Comentario
Job
Comentario de Job
El Problema del Sufrimiento
Meditaciones Poético-Filosóficas sobre los Caminos de Dios
Los Libros Poéticos
Job es el primero de los libros denominados "poéticos" del A.T., siendo los otros, Salmos; Proverbios, Eclesiastés y Cantares. También se les llama los libros de "Sabiduría." Gran parte de las obras de "sabiduría" están escritas en forma poética, de manera que en términos generales, ambos nombres son apropiados.
Hablando también en general, este grupo de libros pertenece a la edad de oro de la historia hebrea, la era de David y de Salomón, así como los libros proféticos se relacionan con la caída de la nación hebrea. Esta clasificación es correcta solamente en parte, pues Job generalmente se atribuye a una fecha anterior, y algunos de los Salmos son posteriores. Pero a David se le atribuye gran parte de los Salmos, y a Salomón los tres libros, Proverbios, Eclesiastés y Cantares. Así pues, ya que estos 5 libros se destacan en nuestras Biblias como un grupo aparte, no es fuera de lugar clasificar el grupo como producido principalmente, aunque no de manera exclusiva, en la edad de David y de Salomón.
La poesía hebrea no tiene métrica ni rima, como la de nuestro propio idioma. Consiste más bien en paralelismo, o en el ritmo de los pensamientos. Se repite el mismo pensamiento en diferentes palabras, siendo la repetición un contraste o un clímax de los primero, para formar así coplas sinónimas o antitéticas. "El sentimiento de una frase repercute en la siguiente". "A veces las coplas se duplican, se triplica o se cuadruplican, para formar versos de 2, de 4, de 6, o de 8 frases."
Valor Literario del Libro de Job
Víctor Hugo dijo: "El libro de Job es quizás la obra maestra más grande de la mente humana."
Thomas Carlyle dijo: "Llamo a este libro, aparte de toda teoría acerca de él, una de las cosas más grandiosas que jamás se han escrito. Es nuestra primera y más antigua exposición del problema eterno - el destino del hombre, y el trato de Dios para con él. Pienso que ninguna cosa hay escrita de igual mérito literario."
Felipe Schaff dijo: "Se levanta como una pirámide en la historia de la literatura, sin antecesor y sin rival."
La Escena del Libro
Se cree que la "tierra de Uz" (1:1) haya estado en la frontera entre Palestina y Arabia, extendiéndose desde Edom al norte y este hacia el rió Eufrates, a orillas de la ruta de las caravanas entre Babilonia y Egipto. La parte especial de la tierra de Uz que la tradición señala como hogar de Job era el Haurán, región al este del mar de Galilea, notable por la fertilidad de su suelo y por sus granos, en un tiempo muy poblado y que ahora contiene las ruinas de 300 ciudades. Hay en esta región un lugar llamado Deir Eyoub, que se dice haber sido hogar de Job.
El Hombre Job
La Septuaginta, en una posdata y siguiendo una tradición antigua, identifica a Job con Jobab el segundo rey de Edom (Gen 36:33). Los nombres y los lugares citados en el libro parecen enmarcarlo entre los descendientes de Esaú. SI esto es correcto y si Job vivía en Haurán, esto indicaría que los reyes primitivos de Edom pueden haber emigrado a veces desde las peñas rocosas de Edom hacia las llanuras más fértiles de Haurán al norte. De todas maneras, el libro tiene atmósfera de tiempos muy primitivos, y parece ubicarse entre las tribus primitivas descendientes de Abraham, a los largo de la frontera norte de Arabia, y más o menos por el tiempo de la estadía de Israel en Egipto.
El Autor del Libro
La tradición antigua judía atribuye el libro a Moisés. Mientras estuvo en el desierto de Madián (Ex 2:15), que colindaba con la tierra de Edom, pudo fácilmente haber escuchado la historia de Job de boca de los descendientes inmediatos de éste. En verdad, Job mismo bien puede haber estado aún vivo, y haber relatado la historia a Moisés personalmente, dándole una copia de sus propios anales familiares. Siendo Job descendiente de Abraham, cabe que Moisés le reconociera como dentro de la esfera de la revelación divina. La crítica moderna, con gran alarde de erudición, conjetura para el libro una fecha muy posterior; pero esto no pasa de ser una simple conjetura. Creemos más probable que sea correcto el punto de vista tradicional.
