De nuevo se trataba de un pasadizo. Lo empezó a recorrer, no sabía si era cosa de su aburrimiento o realmente era mucho más largo que los anteriores. En ese (relativamente) largo recorrido le dio tiempo a confirmar que los pasillos no tenían ningún tipo de decoración: ni en la forma (el acabado era grotescamente recto, sin ningún tipo de curva decorativa), ni en el color (todo tenía el color de la arena, sin ningún dibujo o anomalía).