Rubén Parra
Objetivo del Tema:
Nuevos comienzos en Betel nos invitan a estar abiertos a la novedad del Espíritu en los tiempos actuales y de cómo el Señor nos impulsa a abrirnos a los nuevos horizontes en su mover poderoso, para que ante la realidad que vivimos, nuestras asambleas de oración se transformen en la CASA de Dios (Betel)
Introducción:
Si hablamos de novedad del Espíritu, entonces tendremos que estar en sintonía con la experiencia que vivimos en esta corriente de gracia que hace que todo sea nuevo, y esta es, el Bautismo en el Espíritu.
El BES, realiza innumerables acciones, una de las tantas es que crea un pueblo nuevo y nos da un corazón nuevo, así lo afirmó el Papa Francisco en Pentecostés: “La novedad del Espíritu: crea un pueblo nuevo y nos da un corazón nuevo”
En el 2018 el mismo Papa Francisco afirmó que: «La Iglesia crece en fidelidad al Espíritu Santo cuanto más aprende a no domesticarlo, sino a aceptar sin temor y, al mismo tiempo, con un serio discernimiento, su fresca novedad», y añadió: «El Espíritu Santo es siempre novedad –ha afirmado–. Siempre. Y tenemos que acostumbrarnos. Es una novedad que nos hace entender las cosas más profundamente, con más luz y nos hace cambiar tantos hábitos, incluso hábitos disciplinarios».
Desarrollo del Tema:
Estos tiempos son cruciales en nuestra iglesia, la pandemia ha venido a golpear fuertemente en nuestras familias, en nuestras comunidades, en el mundo entero.
Familias desmembradas a causa de la muerte por la pandemia, padres y madres de familia que han perdido trabajo se ven en la necesidad de emigrar de sus raíces, y cuando el panorama es más lamentable, familiares que hasta han desistido y han recurrido al suicidio.
Hermanos que han sido afectados en la salud y le ha traído secuelas a raíz del virus mundial, entre muchas otras cosas más. Todo esto ha venido a golpear fuerte en la iglesia y nuestras comunidades, muchos hermanos han perdido su fe, su esperanza, sus deseos de seguir.
Aún a pesar del panorama que vivimos hoy, el Señor siempre sale a nuestro encuentro en los momentos de desgracia (cfr. Sal 27,5; Sal 91,15)
El salmo 27,5 nos habla de que Él nos dará cobijo en su cabaña, en lo oculto de su tienda, es decir, en su casa, en su templo y aquí pudiéramos decir, ¿Cuál es esa cabaña? ¿Cuál es esa casa? El Señor espera de nosotros poder hacer de nuestras asambleas de oración su cabaña, su tienda, su CASA.
Es momento de levantarnos y dejar que la novedad del Espíritu se apodere de nuestras comunidades y seamos esa cabaña que el Señor quiere preparar para que en esta realidad sus hijos le encuentren, se dejen abrazar y transformar por él.
La novedad del Espíritu
Nuevos comienzos en Betel, es decir, en la CASA de Dios, nos invita a que siempre estemos abiertos a estas novedades del Espíritu en nuestros tiempos, estas novedades vendrán a dar la frescura a nuestras vidas, a nuestras comunidades, a nuestras asambleas de oración.
La novedad del Espíritu siempre nos muestra nuevos horizontes en su mover poderoso, creo que el Espíritu nos está urgiendo aceleradamente a enfilarnos en su ejército poderoso, así como en las primeras comunidades Pedro se levantó lleno del Espíritu Santo y les proclamo con PODER la palabra de Dios, estos al ver como la palabra predicada por San Pedro traspasaba sus corazones decidieron acoger la Palabra y se decidieron bautizar (cfr. Hech 2,41), de la misma manera el Espíritu quiere levantar con su PODER a los Ministerios de Alabanza para que a través de nuestras asambleas de oración se hagan presentes sus signos y señales (cfr. Hech 4,30).
¿Y cómo sucederá esto?
Vayamos al pasaje del evangelio según San Juan capítulo 3 versículos del 1 al 16: "Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.» Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?». Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.» Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?» Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.»
