Sigmund Freud y Mahler:
Despúes del fallecimiento de su hija María Anna a los cinco años de edad a Gustav Mahler se le diagnosticó una enfermedad coronaria incurable, que precipitó su muerte a los cincuenta años.
Antes de fallecer, vio como su matrimonio se derrumbaba a causa de su impotencia sexual y del alcoholismo de Alma, quien tras ser ingresada en una clínica de desintoxicación, conoció al arquitecto Walter Gropius con el que mantuvo una relación al margen de su matrimonio con Mahler. Todo este cúmulo de circunstancias trágicas sumió al compositor en un estado depresivo que le llevó a consultar al prestigioso psicoanalista Freud en 1910.
A lo largo de las cuatro horas de sesión, Mahler reconoció sin tapujos todos sus complejos y todos sus miedos (sobre todo su miedo a la muerte), así como también su compresión ante el hecho de que su esposa hubiera buscado en otro hombre algo que él, por sus episodios de impotencia, rara vez podía ofrecerle.
Freud especuló acerca de que ciertas experiencias infantiles vividas por Mahler tuvieran una significativa importancia en la génesis de su neurosis y en la inspiración de sus composiciones. Era cierto que en la infancia del compositor la muerte de varios de sus hermanos y el suicidio de su hermano Otto ya de adulto en 1895 habían sido experiencias muy traumáticas.