo vicioso... está deprimida... entonces comete una serie de acciones que son como auto-atentados... y cuando la depresión concluye, se recae nuevamente al verse en el estado deplorable en que uno se encuentra... y otra vez vuelve a cometerse numerosos auto-atentados por esta razón... y así se torna muy difícil salir del pozo.
Con la depresión se realizan toda clase de cosas que resultan dañinas para la propia persona además de matarse con la comida, también no se duerme nada y se la pasa despierto durante todas las noches que permanece la depresión, despierto como un joven que sale de juerga y no quiere dormir, tampoco se va a trabajar hasta que uno es despedido entonces se agrava la depresión, y el permiso más calamitoso que otorga la depresión es no calentarse por nada... al deprimido no le importa nada, puede venirse el mundo abajo que él no hará exactamente nada. Obviamente todo esto lo digo por experiencia personal y no porque alguien me lo haya contado.
Así que estos son algunos de los atractivos inherentes a la depresión: no calentarse por nada, pasársela despierto todas las noches, no ir a trabajar, comer todo lo que más nos gusta hasta reventar, o bien, no comer nada durante días para hundirse más y estar del todo depresivo. También puede optarse por estar tirado en la cama todo el día y dormir durante las 24 horas... son las variadas opciones que ofrece la depresión.
Otra cualidad antagónica y paradojal de la depresión, innegable por cierto, es que vuelve a ciertas personas más profundas y pensadoras, ya que, las mismas personas sin depresión se comportan superficial y frívolamente como si la vida fuera muy liviana y nada más que divertida.
Por todo esto y mucho más, al fin de cuentas, abogo por una humanidad depresiva y deprimida, porque al menos sería mucho más honesta y verdadera que la falsedad que destilan esos caretas operadores-comerciantes de las miserias humanas y esos otros infames positivistas de la new age.
Lógicamente, lo bueno tiene un costo alto, y cuanto más bueno es, mayor es el costo... esto es lo que sucede con la depresión porque se trata de un valor altísimo que pocos están dispuesto a pagar.
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Crónica 56
Registro del abismo Nº 56
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Uno de los pocos y más claros recuerdos que registro de mi niñez por la gran decepción que sufrí, tiene que ver con que de niño miraba a los adultos como si ellos fueran parte de mi familia, y por eso creía que toda persona adulta me cuidaría como al menos parecía que lo hacían mis padres; por esta creencia me relacionaba con los vecinos de las inmediaciones con la total confianza de que ellos me veían a mí como a un hijo o a un nieto, como si yo fuera alguien de sus propias familias.
Creía que todas las personas adultas eran confiables y que escucharlos a ellos era como escuchar a mis padres, al punto que mi trato hacia ellos, fuera quien sea la persona, era de mi parte como una relación estrecha con mis tutores.
En aquel tiempo creí que los mayores no mentían, que nunca engañarían a nadie y mucho menos a un niño como yo, que encima los consideraba como una extensión de mi familia.
Mis padres jamás me enseñaron a desconfiar o a sospechar de nadie y yo nunca tuve un mínimo sentimiento de inseguridad frente a ninguna persona mayor.
Estaba plenamente convencido de que la humanidad era como una gran familia, que los adultos eran como hermanos, que el mundo de los mayores era perfecto, y creía que todos eran solidarios con el prójimo y que nadie jamás haría daño alguno a otra persona...
... Pero un día descubrí la verdad.
Dicen que por más doloroso siempre es mejor saber la verdad y vivir con ella antes de que vivir engañado.
No obstante, ésta es una verdad aprendida crudamente que después de casi una vida entera... aún no he podido terminar de asimilar.
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Crónica 57
Registro del abismo Nº 57
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Varias veces he visto a través de un tubo de luz a alguien que me espera con sus brazos extendidos. Y de alguna manera percibo que me brindará muchísimo afecto y que recibirá el mío sin reparo alguno ni resistencias de ningún tipo. Me resulta sumamente atractivo y cautivante lograr consolidar nuestro encuentro.
Por esta razón es que quiero llegar hasta esta persona para fundirme en su abrazo pero no puedo avanzar... es como que algo me mantiene anclado. Corro a toda prisa y mis pies se mueven rápidamente pero no avanzo ni un sólo paso; por más que corro y corro sin parar me encuentro inmóvil en el mismo lugar. Ya he tenido esta misma pesadilla en otras oportunidades, me refiero a la de querer correr y no moverme ni un centímetro. Pero esta vez no se trata de una pesadilla sino de un sueño que espero con ansias repetir cada vez que duermo.
Esta extraña imposibilidad de buscar acercarme y no poder hacerlo acrecienta mi deseo de querer estar con ella y por eso sueño muchas noches con lograrlo, anhelo fervientemente poder estar junto a ella, pero no hay modo, no lo consigo de ninguna manera.
A veces el tubo se dilata y se estira y ella parece que estuviera a un kilómetro de distancia, otras veces se encoje y se acorta y la veo como si estuviera a unos pocos metros de mí; pero ayer se acercó tanto que parecía que podía tocarla y abrazarla, y al verla al lado mío con total claridad quedé estupefacto, me estremeció ver que ella era la muerte... sí, la propia muerte personificada.
Mi corazón latió hasta el punto que creí que me daría un ataque cardíaco y la sangre fluyó con la rapidez de un rayo como nunca lo había sentido así.
Hoy tengo un motivo superior que me lleva a decidir no dormir más... a tratar de mantenerme despierto sin dormir para no soñar con ella porque no me gusta el rostro que vi... se ríe exageradamente de un modo que asusta y me mira con sus ojos saltones y desorbitados... se muestra feliz, pero no tiene cara de felicidad, sino más bien refleja un cierto gozo macabro.
