Se presenta en este apartado un comentario para el profesor o profesora. Acceded a los vínculos siguientes para encontrar la rúbrica para la evaluación, para leer la guía didáctica y las competencias, para observar los ejercicios completados por el alumnado y para encontrar la bibliografía recomendada:
Estimado/a profesor/a.
Muchas gracias por utilizar este recurso didáctico. Adjunto ciertos consejos para impartirlo y sobre el temario.
Sería adecuado que se dedicaran algunas sesiones de clase a aesta webquest, con tal de ofrecer instrucciones al alumnado y responder dudas. Especialmente la tarea introductoria y la tarea 1 -en la que se escoge al monarca-, y también la tarea 4 sobre numismática. El caso de la tarea 8, la parte en la que se lee el manifiesto debería realizarse en la clase. No hace falta llevar a cabo la tarea 8 en clase, pero la lectura del manifiesto debería hacerse en clase. Así mismo, se propone al docente que encargue a los alumnos la elaboración de un póster una vez se haya finalizado la actividad, donde pueden incluir las monedas que han dibujado, el árbol familiar, el diseño del monumento, el manifiesto, u otros documentos e informaciones. Se presenta una temporización de la actividad y propuestas para impartirla en Guía didáctica.
Así pues, se recomienda que los alumnos gestionen su tiempo y vayan realizando las tareas por su propia cuenta, pero realizando algunas en clase para hacer un seguimiento y poder tutorizar a los grupos. En caso que haya mucho jaleo en clase, se podría nombrar secretario a un miembro del grupo, que supervise los turnos de palabra y ordene el tiempo. Una manera de facilitar el intercambio de información entre grupos sería que cada grupo lea un breve resumen de lo que han encontrado sobre su emperador delante del resto de la clase. Así los grupos más lentos podrán ponerse al día.
EL objetivo de la actividad no es tanto que los alumnos entiendan los procesos concretos vividos durante la Crisis del siglo III, aunque evidentemente retendrán muchos conocimientos. El objetivo principal sería, como puede apreciarse, que aprendan a desarrollar su propio criterio y a reflexionar y pensar sobre la complejidad de los procesos históricos. Aún con eso, se han destacado unidades mínimas de conocimiento y ciertas fechas con tal de facilitar el aprendizaje vinculado a la cronología.
La actividad completa se ha programado para poderse realizar en unas cuatro semanas por parte de los alumnos, gestionando ellos y ellas mismos el tiempo. Conviene, no obstante, como se ha comentado, hacer un seguimiento en clase para resolver las dudas y dificultades con los que se encuentren los alumnos mientras realicen las tareas.
Hay que comentar que ciertos emperadores del listado inicial se encuentran muy poco documentados, como por ejemplo Uranio o Urbano. A parte de los emperadores recomendados, muchos monarcas del listado pueden ser útiles e interesantes para esta webquest, pero algunos son muy poco útiles, dada la falta de información. Cuando se escojan emperadores, sería adecuado buscarlos en internet para comprobar que existe suficiente información. En caso que no haya suficiente, como pasa con Urbano o Uranio, se recomendara al grupo escoger uno de diferente, remarcando que es su decisión personal, pero si decidieran realizar las tareas sobre un emperador del que se sabe poco más que su nombre la webquest les resultara muy pesada.
Para buscar los emperadores la mejor forma es escribir su nombre en Google seguido de la palabra emperador o usurpador. Cuando lo encontremos en Wikipedia, podemos buscar como se llama en inglés y otros idiomas cambiando de idioma. Por ejemplo, Zenobia emperatriz o usurpadora.
Sobre la cuestión de género, en la actividad se han presentado las emperatrices como equivalentes institucionales de los emperadores. No lo eran. Zenobia fue emperatriz consorte, al morir su marido ella proclamó emperador a su bebé, proclamándose a si misma como emperatriz regente. Al conquistar Egipto se proclamó reina, pero en ningún caso emperatriz romana de iure por su propio nombre, aunque evidentemente lo era de facto en el territorio que controlaba.
