HISTORIA DEL COLOSO DE RODAS

La muerte de Alejandro Magno provocó que comenzaran enfrentamientos en el interior del imperio que había creado.

Ptolomeo I se convirtió en el gobernante de Egipto y de Rodas, con lo que podía controlar todo el comercio en la zona oriental de mar Mediterráneo.

Antígono I Monóftalmos (el Tuerto) era un sátrapa macedonio que quedó descontento con el reparto del imperio de Alejandro. En el 305 a. C. envió a un ejército compuesto por unos 40 000 hombres para que tomara la ciudad de Rodas. Al frente de las tropas puso a su hijo, Demetrio Poliorcetes.

Demetrio intentó asaltar las murallas usando varias torres de asedio. El primer intento acabó en fracaso debido a que una tormenta provocó que los barcos en los que se montó la primera torre naufragaran.

El ejército invasor volvió a intentarlo con una segunda torre, esta vez construida en tierra. Sin embargo, los defensores de Rodas repelieron el ataque.

El asedio continuó hasta el año 304 a. C., cuando Ptolomeo I envió una flota para que ayudara a Rodas. Demetrio tuvo que huir de manera precipitada dejando atrás casi todo su armamento y material.

Los rodios decidieron encargar la construcción de una estatua del dios Helios, protector de la ciudad, como celebración de la victoria. Para pagarla vendieron los materiales abandonados por Demetrio, ya fueran completos o después de fundir los metales. La suma obtenida fue de 300 talentos.

La elaboración de la estatua fue encargada a Cares de Lindos, un escultor nacido en la isla que había sido discípulo de Lisipo, uno de los más reconocidos escultores de la antigua Grecia.

Un error de cálculo de Cares provocó que el escultor no pudiera ver finalizada su obra. La leyenda afirma que los rodios le pidieron primero el precio para hacer una estatura de 15 metros de altura. Cuando contestó, los habitantes de Rodas le preguntaron cuánto costaría si midiera 30 metros y el escultor, sin pensarlo, les dijo que el doble.

Sin embargo, Cares de Lindos no tuvo en cuenta que al doblar la altura iba a necesitar ocho veces más material. Con la obra en marcha, el escultor se arruinó completamente y acabó suicidándose.

Su sustituto fue Laques, otro escultor local, que fue quien terminó la escultura en el 229 a. C.