BC notes, from Martinez de Zuniga, Estadismo, volume 1
p. 349: Polo se comunica por agua con Manila y con las provincias de Bulacán, Pampanga y Balanga, lo que le facilita el comercio que se hace en todos los pueblos que tienen esta proporción en las Islas Filipinas.
Los miércoles hay en Polo tiangue: ésta es una especie de feria adonde concurren muchas gentes de Manila y sus arrabales; van muchas mestizas con géneros de Costa y China de los pueblos inmediatos, y llevan todo género de comestibles y efectos de la tierra. Estos tiangues son muy útiles, porque el indio se hace con facilidad de todo lo que necesita en su casa y se provee de las cosas necesarias para toda la semana. No se deben contar estas ferias ó tiangues como parte del comercio de este pueblo, porque son poca cosa; sus naturales corren todas las provincias,adonde pueden llegar con embarcaciones; recogen los efectos de ellas, los guardan y los llevan á Manila en tiempo de carestía. El arroz, mantenimiento principal de la tierra, es un ramo de comercio como lo pueden ser las ropas que se compran á los extranjeros; se guarda y se oculta y se le hace subir de pre-cio cuando se puede, sin oir los quejidos de los miserables.
Some useful info re añi; and tobacco monopoly usages. First sentence quoted below refers to frauds associated with the tobacco monopoly; pp. 408-09, VERY USEful since says that in the past trade was by barter but now in silver; and gives days of markets for six municipalities. Pero en Filipinas se adoptan siempre aquellas medidas más capaces de fraudes, y, como entre los chinos, nuestros vecinos, el saber engañar es una de las habilidades del comercio.
El día 13 hubo en Balíuag tiangue ó mercado, el que se tuvo en la plaza que hay frente del convento. Nosotros bajamos á verlo; creíamos que sería de alguna consideración, porque el pueblo de Balíuag es [p. 409] grande y pueden acudir á él algunos pueblos de la comarca. No nos sorprendió poco el ver la miseria é infelicidad de este mercado. La gente que asistía á él era mucha y los comerciantes sin número; pero cada uno llevaba un comercio muy limitado. Aquí se veía una mujer con unos pocos de camarones; allí otra con cuatro cangrejos; otra vendía seis ó siete pescados de dalag; otra unas pocas de ostras. Allí se veían unos pedazos de venado salado hecho tapa; en otro lado había mujeres con cestos pequeños de fruta ó buyo, ó con hortalizas, aceite, sal y demás comestibles. Llegando á los mercaderes, se veían en unas tiendas unos pocos paños, sayas y otros géneros de Costa; en otros, seda y quincallería; y el que más tenía eran dos pequeños farditos de ropa que podía cargar un caballo juntamente con su amo. Casi todos eran comerciantes y compradores. En su antigüedad, los indios trocaban estas mercancías unas con otras; ahora las truecan con plata, y la que sacan de su tráfico la emplean en otros géneros que compran allí mismo. Sin embargo, estos géneros de tiangues ó mercados son muy útiles en una provincia, porque el indio se deshace semanariamente de lo que no necesita y se provee de todo lo necesario para la semana. En la provincia de Bulacán están bien proporcionados estos tiangues. El lunes lo hay en Bulacán, martes en Calumpit, miércoles en Polo, jueves en Malolos, viernes en Bocaue y sábado en Balíuag. Sería conveniente que se estableciese esta práctica en todas las provincias para que los indios comprasen lo que necesitan y se desterrase de ellos algún tanto la pereza; pues enseñados á ciertas necesidades, trabajarían más sin peligro de que esto parase en lujo, pues sus tiangues nunca podrían inspirarles otra cosa que no fuera una moderadísima frugalidad.
pp. 439-41: Arrived the 19th of ?, refers to trade mainly by exchange/barter: Este día había tiangue en Malolos, y fuimos á verlo. Como éste es el pueblo mayor de la provincia y está como en el centro de ella, creímos que su mercado sería mayor que el de Balíuag; pero lo encontramos poco diferente. Era mayor el gentío que acudía á él, y eran más los comerciantes; pero cada uno, así como en Balíuag, llevaba una pequeña porción de mercancías, las cuales vendidas, compraba con el producto otras cosas para llevárselas á su casa. En estos mercados casi todos son á un mismo tiempo comerciantes y compradores: se deshacen de unos efectos para comprar otros, y todo su comercio se reduce á trueques, que se celebran por medio de una pequeña cantidad de dinero, que corre por todas las manos. Aquí es donde se ve la infelicidad de estas gentes y cuán para poco son y serán mientras no se enseñen á gastar más y padecer más necesidades. Ellos son amigos de vestir bien, de comer bien, de gastar y triunfar; pero el lujo no puede contrarrestar á su pereza. Lo único que los hace algo diligentes es el buscar el sustento diario; y como se reduce á un poco de arroz cocido, á que muchos no añaden nada de pescado ó carne, les cuesta tan poco, que no trabajan casi nada, y no puede haber comercio donde no hay industria. Si se les fuese introduciendo el que gastaran más diariamente, se harían más laboriosos y se podría sa- [p. 440] car de ellos mejor partido: se debía procurar que en los pueblos hubiera continuamente carne y pescado de venta para que se enseñasen á comer diariamente de estos comestibles, pues el no comerlos muchas veces es porque no los hay. Los alcaldes mayores, que debieran fomentar estos abastos, son los primeros que los impiden ó los llenan de tantas gabelas, que los mestizos que intentan poseerlos se ven precisados á abandonarlos.