Ella parecía poseída y lucía casi idéntica a la niña actriz protagonista de la película El Exorcista.
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No he sido del todo sincero en esta crónica Nº 57 porque me guardé un secreto que ahora dejará de serlo... se trata de que ese rostro que vi, fue el rostro de mi madre.
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Crónica 58
Registro del abismo Nº 58
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Quisiera escribir sin parar sobre incontables sentimientos pesimistas hasta agotar todo mi pesimismo... pero esto no sucederá porque el pesimismo que tengo es ilimitado e inagotable. Quisiera volcar toda mi depresión en palabras para verla claramente allí plasmada y ya no tenerla más conmigo para arrancarme este dolor... pero esto es imposible porque mi depresión es infinita y se ha adueñado de todo mi ser, por lo que jamás podré desprenderme de ella. Quisiera decir de una sola vez todo lo mal que me siento y ver si con eso consigo aliviarme y sentirme mejor... pero esto no será factible porque mi vida es el malestar y el dolor, así que si me quedo sin ellos, me quedo sin vida.
Quisiera levantarme una mañana y ver que soy otra persona... pero es mi destino inexorable seguir siendo quien soy... esta terrible pesadilla que me acompaña desde que tengo uso de razón.
Al comenzar a escribir esta bitácora de 151 crónicas fatalistas acerca del abismo, creí que al hacerlo me iba a exorcizar, pero cada vez que escribo estoy más lejos de eso, ya que cuanto más escribo, más poseído me siento.
Ahora estoy más convencido que nunca, que no hay retorno, que no hay vuelta atrás... porque cuando se cae en el abismo insondable no se detiene la caída hasta estrellarse contra el fondo más inalcanzable de todos los fondos.
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Crónica 59
Registro del abismo Nº 59
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Las 151 crónicas del abismo :
Aunque cada vez me resulta más pesado escribir esta bitácora, aún lo sigo intentando.
151... es tan poco, y es mucho al mismo tiempo, según cómo se lo enfoque. Pues, si hablamos de años sería una edad muy avanzada para una persona, pero si hablamos de la cantidad de crónicas del abismo que he de escribir para conformar un trazado del viaje de la depresión es poca cosa, sobre todo si se tiene en cuenta que en pocos meses tengo miles de experiencias diferentes acerca de los pozos o picos depresivos, por lo que en pocos días podría completar de escribir no 151, sino 500 crónicas.
Y aún así, 151 me parecen muchas puesto que en estos últimos días tengo la amarga sensación de que se me ha acortado la vida y que estoy transitando mis últimos momentos... por lo tanto, 151 crónicas puede ser una enormidad dependiendo del tiempo que me quede.
Por otro lado, tampoco me quiero apurar para completar las 151 crónicas que me propuse escribir, porque después de terminarlas... ¿qué?
¿Qué sigue? ¿Qué haré?
¿Me habré curado de la depresión para entonces o ello significará mi fin?
Y si 151 escritos es lo que me queda de vida, y para cuando termine de escribir la última me muero... ¿para qué apurarme entonces?
Esta es la sensación que tengo últimamente. Tengo la sensación del fin, esa sensación de la muerte, esa sensación del último precipicio en el cual debo caer, esa sensación del abismo total, de la disolución absoluta.
Por eso iré despacio escribiendo estas 151 crónicas, como para ir postergando lo inevitable, y así tener el tiempo suficiente para reflexionar el modo en que dejaré asentado con claridad y amplitud cuáles serán mis últimas palabras.
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Crónica 60
Registro del abismo Nº 60
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Nacemos anónimos, vivimos en el anonimato y morimos siendo anónimos
No importa cuánto hagamos por hacernos conocer o cuánto nos conozcan los demás, ni importa qué tan nombrados seamos o qué tanto nos reconozca el mundo entero... somos anónimos.
Esta es nuestra realidad por más bitácora que se escriba.
No importa el nombre que nos hayan dado nuestros padres ni el número de documento que nos haya dado el estado nacional ni los títulos académicos que obtengamos... no somos nadie.
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Crónica 61
Registro del abismo Nº 61
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Mi único y gran vicio: “La Depresión” :
En mi lenguaje no existe la palabra: antidepresión o antidepresivo. A mí no me es posible evadirme de la depresión. Es que mi depresión es tan aguda que ya no quiero curarme de ella.
No tomo alcohol ni fumo, no tomo ninguna droga ni de las ilegales ni de los “medicamentos” permitidos, porque no quiero ni curarme ni evadirme de mi depresión. Tal vez sea que estoy tan deprimido que ni siquiera quiero curarme de la depresión, tan sólo espero resignado a que en algún momento ella me lleve.
Cada vez me atrapa más, cada vez soy más suyo... así que estimo que no estará faltando mucho para que me lleve a su mundo. Hasta ahora ella se ha afincado en mi mundo, pero siento que ya va siendo hora de que yo vaya hacia el suyo. Ella es mi droga, mi fármaco, mi experiencia lisérgica, mi vivencia alucinógena, todo lo sicodélico que puedo sentir se concentra en mi depresión. Por eso no quiero medicina que me saque de ella.
Esta vida es demasiado ridícula para apegarse a ella; y es demasiado inútil para seguir aferrándose. Esta vida no tiene sentido, por eso lo mejor es dejarla cuanto antes.
