EL TEMPLO DE ARTEMISA

Ártemis o Artemisa era una de las diosas más importantes del panteón griego, identificándose posteriormente con Diana en el ámbito de la religión romana. Esta diosa era la protectora de la caza, de los bosques y todos los elementos de la naturaleza, teniendo también una gran vinculación con la idea de la virginidad, de la protección de las niñas y las doncellas y de los procesos relacionados con la salud de las mujeres. También era la divinidad principal de la ciudad de Éfeso, que estaba situada en la actual Turquía, donde se construyó en su honor el gran templo que se convirtió en una auténtica leyenda como una de las maravillas del mundo.

El templo de Artemisa se construyó en un lugar en el que, según los historiadores, se había utilizado como espacio de devoción a la diosa tierra o madre al menos desde la Edad de Bronce. De hecho, antes de la construcción del templo que se convertiría en digno de admiración para sus contemporáneos, en ese mismo emplazamiento, había habido otro gran templo dedicado a esta diosa que quedó destruido tras unas inundaciones. Se decidió reconstruirlo con gran esplendor y, alrededor del año 550 a. C.