Las sinfonias de Mahler

    Mahler compuso nueve sinfonías y dejó inacabada una décima. Son sinfonías formalmente complejas, de naturaleza programática y concebidas para grandes masas de ejecutantes. Su larga duración,se debe a que el número de movimientos pasa de 4 a 5 e incluso 6 (Tercera sinfonía). Los efectos orquestales que van desde los más delicados hasta los más agitados y gigantescos, casi excesivos en la expresión, están presentes en todas ellas. Su instrumentación, sus detalladísimas indicaciones de fraseo, tiempo y dinámica y el empleo de instrumentos singulares, constituyen la esencia de su lenguaje musical. Mahler afirmaba que las sinfonías constituían un mundo espiritual propio que debían abarcar todos los aspectos de la experiencia humana.

Sinfonía nº 1: En esta obra el compositor muestra contundentemente hasta que punto estaba entregado a la idea sinfónica. No es posible disociar al Mahler sinfonista del compositor de canciones, temas de sus Lieder eines fahrenden (Canciones de un caminante, 1883-84) aparecen en los movimientos inicial y final de la primera sinfonía.

Sinfonía nº 2: Al  extenso y agitado primer movimiento le sigue un andante (tiempo tranquilo) en un ritmo sencillo semejante a una canción popular. El tercer movimiento es una adaptación de una de las canciones del Wunderhorn y el breve cuarto movimiento es una versión, para contralto solista, de otro poema de esa antología. El final describe el día de la Resurrección en una composición monumental para solistas y coro, que se inicia con el texto de una oda a la Resurrección del poeta alemán del siglo dieciocho Friedrich Gottlieb Klopstock.

Sinfonía nº 3: Incorpora un solo de contralto sobre un texto de Así hablaba Zarathustra de  Nietzsche y un solo de soprano con coro de niños y sopranos sobre una alegre canción  de Des Knaben Wunderhorn.

Sinfonía nº 4: Aunque las ideas originales están desmembradas y recombinadas como en el desarrollo de la forma clásica, se experimenta una especie de sueño febril donde las imágenes rememoradas saltan del subconsciente de extrañas y distorsionadas maneras. La reexposición restablece la razón, la lucidez y la lógica. El último movimiento es una canción sobre un texto de Des knaben Wunderhorn que presenta la imagen del cielo que imagina un niño. En esta obra Mahler rompe con la convención de empezar y acabar una sinfonía en la misma tonalidad. En la Quinta, la Séptima y la Novena repetirá esta fórmula.

Sinfonía nº 5:  Se desplaza constantemente desde la la melancolía fúnebre de la marcha inicial al triunfo del Scherzo y la alegría del movimiento final.

Sinfonía nº 6: Es la sinfonía trágica de Mahler y culmina con un final colosal en el que la lucha heroica rodeada por la persistente tonalidad de La menor, con su evidente carácter triste, concluye con la derrota y la muerte.

Sinfonía nº 7: Junto con la Quinta y la sexta se acerca mucho a formas clásicas pero en una escala colosal, con un apasionado idioma y destacados rasgos descriptivos y contrastes. Sus dos nocturnos hacen compleja la unidad de los cinco movimientos que consta.

Sinfonía nº 8: Sus texturas polifónicas son un homenaje a Bach. Finaliza con un grandioso coral basado en el Fausto de Goethe. Su estreno le supuso un sonado triunfo.

Sinfonía nº 9: La última sinfonía que culminó Mahler es una obra de notable fuerza y sobrecogimiento. Su último movimiento es un apacible adiós a la vida.

Portada de CD ilustrado con el cuadro "Desnudo masculino de pie con taparrabos rojo"

de Egon Schiele

Movimiento nº 3 de la

Cuarta Sinfonía