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Crónica 62
Registro del abismo Nº 62
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Mi mundo es oscuro, funesto, inútil, enfermizo, demencial, decadente, y está descompuesto, agotado, infectado, envenenado y es venenoso, es contagioso, subterráneo del inframundo, es como un parásito que se auto devora desde adentro, está descolorido, apagado, lleno de griterío y quejidos, es sufriente, peligroso, tóxico, indeseable... en una palabra, mi mundo es un espanto por no decir que es una porquería o un inmundo desperdicio.
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Crónica 63
Registro del abismo Nº 63
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En estas lamentables crónicas que escribo, muchas veces recurro a las palabras “yo” y “mi” cuando hablo de la depresión y de lo que siento, pero lo cierto es que para mí, yo no existo. Es decir, me da igual que sea yo u otro, es más, no me importa quien sea y quien es. Porque yo soy yo y también yo no soy yo. Me da lo mismo estar o no estar, ser o no ser, porque de todas maneras nada cambia... al fin de cuenta sigo siendo la misma nada y el mismo vacío.
No tengo nombre, no tengo edad, no tengo sexo, soy simplemente un fantasma destinado a difuminarse en las nubes.
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Cambio de planes :
Recién acabo de cambiar de parecer respecto a ir escribiendo lento y despacio por temor a lo que sucederá después de que escriba la crónica Nº 151, porque ahora he percibido más nítidamente que no tendré suficiente tiempo para completar las 151 si no me apuro... así que a partir de ahora haré una maratón de posts acerca del abismo.
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Crónica 64
Registro del abismo Nº 64
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¿Hasta cuándo podrá seguir jugando la humanidad a comportarse de manera tan insensible?
El estrato social que presuntamente se muestra como el más responsable y serio del mundo sigue entreteniéndose en realizar cumbres presidenciales mientras que desde hace siglos siguen muriendo millones de niños anualmente a causa del hambre y por falta de medicina, y nadie hace nada más que reunirse en estas cumbres que no sirven para nada. ¿Qué digo! anualmente no, diariamente mueren miles de niños por desidia humana.
Los grandes poderes económicos siguen digitalizándose maliciosamente para aumentar aún más la cantidad de muertes anuales como si con eso redujeran de algún modo los efectos terribles de la sobrepoblación. Es que al fin de cuentas, cuanto peor va todo más se enriquecen.
¿No va siendo hora de entender que esta gente que gobiernan estados y presiden países son los verdaderos dementes del mundo?
Estos personajes horrendos de la civilización son los más inútiles del planeta y, sin embargo, son ellos quienes deciden sobre los capitales de los empresarios y las remuneraciones de los trabajadores, es decir, todos los que hacen algo por la humanidad están sometidos a los dictámenes que estos inútiles determinan en sus cumbres de gobiernos de falsificada democracia.
Todo está muy mal en la sociedad y los principales responsables son los políticos corruptos que operan impunemente inhumanas políticas.
Los laboratorios no están interesados en curar enfermos, sino en vendernos medicina por eso nos siguen manteniendo enfermos. Los sacerdotes no están interesados en absolvernos los errores sino en que confesemos nuestros pecados para sojuzgarnos a partir de sus amenazas con castigos divinos. Las instituciones no están interesadas en ofrecer un servicio al pueblo, sino en ser protagonistas sólo para llevarse los honores y los reconocimientos a la mejor organización. Las personas no hacen el bien para ayudar al prójimo sino para ganarse una parcela en el paraíso y para poder ufanarse de que son buenas personas.
Todo es así en esta vida, el mundo está dado inmerso en una profunda confusión. Muchísimos intereses le ha adicionado el ser humano a la vida... total ¿para qué? si todos estamos cayendo en picada hacia el fondo del abismo del mismo precipicio.
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Crónica 65
Registro del abismo Nº 65
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¿Cómo se puede evitar la depresión habiendo en el mundo tantos niños muriendo de hambre y tantas personas sufriendo la desolación de los conflictos armados?
¿Cómo se puede ser tan indiferente al punto de simular felicidad y fantasear que está todo bien?
Hay especies de animales que se extinguen para siempre y otras que se encuentran en vías de extinción. Estamos en un planeta desbastado y agonizante con sus reservas al borde del agotamiento, con los recursos naturales contaminados, y las sociedades cada vez más apiladas viviendo en conglomerados muy parecidos a los nichos de cementerios, y la gente cada vez más desequilibrada, y los equilibrados igualmente enfermos por la ambición desmedida a causa de esa perversa necesidad de materialismo atroz.
¿Qué futuro les espera a la próxima generación?
¿Habrá futuro después del 11·11·11?
¿Cómo no estar deprimido en esta situación fatal?
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Crónica 66
Registro del abismo Nº 66
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Un latido subterráneo resuena apagado en la habitación vacía. Un silbido distante como el del viento filtrándose por una rendija da señales de los últimos alientos. El pulso eléctrico débil en la línea recta continua marca la llegada de la hora de la partida.
La humanidad no perdona y despelleja sin evaluar el valor intrínseco que se encubre detrás de las apariencias.
Es un hecho que a nadie le importa nada lo que le suceda al otro porque cada quien ya tiene bastante con sacar adelante su propia vida.
De todos modos, las miserias humanas siempre quedan al descubierto por más que se las disfrace de miles de maneras. No hay nadie que pueda evitar el destino ineludible que merece el ser mortal.
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Crónica 67
Registro del abismo Nº 67
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En esta madrugada me he dado cuenta de algunas cosas que quisiera compartir.