Tenéis que nacer de lo alto le dice Jesús a Nicodemo, esa es la clave para vivir en la novedad del Espíritu, necesitamos Ministerios de Alabanza primero que nada nacer de lo alto, el mensaje de los apóstoles siempre estuvo sellado y guiado por esta verdad: “nacer de lo alto”, y para nacer de lo alto necesitamos “nacer de nuevo”, esto significa que tengamos un renacer en nuestras comunidades para que aquellos que vayan en busca de agua, la encuentren y tengan la SED de nacer de lo alto.
En CIC en el numeral 691 nos dice: "Espíritu Santo", tal es el nombre propio de Aquél que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos (cf. Mt 28, 19).
El término "Espíritu" traduce el término hebreo "Ruah", que en su primera acepción significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu divino (Jn 3, 5-8).
Novedad trascendente
Me sorprende como en CIC nos habla de esta aplicación al nacer de lo alto como Jesús le dice a Nicodemo: novedad trascendente, y es así amados hermanos, Ministerios de Alabanza que estén dispuestos a esta novedad trascendente del Ruah de Dios, novedad que trasciende más allá del tiempo y del espacio, más allá de un par de horas en la presencia de Dios.
Trascender significa: Empezar a ser conocido algo que estaba oculto. Hacer sentir sus efectos o tener consecuencias en lugar o medio distinto de aquel en que se produce. WOOOOW, empezar a ser conocido, esto me mueve hermanos, porque en nuestras asambleas quién debe ser conocido en JESÚS, el PADRE, su ESPÍRITU, no nuestra forma de orar, de cantar, de tocar, el Cardenal Suenens nos dice en su libro, ¿Un nuevo Pentecostés?: La novedad del Espíritu no es otra cosa que la presencia siempre fiel y actuante de Dios entre nosotros. El Espíritu Santo nos hace vivir la experiencia de la inmediatez de Dios en el corazón del hombre y la historia: experiencia esta esencial al cristianismo. (cfr. ¿Un nuevo pentecostés?, pág. 55), que en nuestras asambleas de oración propiciemos una atmósfera en dónde el Señor se sienta en casa y se conozca al Señor por sus signos y señales como las que acompañaron a los apósteles, ya lo cantamos en aquél canto hermoso que se llama HAY PODER, que dice: “Hemos visto maravillas que nos alegran el corazón, sanación, liberación y tu grande amor…”. El Papa Pablo VI en la audiencia del 23 de mayo de 1973 nos dice: «Todos nosotros debemos abrirnos al soplo misterioso del Espíritu Santo» (cfr. Ecclesia nº 1644 (2 junio 1973) p. 671.)
El cardenal Suenens nos sigue exhortando en su libro ¿Un nuevo Pentecostés?: Los Padres del Concilio no ignoraron que la obra que tenían que acometer sobrepasaba la capacidad humana. Lo afirmaron sin ambages: «Es el Espíritu Santo—nos dijeron— el que renueva a la Iglesia, el que la instruye, el que la dirige por medio de sus dones y la rejuvenece con la fuerza
del Evangelio» (1). Es indispensable pensar sobre estas palabras. Más allá de los hombres y sus limitaciones, es menester poner nuestras miradas en el Espíritu. El historiador del porvenir dirá que el Concilio abrió algunas ventanas del Cenáculo, dando entrada a una primera brisa primaveral. Y añadirá, sin duda, que la ventolera de Pentecostés todavía no ha penetrado por la casa donde se hallan los discípulos. (cfr. ¿Un nuevo pentecostés?, pág. 10)
Para muchos está oculto el PODER de Dios, y no porque éste se esconda, sino, porque aún no nacemos de lo alto para poder ver esas maravillas, aún no hemos dejado que se deje sentir los efectos de un Bautismo en el Espíritu en nuestras comunidades, trascender esto significa, dejar que sus efectos sean palpables dentro y fuera de nuestras comunidades, que se palpen en las familias, en los jóvenes, en los sacerdotes y religiosas, en cada uno de nosotros.
Ministerios de Alabanza, permitámonos nacer de lo alto para vivir en la Novedad del Espíritu de Dios y así, en nuestras comunidades se dé un NUEVO COMIENZO EN BETEL, LA CASA DE DIOS.
Oremos fuertemente al Espíritu para vivir en su novedad trascendente…