VII




Tras escribirlo con un boli que por alguna razón estaba en su mochila, alzó la vista y se encaminó hacia la segunda puerta. Esta vez con más seguridad.


Al principio también se encontró con un pasadizo, pero, tras pocas curvas, había unas escaleras que iban hacia abajo. No estaban muy adornadas, de hecho algunos escalones eran claramente desiguales al resto. No había luz al fondo, pero se veía que las escaleras no eran muy largas.


Las bajó porque no se le ocurrió nada mejor que hacer y con su mechero alumbró tenuemente la situación. Lo único que vio fueron otros caracteres en demótico, aunque esta vez estaba escrito más limpio y ordenado.


Tradujo: «Un hombre que venía de países del este de Egipto se había asentado en el ya mencionado país del Nilo. Pero no entendía el río que daba nombre a su asentamiento: las crecidas y bajadas le desconcertaban. El hombre fue muy insensato intentando calcular la frecuencia con la que pasaban estas cosas, pues los egipcios ya lo tenían controlado. Observando el río dedujo que había tres estaciones respecto a él: inundación, cosecha y siembra. Mucho tiempo después, cuando él era demasiado viejo para trabajar en el río, se dedicó a estudiar las medidas del tiempo. Y lo hacía porque en su país no se controlaba tanto, y era muy práctico. Su reto fue inventar una unidad de medida pero a muy pequeña escala, lo contrario que con el río: inventó una magnitud que era 3600 veces más pequeñas que un día. ¿Cada cuántos días empiezan las estaciones de nuevo? ¿Cuántas unidades de esa nueva magnitud se necesitarían para completar una jornada?».


Lógicamente no usaban la palabra "día" o "año", pues en aquel entonces no existían, pero sin embargo los egipcios si tenía palabras para denotar estos intervalos de tiempo.


Mahu había estudiado en su día muchas cosas acerca de la cultura egipcia, aparte del idioma, así que fue tarea fácil saber que las tres estaciones juntas forman un año y que un año son 365 días.


Ya tenía la primera pregunta, empezó con la segunda. Era extraño, incluso misterioso pensar que aquel extranjero había inventado el segundo. Pero si lo pensamos cada hora tiene 60 minutos y cada minuto tiene 60 segundos (por lo tanto una hora tiene 3600 segundos): 60·60=3600. Ahora se concentró en la pregunta: «Cada día tiene 24 horas y cada hora 3600 segundos así que un día tiene… ¡86400 segundos! –tenía muy buen cálculo mental. »

Anotó todo esto junto a lo otro por lo que quedó:

Puerta 1: 3-9-81

Puerta 2: 365, 86400

Después de escribirlo le volvió a venir a la mente el deprimente pensamiento de que solucionarlo no le serviría de nada porque no tenía qué hacer con ello…