Decálogo de la depresión o el top ten de tips para la persona deprimida :
Tal vez me hubiera gustado exponer esta crónica 67 al final como la última, o sea como la Nº 151 a modo de despedida, pero como no estoy seguro de llegar hasta este número, por lo que será mejor que la postee cuanto antes.
1º)
Es necesario comprender que nadie es responsable de mi depresión, por eso no debo echarle la culpa a ninguna persona por mis penas. (Aún cuando esté mal con todo el mundo).
2º)
Tengo que aceptar que el mundo no es la causa de mi depresión, por eso no debo poner como excusa los sucesos globales para justificar mi insatisfacción personal. (Aún cuando constantemente me esté quejando de todo).
3º)
No tengo por qué creer que las circunstancias o hechos de mi vida me han vuelto depresivo porque nada puede empujarme a ese estado si no lo permito. (Aún cuando sepa que mi historia es la causa de todo mi sufrimiento).
4º)
La existencia no está en mi contra ni nada en el universo atenta contra mí. Tampoco la naturaleza es mi enemiga, sino que los tres están de mi lado apoyándome incluso en la depresión para que siga deprimido. (Esto es un hecho irrefutable).
5º)
Soy el artífice de mi propia depresión y soy digno de este dolor, por eso me dejo invadir por el sufrimiento, y hago un arte de mis penas. Y así como nadie es responsable de mis miserias tampoco nadie puede arrebatarme mis desgracias. (Amén).
6º)
Tomo conciencia de que a través de mi depresión evado otras responsabilidades de la vida y gracias a ella puedo evitar atarme a todo compromiso que esté fuera de mi limitada y estrecha rutina. Mi depresión es la excusa donde me refugio para escapar de todo aquello que no me gusta y me duele. Por eso mi depresión es mi mejor defensa contra los agravios del mundo. (Dicho sea de paso).
7º)
Recordar que he estado muchas veces en las profundidades del abismo, y que así como he tocado fondo he vuelto a salir a la superficie. Así que lo que no debe hacer una persona deprimida es desesperarse. Y si es la primera vez que una persona se deprime, entonces hay que saber que así como se toca fondo, de la misma manera se vuelve a salir a flote, progresivamente mientras se espera con el dolor a cuestas, hasta ese día en que desaparece la superficie y sólo queda un pozo abismal. (Hierba mala nunca muere).
8º)
Puede ser que esté sumamente deprimido porque estoy viviendo una situación de vida que no es la que esperaba para mí; puede que esté deprimido porque las cosas no fueron como soñé, puede que esté deprimido porque me abandonó la persona que amo, puede que esté deprimido porque fracasé en mi profesión, puede que esté deprimido porque lo perdí todo, puede que esté deprimido porque se han ido muriendo la gente que quiero, puede que esté deprimido porque yo mismo me esté aproximando a la muerte, puede que esté deprimido por estar enfermo; asimismo, puedo estar deprimido porque fallé a mi gente y a lo que ellos esperaban de mí, puedo estar deprimido por fallarme a mí mismo... sí, puede que esté deprimido por incontables factores y cuestiones diferentes, pero lo que tengo que comprender es que la depresión es una sola y siempre la misma para todos aunque los motivos sean miles, y saber que no hay un motivo que sea más depresivo que otro, que no hay depresiones mayores o menores, más leves o más intensas, sino que cuando nos deprimimos, nos deprimimos y punto, no hay que darle más vuelta. (Y San Seacabó).
9º)
Asumir la depresión implica que estoy dispuesto a morir por ella, y si no quiero morir, entonces me curo y se terminó, o mejor de todo no me deprimo y listo.
Si me resigno como corresponde, si me polarizo en el polo negativo como se debe, si me deprimo bien deprimido, entonces lo hago hasta las últimas consecuencias y no a medias tintas, porque la actitud tibia es sólo para cobardes, y, para deprimirse a fondo y vivir depresivo se requiere de una gran valentía. (“Más vale pájaro volando que cien en mano”).
10º)
La depresión no existe para ser combatida o curada, sino para ser sufrida.
La depresión jamás podrá ser erradicada de la humanidad, porque la depresión nació con el ser humano hace millones de años.
La depresión no es un medio para alcanzar una determinada meta, sino que la depresión es un fin en sí mismo.
La depresión no es un tormento si se la sabe evaluar, sino que es un premio por el mundo desquiciado en el que vivimos.
(Invito a quienes consideren que hay que agregar algún punto más, que lo haga sin temor que aquí no hay ni premios ni castigos).
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Crónica 68
Registro del abismo Nº 68
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Todo el mundo anda demasiado ocupado con sus cosas como para atender las incoherentes elucubraciones de un demente; también están aquellos que se encuentran sumamente ocupados en sostener su positivismo tratando desesperadamente de que nadie ponga al descubierto lo que se han estado inventando y sosteniendo por años, y así poder seguir engañando a más gente con ese paraíso interno que cada uno tiene que construirse a sí mismo, y a su vez, para poder proclamarse emperadores de esos reinos celestiales una vez construidos.
Desde ya que estos están muy mal mental y psíquicamente hablando, pero se presentan a la sociedad como líderes espirituales con el conocimiento sagrado para salvar a los seres humanos.
Es entendible que nadie preste atención a lo que digo, porque es más atractivo lo que dice una persona que miente y vende fantasías como castillos de cristal y burbujas de jabón, que lo que dice aquel que está empeñado en denunciar la verdad de esta cruda realidad.
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Crónica 69
Registro del abismo Nº 69
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Se ha vuelto insoportable e insostenible el tener que asistir a la muerte de amistades, allegados, familiares y seres queridos y tener que despedirlos con un último adiós final, por eso, si fuera por mí, preferiría marcharme lo antes posible de esta vida para no tener que pasar una y otra vez por este enorme dolor existencial que ya no aguanto más.
