Paul Verlaine
Las conchas

Cada concha incrustada

En la gruta donde nos amamos,

Tiene su particularidad.


Una tiene la púrpura de nuestras almas,

Hurtada a la sangre de nuestros corazones,

Cuando yo ardo y tú te inflamas;


Esa otra simula tus languideces

Y tu palidez cuando, cansada,

Me reprochas mis ojos burlones;


Esa de ahí imita la gracia

De tu oreja, y aquella otra

Tu rosada nuca, corta y gruesa;


Pero una, entre todas, es la que me turba.