La primera mujer que se proclamó de iure emperatriz por su propio nombre fue Irene I, soberana entre el año 797 y el 802, que fue asesinada por su ministro de finanzas. De hecho, Irene no se proclamó emperatriz, sino emperador. Sería ella la primera mujer que realmente fue de iure emperatriz por su propio nombre, o como lógicamente se intituló, emperador. En este sentido, las Julias nunca fueron emperatrices por su propio nombre, sino emperatrices regentes y consortes, aunque evidentemente de facto eran soberanas o al menos compriman colegiadamente parte de las funciones de la corona.
No obstante se ha considerado que para la actividad las mujeres pueden funcionar perfectamente como equivalentes institucionales de los hombres, ya que aunque sobre la ley no lo fueran, sí que lo fueron en la práctica.
Existen muchas monedas de cada emperador y emperatriz, pero no siempre aparecen en el primer resultado de Google imágenes. Por esta razón la tarea de búsqueda de monedas conviene que se realice con el profesor en el aula, ayudando al alumnado a encontrar al menos dos monedas de su emperador. Nunca se realizará un ejercicio con una moneda que solo tenga una cara fotografiada, el ejercicio resultaría muy poco útil. Tampoco se realizará el ejercicio de moneda con una moneda de otro monarca, al alumnado le faltaría la información para vincular la iconografía con los hechos históricos, y esto complicaría la tarea de interpretación. En caso que sea totalmente imposible encontrar dos monedas fotografiadas por las dos cadas del mismo monarca -sucederá con muy pocos monarcas-, se hará el ejercicio con una única moneda, pero en este caso deberán explicar como han buscado la segunda moneda y el motivo por el que creen que no la han podido encontrar- quizás fue un emperador que gobernó únicamente unas semanas y por eso no tuvo tiempo de acuñar más monedas.
Es importante tener en cuenta que la fenomenología religiosa de la Tardoromanidad mostraba un deje que ha podido ser interpretado como monoteizante. Realmente no lo era, más bien se trataba de un proceso de henoteismo que. de hecho, se interrumpía con cada transformación militar-administrativa consecuente del asesinato de un emperador. Estos procesos de henoteismo consistieron en la primacía institucional de una divinidad por encima de las otras, donde se deben destacar dioses como Sol Invicto. En cualquier caso, se debe valorar que el paganismo tardoromano, así como la filosofía helenística, manifestaba la creencia en una divinidad última ordenadora del cosmos. Este pensamiento sería producto de la influencia del Egipto faraónico sobre las mentalidades helenísticas, y también de la espiritualidad braman de la India. Prueba de esta creencia en una divinidad última e inefable sería el discurso de San Pablo a los atenienses que aparece en Hechos de los Apóstoles en el que se menciona al dios desconocido, al que los griegos ya rendían culto y al que Pablo vinculó al dios de Jesús. También los textos de autores como Heráclito muestran esta creencia.
El principal error de la última Julia, Mamea, sería no haber sido lo suficiente generosa con los soldado al proporcionarles un sueldo y jubilación dignas. Debe decirse que Maximino fue obligado a punta de espada por sus soldados a matar a Julia y a Alejandro, como nos explica Herodiano. Debemos valorar cuidadosamente la situación. La infraestructura romana no estaba preparada para resistir el éxodo masivo de los pueblos germánicos, que habían sido obligados a emigrar por los hunos. Los germánicos estaban muy motivados. Viajaban con toda su familia y todas sus posesiones, y tanto hombres, mujeres, niños y viejos participaban del esfuerzo bélico. Si los germánicos lograban una victoria, los romanos negociaban con ellos y les ofrecían un pago generoso. Si no lograban ningún triunfo, los romanos nunca negociarían con ellos ni les permitirían establecerse. Ante esta situación, se producía un éxodo de campesino, que veían como la guerra y el invierno desbastaban sus tierras. Estallaban pestes i se extendía el contagio de enfermedades, consecución de la mala alimentación y el movimiento y acumulación insalubre de personas y animales por el territorio.
Los soldados deseaban cobrar la donatio, el sueldo de oro que un emperador entregaba a la soldadesca cuando era proclamado emperador por aclamación de la tropa. En dos meses los soldados ya se habían gastado este sueldo en mujeres, bebida y apuestas, y posiblemente por esta razón la mayoría de emperadores no duraron más de dos meses. Los soldados obligaban a un general con un buen tesoro a proclamarse, así cobraban una nueva donatio. Así de penosa era realmente la situación.