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Crónica 70
Registro del abismo Nº 70
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Veo a grandes multitudes dejando su vida cada día en sus obligaciones cotidianas sin más ambición que sobrevivir tan vacíos y sin nada, depositando toda su motivación en el estilo de vida urbanizado de las grandes metrópolis. Allí mueren todos asfixiados en su cotidianeidad y en la banalidad de cada instante, sin más que reconfirmar su efímera mortalidad.
Me deprimen todos esos muertos que van por ahí aferrándose a la vida y tratando de aparentar que están vivos cuando tienen seca el alma... me deprime terriblemente todos esos políticos con la capacidad de que algunos les crean sus viles mentiras tan fácilmente... me deprime muchísimo ver a esa gente vanguardista que tan bien hace a la humanidad morirse prematuramente cuando todavía son muy jóvenes mientras que esos imbéciles que perjudican al prójimo despiadadamente siguen viviendo hasta la cuarta edad (más allá de la ancianidad).
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Crónica 71
Registro del abismo Nº 71
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Ya no me importa si duermo o no... la cama sigue siendo mi ataúd y las mantas mi mortaja. Cada vez me resulta más irresistible meterme en la cama a la hora que sea, porque me alucino morir cada vez que lo hago.
No tengo otro destino que verme desvanecer, silencioso, vacío, sin nada, de manera paulatina, poco a poco, a cada momento, más y más...
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Crónica 72
Registro del abismo Nº 72
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Sentado en el umbral de casa mirando hacia la vereda al resguardo del zaguán, estuve contemplando cómo una gran cantidad de hormigas transportaba trabajosamente las migas de un pedazo de pan duro tirado en el piso que iban desmenuzando con santa paciencia. A la media hora es estar mirando impávido sus articuladas maniobras (inteligentes y sapienciales) pasó una pareja de enamorados que iban abrazados y besándose. Su andar indiferente al mundo y a las cosas de su entorno debido al ensimismamiento en sus arrumacos, pisotearon sin querer el pedazo de pan y una buena parte de la caravana de hormigas con sus pequeños tesoros cargados a cuesta.
Como buen cobarde no me animé a interrumpirlos en su amorío para advertirles que esquivaran a las hormigas, porque sé que estoy loco pero todavía me asusta mucho que los demás sepan que lo estoy.
Cuando las hormigas sobrevivientes se reordenaron, algunas comenzaron a buscar en círculos el pan que había sido lanzado lejos de donde estaba (eso parecía que hacían), mientras que otras comenzaron a llevarse las hormigas muertas hacia el hormiguero.
En ese momento comprendí que los seres humanos no somos muy diferentes de las hormigas ante los ojos de la vida y supe mediante una extraña intuición que compartimos el mismo destino fatal en cuanto a los planes de la naturaleza.
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Crónica 73
Registro del abismo Nº 73
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Es muy difícil reconocer la propia locura, porque de alguna manera siempre nos convencemos de que no es posible que estemos locos. La locura no puede estar en nosotros, pero sí en los demás.
Precisamente, el mejor disfraz de la locura es el de la cordura, pero sólo engaña al que se disfraza de ella y a nadie más, por eso es muy difícil reconocerla.
En mi caso no debo hacer casi ningún esfuerzo para darme cuenta de que estoy loco, sólo basta con prestar atención y creer en la opinión de la gente sin cuestionarla.
Se rumorea a mis espaldas que estoy demente, y se la pasan cuchicheando entre ellos cada vez que aparezco murmurando acerca de mi locura y se ríen de mí cuando paso, y si vienen de frente por la misma vereda se cruzan para reírse de mí desde enfrente.
Nadie quiere escucharme ni nadie quiere estar conmigo... y tienen razón, porque estoy muy, muy, muy loco.
Por consiguiente, yo tampoco quiero estar con nadie.
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Crónica 74
Registro del abismo Nº 74
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Creo que se avecina un eminente ataque de pánico porque se me contraen las manos y los pies al unísono cuando salgo de casa o cuando tengo que hablar con alguien. Me duele fuerte el pecho y me dan puntadas en el bajo vientre si tengo que ir hacia algún lugar en particular, por eso al final nunca voy a ningún lado, no festejo el año nuevo, ninguna fecha patria, ninguna celebración ni ningún cumpleaños, no quiero estar con nadie.
En realidad no es que no quiero... porque la verdad es que no puedo, y como no puedo digo que no quiero.
No comprendo qué celebra la gente ni qué es lo que festeja.
Los veo y se parecen a monstruos, demenciales, tan o más desequilibrados que yo.
Ya a esta altura de los hechos es imposible negar que la humanidad esté un poco enferma.
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Crónica 75
Registro del abismo Nº 75
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Algo bueno en tanto desequilibrio :
Por suerte no soy claustrofóbico, porque gracias a ello pude optar por permanecer siempre encerrado.
Por suerte no me duele la soledad, y por eso he elegido estar siempre solo.
Por suerte no tengo ninguna autoestima, lo que me permitió despreciarme siempre sin remordimiento.
Por suerte no me gusta nada, y por eso se me facilita el estar rechazándolo todo siempre.
Por suerte no tengo ninguna esperanza ni nada espero de la vida ni de nadie, porque así puedo vivir resignado al pesimismo más decadente sin ningún tipo de conflicto adicional.
Por suerte no soy inteligente, porque ello me alivia de estar diciendo siempre idioteces.