Naturaleza del Libro
Podía llamarse un poema histórico; es decir, un poema basado en un evento histórico real. Parece haber sido un debate público sobre el significado de la aflicción de Job. Los discursos parecen haber sido "escritos" (13:26). Aunque los amigos de Job profesaban haber venido para "consolarle" (2:11), nos preguntamos si no habrá sido una especie de foro público, en el cual los hombres más notables del día expusieran sus ideas. La aflicción de Job duró meses (7:3). No es necesario pensar que los discursos hayan sido espontáneos. El lenguaje es demasiado elevado para ello. El debate debe de haber abarcado cuando menos algunos días, con varias sesiones, permitiéndosele a cada orador algún tiempo para preparar su contestación.
Tema del Libro
EL libro es una discusión filosófica, en lenguaje altamente poético, del problemas del sufrimiento humano. Muy temprano en la historia comenzaron a perturbar a los hombres las terribles desigualdades e injusticias de la vida, y de cómo un Dios bueno pudo haber hechos un mundo como éste, en donde hay tanto sufrimiento, y en donde tanto de ese mismo sufrimiento recae en aquello que menos lo merecen. No comprendemos el problema nosotros los de ahora mejor que los del tiempo de Job. Entramos en la vida, sin tener voz ni voto en cuanto a nuestra venida. Abrimos, nuestros ojos, miramos alrededor, y nos convertimos en un gran signo de interrogación: "¿A qué todo esto?" Y cuanto más vivimos, y más vemos las desigualdades e injusticias del mundo, tanto más crece el interrogante, "¿Cómo podría un Dios bueno hacer un mundo como este? Pero, aunque no comprendemos el problemas mejor que los del tiempo de Job, tenemos mayor razón de resignarnos a él. En el transcurso del tiempo, Dios mismo ha descendido y se ha hecho partícipe de nuestros padecimientos. No es lo mismo como si El hubiese hecho un mundo en el cual había de existir el sufrimiento, para luego apartarse diciendo, "Sufran". La historia de Jesús, a la vez el más justo de los hombres y el que más padeció, es una ilustración de cómo Dios sufre juntamente con Su creación, y no debiéramos tener dificultad en creer que todo esto sucede por alguna razón suficiente, aun cuando por ahora no la podemos comprender. Luego también, Jesús se levantó de los muertos, garantizando así una vida futura en la cual todo misterio tendrá solución y toda desigualdad será recompensada.
Capítulo 1. La aflicción repentina de Job
El libro comienza con el relato de Job, jefe patriarcal, príncipe del desierto, o como se decía en aquellos tiempos, rey, de vasta riqueza e influencia, de fama por su integridad, piedad y benevolencia; un hombre bueno que padeció reveses tremendos que le vinieron tan repentina y abrumadoramente, que el caso se supo de cerca y de lejos y era tema de conversación y discusión general, asombrando a todos por dondequiera.
Los sabeos robaron su ganado; rayos mataron sus ovejas; los caldeos se llevaron sus camellos; un torbellino mató a sus hijos; y Satanás le hirió de una enfermedad asquerosa, todo en rápida sucesión. Los sabeos eran del sur de Arabia, descendientes de Sem (Gén 10:28). Los caldeos eran del este, de la tierra de Abraham.
Capítulo 2. La mano de satanás en ello
Aquí se nos da un vislumbre del mundo de los espíritus, en donde todos los secretos de la existencia se conocen. Satanás, el ángel acusador, insinúa a Dios que la bondad de Job es mercenaria; que sirve a Dios solamente por interés material. Luego se le permite a Satanás poner a prueba su acusación.
Se cree comúnmente que la enfermedad de Job haya sido una forma horrible de lepra complicada con elefantiasis, una de las enfermedades más asquerosas conocidas en el mundo oriental.
Los tres amigos.
Elifaz el temanita era descendiente de Esaú (Gén 36:11) o idumeo.
Bildad el suhita ra descendiente de Abraham y Cetura (Gén 25:2).
Sofar el naamatita era de descendencia y vecindad desconocida.
Los tres eran príncipes nómadas del desierto; en aquellos tiempos, reyezuelos. Eliú el bucita era descendiente de Nacor hermano de Abraham (Gén 22:21)
Capítulo 3. La queja de Job
Desea no haber nacido nunca, y anhela la muerte. Su descripción del reino de los muertos es sublima, pues lo mira como liberación de los sufrimientos de esta vida. Más adelante, Dios le reprende por su ignorancia acerca de la muerte (38:17). Según la enseñanza de Cristo, los malos no cesan de perturbar (3:17; Mat 25:41).
