Tradujo: «Un hombre que venía de países del este de Egipto se había asentado en el ya mencionado país del Nilo. Pero no entendía el río que daba nombre a su asentamiento: las crecidas y bajadas le desconcertaban. El hombre fue muy insensato intentando calcular la frecuencia con la que pasaban estas cosas, pues los egipcios ya lo tenían controlado. Observando el río dedujo que había tres estaciones respecto a él: inundación, cosecha y siembra. Mucho tiempo después, cuando él era demasiado viejo para trabajar en el río, se dedicó a estudiar las medidas del tiempo. Y lo hacía porque en su país no se controlaba tanto, y era muy práctico. Su reto fue inventar una unidad de medida pero a muy pequeña escala, lo contrario que con el río: inventó una magnitud que era 3600 veces más pequeñas que un día. ¿Cada cuántos días empiezan las estaciones de nuevo? ¿Cuántas unidades de esa nueva magnitud se necesitarían para completar una jornada?».