Es obvio que por la idiosincrasia que me caracteriza, si fuera inteligente se me haría más penoso vivir de la manera que lo hago. Y si tuviera alguna esperanza o si me gustara algo o si tuviera un poco de autoestima o si me doliera la soledad, digamos que, por la forma como pienso, siento y vivo... me tendría que suicidar.
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Crónica 76
Registro del abismo Nº 76
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Un dinámico cambio emocional que no se ajusta a las estaciones :
Hay personas que dicen: “este año estoy mejor o peor que el anterior”; algunos dicen ahora a los 50 años estoy mejor o peor que a los 40 (estos cambian su estado de ánimo por décadas, no sé cómo hacen). Algunos otros dicen: esta semana estoy peor o mejor que la anterior, y algunos cambian por día diciendo ayer estaba mejor o peor que hoy. A diferencia, yo cambio por hora, y digo: “Hace una hora estaba mejor o peor que ahora”, sin embargo, conforme al grado creciente de depresión que sufro en estos últimos años suelo cambiar muy a menudo cada minuto, es decir, en un minuto estoy mal y al minuto siguiente estoy peor, por lo que digo: “hace un minuto atrás estaba mejor”, pero lo cierto es que no estaba mejor, sino, no tan mal como al minuto siguiente, por eso digo que estaba mejor.
En definitiva, lo que quiero expresar aquí es que a veces me descubro cambiando de emociones a cada minuto, aunque por regla general lo hago cada hora aproximadamente.
Esto de cambiar la emoción cada minuto me tiene medio alterado. El día que llegue a un ritmo de variaciones emocionales por segundo (que estoy bastante cerca de lograrlo), andaré como el corazón de los hámsters que late a 450 pulsaciones por minuto o 7,5 por segundo.
Claro que estoy más próximo de parecerme a una rata que a un hámster, en fin, da igual, al final de cuenta voy dejando sutiles pistas por toda la web. con el propósito de que aquellas personas que buceen hasta el fondo de estos post puedan darse cuenta de qué clase de animal soy, que a veces luce como el bohemio de Francisco y otras como el subversivo de Karlo, que en sí no tienen nada de animales, sino, antes bien, de tremendas bestias.
Me han advertido de los peligros de meterme en el foso, pero lo hice igual sin hacer caso a las advertencias. Me previnieron acerca de que no podría volver a salir, e igualmente me metí sin dar crédito alguno a lo que me indicaron. Y así entré en lo más profundo y no volví a salir, y no estoy seguro de si no salí porque no quise o porque no pude.
La cuestión es que hoy no sé por qué no hice caso a lo que me dijeron ni sé por qué entré... la realidad es que ahora estoy en lo más profundo del abismo y ya no puedo ni sé cómo salir.
(Aclaro que esto último que escribí está fuera del contexto, pues, resulta que desde que comencé a escribir esta crónica 76 pasaron más un minuto, y ya me cambió el ánimo, para peor, claro. Suelo controlarlo, pero aquí se me descontroló. Perdón.)
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Sigue...
A veces me planteo si entré en el foso por un problema real (que a veces lo creo y otras lo dudo), a veces me digo si fue por diversión (cosa que rechazo de plano), y me suelo preguntar si he entrado para investigar a fondo la naturaleza humana... pero si fuera así, ya no lo recuerdo. Estoy tan metido que no puedo discernir si siempre fui esto o si alguna vez fui otra persona.
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Crónica 77
Registro del abismo Nº 77
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Nunca entendí a mis padres, porque por un lado me hicieron creer que todo lo que hacían era por mi bien, sin embargo, siempre me perjudicaron directa o indirectamente. Esto fue generando una gran confusión en mí, porque ellos aseguraban que sus intenciones eran beneficiarme, pero lo cierto es que siempre me perjudicaron.
Así que esto me traía grandes problemas y perturbaciones emocionales, porque por un lado estaba convencido de que mis padres eran buenos y querían mi bien, y que las cosas no salían como ellos deseaban, pero por otro lado, poco a poco, fui comprendiendo que tenían una doble intensión en sus actos, y comencé a dudar y a sospechar de que si yo me enfermaba o sufría era porque, de esta manera, ellos podían cumplir su rol de “protectores”. Todo lo que hacían era articular una sobreprotección derivada no de un verdadero cariño sino de un amor posesivo.
De este modo me enfermaban y me hacían sufrir, quizás sin estar muy consciente de eso, no sé... pero lo hacían. Cuanto peor me iba en la vida, mejor se sentían ellos, porque así me tenían quejándome y llorando a su lado. En realidad se preocupaban mucho por mí, pero con el tiempo descubrí que esa preocupación era un disfraz, ya que en realidad se sentían aliviados con mis fracasos. Cuanto más decepcionado estaba yo con el mundo, mucho mejor podían cumplir ellos su función de “padres”, por eso siempre encontraban la manera de que yo me decepcionara de todo... hasta que finalmente, ellos me decepcionaron. Sus recomendaciones habituales que durante años no detecté, siempre estaban orientadas a desmoralizarme, hecho que ineludiblemente me haría inexorablemente fracasar en todo lo que hiciera.
... así fueron ellos... fueron mis principales ladrillos en la pared...
Será por esto que cuando crecí y después que murió mi padre me la pasé enojado con mi madre y peleándome con ella sin motivo aparente hasta su muerte. Hoy ambos están muertos y sigo enojado y resentido con ellos.
Ellos murieron sin decirme nunca que me amaron, ni yo tampoco pude decírselo jamás.
“Calla niño, no llores.
Mamá va hacer que todas tus pesadillas se conviertan en realidad.
