Amar, cuidar y acompañar son responsabilidades urgentes

Abril 2024

En los últimos tiempos escucho, leo y veo demasiadas versiones y adjudicaciones de los términos libertad, respeto, vínculo… Versiones y adjudicaciones que, aun algunas bienintencionadas, se han convertido en unos conceptos “de moda” para referirse a la infancia incluso cuando su sentido no se corresponde con la visión humanista y humanizada de respeto, vínculo y libertad. Concepto de moda, a veces, para vender un producto.

 

Os animo a parar y recapacitar sobre la urgencia que hay, en la moderna sociedad, de hacer una reflexión sobre qué podemos hacer cada uno/a para cambiar el rumbo de la crisis que hay en torno a aspectos básicos como la mirada a la maternidad y la infancia, los cuidados desde la calma, el vínculo desde el contacto estrecho familiar y comunitario, la conexión fuera de las redes y pantallas, la empatía desde la comprensión profunda y la escucha sincera al otro…

 

Creo que la familia, la comunidad y la escuela podrían ser espacios maravillosos para conectar con nuestra humanidad, para dejarnos de conceptos que han perdido su significado auténtico y han sido frivolizados por ser tendencia, que podrían ser espacios para “remangarnos” y cuestionarnos si conocemos la importancia y transcendencia de nuestro papel acompañando a las niñas, niños y adolescentes.

 

Juntas, las personas, somos capaces de profundizar en las relaciones humanas y en la necesidad de devolver a la comunidad y a la infancia la conciencia del cuidado, de un cuidado atento a las necesidades auténticas de las criaturas y los/las adolescentes, de todas y todos, seamos del entorno social que seamos...

 

Siento que, ante la falta de estructuras sociopolíticas que verdaderamente fomentan cuidar y educar desde el más profundo respeto a los procesos de desarrollo infantil, es una responsabilidad urgente, y un deber, que los adultos (madres, padres, cuidadoras/es, docentes, acompañantes y otros profesionales de la infancia) suplamos esa carencia y adquiramos el compromiso de proveer a los niños, niñas y adolescentes de relaciones humanizadas y cuidadas.

 

Amar y cuidar se ha convertido, si se hace desde un lugar humanizado y conectado con la esencia humana, en una emergencia… y, por tanto, en una posibilidad, en un camino que se nos abre a todas las familias y profesionales de la infancia y la adolescencia. La educación y crianza tienen el reto de reconectarse con la naturaleza que somos, que son las niñas y los niños. Creo que la familia y las instituciones son los espacios perfectos para mirar con profundidad y perspectiva a las criaturas, para aprender a acompañar y cuidar la infancia.

 

Tenemos un papel transcendente y os invito a comprometernos con el cuidado atento y respetuoso de la infancia, pues las vivencias de la infancia son los cimientos de toda una vida.