Mahler compositor

"Como compositor no seré reconocido en vida. Esto sólo ocurrirá cuando haya muerto. Yo soy, en expresión de Nietzsche, un hombre fuera de su tiempo", (Gustav Mahler, 1860-1911)

   

Gustav Mahler fue muy criticado a lo largo de su carrera. Diversos analistas han dividido la vida como compositor de Mahler en tres fases distintas: un largo primer periodo, que se extiende desde Das klagende Lied en 1880 hasta el final de la fase Des Knaben Wunderhorn en 1901; un periodo medio de composición más concentrada que finaliza con la marcha de Mahler a Nueva York en 1907; y un breve último periodo de obras elegíacas antes de su muerte en 1911.

    Las principales obras del primer periodo son sus cuatro primeras sinfonías, el ciclo de canciones Lieder eines fahrenden Gesellen y las canciones Wunderhorn. En este periodo, las canciones y sinfonías están estrechamente relacionadas y las obras sinfónicas son programáticas. Inicialmente Mahler dio programas descriptivos completos a sus tres sinfonías, que más tarde rechazó. Ideó, pero no publicó, los títulos para cada uno de los movimientos de su Cuarta Sinfonía.

    El periodo medio cuenta con un tríptico de sinfonías puramente instrumentales (Primera, Sexta y Séptima), los Rückert-Lieder y los Kindertotenlieder, dos arreglos finales de los Wunderhorn y, según la opinión de algunos, la última gran declaración afirmativa de Mahler, la coral Octava Sinfonía. Mahler ya había abandonado todos los programas explícitos y títulos descriptivos; quería escribir música “absoluta” que hablara por sí  misma.

Las obras del breve período final —Das Lied von der Erde y las Sinfonías Novena y Décima (incompleta) — son expresiones de la experiencia personal del compositor  enfrentado a la muerte. Todas las piezas terminan en silencio, lo que significa que la aspiración ha dado paso a la resignación. Estas obras están consideradas como una deseada despedida de la vida. Ninguna de estas últimas obras se representaron durante la vida del compositor.

    Durante su vida, las obras de Mahler y sus representaciones atrajeron un gran interés, pero rara vez tuvieron una aprobación sin reservas. Gran parte de las críticas que se le hacían le recriminaban el tiempo exagerado que duraban gran parte de sus obras, por encima de los 45 minutos, así como su tremendismo musical. También se le criticó el uso de excesivo de instrumentos, especialmente el metal, tildándose su música de efectista.