César Vallejo
XXXIV Se acabó el extraño...

Se acabó el extraño, con quien, tarde

la noche, regresabas, parla y parla.

Ya no habrá más quien aguarde,

dispuesto mi lugar, bueno lo malo.


Se acabó la calurosa tarde;

tu gran bahía y tu clamor; la charla

con tu madre acabada

que nos brindaba un té lleno de tarde.


Se acabó todo al fin: las vacaciones,

tu obediencia de pechos, tu manera

de pedirme que no me vaya fuera.


Y se acabó el diminutivo, para

mi mayoría en el dolor sin fin

y nuestro haber nacido así sin causa.