Introducción a la Biblia

Introducción a la Biblia

La Biblia es una colección de 66 documentos inspirados por Dios. Estos documentos están divididos en dos testamentos, el Antiguo Testamento (39) y el Nuevo Testamento (27). Profetas, sacerdotes, reyes y líderes de la nación de Israel escribieron los libros del Antiguo Testamento en hebreo (con dos pasajes en arameo). Los apóstoles y sus asociados escribieron los libros del Nuevo Testamento en griego. 

El registro del Antiguo Testamento comienza con la creación del universo y termina alrededor de 400 años antes de la primera venida de Jesucristo. 

El flujo de la historia a lo largo del Antiguo Testamento se lleva a cabo de la siguiente manera: • Creación del universo 

Los detalles de esta historia son explicados en los 39 libros divididos en 5 categorías: 

Después de que el Antiguo Testamento fue completado, hubo 400 años de silencio durante los cuales Dios no habló ni inspiró Escritura alguna. Este silencio terminó con la llegada de Juan el Bautista anunciando que el Señor Salvador prometido había venido. El Nuevo Testamento registra el resto de la historia desde el nacimiento de Cristo hasta la culminación de toda la historia y el estado final eterno. Los dos testamentos, entonces, van desde la creación hasta la consumación, desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. 

Mientras que los 39 libros del Antiguo Testamento se enfocan en la historia de Israel y en la promesa del Salvador que estaba por venir, los 27 libros del Nuevo Testamento se enfocan en la persona de Cristo y el establecimiento de la iglesia. Los 4 Evangelios registran su nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión. Cada uno de los 4 escritores ve el acontecimiento más grande y más importante de la historia, la venida del Dios-hombre, Jesucristo, desde una perspectiva diferente. Mateo lo ve a través de la perspectiva de su reino. Marcos a través de su servicio como siervo. Lucas a través de la perspectiva de su naturaleza humana, y Juan a través de su deidad. 

El libro de los Hechos narra la historia del efecto de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el Señor Salvador. Dicha historia va desde su ascensión, la venida consecuente del Espíritu Santo, hasta el nacimiento de la iglesia, a lo largo de los primeros años de la predicación del evangelio llevada a cabo por los apóstoles y sus asociados. Hechos registra el establecimiento de la iglesia en Judea, Samaria y en el Imperio Romano. 

Las 21 epístolas fueron escritas a iglesias o a personas para explicarles el significado de la persona y obra de Jesucristo, con sus implicaciones para la vida y testimonio hasta que él regrese. 

El Nuevo Testamento termina con Apocalipsis, el cual comienza con un cuadro de la época actual de la iglesia y culmina con el regreso de Cristo para establecer su reino terrenal, trayendo juicio sobre los impíos y gloria y bendición sobre los creyentes. Después del reino milenario del Señor Salvador, se llevará a cabo el último juicio que conduce al estado eterno. Todos los creyentes de la historia entran a la gloria eterna definitiva preparada para ellos, y todos los impíos son enviados al infierno para ser castigados eternamente. 

Para entender la Biblia es esencial comprender el flujo de esta historia desde la creación hasta la consumación. También es crucial mantener en mente el tema unificador de las Escrituras. El tema principal que se explica a lo largo de toda la Biblia es el siguiente: Dios para su propia gloria ha determinado crear y reunir para sí mismo a un grupo de personas para que sean los súbditos de su reino eterno, para adorarlo, honrarlo, y servirlo para siempre y a través de quienes él desplegará su sabiduría, poder, misericordia, gracia y gloria. Para reunir a sus escogidos, Dios debe redimirlos del pecado. La Biblia revela el plan de Dios para esta redención desde su inicio en la eternidad pasada hasta su término en la eternidad futura. Los pactos, las promesas y las épocas son todos secundarios al plan singular y continuo de la redención. 

Hay un Dios. La Biblia tiene un Creador. Es un libro. Tiene un plan de gracia, registrado desde el inicio, que pasa desde la ejecución hasta la consumación. Desde la predestinación hasta la glorificación, la Biblia es la historia de Dios redimiendo a su pueblo escogido para alabanza de su gloria. 

Conforme a los propósitos y el plan redentor de Dios se llevan a cabo en las Escrituras, se destacan constante y repetidamente cinco temas: 

Todo lo que se revela en las páginas tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento está asociado con estas cinco categorías. Las Escrituras siempre están enseñando o ilustrando: 1) La persona y atributos de Dios; 2) la tragedia del pecado y la desobediencia a la norma santa de Dios; 3) la bendición de la fe y la obediencia a la norma de Dios; 4) la necesidad de un Salvador por cuya justicia y sustitución los pecadores pueden ser perdonados, declarados justos y transformados para obedecer la norma de Dios; y 5) el fin venidero glorioso de la historia redentora en el reino terrenal del Señor Salvador y el reinado eterno subsiguiente, y la gloria de Dios y Cristo. Conforme uno estudia las Escrituras, es esencial entender estas categorías que de manera continua se repiten como grandes ganchos en los cuales se cuelgan los pasajes. Mientras se lee a lo largo de la Biblia, se debe ser capaz de relacionar cada porción de las Escrituras con estos temas dominantes, reconociendo que lo que es presentado en el Antiguo Testamento luego es aclarado en el Nuevo Testamento. 

