Mientras andaba, vio entre la arena una silueta oscura. Se dirigió hacia ella lo más rápido que pudo, (que no fue mucho por el cansancio y el calor), con la esperanza de que fuera un camello o una persona. Su ilusión se desvaneció cuando llegó a rastras y se enteró de que no era más que un cactus. Pero como estaba sediento y haría lo imposible por beber, cogió una navaja que tenía siempre bajo su ropa e intentó cortar el cactus por la mitad con cuidado de no pincharse.