Ahora contaré lo que pasó algunos meses atrás y contaré el porqué de esta historia, contaré por qué un tuareg está perdido en un desierto.
Todo empieza en su ciudad natal, Naimí Haram, una ciudad grande de Arabia. Él estaba paseando en su ciudad con su cabra por las calles de color sol.
-¡Hola Saha! –le saludaban los lugareños.
Estos le conocían porque Mahu era una persona muy amigable y que tenía familia que siempre había sido de allí o de pueblos lindantes. Y en un momento dado, cuando estaba distraído saludando y hablando con un conocido que hacía tiempo que no veía, se le escapó la correa de la cabra y esta echó a correr. El animal no solía tener ese comportamiento y de ahí que Mahu no se lo esperara.
Mahu iba con ropajes cómodos y siempre había sido una persona deportista pero la cabra corría de una manera digna de otros animales.
Cuando ya llevaban un tiempo corriendo el animal giró y se metió en una especie de callejón entre dos casas deshabitadas. Nuestro protagonista también se dirigió hacia allí pero justo al torcer vio a tres personas vestidas con un smoking negro, atípico de una ciudad árabe. Pero se notaba que eran de allí por el acento, aunque hablaban bajo.
Escuchó que estaban diciendo algo así como:
-…y mañana efectuaremos finalmente el ataque –decía el más gordo de todos y el que parecía el jefe.
-Sí, cuando terminemos nuestro trabajo tendremos el dinero y podremos irnos a…
Y justo en ese momento, por el alboroto que estaba creando la cabra los hombres misteriosos miraron hacia ella y vieron también a Mahu.
-¿Qué está pasando aquí?
-Eh… perdón, yo estaba…
-Tú no puedes saber nada.
Vio cómo uno flaco de los tres, que estaba fumando sacó una pistola y se oyó un disparo, que fue brutalmente hacia la cabra, que inocentemente había estado expectante. Al sonido de la pistola le acompañó entonces el gruñido del animal.
El gordo saco un bate de béisbol y le pegó fuertemente en la cabeza a Mahu sin que este pudiera reaccionar.