En las discusiones que siguen. Job habla 9 veces; Elifaz 3; Bildad 3; Sofat 2; Eliú 1; y Dios 1.
El debate fue general desapasionado, aunque a veces se nota gran emoción.
No siempre fácil ver el argumento. En algunos pasajes nos preguntamos si ellos mismos sabían exactamente lo que trataban de expresar; a no ser que hayan buscado ver cuál lucía mejor retórica, y en verdad muchos trozos son realmente sublimes. En muchos puntos parecen armonizarse. Los argumentos principales parecen ser estos:
Los tres amigos de Job piensan que toda aflicción le viene al hombre como castigo por sus pecados; y que si sufrimos grandemente, esto es en sí una prueba de que hemos pecado grandemente; y si nuestros pecados no son manifiestos, el sufrimiento es prueba de nuestra hipocresía.
La idea del joven Eliú parece ser que el sufrimiento se le envía al hombre no tanto como castigo del pecado sino para evitar que peque; que es correctivo más bien que punitivo.
El discurso de Dios, en medio del torbellino, al final del libro, parece indicar que Dios, desde Su punto de vista, piensa que el hombre, con su mente finita, viviendo en un mundo en el cual ve todos los días cosas que no puede comprender, y rodeado de poderes ante los cuales es tan impotente, no debe esperar poder comprender todos los misterios de la creación y gobierno divino del universo.
La gran lección del libro entero parece ser que al final, soportando con paciencia sus sufrimientos, Job llega a ver a Dios, y es abundantemente premiado.
Capítulos 4, 5. Contestación de Elifaz
"¿Quién que fuera inocente se perdiera? (4:7). Su visión nocturna de Dio es sublime (4:12-19). Aconseja a Job que vuelva a Dios (5:8) y sugiere que si Job se arrepiente desaparecerían sus males (5:17-27)
Capítulos 6, 7. Segundo discurso de Job
Job se va chasqueando de sus amigos. Anhela simpatía, y no censuras amargas (6:14-30). Parece aturdido. Sabe bien que no es un malvado. Sin embargo, su carne estaba "vestida de gusanos" (7:5) y sus padecimientos intensos. No lo podía comprender. Aun si hubiera pecado, seguramente no era tanto como para merecer castigo tan terribles. Pide morir (6:9).
Capítulo 8. Primer discurso de Bildad
En el lenguaje moderno, a juicio de éste, Job era un "saco de viento" (2). Insiste en que Dios es justo en Sus tratos con los hombres, y que los sufrimientos de Job ha de ser evidencias de su maldad; y que si tan solamente volviese a Dios, todo le iría bien de nuevo.
Capítulos 9, 10. Tercer discurso de Job
Insiste en que "no es impío" (10:7); y que Dios envía castigo sobre los justos tanto como sobre los malos (9:22). Se queja amargamente del trato de Dios para con él, y desea no haber nacido nunca (10:18-22).
Capítulo 11. Primer discurso de Zofar
Sigue el argumento de Elifaz y Bildad, en forma despiadada dice a Job que se castigo es menor de lo que merece (6). Llama a Job jactancioso en su justicia propia (2-4), e insiste en que si Job se aparta de su iniquidad, sus sufrimientos acabarían y que se olvidaría, y le devolvería la seguridad, la prosperidad y felicidad (13-19).
Capítulos 12-14. Cuarto discurso de Job
Contesta con sarcasmo sus palabras hirientes (12:2) y les pide que callen y le dejen solo (13:13). Sostiene que los malos prosperan, y los justos sufren. La palabra "escribir" (13:26) quizás signifique que los discursos se escribieron y se leyeron. En el abatimiento más completo, Job parece dudar de la vida después de la muerte (14:7-14). Sin embargo más adelante es admirable su firmeza en esto (véase bajo el capítulo 19).
Capítulo 15. Segundo discurso de Elifaz
Su sarcasmo se vuelve más amargo. Da por cierta la maldad de Job, y lo llama engreído. El debate se hace más y más acalorado. Ellos "menean la cabeza" contra Job (16:4); él " se despedaza en su furor" (18:4) y "bate las manos" contra ellos (34:37).