El estudio de estas cinco categorías por separado nos da un panorama de la Biblia.


1. La revelación de la persona de Dios 

Sobre cualquier otra cosa, las Escrituras son la revelación personal de Dios. él se revela a sí mismo como el Dios soberano del universo quien ha determinado hacer al hombre y darse a conocer al mismo. En esa revelación personal se establece la norma de santidad absoluta de Dios. Desde Adán y Eva, pasando por Caín y Abel y por toda persona antes y después de la ley de Moisés, la norma de justicia fue establecida y es mantenida hasta la última página del Nuevo Testamento. La violación de la misma produce juicio, temporal y eterno. 

En el Antiguo Testamento se registra que Dios se reveló a sí mismo a través de los siguientes medios: 


En el Nuevo Testamento se registra que Dios se volvió a revelar a sí mismo a través de los siguientes medios, pero con mayor claridad y plenitud: 



2. La revelación de juicio divino por el pecado y la desobediencia 

Una y otra vez las Escrituras tratan con el asunto del pecado del hombre, el que lleva al juicio de Dios. Relato tras relato, en las Escrituras se muestran los efectos mortales, tanto en el ámbito temporal como eterno, que el hombre enfrenta por violar la norma de Dios. Hay 1.189 capítulos en la Biblia. Solo cuatro de ellos no involucran a un mundo caído, los primeros dos y los dos últimos, antes de la caída y después de la creación del cielo nuevo y la tierra nueva. El resto es la crónica de la tragedia del pecado. 

En el Antiguo Testamento, Dios mostró el desastre del pecado, comenzando con Adán y Eva, Caín y Abel, los patriarcas, Moisés e Israel, los reyes, los sacerdotes, algunos profetas y las naciones gentiles. A lo largo del Antiguo Testamento se encuentra el registro incesante de destrucción continua producida por el pecado y la desobediencia a la ley de Dios. 

En el Nuevo Testamento, la tragedia del pecado se vuelve más clara. La predicación y la enseñanza de Jesús y los apóstoles comienzan y terminan con un llamado al arrepentimiento. El rey Herodes, los líderes judíos y la nación de Israel, junto con Pilato, Roma y el resto del mundo, todos rechazaron al Señor Salvador, menospreciaron la verdad de Dios y de esta manera se condenaron a sí mismos. La crónica del pecado continúa sin ser abatida hasta el fin de las edades y el regreso de Cristo en juicio. En el Nuevo Testamento, la desobediencia es aún más descarada que la desobediencia del Antiguo Testamento porque involucra el rechazo del Señor Salvador Jesucristo a la luz más resplandeciente de la verdad del Nuevo Testamento.


3. La revelación de bendición divina por la fe y la obediencia 

Las Escrituras repetidamente prometen recompensas maravillosas tanto en el ámbito temporal como eterno, que reciben personas que confían en Dios y buscan obedecerlo. En el Antiguo Testamento, Dios mostró la bienaventuranza del arrepentimiento del pecado, fe en él y obediencia a su Palabra, desde Abel, a lo largo de los patriarcas, hasta el remanente en Israel, y aun gentiles que creyeron (como lo hizo el pueblo de Nínive). 

La norma de Dios para el hombre, su voluntad y su ley moral siempre fueron dadas a conocer. Para los que enfrentaban su incapacidad de guardar la norma de Dios, reconocían su pecado, confesaban su imposibilidad de agradar a Dios por su propio esfuerzo y obras, y le pedían perdón y gracia, venía redención misericordiosa y bendición tanto de manera temporal como eterna. 

En el Nuevo Testamento, una vez más Dios mostró la bienaventuranza total de la redención del pecado para los que se arrepentían. Hubo los que respondieron a la predicación de arrepentimiento proclamada por Juan el Bautista. Otros se arrepintieron ante la predicación de Jesús. Algunos de Israel obedecieron al evangelio por medio de la enseñanza de los apóstoles. Y finalmente, hubo gentiles por todo el Imperio Romano que creyeron al evangelio. Para todos ellos y para todos los que creerán a lo largo de la historia, hay bendición prometida en este mundo y en el venidero.