La confianza en el mos maiorum, la tradición romana, se había esfumado. Resurgieron con fuerza la filosofía helenística, el arte celta, la nomenclatura semítica y la sabiduría antigua egipcia. A la vez, la nobleza hispano-romana, la soldadesca dálmata y panonia, los comerciantes semitas y la realeza germánica, no solo veían una oportunidad para lograr el poder, sino que actuaban por la imperiosa necesidad de preservar y restaurar el orden, ante la posibilidad de perder sus privilegios o verse directamente extinguidos.
Los mercaderes, los artesanos, las mujeres, los soldados y los funcionarios libertos, los esclavos, los retores de la paideia y los oprimidos, formaban un grupo muy heterogéneo de gente marginada. No solo estaban marginados del ceremonial religioso público, reservado a los caballeros gentiles, también se les marginaba de las funciones civiles de sus propias ciudades. Toda esta gente, turbulentamente educada, buscaba sus propios objetos de culto a la vez que deseaban erosionar los umbrales que definían el estatus. En este periodo se divulgaron muchos libros de ocultismo y adivinamiento, a la vez que se propagaban los cultos mistéricos como el cristianismo.
Por el otro lado, los gentiles se fortificaban materialmente, construyendo murallas en sus ciudades, y también mentalmente, monopolizando la cultura en manos de la nobleza. Las élites locales se significaban como guardianas de las costumbres antiguas ante la posibilidad de colapso definitivo del Imperio.
En el apartado sobre las vestales, se han exagerado sus funciones, ya que las compartían con los augures y otro profetas, pero es interesante que el alumnado se familiarice con las funciones sacerdotales y con el devenir mágico vinculado al desarrollo institucional. Y las vestales pueden funcionar como un elemento de llamada de atención para los alumnos más que los augures.
Por último, me gustaría comentar el significado de la última fotografía presentada, en la parte final de las conclusiones y la evaluación, un fénix en una columna de la catedral de Metz. Como se comenta en el pie de foto, el espacio sagrado original de este templo fue erigido en el siglo III, siendo posiblemente un santuario de un culto mistérico. Lo que se pretende ilustrar con esta imagen es que, si consideramos la Edad media como los pilares de Europa, estos pilares se erigieron sobre las cenizas que quedaron al incendio del siglo III. Es decir, los cimientos de Europa son la Crisis del siglo III. Nuestro mundo, por tanto, desde el punto de vista institucional y cultural, encontraría su origen en los sucesos del siglo III. Los poderes privados sobrepasaron al poder público, deviniendo en pocas generaciones centros del poder civil. Los santuarios de la soldadesca y los particulares devinieron fuente de legitimación para el poder tardo-antiguo, y después estructura vehiculadora de los procesos sociales e institucionales de la Edad media, sobre os que se construyeron los poderes de la Edad moderna. La Iglesia surgió como consecuencia de la acción de los particulares y los escribanos de organizarse ante la crisis. Las monarquías germánicas se otorgaron la legitimación para gobernar este mundo caótico, con el objeto de hacerlo regresar al orden. El islam apareció ante la necesidad de recuperar aquellos que muchos consideraban que se había perdido el siglo III, recuperar el ideal de un imperio para todos, lógico y coherente, inspirado en la filosofía helenística.
Las sedes físicas de muchas instituciones del poder civil actual se encuentran edificada literalmente sobre las sedes del poder privado del siglo III. Así pues, debe entenderse el siglo III no tanto como la muerte de un mundo antiguo, sino como el resurgimiento de un desazón y de una voluntad que se abrían paso entre las cenizas de un mundo que se derrumbaba, para dar lugar a un mundo nuevo, el nuestro. El cristianismo, los germánicos y el islam no fueron destructores del mundo antiguo, recogieron el mandato que la población les reclamaba ante la sensación de pérdida que se produjo por un mundo que había colapsado, construyendo un mundo a imagen del ideal que permaneció a pesar de la destrucción física de la Antigüedad.
Para terminar, me gustaría pedir al docente que realice esta actividad que me envié los resultados: albertsabatemorales@gmail.com. También que me haga saber cualquier duda a problemática que aparezca a lo largo de a actividad y con mucho gusto intentaría ayudar.
Reciba mi más cordal saludo.
Atentamente, Albert Sabaté Morales.