Por: Roberto Morales
Colectivo Pensamiento
Una resonante campana, precedida de bajo, bombo, trompetas, trombones, saxofones y un sintetizador electrónico que pareciera cantarnos una alborozada melodía, todos al unísono repiqueteaban a tope en el pórtico de la casa de Pepe aquel sábado por la tarde, entre unas frías espumosas de cebada y unas bolsas de chicharrón picante sobre la mesita de estancia.
De aquellos alegres sonidos evocaron gratos recuerdos del colegio de nuestro protagonista, esos aciagos días de 1984 posteriores a las elecciones presidenciales, allí se veía Pepe, con 17 años, estudiante del Gastón Faraudo, en una parada de buses en la Avenida Justo Arosemena esperando el diablo rojo para llegar a casa, si es que el descontento popular dispersado en las calles se lo permitía.
“Siempre me ha gustado la música haitiana”, sonríe Pepe mientras se da un sabroso trago de cerveza helada, la bocina le hace coro a su anécdota. “Recuerdo que tuve un amigo por Calidonia, ya fallecido, él me grababa los cassettes a un módico precio cuando estudiaba en el Gastón”
Así iniciamos esta breve historia panameña sobre los famosos “cassettes”, ese producto nacido de las viejas tecnologías conquistadas por el hombre luego de la invención del sonido grabado, y que poco a poco se fue consagrando como uno de los pasatiempos favoritos en la humanidad.
Los inicios del Cassette se remontan al año 1962 cuando su desarrollador Phillips decide lanzarlo al mercado como un nuevo formato musical aparte del disco de 45 revoluciones y el de 33, pero no fue hasta inicios de 1970 que su auge se acrecentó en todo el mundo. Para 1973 empezaron a circular masivamente en nuestro país los primeros Compact Cassette marca Kodak.
Entre 1978 y 1979 se inicia formalmente en Panamá la tendencia de las discotecas móviles, que no son más que enormes equipos de sonido modificados y que contaban con un Disc Jockey o Dj, quien era el encargado de darle el toque de alegría entre cada pieza musical que se sonaba. Las discotecas móviles fueron tomando cada vez más auge en todo el país que ya para inicios de los 80 se replicaban por cientos tanto en la capital como en el interior.
“Yo viajaba mucho a Chiriquí, y grabe cassettes en Discorama”, nos narra Jimmy Cantoral de la Discoteca Móvil Power Sound, con más de 40 años de trayectoria en ese ambiente musical. Nos relata Jimmy “Anteriormente las discotecas móviles se les llamaba Discorama porque un señor llamado Carlos Cueto sacó su equipo allá por 1978 y le llamo Discorama de Panamá, de allí que las personas decían: vamos a bailar en la Discorama.” Con los años el termino sería popularizado como Discotecas Móviles.
Jimmy confiesa que empezó a grabar cassettes desde 1983, y que para promocionarlos tenía que regalar calcomanías personalizadas y grabaciones con dedicatorias, poco a poco la demanda fue creciendo hasta el punto de comprar las pacas de cassettes en blanco para suplir a sus clientes. Pero no solo grabó con su discoteca móvil, también lo hizo con Sony Tape junto con Aneldo Martínez, con Amadeus de Bernardo Pinilla y terminó con los Rebeldes de la Musica en Calidonia, antes que iniciara la transición al Disco Compacto o CD.
“Yo también compraba cassettes a los Rebeldes de la Musica de Calidonia”, nos platica Lenin Chérigo, publicista de 44 años, mientras nos devela sus más preciados tesoros musicales adquiridos desde 1992, a la edad de 13 años, como el mismo lo recuerda. Su primer cassette grabado fue con la discoteca móvil Poder Positivo, y en lo sucesivo fue obteniendo otras grabaciones que agrandaron su colección.
“Es un formato que llegó en un momento que no teníamos la tecnología de hoy, no había Spotify, redes sociales y todo eso, fue nuestro primer playlist”, puntualiza Lenin mientras resuena de fondo parte de su colección de cintas de aquel entonces.
El famoso éxito de Willie Colon, China Cubana, baja sus decibeles progresivamente hacia un completo silencio que luego irrumpe el botón de pausa de la radiograbadora. Se había terminado la cara A de la cinta. Pepe sonriendo con la pinta helada en su mano derecha proclama: “Y ahora viene lo bueno.” Entonces la función de auto reversa se pone en marcha y sale a galope el Tabou Combo. “Este pasatiempo es eterno compadre”, agrega, mientras degusta su bebida de fin de semana.