Reflexiones metafóricas bajo la lluvia
(o contando gotas con Melitón)
Por: David C. Robinson O.
Reflexiones metafóricas bajo la lluvia
(o contando gotas con Melitón)
Por: David C. Robinson O.
“Algunas noches sueño que mi mejor amiga es una cabra.”
Melitón Robles Esquina
Los días y noches de lluvia me regresan a mi infancia. Cuando el patio, en casa de mi abuela Rosilia, amanecía dorado de tantos mangos caídos durante la noche lluviosa. También recuerdo a mi madre, Monina la Aurora, apurándose y apurándonos a poner ollas en los lugares precisos para atajar las goteras y a mi abuela Victoria tomando té negro, con poca azúcar y mucha canela, en un enorme pocillo.
La lectura del poemario Panamá bajo la lluvia de Melitón Robles Esquina me regresó a mi edad adulta. Versos sí, idilio no.
“He perdido la visión y el día se hace largo como los colmillos del viento.”
Pese a la pérdida señalada por Melitón, no le es posible la rendición. Siempre se siente, huele, degusta una esperanza activa: la de los hombres que se enfrentan a lo finito sin bajar la testa, que denuncian el abuso, que se saben frágiles cuerpos arrastrados por los veloces aires del destino. Los que simplemente prefieren comportarse como aquel que está frente al paredón de fusilamiento: sabe que no puede evitar el final, que nada de lo que piense, sienta o diga cambiará la ruta de las balas, esas que viajarán en un instante desde el fusil hasta su pecho, tal vez hasta su rostro, clavándole en su ser el final definitivo sin ninguna indulgencia. Sin embargo, ese que pronto será fusilado, sí, ese mismo, no es tan impotente: no puede salvar su vida, pero sí su dignidad, puede escoger la actitud con la cual enfrentar la muerte. Cobarde o gallardo. Ese fusilado, al igual que Melitón, escogieron la gallardía. Esa cualidad del poemario Panamá bajo la lluvia llegó a la esquina de mi gnosis donde era necesaria.
“La vida puede ser tan fresca como una naranja;
Pero insistimos en ensuciar el cielo con pájaros ensangrentados.”
Básicamente, la denuncia central de Melitón es a esa absurda actitud suicida de la humanidad. Aún conociendo las consecuencias, las aciagas consecuencias, se insiste en concretar el acto estúpido de la auto destrucción. Y es aquí donde toma brillo este poemario, pues sin ser bálsamo refrescante ni analgésico que se le parezca, libera, sí, es liberador. Tal como afirma el poeta Roberto Manzano, la poesía ordena las emociones y cuando ese orden existe es innegable, evidente, obvio y concluyente que el acto estúpido es solamente eso…una estupidez.
“Los juegavivo no son extraterrestres. Nacen de vientres desdichados que habitan nuestro planeta.”
Melitón termina esta lluvia de versos poniendo el dedo en la llaga, en la raíz de nuestras desgracias sociales: el abuso de los unos sobre los otros y de los otros sobre los unos. Y que los abusivos no son producto de una migración de extraterrestres, sino de la desdicha provocada por… ¿Adivine?... antiguos abusadores.
Gracias Melitón por este aguacero que nos ubica. Gracias.