Mamá te va inculcar todos sus miedos.
Mamá va a tenerte aquí, bajo su ala.
No te dejará volar pero puede que te deje cantar.
Mamá mantendrá a su niño calentito y protegido.
Oh mi niño, oh mi niño, oh mi niño.
Naturalmente, mamá ayudará a construir el muro.
Calla niño, mi niño, no llores.
Mamá examinará a todas tus novias por ti.
Mamá no dejará que ninguna sucia se te acerque.
Mamá esperará hasta que vengas.
Mamá siempre descubrirá donde has estado.
Mamá te mantendrá siempre limpio y saludable.
Oh mi niño, oh mi niño, oh mi niño.
Siempre serás un niño para mí.”
- Mother - George Roger Waters - The Wall - Pink Floyd -
Hush now baby don't you cry.
Mama's gonna make all of your nightmares come true.
Mama's gonna put all of her fears into you.
Mama's gonna keep you right here, under her wing.
she won't let you fly but she might let you sing.
Mama will keep baby cosy and warm.
Oh babe, oh babe, oh babe.
Of course Mama's gonna help build the wall.
Hush now baby, baby don't you cry.
Mama's gonna check out all your girl friends for you.
Mama won't let anyone dirty get through.
Mama's gonna wait up till you come in.
Mama will always find out where you've been.
Mamma's gonna keep baby healthy and clean.
Oh babe, oh babe, oh babe.
You'll always be a baby to me.
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Crónica 78
Registro del abismo Nº 78
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De mis padres he aprendido lo bestial que puede ser la vida, y lo he aprendido no porque ellos me lo hayan dicho o inculcado, sino porque me lo han enseñado con su propio ejemplo de vida.
De mis padres he aprendido de forma directa a experimentar las miserias de la vida y lo miserable que puede tornarse el ser humano.
Ellos me enseñaron (sin quererlo por supuesto porque nunca se propusieron enseñarme nada), que no tiene ningún valor la vida, que intentar ser feliz es estúpido, que autodestruirse es la mejor opción, que vivir como muerto o estar muerto en vida es la más inteligente decisión, que vivir escapando de los sentimientos y escapándose de sí mismo es el único camino que queda para transitar en esta miserable vida.
Obviamente, como buen hijo que nunca fui, estos mandatos conscientes y subconscientes sí los cumplí a la perfección, extrañamente los cumplí... casi de manera inevitable y sin contar con la capacidad de poderme rehusar a su dominio y control total sobre mí.
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Crónica 79
Registro del abismo Nº 79
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A lo largo de varias décadas me he estado aislando cada vez más, y en los últimos cinco o seis años no he tocado a ningún ser humano ni he permitido que nadie me toque ni siquiera una sola vez, ni tan solo un hombro. No quiero ir al médico para que nadie me toque.
También he comenzado a lavarme las manos muy seguido, y he leído que éste es un síntoma negativo. Pero jamás será tan malo esto como aquella etapa en la que creía que la gente me leía la mente.
Hoy siento que no soy un ser humano... que he dejado de serlo, que soy una simple cosa, algo menos que una piedra, que ni siquiera sabe si existe o no.
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Creí conocer el estado en el que hoy me encuentro, pero no es así, acabo de darme cuenta que no sé dónde estoy, ni sé cuál es mi estado real ni sé lo que estuve haciendo hasta aquí, estoy perdido y más que confundido y extraviado.
Todo forma una jaula a mi alrededor, y encerrado dentro de mí no quiero ni puedo salir.
Me resulta imposible no sentirme mal.
Y hoy estoy peor que nunca.
El estar bien se me fue hace tiempo irreversiblemente, como se va el alma en aquellos que mueren.
Mi agonía es peor que morir, aunque ya me siento muerto desde hace mucho.
No tengo consuelo ni motivo para tenerlo.
Otra vez mis párpados pesan toneladas y mi cabeza es un infierno.
Ya no sé ni por qué respiro.
En el vacío de la nada, como una piedra encogida, así me siento.
Infinito en un silencio eterno... mudo, inmóvil, sin más acción que un latido ahogado junto a un último aliento agonizante y un hilo de conciencia vegetativa que fantasea con la libertad.
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Crónica 80
Registro del abismo Nº 80
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Las mentes no son perfectas, y en algún momento se descomponen. En algunas personas pasa más desapercibido esta disfunción, porque tal vez tienen mayor capacidad para disimular, o quizás sea que el deterioro y la descomposición es menor en unos y mayor en otros.
Pero hay que aceptar que la mente no es perfecta y que se descompone como todo artefacto se estropea alguna vez, o quizás peor, porque el artefacto deja de funcionar cuando se daña mientras que la mente sigue funcionando aún cuando esté completamente desequilibrada.
La depresión es tan sólo uno de los síntomas de esta descomposición mental irreversible e inexorable que afecta a todos los seres humanos.
¿Dónde terminan los parámetros de la depresión y dónde empiezan los parámetros de la esquizofrenia?
¿Cuándo se trata de un problema depresivo y cuándo de locura?
¿Cómo saberlo?
A veces juego con la palabra “loco” y digo estarlo, pero es un juego nomás. Sé que soy depresivo, pero no loco. Pero ahora empiezo a dudarlo de verdad. Ahora empiezo a creer que estoy realmente loco.
Esa línea delgada que divide lo “normal” de lo “anormal” es bastante difusa.
Una depresión temporal y pasajera tal vez sea una depresión, pero una depresión crónica y aguda como la mía seguramente raya la locura.
¿Soy una persona “sana” con depresión?
