Paul Verlaine

Grotesco

Sus piernas por toda montura,

Por todo bien el oro de sus miradas,

Por el camino de las aventuras

Marchan harapientos y huraños.


El prudente, indignado, los arenga;

El tonto compadece a esos locos aventurados;

Los niños les sacan la lengua

Y las chicas se burlan de ellos.


Sin más que odiosos y ridículos,

Y maléficos, en efecto,

Y tienen el aire, en el crepúsculo,

De un mal sueño.


Y con sus agrias guitarras,

Crispando la mano de los liberados,

Canturrean unos aires extraños,

Nostálgicos y rebeldes


Y es, en fin, que sus pupilas

Ríe y llora – fastidioso-

El amor de las cosas eternas,

¡Viejos muertos y antiguos dioses!


Id, pues, vagabundos sin tregua,

Errad, funestos y malditos,

A lo largo de los abismos y de las playas

Bajo el ojo cerrado de los paraísos.


La naturaleza del mundo se aísla

Para castigar como es preciso

La orgullosa melancolía

Que te hace marchar con la frente alta,


Y, vengando en ti la blasfemia

De inmensas esperanzas vehementes,

Hiere tu frente de anatema.


Paul Verlaine Poemas saturnianos [1866]