Capítulos 16, 17. Quinto discurso de Job
"Si estuvieseis en mi lugar, y yo en el vuestro, sería fácil menear la cabeza contra vosotros" (16:16); sus amigos se burlan de él (16:20); es hecho ludibrio y escarmiento del pueblo (17:6).
Capítulo 18. Segundo discurso de Bildad
En un arrebato de ira exclama que Job "se despedaza a sí mismo con su furor" (4). Dando por cierta la maldad de Job, trata de atemorizarle para que se arrepienta, describiendo la suerte terrible de los malos.
Capítulo 19. Sexto discurso de Job
"Sus amigos le aborrecen" (19)< es hecho un "extraño" para su esposa (17); hasta "los muchachos le desprecian" (18); "su piel se pega a los huesos" (20). Quebrantado por todos lados, pide compasión (21). Luego, así como de pronto brilla el sol en medio de las nubes, desde lo más profundo de su desesperación Job prorrumpe en una de las expresiones más sublimes de la fe que jamás se hayan elevado: "Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, aún he de ver en mí carne a Dios" (25-27).
Capítulo 20. Segundo discurso de Zofar
Sigue el ejemplo de Bildad. De por cosa cierta la maldad de Job, y se dedica a describir la suerte lamentable que espera a los malos.
Capítulo 21. Séptimo discurso de Job
Reconoce que los malos sufren al final, pero insiste en que a menudo prosperan.
Capítulo 22. Tercer discurso de Elifaz
Insiste más y más en la maldad de Job, y le acusa especialmente de crueldad hacia los pobres.
Capítulos 23, 24. Octavo discurso de Job
Protesta su justicia. "Las palabras de su boca" (23:12) indican que aun en los días de Job ya había escritos que eran reconocidos como la Palabra de Dios.
Capítulo 25. Tercer discurso de Bildad
"¿Cómo se justificará el hombre con Dios?" Un discurso muy breve; Bildad había agotado sus argumentos.
Capítulo 26-31. Último discurso de Job
Protesta con más confianza su inocencia. "Hasta que muera, mantendré mi integridad" (27:5). Contrasta su pasada prosperidad, felicidad, honores, respeto, benignidad, bondad, y servicialidad (cap. 29) con sus actuales y crueles padecimientos (cap. 30) como "burla" y "refrán" de turbas (30:9, 12) que escupen su rostro (10). Es "hermano de chacales" (30:29) y su piel ennegrecida (30). Niega específicamente que haya oprimido al pobre, o sido codicioso o inmoral, o que haya encubierto su pecado (cap.31).
La Idolatría. El único vislumbre de idolatría en el libro de Job es el capitulo 31:26-28, que parece una alusión al culto del sol. Este es uno de los indicios de la fecha primitiva del libro, mientras aún sobrevivía un personaje como Abraham, Melquisedec, Balaam la tradición del monoteísmo primitivo.
Capítulos 32-37. Discurso de Eliú
Job había callado a los tres amigos. Eliú se enoja contra ellos porque no habían sabido convencer a Job, y contra éste porque era justo en sus propio ojos y se justificaba a sí mismo más bien que a Dios. !Ahora tocaba hablar a Eliú! !Calla toda la tierra, pues habla Eliú! !Que si era engreído! Gran parte de su discurso se va solamente en proclamarles las grandezas que les va a contar. Pero así como los demás, su sabiduría consistía principalmente en usar palabras que encubrían su significado antes que aclararlo. Su argumento principal quizás sea que Dios envía el sufrimiento para corregir más bien que para castigar.
Capítulos 38-41. El discurso de Dios
Habla de en medio de un torbellino, y hace ver la ignorancia, impotencia, desvalidez e infinita pequeñez del hombre en comparación con Dios; formulando preguntas tras preguntas, reduce a Job al silencio y le deja de rodillas. Estos capítulos son grandiosos y sublimes.
Capítulo 42. Arrepentimiento y restauración de Job
"Me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza" (6). Dios aprueba las ideas que Job había expresado, más bien que las de los demás (7). Job no era malo, como ellos habían asegurado, sino un hombre de piedad verdadera, que cara a cara con Dios, "aborreció" su propia justicia, y se inclinó hasta el suelo.
(Compendio Manual de la Biblia. Halley p.220)