¿O soy una persona mentalmente desequilibrada con depresión?
Puede que se sume a mi estado un problema neurológico a un conflicto psicológico, y un desajuste hormonal a una disfunción orgánica, y todo esto dé como resultado un desequilibrio general y todo junto sea parte de la depresión que asumo como tal.
Tal vez esto sea demasiado complicado y ya muy tarde para definir esta situación en la que estoy.
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Sé que hay un lugar de paz y armonía que no está en este mundo. Sé de un sitio de felicidad y encanto que no se puede alcanzar porque no está en la tierra.
Sé que allí sería posible soñar y recuperar toda la esperanza perdida aquí.
Ese ámbito no está en este cuerpo mortal ni se encuentra en las limitaciones de esta mente, sino que está más allá de la temporalidad material.
Ya estoy muy cansado de la desesperanza y hasta de la depresión, incluso estoy cansado del cansancio en sí. Estoy muy cansado de estar cansado.
Tengo que encontrar urgente ese camino que me lleva hasta ese otro lugar más allá de mí, pero sé que éste no es un camino que pueda encontrarse en este planeta, sino que para encontrarlo tendré que ir a buscarlo más allá de él y de mí.
Tal vez esté siendo espectador de mis últimos momentos, tal vez haya estado siendo por años yo ese fin y no lo tuve tan claro antes como hasta hoy.
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Crónica 81
Registro del abismo Nº 81
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Por favor, no me curen de mí... (Crónica del Registro del abismo Nº 81)
¡Es terrible! ¡Es muy tremendo lo que me ha sucedido!
Acabo de darme cuenta que no soy el anfitrión que creía ser en el cuerpo que resido, sino que soy un invasor... el anfitrión es otro y está tomando medicina para curarse de mí y de otros como yo que cohabitamos en esta persona. Por lo tanto, si la terapia da resultado y logra curarse significará que yo habré desaparecido definitivamente.
¡Por Dios! ¡Alguien tendrá que ayudarme!
¡Van a matarme con este tratamiento sanador!
¿Pero, es que los médicos sólo atienden a la persona portadora del documento y que dice ser la auténtica?, ¿y yo que soy?, ¡yo también digo que tengo derechos!, ¡no me pueden aniquilar así porque sí por el solo motivo de alguien dice que yo soy un intruso en su interior!
Prometo que no molestaré más, no trasnocharé, no escribiré más en este grupo de ser necesario, nadie me notará ni resaltaré en ningún lado, no llamaré la atención para nada... haré como si no existiera, pero, por favor, no me curen de mí, porque si lo hacen me matarán.
Haré el pacto que fuera necesario, incluso con el mismo diablo si pudiera.
Estoy muy triste.
Pero si de algo vale mis promesas, juro que no estaré más depresivo... ¡pero déjenme existir!
Haré lo que sea... y si se requiere también seré feliz, o no haré nada, no hablaré más con el dueño de este cuerpo, ni siquiera sabrá que vivo en su interior, pero no me curen de mí, ¡por favor!
He estado muchos años conviviendo en esta forma corpórea, y admito que me he excedido con la depresión, pero me comprometo a salir de ella si me dejan seguir viviendo.
....... ........ ....
Por favor... soy Francisco Horacio Echeverría ¡NO ME CUREN DE MÍ!
Si es necesario no me llamaré más así y pasaré a llamarme como se llama el anfitrión, como quieran que me llame me llamaré... haré lo que él diga, seré su esclavo y servidor... pero no me curen de mí.
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NEGATIVO, NEGATIVO (s/n)
Al salir de casa siempre me sucede una sola cosa: “pánico”.
Temo mucho al cruzar las calles, y al asomarme a las avenidas y antes de animarme a cruzarlas transpiro y tengo taquicardia.
Camino por el cordón de las veredas porque me da miedo pasar cerca de los perros que ladran tras las rejas de las casas.
Pero al caminar por los cordones de las veredas temo que exploten los conductos de gas sumergidos en esa zona de la senda peatonal, o lo que es peor, me da mucho miedo que algún automóvil se suba a la vereda y me aplaste.
Al doblar en las esquinas temo encontrarme con algún asaltante y en las calles oscuras siento que en cualquier momento me atacarán por detrás.
En las calles arboladas temo que me caiga encima el excremento de alguna ave, y si camino al descubierto bajo el resplandor del sol sufro de miedo extremo a que me de cáncer los rayos ultravioletas.
Los días de lluvia temo caminar por las veredas para no encontrarme con baldosas flojas que al pisarlas mojen mis pantalones con agua embarrada, entonces camino por la calle y ahí me da miedo que me salpiquen los coches.
Temo viajar en subterráneo y en colectivo, y debido a que la última vez que viajé en taxi chocamos porque el taxista estaba borracho, siempre elijo ir a pie, pero las calles son para mí como zonas de combate que la que siento que más pronto o más tarde volaré en mil pedazos después de pisar alguna mina antipersonal escondida bajo el pavimento.
Y aunque todo esté bien en realidad, pienso constantemente en el fin del mundo.
Por eso, el sólo pensar que debo salir de casa me bloquea la respiración y hace que se me aflojen las piernas y comienza a darme la sensación de que estoy a punto de morir.
No sé si es hereditario o qué, pero lo cierto es que somos dos hermanos los que hemos sufrido del mismo ataque de pánico crónico.
(Dedicado a mis dos hermanos fallecidos)
-Hermano de Francisco-
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Continúa el historial de las Crónicas y Registros. en la QUINTA PARTE:
Crónicas de los Registros del Abismo desde la Nº 82
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