Después de leer tantos mitos se nos ocurrió inventar el propio. Pero no fue solo eso, también inventamos el personaje mitológico que daría vida al mito.
La consigna fue la siguiente: escribir un texto descriptivo, utilizando la tercera persona para crear al personaje; podía ser un héroe o heroína, dios o diosa o una combinación.
La segunda parte del trabajo consistió en la escritura del mito. Aquí utilizamos la primera persona para que el propio personaje inventado tuviera su propia voz contando su propia historia.