4. La revelación del Señor Salvador y el sacrificio por el pecado 

Este tema es el corazón tanto del Antiguo Testamento, del cual Jesús dijo que hablaba de él en tipo y profecía, como del Nuevo Testamento, el cual da el registro bíblico de su venida. La promesa de bendición depende de la gracia y misericordia dada al pecador. Gracia quiere decir que el pecado no es contado en contra del pecador. Tal perdón depende de un pago por el castigo del pecado para satisfacer la justicia santa. Eso requiere un substituto, uno que muera en lugar del pecador. El substituto escogido de Dios, el único que calificó, fue Jesús. La salvación es siempre por el mismo medio de gracia, sea durante los tiempos del Antiguo o del Nuevo Testamento. Cuando un pecador viene a Dios, en arrepentimiento y convencido de que no tiene poder para salvarse a sí mismo del juicio que merece de la ira divina, y ruega por misericordia, la promesa de perdón por parte de Dios es otorgada. Dios entonces lo declara justo porque el sacrificio y la obediencia de Cristo son colocados en su cuenta. En el Antiguo Testamento, Dios justificó a los pecadores de esa misma manera, en espera de la obra expiatoria de Cristo. Existe, por lo tanto, una continuidad de gracia y salvación a lo largo de toda la historia redentora. Los diferentes pactos, las promesas y épocas no alteran la continuidad fundamental, como tampoco lo hace la discontinuidad entre la nación testigo del Antiguo Testamento, Israel, y el grupo testigo del Nuevo Testamento, la iglesia. Una continuidad fundamental está centrada en la cruz, la cual no fue interrupción alguna en el plan de Dios, sino que es aquello a lo que todo lo demás apunta. 

A lo largo del Antiguo Testamento, el Salvador y el sacrificio son prometidos. En Génesis, él es la simiente de la mujer que destruirá a Satanás. En Zacarías, él es el traspasado a quien Israel se vuelve y por quien Dios abre la fuente de perdón a todos los que lloran por su pecado. él es quien es simbolizado en el sistema de sacrificios de la ley mosaica. Es el substituto que sufre y de quien los profetas hablan. A lo largo del Antiguo Testamento, él es el Mesías quien moriría por las transgresiones de su pueblo. Desde el principio hasta el fin, en el Antiguo Testamento se presenta el tema del Señor Salvador como un sacrificio por el pecado. Es únicamente por su sacrificio perfecto por el pecado que Dios en su gracia perdona a los creyentes arrepentidos. 

En el Nuevo Testamento, el Señor Salvador vino y de hecho proveyó el sacrificio prometido por el pecado en la cruz. Habiendo cumplido toda justicia por su vida perfecta, él cumplió la justicia por su muerte. De esta manera Dios mismo expió por el pecado, a un costo demasiado grande para que la mente humana lo comprenda. Ahora él en su gracia suple todo el mérito necesario a favor de su pueblo, para que este sea el objeto de su favor. Esto es lo que las Escrituras quieren decir cuando hablan de la salvación por medio de la gracia.


5. La revelación del reino y la gloria del Señor Salvador 

Este componente crucial de las Escrituras lleva la historia entera a la consumación ordenada por Dios. La historia redentora está controlada por Dios, de tal manera que culmina en su gloria eterna. La historia redentora terminará con la misma precisión y exactitud con la que comenzó. Las verdades de la escatología no son vagas ni confusas; como tampoco tienen poca importancia. Como en cualquier libro, la manera en la que la historia termina es la parte más crucial y conmovedora; así también con la Biblia. Las Escrituras indican varias características específicas del fin planificado por Dios. 

En el Antiguo Testamento hay una mención repetida de un reino terrenal gobernado por el Mesías, el Señor Salvador, quien vendrá a reinar. Este reino está asociado a la salvación de Israel, la salvación de los gentiles, la renovación de la tierra de los efectos de la maldición y la resurrección corporal del pueblo de Dios que ha muerto. Finalmente, el Antiguo Testamento predice que habrá una disolución del universo y la creación de un cielo nuevo y una tierra nueva, el cual será el estado eterno de los piadosos, y un infierno final para los impíos. 

En el Nuevo Testamento, estas características son aclaradas y ampliadas. El Rey fue rechazado y ejecutado, pero él prometió regresar en gloria, trayendo juicio, resurrección y su reino para todos los que creen. Una cantidad enorme de gentiles de toda nación será incluida entre los redimidos. Israel será salvado e injertado de regreso a la raíz de bendición de la cual ella ha sido temporalmente cortada. 

El reino prometido de Israel será disfrutado, con el Señor Salvador reinando en el trono, en la tierra renovada. él ejercerá su poder sobre el mundo entero, habiendo retomado su debida autoridad, y recibiendo el honor y adoración que se merece. Después de este reino vendrá la disolución de la creación renovada, pero aún manchada por el pecado, y la creación subsiguiente de un cielo nuevo y una tierra nueva los cuales serán el estado eterno, separado para siempre de los impíos en el infierno. 

Estos son los cinco temas que constituyen la Biblia. Entenderlos desde el principio es conocer la respuesta a la pregunta que continuamente surge: ¿Por qué la Biblia nos dice esto? Todo encaja en este patrón glorioso. Conforme la lea, cuelgue la verdad en estos cinco ganchos y la Biblia desplegará su contenido, no como 66 documentos separados o ni siquiera como dos testamentos separados, sino como un libro, escrito por un Autor divino, quien la escribió en su totalidad con un tema principal. 

Es mi oración que el tema magnífico y glorioso de la redención de los pecadores para la gloria de Dios lleve a todo lector con interés cautivador desde el principio hasta el fin de la historia. Cristiano, esta es su historia. Es de Dios para usted, acerca de usted. Narra lo que él planificó para usted, por qué lo hizo a usted, quién era usted, lo que se ha vuelto en Cristo y lo que él ha preparado para usted en la gloria eterna.